Los Wilkinson -grandes bebedores-, el señor Olenski -traductor de Conrad-, los Paso y los Rentzel -parejas cruzadas- y las hermanas Mc Lean tienen algo en común. Viven en el mismo edificio. Kavanagh es la suma de sus historias y la de la mujer que las cuenta, sentada frente a una máquina de escribir, en compañía de su perro. El consorcio convive en asamblea involuntaria y permanente. La vida los cruza en el ascensor, en los pasillos y en situaciones difíciles, los reúne en boca de Paredes, el portero, y en los ojos de los turistas que contemplan el Kavanagh desde la plaza. Las historias levantan un edificio que funciona como un barrio en altura y descubre las grandezas y miserias de los personajes que lo conforman.