En Muro de Carne, de Cecilia Podestá, cada estrofa se yergue como un micropoema, cuyos significados van avanzando y retrocediendo, palpitando -digámoslo con más exactitud-, hasta expresar por último la idea central de que la casa donde uno pasa la vida terrenal se transfigura en nuestra mismísima carne. Son el padre y la madre, es la muchachita que asume la maternidad, es el marido, son los hijos que se transfiguran en nueve casas, en que se habitan durante siete años, y que asumen todo lo corporal de sus moradores Así, por fortuna ,la frágil carne se transforma en morada, no efímera sino permanente, gracias a los versos de Cecilia Podestá, encarnados en un cabal hablante poético de estos días.
Carlos Germán Belli