En sus palabras se funda a ella misma, se mira renacer una y otra vez, extiende con su piel el lenguaje, hace de Limones un mito destrozado, deshecho, sostenido solo por quienes navegan a su alrededor, sin encontrar el camino de regreso. Naufragamos, renacemos, deseamos, vamos demasiado lejos, como el caballo, figura que habita la poesía de Ortiz y se mueve a través de ella, como si estuviera vivo. Natalia García Freire