El ensayo de Pimentel es, en verdad, un instrumento, una brújula o un hilo de Ariadna, imprescindible para orientarse en el mundo fascinante de los caminos de Proust que son los caminos de la "mente", si hemos de recurrir a ese vocablo de nuestra lengua que no aparece en el texto de Proust pues no existe como tal en la lengua francesa.