A través de XXXVII apartados movibles la protagonista de esta obra descarta la existencia del presente y elige vivir en el pasado perfecto, pues aborrece lo imperfecto y lo niega por medio del olvido. En ese pasado perfecto, que es al mismo tiempo una búsqueda, los lectores encontrarán el enigma incómodo de una mancha; la estructura como personaje que seduce desde las huellas digitales de una fantasmagoría; un enchufe omnipresente que lleva a los saldos de una edad abultada; el amor fomentado por medio de la tensión; la (in)certidumbre de que vivir es como morir; el orden camuflado de paciencia; la curiosidad como antídoto contra lo desconocido y el fracaso, entre otros vaivenes expuestos en clave onírica a punto de tornarse pesadilla.