Un viaje en búsqueda de un amigo perdido funciona como el hilo que amalgama el
mosaico de diarios, memorias y cartas de los personajes de Todas las Lunas. Gisela
Kozak nos introduce en la atmósfera del extraño espacio de Estefanía a través de las
voces de ocho amigos, casi hermanos, que se unen y se separan, que intentan sortear sus
incertidumbres, superar sus soledades, atravesar tiempos descoyuntados, recuerdos
obnubilados, espacios fantásticos y, así, a través de una serie de aventuras existenciales,
comprender su perpetua extranjería. Llena de humor, de símbolos y de enigmas, esta
narración nos envuelve como una fuga musical que, en la repetición de sus motivos y en
el cruce de una polifonía de voces, ahonda sobre el significado de la amistad, del
raigambre a la tierra propia y de las pesquisas fructíferas e infructíferas.