Siempre es necesario hacer esta aclaración cuando tenemos entre manos un libro de haikus: en poesía no importa el tiempo que tardamos en leer un poema, sino el tiempo que su emoción o efecto –Poe habla de “excitación”– dura en nosotros. Los haikus son una prueba de ello. Y los de Nuria Ruiz de Viñaspre esconden más de lo que aparentemente muestran. Cuenta Mumon Ekai que, en cierta ocasión, un novicio que acaba de ingresar en el monasterio le dijo a su maestro: “Por favor, enséñame”. A lo que este respondió: “¿Has terminado de comerte tu cuenco de arroz?”. El alumno respondió afirmativamente. “Bien, pues entonces lava tu cuenco”.
Ahora lean el primer haiku.