El signo de autor de Virgilio Piñera es la impertinencia. No importa el año, el modo, el lugar en que se manifieste. El malestar y el escándalo están garantizados. Sea porque redujo la idea de literatura cubana a una falacia para comodines, o atestiguara las furias de Lezama Lima en una Habana soporífera; sea porque aleccionó a la provinciana república con Las 120 jornadas de Sodoma, o porque apuntó como nadie el terror que intuía en la soberbia del máximo líder. Cuanto hizo, en obra y vida, informa costados sombríos y rabiosos de una historia cultural siempre dispuesta a la postergación.
Este libro se detiene en uno de los momentos más elocuentes de esa incomodidad: la publicación de la revista Ciclón (La Habana, 1955-1959), coordinada por el propio Piñera y José Rodríguez Feo. Cada uno de sus capítulos da respuesta a la tesis que presume: “La historia de la literatura cubana, como la de muchos países latinoamericanos, puede ser contada a través de sus revistas literarias”. Para probarlo, su autora emprendió una investigación durante una residencia en México entre 2014 y 2016. Para confirmarlo, hubo intervalos de reescritura y actualización desde entonces hasta hoy. Tal vez por eso es que nos llega un libro que puede leerse como documento o crónica, catálogo de nombres y textos, anecdotario, registro historiológico, relato y dibujo de las vanidades intelectuales, guerrillas estéticas, pasos y poses de toda una época.