Esta plaquette se abre con un corte y una flor: sin herida no hay hecho estético. Ya nos lo había advertido Rilke: El poeta no debe defenderse de nada. Hay una anémona y una anécdota detrás de esta frase: la flor que el poeta checo contempló se había abierto tanto durante el día que a la noche no pudo cerrarse. El arte, la escritura empiezan en la experiencia de lo abierto, más allá de los límites de la corola. Lo abierto, ¿hacia dónde en los poemas seleccionados para esta plaquette? Hacia la experiencia del amor, el gran tajo que nos atraviesa y acompaña a lo largo de nuestras vidas. Los poemas dan cuenta de (des)encuentros, deseos (in)cumplidos, diversas manifestaciones del erotismo y la ternura y también del exilio, que puede leerse como la privación total del territorio amoroso. La experiencia última que cierra la plaquette refiere al asombro del oficio: ¿el escritor es un ser que habita la palabra o es la palabra la que lo habita para hacer visible lo invisible?