En Y por mirarlo todo, nada veía Glantz recurre a una de las máximas improntas de su obra narrativa: la escritura fragmentaria. Heredera de una tradición que va desde Walter Benjamin hasta David Markson, la escritora mexicana mete en una misma página los horrores del ISIS y las adicciones de Charlie Sheen; el exilio de los colibries de su jardín y las consecuencias del ecocidio que se llava a cabo a escala planetaria: aforismos de Kafka y espeluznante reportes de feminicidios en México y otros países del mundo; el descubrimiento de su sistema solar cercano al nuesrro y la extinción de las abejas. Utilizando su sensibilidad y su erudición como puntas de lanza, Glantz nos regala un collage de emociones, imágenes, datos y felexiones que en su estruendoso eco nos obliga a hacer un alto en el camino para ponderar la mejor vía para continuar en la cada vez más ardua tarea de andar por este mundo. (Contraportada)