Este primer conjunto de relatos de Katya Adaui nos presenta retratos familiares en los que, con un estilo marcado por la honestidad y la nostalgia, descubrimos que todos somos sobrevivientes del mismo accidente, del accidente llamado familia. La familia, qué duda cabe, siempre es un accidente. Nacemos en una estructura familiar que no escogemos, y, a pesar de ello y a pesar de todo, nos queremos. Las familias felices escasean, y cada una de las tantas familias infelices existentes lo es a su manera.