Escenas ordinarias, lugares comunes y puntos muertos son objeto de una observación que, tan paciente como metódica, no apunta a formular certezas, sino a desestabilizar las existentes. Situados en una trama de presencias simbólicas y materiales, los textos de Cosas sin nombre "breves, reflexivos, desaprensivos" trabajan en la fricción de lo real contra su representación en la palabra. Evidencian así las grietas del orden social y lo artificioso del tiempo humano. Se trata de una escritura que opera entre la insuficiencia del lenguaje para nombrar las cosas y el deseo de aproximarse al núcleo de la experiencia.