Gabi Hernández está en su último año de la preparatoria. Para entretenerse, escribe todo lo que le pasa en su diario: las solicitudes a las universidades, el embarazo de Cindy, cuando Sebastián salió del clóset, los chicos guapos de su clase, la adicción de su padre a la metanfetamina, y toda la comida que se le antoja. Pero lo mejor de todo lo que escribe es la poesía que la ayuda a ser quien es.