Las cartas que escribió Emily Dickinson se pueden dividir en dos grandes rubros: las que se dirigen a familiares y amigos en general, por un lado; y las de amor (al tutor, al hombre, a la amiga más cercana), junto con las que buscan guía y desarrollo poético, por otro. Esta selección epistolar, considerada de especial interés por su incursión en la prosa, pertenece al segundo grupo. Se incluyen misivas dirigidas a cuatro de sus muchos corresponsales: el Maestro, (probablemente el reverendo Charles Wadsworth), el juez Otis P. Lord, su mentor T. W. Higginson y su amiga la señora J. G. Holland. Si bien los textos seleccionados no se concentran en su vocación y destino, en su consagración a la poesía, cuya fuerza obligó de cierto modo a la autora a convertirse en una joven reclusa y suspender por completo la interacción social, abordan aspectos interesantísimos de su manera de ver el mundo y dejan ver un profundo universo creativo.