En Caleidoscopio, de Nadia Contreras la voz se hace ilusión que juega. Memoria fragmentada y colorida, visión sonora. Alegoría de la infancia y del dolor que atardece, atisbos de felicidad que modula una voz depurada y melódica, sin lugar para ripios. Estos breves poemas son música para el ojo, cortes precisos para nuestra sensación. —Mijail Lamas