La narradora Ana Luna nos ofrece ahora un pequeño conjunto de piezas narrativas. Están escritas con suma sobriedad, pero con gran riqueza de detalles, que confirman su extraordinaria capacidad de observación de la naturaleza humana, sobre todo la femenina, en especial en situaciones límites, donde queda pulverizado el destino. Toda la atmósfera está impregnada de violencia y fracaso. Hay aquí una denuncia sin reposo, que palpita en cada una de las piezas. El lector tendrá una revelación especial de las inextricables torceduras de la existencia. Se trata de conocerlas, para colaborar entre todos en el mejoramiento humano. Se ofrece testimonio, a través de la imaginación del arte, para una emancipación real.