Adriana Pacheco: Sin lugar a dudas, la escritora española Irene Vallejo nos ha conmovido con su libro El infinito en un junco. Su carrera va mucho más allá de esa maravillosa historia del libro, a través de más de 3000 años. Ella es filóloga y escritora, investigadora de hace mucho tiempo de la literatura clásica. Tiene un doctorado por las universidades de Zaragoza y Florencia, y es especialista en filología clásica. Su obra se centra en la investigación y divulgación de los autores clásicos. Ha colaborado en diversos periódicos como El país, Heraldo de Aragón o Cadena SER en España. Su obra ha traspasado todas las fronteras con traducción a más de 30 idiomas y más de 40 reediciones. Otro de sus libros son: Alguien habló de nosotros (Contraseñas 2017), El infinito en un junco (Siruela 2019) (Vintage 2021), El futuro recordado (Contraseñas 2020), Manifiesto por la lectura (Siruela 2020).
Ha ganado diversos premios por toda su obra, como por ejemplo, el Premio Antonio de Sancha 2022 de la Asociación de Editores de Madrid, en su 26ª edición por su extraordinaria aportación al conocimiento de la historia del libro y al fomento de la lectura a través de su obra El infinito en un junco.
Yo soy Adriana Pacheco y me emociona muchísimo tenerlos a todos ustedes escuchando el día de hoy a Irene Vallejo. Este es un podcast larga-, largamente esperado. No se imaginan con qué emoción estoy recibiendo el día de hoy a Irene Vallejo. Estoy tan agradecida con Penguin Random House que ha abierto esta posibilidad y bueno, yo sé que Irene ha estado tan ajetreada estas últimas... ya no puedo decir si semanas, meses o años, pero muchísimas gracias Irene por aceptar esta invitación.
Irene Vallejo: Un inmenso placer.
AP: Pues mira, tú no te imaginas, Irene, lo que significa para nosotros recibirte en este micrófono en Estados Unidos porque eres una inspiración para muchos, eso tú... creo que ya lo has visto, pero además estás abriendo una posibilidad para mostrar el gran talento que viene de... pues de estas escritoras, investigadoras, investigadores también, de habla hispana.
Quiero empezar dándote las gracias. Gracias por haber escrito todos estos libros, no nada más El infinito en un junco, sino toda tu obra. Por pensar en nosotros que somos lectores y que nos encanta, pues todo lo que tiene que ver con la palabra. Y voy a empezar con una pregunta muy grande, enorme. ¿Qué es para ti la literatura, Irene?
IV: Bueno, Adriana, yo quisiera corresponder dándoles las gracias a ustedes, a Hablemos escritoras, por la maravillosa labor que están haciendo para crear una red en la que escritoras, críticas, académicas, gestoras culturales, traductoras, podamos conocernos, leernos, descubrirnos, explorarnos, y bueno pues estoy segura de que muchos nuevos proyectos, ideas y posibilidades se realizarán gracias a estos contactos. Así que en primer lugar felicitarles por su labor. Y bueno, la definición de la literatura, quizá precisamente pertenece al terreno de lo indefinible o de ese tipo de experiencias que son distintas para cada persona que las experimenta. Quizás, tal vez se describe mejor a través de la paradoja ¿no? porque la literatura es una actividad solitaria, leemos solas, escribimos solas, pero al mismo tiempo es profundamente colectiva porque nos ponemos en las mentes ajenas, entramos en las pieles de otras personas, exploramos otros mundos. Tenemos una experiencia y unas emociones que se parecen mucho a vivir otras vidas, pero sólo tenemos que morir una vez, por suerte, y bueno creo que al menos para mí la literatura tiene mucho que ver con quebrar o desafiar los pactos de silencio de la vida ¿no? Muchas esferas de nuestra experiencia, de nuestras emociones más íntimas y más conflictivas, más turbulentas, más ambiguas. Los fracasos, las fragilidades, la vulnerabilidad, las escondemos detrás de una fachada y precisamente gracias a la literatura, esas fachadas caen y nos mostramos realmente como somos, de manera que acompañamos también la soledad y los miedos de otras personas que podrían, si no, sentirse las únicas que experimentan esas frustraciones o temores, esos sentimientos de no encajar en el mundo ¿no? Y por eso creo que la literatura cumple una gran función. No sé si una utilidad, pero al menos dota de sentido y hace que nos veamos acompañados por personas que con gran sinceridad, y a veces desgarro, hablan de ese tipo de sentimientos a los que es más difícil poner palabras.
AP: Qué maravilla, qué belleza de respuesta, y es cierto, da sentido y muchas veces nos da sentido a nuestra vida y podemos dar sentido a la vida de, pues lo que pasó antes que nosotros. Y de ahí es de donde viene, seguramente, esta pasión que tienes tú por los clásicos. Haber estudiado filología clásica, que interesante. Me haciste regresar a mis clases de licenciatura, de maestría y de doctorado, cuando teníamos que leer estas grandes obras. Yo sé que hay muchos jóvenes hoy, no nada más jóvenes, pero gente interesada en estudiar filología, y algunos han de ser un poco detractores, han de pensar; ¿Bueno, la filología para qué? ¿No? Cuéntanos, ¿por qué estudiar filología? ¿Qué les dirías tú a los que sí quieren hacerlo y a los que no quieren hacerlo?
IV: Pues diría en primer lugar que llevamos muchos, muchos años, digamos que disuadiendo a la gente que quiere estudiar carreras de clásicas o de humanidades o de filologías ¿no? Yo voy encontrando, allá donde celebro diálogos, eventos, personas que me dicen: Mi vocación hubiera sido estudiar literatura, pero me convencieron de hacer algo más útil. Y lo que me comunican esas personas muchos años después, ya con unas profesiones sólidas y unas trayectorias, es que de alguna manera les mutiló haber tomado la opción presuntamente útil ¿no?
Yo creo que cometemos un error al relacionar de una manera demasiado literal y directa la carrera o el grado que elegimos y las salidas profesionales que se derivan de esa decisión. Yo tengo una visión más amplia. Creo que nuestros estudios son una forma de preparar nuestras mentes y de nutrirnos. Hay algunos trabajos que sí, lógicamente necesitan una especialización previa, pero la mayoría de ellos no. Nuestro camino es algo que construimos nosotros cotidianamente, no una especie de preparación ¿no? y de camino trillado. Entonces creo que es importante luchar, incluso a veces hay que oponerse a presiones sociales o familiares, pero gratifica elegir aquello que nos interesa, que nos apasiona, que nos entusiasma. Quienes tenemos la suerte de tener una vocación clara y de que algo nos fascine, creo que es bueno que sigamos ese camino. Somos mejores en lo que nos gusta. Nos cuesta menos esfuerzo porque el interés, la curiosidad, la fascinación se alían en el proceso de conocimiento. Y luego va a haber muchas otras oportunidades de especializarse, de formarse, pero yo creo que es esencial escoger un camino que nos importa y que resuena adentro.
AP: Claro, claro, definitivamente. Y ahorita que estás diciendo que algunos nos disuaden, fíjate que estaba leyendo, estoy preparándome para conversar con Jazmina Barrera y con Reyna Grande en el Texas Book Festival, y leyendo Linea nigra, que es el libro de Jazmina Barrera, ahí tiene una... está ella citando a una escritora en donde va a hacer un registro la escritora, y le pregunta la persona: ¿oficio? y entonces ella le dice: escritora, y la persona del mostrador le dice: voy a poner ama de casa. Dice ella: No, pero mi profesión es escritora, y dice: No, no se preocupe, ama de casa está bien. Imagínate nada más. Una anécdota nada más al margen ¿no? Qué genial.
Bueno, pues tu empiezas, o una de las ramas que también tomas dentro de la escritura es ser columnista y eres columnista en varios periódicos, en varias revistas, y de ahí han salido libros que han recogido precisamente estas columnas. Yo siempre me pregunto, ¿cómo va ese rigor de escribir cada semana y de escribir para un público de lector de diarios, no? ¿Cómo ha sido para ti esto? ¿Qué significa para ti esa disciplina tan demandante?
IV: Bueno, Adriana, diría que para mí el articulismo es como el gimnasio de la escritura. Es esa disciplina semanal, ¿no? de ejercitar el músculo para no perder la forma y además también han supuesto una enseñanza, porque el periodismo tiene el desafío de hablar para un público que no puedes acotar ni intuir. Podría ser cualquier tipo de persona que se acerque a un periódico. No sé, como en la literatura ya puedes presuponer ciertas inquietudes o afinidades, el periodismo te pone en contacto con un público muchísimo más amplio e imposible de caracterizar de entrada. Entonces, eso obliga a explicar y exponer de una manera que nunca presuponga conocimientos previos e intentar hacer lo más transparente posible la complejidad de las cosas, y eso para mí ha sido un ejercicio importante, aunque es cierto que tampoco distingo totalmente la escritura del periodismo con la de la literatura y de hecho, como bien decías, muchos de esos libros, esos artículos, han acabado recogidos en libros porque yo ya los pienso con algún pequeño hilo conductor o con algún diálogo o pespunte que va uniendo los textos y forman parte también de proyectos literarios. Así que bueno, es como un un ejercicio de la brevedad y una forma de ir haciendo libros que son como mosaicos, ¿no? con pequeñas teselas.
AP: Claro, y pensando en una de las ideas más importantes de Hablemos escritoras, de que una escritora no se conoce solamente por un libro, sino por su obra y su trayectoria, platicaremos ahorita un poco de algunos de ellos, antes de... ya se quienes nos están escuchando ahorita que si no llego pronto a El infinito en un junco, bueno va a ser así como algo enorme, pero antes quisiera que nos cuentes en dónde estás sentada, porque bueno, tú vienes ahora de una actividad exhaustiva, ¿no? ¿Dónde estás? ¿De dónde nos estás escuchando ahorita?
IV: Pues estoy hablando desde mi ciudad natal, donde vivo. Zaragoza. Está a medio camino entre Madrid y Barcelona, en el noreste de España, cerca de la frontera con Francia. Y bueno, es una ciudad donde realmente creo que se está manifestando un cambio. Hasta hace poco tiempo sólo se podía escribir, o dedicarse una profesionalmente a la literatura en Madrid o Barcelona y en las grandes capitales, y ahora está surgiendo una literatura, ¿no? de lo que podríamos llamar la provincia o la periferia, donde otras miradas distintas cuentan también la realidad en lugares diferentes a las grandes capitales, lo cual yo creo que está creando también una variedad y una apertura que no tenía antes nuestra literatura. Vive aquí también, por ejemplo, y trabaja aquí Sergio del molino, que también es un escritor con el que bueno tengo especial afinidad y camaradería generacional, y bueno, pues existe esta vida cultural de las librerías, las bibliotecas, los encuentros, pero a otro ritmo y con otra forma de situarse en la vida que no la de las grandes capitales.
AP: Sí como no, España ha impactado enormemente a nivel mundial la literatura y me encantan las voces, las plumas, el trabajo que se está haciendo tanto de editoriales como institutos. Estuvimos ahorita en la feria del libro de Nueva York, estuvieron allí Institutos Cervantes, que han hecho un trabajo excepcional en Estados Unidos para recuperar. No te imaginas qué emoción me da trabajar con España en general.
IV: Gracias y también hay que reivindicar esas voces periféricas, como por ejemplo, pues Andrea Abreu, desde Canarias; Sara Mesa, desde Andalucía; Irene Solà, desde Cataluña. Es decir, están aflorando otros territorios que están... en estos momentos parecía que estaban como excluidos de las ficciones, ¿no? esa idea de que sólo en las grandes capitales y en las metrópolis se podía construir la literatura, cuando la literatura es un quehacer que tiene que ver con la observación, ¿verdad? no... no con el lugar... el lugar geográfico donde decides residir.
AP: Claro, claro que sí, y esa es la idea de esta enciclopedia y de ir incluyendo estas voces, por ejemplo los nombres que acabas de mencionar, que en algún momento tendremos el gusto enorme de tenerlos aquí también. Y acabas de mencionar la palabra clave: observar. Y quiero ir a este libro, El futuro recordado, que además me encantó el título, porque ya desde ahí muestra el guiño ¿no? este oximoron en donde estás precisamente mostrando algo que tú tienes; eres una gran observadora, pienso yo y además te haces preguntas por cosas que nosotros damos por obvio. Por ejemplo, yo nunca me había preguntado porque el primero de enero es el día con el que Empieza el año. Una cosa así ¿no?
Cuéntanos un poco de esta mirada crítica y reflexiva, no nada más sobre esto que vemos por obvio, sino por ejemplo temas como el poder. Me encanta, en este libro hablas de narcisismo; su relación con el poder. ¿De dónde viene este dialogo y tu observación?
IV: Hay, yo creo que todo remonta a la infancia. Tuve la suerte de tener unos padres que me estimularon muchísimo, grandísimos lectores los dos, y me contaban cuentos antes de dormir. Mi llegada realmente al mundo de los clásicos y las leyendas grecolatinas no tuvo nada que ver con su condición de grandes clásicos y referentes culturales. No, no, sino fue… fueron los relatos que mis padres desplegaron cuando yo era una niña y me fascinaron totalmente por su componente aventurero, imaginativo, ¿no? Yo en lugar de los cuentos de hadas, pues derivé directamente en las leyendas griegas, ¿no? Que además tienen una especie de sinceridad, de... a veces incluso de brutalidad, ¿no? al afrontar los grandes conflictos humanos, las zonas oscuras, lo más abrupto de la realidad y aquello por algún motivo me cautivó mucho más que cualquier otro relato. Y desde entonces yo creo que siempre he mirado el punto a través de esos símbolos universales, ¿no? Esa red de símbolos universales que nos proporcionan los clásicos y que están presentes, y que además, a lo largo de los siglos hemos utilizado para interpretar la experiencia humana... pues... nuestros complejos de Edipo, nuestras caídas son Ícaro, nuestros trabajos son los de Hércules. Cuando reivindicamos que se entierre a los muertos, estamos recordando la voz de Antígona y bueno, así sucesivamente, ¿no? Y entonces, para mí ha sido un ejercicio natural, ¿no? Como mirar con esa perspectiva e intentar siempre recuperar ese asombro infantil que Aristóteles decía que era el origen de la filosofía, ¿no? El pensamiento necesita no huir de esa mirada mecánica, ¿no? Que no repara, que no se fija, y buscar siempre la extrañeza, incluso ante lo más cotidiano, no, y es lo que hice en el Infinito en un junco, o bueno, con su título en inglés, Papyrus, que es un objeto tan cotidiano y tan asumido como el libro; descubrirlo como una invención extraordinaria cuya historia está llena de aventuras y de peripecias, ¿no? Y así podemos mirar a nuestro alrededor y recordar, y tratar de reconocer lo extraños que somos en muchos de nuestros logros sociales y democráticos, no, que creo que además es la clave para defenderlos y protegerlos: saber que no vienen dados, sino que hubo muchas luchas en nuestros antepasados para ponerlos en pie y que nosotros debemos seguir manteniéndolos. No es algo dado, no están seguros, no son una certeza.
AP: Claro, definitivamente, no son una certeza. Y bueno ahora que ya estás entrando lentamente a ese tema de haber recogido tanto conocimiento, pues bueno, este libro enorme: El infinito en un junco. De verdad, no sabes cómo lo he recomendado ,cómo lo voy a regalar de Navidad. Todos mis hijos lo van a tener que leer. No van a tener, lo van a disfrutar leer, y yo felicito muchísimo a Ciruela por haber hecho la apuesta por que las editoriales apuestan por los libros, ¿no? Y era un libro que podría haber sido árido, sin embargo tu manera de narrar, y ahorita vamos a platicar sobre esto, para nosotros es una riqueza enorme. Papyrus, al ser traducido al inglés, pues entramos en otro mundo y en otro mercado ¿no?
Y bueno, déjame contarte que cuando salió el libro me buscó Rita Wirkala, que ella es investigadora, escritora y medievalista, que está en el podcast, y me dijo yo quiero hacer una reseña. No soy colaboradora de Hablemos, pero yo quiero hacer una reseña; mi lectura de El infinito en un junco. Irene, ya le perdí la cuenta. Más de 45 ediciones, traducido a más de 30 idiomas. Un parteaguas en la conversación literaria. ¿Cómo fue ese parteaguas en tu vida? ¿Qué fue lo que pasó en tu vida? Porque yo te puedo decir qué nos pasó a nosotros, pero ¿qué pasó en la tuya cuando apareció todo esto?
IV: Ahí, en primer lugar, muchas gracias a Rita. Escuché esa reseña y fue muy emocionante, así que eso en primer lugar, porque creo que el libro precisamente ha salido adelante cuando podría haber pasado totalmente desapercibido, gracias precisamente a lectores entusiastas que han hablado, que han escrito, que lo han regalado como tú, que bueno, que se han hecho casi proselitistas, no, de la tribu del junco. Entonces sí, la verdad es que el libro nació en uno de los momentos más duros de mi vida. Acababa de ser madre, había tenido un niño con muchos problemas de salud que tuvo que estar prácticamente hospitalizado el primer año de vida, con cuidados intensivos, y entonces yo pensé que para mí se acababa, digamos, el sueño de llegar a trabajar profesionalmente como escritora. Llevaba más de una década intentándolo, tratando de salir adelante, pues a través de pequeñas ferias rurales, clubs de lectura, círculos, institutos, no, y digamos en eso que es la trinchera de la literatura, y todo era muy difícil, muy incierto, inestable, pocos ingresos; y cuando ya llegó ese infortunio personal, pensé, bueno, aquí se ha terminado, puesto que si ya era difícil antes con una situación como esta en mi vida cotidiana ya voy a perder libertad de movimientos, ya no voy a poder viajar, ya no voy a poder acompañar a los libros, aquí ha terminado todo, ¿no?
Y bueno, pues quise permitirme un último libro que fuera como mi despedida y un acto de agradecimiento a todo lo que la literatura y los libros habían supuesto para mí desde la infancia, y dando también una forma literaria a lo que habían sido mis investigaciones académicas en la universidad sobre la historia del libro y de la lectura. Pensé muy optimista que iba a poder acabarlo en un año, ya que el grueso de la investigación estaba hecha para mi tesis, pero... pero no pude aprovechar ni una sola palabra. Lo convertí en un relato, en una especie de Mil y una noches de los libros. Tuve que repensar la estructura, lenguaje, la poesía, el humor, no, esos ingredientes que no tenía el texto académico, y la verdad es que se convirtió para mí en un refugio; en una especie de tratamiento terapéutico que ya no tenía ni miras de mercado, de ventas, de publicación, sino solamente me estaba salvando mientras yo me ocupaba de mi hijo, pues, me liberaba de ese especie de espiral obsesiva de la enfermedad. Y lo escribí así en los ratos que me daban el relevo en el hospital y yo volvía a casa, me concentraba, y realmente puedo decir que era feliz porque entraba en otro universo y conservaba intacta una parte de mi vida que era tan importante para mí y que el hospital y la enfermedad, pues amenazaban con engullir.
Y cuando lo terminé, pues acudí a Ciruela, realmente con muy pocas expectativas, pensando que un ensayo sobre los libros, que tampoco era un tema extraordinariamente de actualidad y, además, una reivindicación de las humanidades que en estos momentos parece que se están orillando en todos los currículos académicos y todo el mundo me decía que no era un tema particularmente interesante desde el punto de vista de mercado y sin embargo, pues, de alguna manera misteriosa ese libro que la propia editorial Ciruela publicó porque creía en él, pero sin expectativas de venta reales, pues se convirtió en algo que trascendió totalmente, por supuesto, nuestras previsiones o ambiciones y que a mí me ha traído mucha felicidad, no, ya no a título personal, sino por darme cuenta de que ese grupo de personas que nos decían que se estaban extinguiendo, no, las que creen en la palabra, en la literatura, en el arte, y que en este mundo mercantilista ya no tenían lugar, pues han sido capaces de salir a la superficie y bueno, demostrar que están en todas partes, en todos los países y que no somos los últimos de una especie en extinción, ni mucho menos, ¿no? Hay allí fuera unos lectores vibrantes que esperan, que reciben, que responden, y que yo creo que son un motivo para la esperanza.
AP: Claro, eres como el flautista de Hamelín que nos fue jalando a todos. Todos salimos como unas ratas, salieron los ratones, salieron, siguiéndolo. Así fuiste tú. Y por otro lado eres como... pienso, hay un escritor en Estados Unidos, Malcolm Gladwell que tiene este Estilo narrativo en Outliers, en donde va contando cosas históricas, pero muy aterrizadas con la realidad, ¿No? Y trayendo el pasado al presente, que es uno de los grandes atributos de El infinito en un junco. Y bueno, pues yo dentro de mi deformación académica, perdón, quienes nos están escuchando, tengo que decir que además del gran valor histórico de la obra, que ahorita hablaremos de eso, qué belleza estética del uso del lenguaje, la riqueza poética de las metáforas que utilizas, las imágenes, los paralelismos, o sea, yo puedo sacar una lista kilométrica de todas las notas que saqué de la lectura de tu libro. Escuchen cosas como por ejemplo: “nuestra piel es una página en blanco.” O dices: “al abandonar la oralidad del lenguaje, experimentó cambios arquitectónicos.” Me encanta esa imagen, ¿no? “El brote de la locura apasionada, los libros abiertos, boca arriba, como tejados a dos aguas en busca de una casa que cobijar.” Bellísima, bellísima. Cuéntanos Irene sobre esta manera tan relacionada con la poesía, con el lado poético del lenguaje dentro de la ensayística.
IV: Bueno, yo realmente, Adriana, quería explorar los territorios fronterizos entre la ficción y la no ficción. Evidentemente todos los datos, todas las hipótesis, toda la construcción teórica, está basada en una investigación, pero la forma de comunicarla tiene mucho que ver con las herramientas que a mí me ha enseñado la ficción, la escritura de novelas y de literatura infantil y juvenil. Entonces quizás lo podría definir como una rebelión, no, porque cuando yo estaba escribiendo mi tesis, mi profesor, mi director, constantemente me podaba de los textos las metáforas porque decía que eso no era lenguaje científico. Y entonces me decían: “no escribas con prosa ensayística” “no escribas con prosa ensayística”. Creo que aquello quedó dentro de mí, no, como una especie de necesidad de ahora sí voy a escribir un libro con prosa ensayística y además voy a ir más lejos todavía y lo voy a hibridar con la ficción y voy a empezar con esos misteriosos caballeros, no, que van buscando algo. Cazadores de una presa valiosísima, no, y que casi parecen un comienzo de novela de suspense o de aventura.
Sí, porque yo creo que la belleza y en general la narración son vehículos muy poderosos para el aprendizaje y de hecho, la humanidad ha transmitido el conocimiento durante siglos y siglos. Toda la larguísima etapa de la oralidad, por supuesto, pero más adelante incluso, no, las sociedades humanas han transmitido su memoria, sus recuerdos familiares, sus conocimientos, su sabiduría, su experiencia, sus ideas morales, su mirada sobre el mundo, a través de relatos, y yo creo que tenemos una mente narrativa. Cuando un relato tiene rostro humano, implica aventura, riesgos, búsquedas, despierta nuestra emoción y a través de la emoción cala y se recuerda muchísimo mejor. Y yo esto lo experimenté con mis alumnos en la universidad. Mira que habitualmente intentamos centrarnos en lo abstracto, no, y las historias y las anécdotas son como una pequeña recompensa para relajar después de haber transmitido unas ideas muy, muy exigentes teóricamente. Y entonces yo me dije, bueno, y ¿si es al revés? Y si a lo mejor el esfuerzo tendría que ser incluir el conocimiento dentro de ese cascarón maravilloso de las historias y a ver si soy capaz de contar todo lo que yo he aprendido en mis años de investigación, como en una especie de estructura de Mil y una noches de los libros, siempre buscando el personaje del momento histórico, que ejemplifica perfectamente lo que quiero contar, pero además, lo hacen humano, lo hacen cercano y nos explican, no, todas las pasiones y emociones y miedos y persecuciones que ha habido detrás de estos objetos fascinantes que son los libros.
AP: Increíble, increíble. Y después todo el trabajo de organizar ese tamaño de información que, bueno, seguramente has de tener muchísimas, muchísimas, no sé, gavetas, aunque sean digitales, no, de tantas notas, de tantos libros a los que recurriste. Me imagino que eso ha de haber sido también un trabajo de muchos años. ¿Cuántos años sientes tú que fue todo este recorrido para llegar a esta publicación?
IV: En primer lugar, hubo casi una década de investigación universitaria sobre el asunto. Después un paréntesis en el que me dediqué al periodismo y a la literatura de ficción, y años después, ya con otra perspectiva vital, incluso un cierto distanciamiento de la academia, pues decidí reanudar el proyecto, pero desde otra óptica y desde otra… desde otros desafíos, no. Y entonces fueron otros cuatro años de escritura muy intensa, aunque en esas condiciones que antes contaba, no, cuidando de mi hijo y en ese mundo de los hospitales y de los cuidados. Y después un año más trabajando con mi editor para pulirlo, incluso retirar una parte y centrarlo más en el mundo antiguo. Al final muchas veces me dicen, ha quedado como muy eurocéntrico y basado en Grecia y Roma y había una tercera parte que se abría un poco más al mundo, no, hasta la invención de la imprenta, pero eso quedó fuera porque… fue así, así lo decidieron y me lo recomendaron mis editores. Así que fueron esos 5 años de trabajo ya sobre este libro propiamente, precedidos por largos años de investigación universitaria. Pero al final todos los libros son la suma de toda una vida, no, porque está ahí mi madre, está la infancia, está mi profesora de griego en el instituto, están todos esos homenajes a las personas que han sido importantes en mi formación, como una proyección de la importancia del papel intelectual de las mujeres, no. Siempre ha sido como una dimensión olvidada u oscurecida frente a la vida familiar, no, y yo me esforcé mucho en mis años universitarios para encontrar los testimonios de esas mujeres, que las hubo, filósofas, oradoras, poetas, dramaturgas, maestras, profesoras, no. Incluso las que escribieron discursos políticos y estuvieron cerca de donde discurría el poder y la gran sorpresa que para mí significó descubrir que la primera persona que firma con nombre propio un texto en la historia de la humanidad, que sepamos, es una mujer.
AP: Increíble, increíble. Me encanta que cambies a ese tema porque es precisamente la siguiente pregunta y me gusta muchísimo cómo lo dices, porque es todo un trabajo de exploración para rescatar esos nombres que quedaron desaparecidos, no. Y sí, dices: “1500 años antes de Homero, Enheduanna, poeta y Sacerdotisa, es el primer autor que firma un texto.” Y los invito a quienes nos están escuchando; cuando lean el libro presten atención muy especial a cómo es el surgimiento, ese surgimiento de la figura del autor, que es muy interesante cómo Irene lo está abordando.
Y por otro lado haces el homenaje a tu madre. Tú misma que fuiste madre, y eso es increíble que lo hables. Ahora hay una gran corriente de escritoras hablando sobre la maternidad, me encanta que este tema sale de nuevo y también nos hablas de esta ausencia de los nombres, pero la ausencia de los nombres va de la mano con el silencio impuesto a las mujeres. Y me quedé muy impresionada de la cita que haces de Telémaco en donde está diciendo: “la palabra debe ser cosa de hombres.”
Cuéntanos un poco, y ya vamos poco a poco cerrando, tristemente, esta conversación que podría durar como 10 horas más. Cuéntanos un poco sobre ese legado que sientes tú que estás dejando a jóvenes lectoras, porque... jóvenes grandes y chicas, porque todas somos jóvenes en espíritu, verdad, pero creo que vas a marcar de alguna manera pues estas lectoras, no.
IV: Para mí era muy importante, porque durante mis años de universidad me presentaron un paisaje en el que no había prácticamente mujeres, sólo la poetisa Safo. La única, la poeta, que se mencionaba dentro de un canon totalmente constituido por hombres, no. Y yo siempre me preguntaba, ¿realmente las mujeres no habían escrito? ¿Cuáles eran los motivos? ¿Dónde estaban? ¿Qué hacían? Cuando hablamos de lectores, ¿incluimos a las mujeres o las dejamos fuera? Yo me hacía muchas preguntas, no, y bueno, pues decidí releer las fuentes cuestionándolas precisamente sobre este aspecto, no. Obsesionado por saber dónde estaban las mujeres en el mundo intelectual de la antigüedad, que, como sabemos, pues era particularmente hostil a la creación femenina, no. Y de lo que me di cuenta es de que al final la palabra es una cuestión de poder, evidentemente, y en el momento en el que se inventa la escritura, que es, bueno, pues ese gran hallazgo, no, la nueva tecnología la custodian ferozmente los poderosos, los privilegiados, las élites que se definen como aquellos que han accedido a ese poder que da la palabra escrita y el mundo de la oralidad se convierte en un mundo eminentemente femenino. Las mujeres que no pueden aprender a escribir que no pueden dejar testimonio de sus textos, de sus poemas, de sus canciones, de sus historias, y se tienen que conformar con hacerlo en el ámbito privado, familiar, no, porque por otro lado las mujeres siempre tradicionalmente han enseñado a hablar a los hijos, por eso decimos lengua materna, no, es la lengua de la madre, la lengua que nos viene de quien nos cría y nos educa en los primeros. Y va viendo, no, cómo se separaban esas dos corrientes y el mundo del prestigio, de la profesión, de la escritura, está férreamente protegido y vigilado por los hombres, sin dejar entrar a personas de otras clases sociales y por supuesto las mujeres. Entonces en mi libro hay también un homenaje a la oralidad. Hay grandes narradoras, grandes artistas que no llegaron nunca a aprender a escribir y, a pesar de eso eran creadoras consumadas. Y luego intentar encontrar los caminos por los que algunas mujeres, generalmente de clase alta, pues lograron colarse en ese terreno vedado, y cómo desarrollaron su propia creatividad, sus carreras, y como luego en general han sido sistemáticamente olvidadas o apartadas, no. Porque muchas veces nos dicen, es que no pudieron aprender a escribir o a leer y por tanto no tuvieron las herramientas, pero las que lo tuvieron y lo consiguieron, incluyendo a Enheduanna, que es además la primera persona realmente que inaugura el “yo” literario, algo tan importante como eso, también ha sido apartada de los libros de estudio, de los programas, no se habla de ella en los institutos, bueno, creo que ahora en el Metropolitan le van a hacer una exposición, pero realmente durante muchos años, siglos, ha sido una gran desconocida, siendo un personaje de referencia. Entonces yo he intentado salvar aunque fuera pequeñísimos fragmentos, referencias que aparecen en los libros, en los textos antiguos, como de pasada y muy tangenciales, irlos reuniendo todos en un trabajo de cribado hasta tener algo parecido a un paisaje de dónde estuvieron las mujeres, aunque la mayoría de ellas, pues han quedado relegadas a notas a pie de página en la historia de la erudición y de la literatura. Pero, lo que se puede rescatar he intentado rescatarlo y al menos hacer una nómina, y decirles a las niñas y también a los niños de hoy, por qué no, que las mujeres siempre estuvieron allí, que no han sido unas recién llegadas a la creación, a la literatura, al verso, a la novela, no, siempre, siempre estuvieron allí. Estuvieron allí, incluso en los momentos más difíciles.
AP: Claro. Fíjate, Irene, que hicimos un libro, bueno, ya son dos libros, en el segundo ampliamos una lista que habíamos publicado en el primero, se llama Más de 300 escritoras mexicanas contemporáneas, y fue años de estar buscando nombres y ya, bueno, rebasamos ese número, como dices tú, están ahí, hay que buscarlas. Y bueno, qué lástima que no podemos verle la cara en ese momento a Irene, pero su pasión se ve en sus ojos, eso me emociona, me motiva tanto. Estoy viendo muchos vídeos de todas sus presentaciones que verdaderamente has de tener una vida bastante, bastante llena, una agenda. Mil, mil gracias Penguin por hacer posible esta conversación, pero algo que vi en todas ellas es esa pasión que se te ve en el cuerpo. El amor, de verdad. Y ahora me pregunto, porque algo que me fascina de la literatura son las posibilidades que abren las traducciones, y al estar traducido tu libro a tantos idiomas, me puedo imaginar a todas estas mujeres, de todos... y a estos hombres, también, lectores, lectoras, no, de todos estos países, emocionados con esa mirada de Irene Vallejo al estar leyendo los libros. Y bueno, definitivamente sería larguísima la lista de países que tengo que leerles para que sepan en donde se ha traducido. Concentrémonos en el inglés ahorita, porque sí me gustaría saber qué es para ti entrar con este libro en ingles en un mercado que se expande a nivel internacional.
IV: Sí, realmente es algo totalmente inesperado, porque, como ya te contaba anteriormente, yo escribí este libro sin expectativas ni esperanzas. Por entonces era una completa desconocida en España y jamás hubiera soñado que pudiera pasar algo semejante con ninguno de mis libros, pero quizá, menos que algún otro con este, no, precisamente. Y bueno, pues lo estoy viviendo con sorpresa y asombro permanente. A veces casi tengo la sensación de estar viviendo la vida de otra persona que no fuera yo y que no fuera esa misma que salía del hospital y se ponía a escribir desesperadamente por salvaguardar esa parcela creativa, no, amenazada por por las vicisitudes de la vida y por los sufrimientos. Y bueno, qué dura es a veces la vida y qué generosa es en otros momentos, no. Qué cerca estaba yo de cumplir mi sueño y qué poco lo sospechaba. No tenían ni el más remoto presentimiento. Está claro que como profeta no, no valgo nada. Entonces…
AP: Yo creo que vales mucho. Vas a hacer una hecatombe, Irene, estás haciendo una hecatombe.
IV: Con respecto yo a mí misma no, no tenía la menor idea, y de hecho fueron tiempos muy difíciles, como preparándome mentalmente para despedirme de lo que había sido mi sueño desde la infancia. Y ahora, pues, poder disfrutar de estos viajes, del encuentro con la comunidad lectora internacional que existe en todas partes y que además se moviliza con entusiasmo, no. De toda esa gente, especialmente en Latinoamérica, los promotores de lectura que están librando allí como la batalla por la cultura y los libros, como forma de salvación y de redención en zonas peligrosas y empobrecidas. Todo ese espectáculo es muy conmovedor y ahora, pues, llega el momento de la edición inglesa que es un grandísimo mercado, algo que no me hubiera imaginado, sobre todo, quizá, en el ensayo, no, quizás el pensamiento no parece que lo asocien al idioma español y no estuviera como tan abierto ese campo. Es emocionante poder hacerlo, además siendo mujer, no, porque quizás incluso el ensayo es como el género más reacio a las mujeres, donde todavía como se trata de construir imaginarios y describir, o construir los caminos del futuro todavía tiene mucho que ver con el poder y con la autoría masculina. Y eso pues es realmente muy emocionante. Y capítulo especial; la relación con mis traductores y traductoras, muchas de ellas traductoras, verás, a las que yo amo con devoción y siempre insistió, además, en que todo traductor es un autor, es un creador, es alguien que merece todo el reconocimiento. Lucho porque estén sus nombres en las portadas de los libros o al menos tengan muchísima presencia. Lo recuerdo siempre que puedo, ahora aprovecho para citar a mi traductora al inglés Charlotte Whittle, y además creo que merecen un aplauso, que recordemos sus nombres, que seamos conscientes de toda la deuda que tenemos, porque si no hubiéramos podido leer más que los libros escritos en las lenguas que conocemos. Nuestras vidas serían claramente muchísimo más pobres. Entonces El infinito en un junco -Papyrus-, es también un homenaje a la traducción, no. Cómo ha transformado nuestro mundo, cómo lo ha ensanchado, cómo lo ha hecho mucho más fértil y creativo, y yo tengo pues una sensación de especial deuda con estas personas que son escritores discretos, en general humildes, fieles y leales, que tienen la generosidad de utilizar su talento en beneficio de los libros de otras personas.
AP: Claro, claro. Qué bonito lo que estás diciendo. Nosotros tenemos un especial cariño, respeto y admiración por los traductores y qué bueno que lo dices así.
Y en el caso de la versión en español, tú no sabes, nosotros, dentro de Estados Unidos, también estamos en una guerra, en una lucha continua. Los que difundimos la literatura en español en Estados Unidos estamos continuamente buscando maneras para poder llegar a más lectores, porque aunque se habla de los 41 millones de hispanohablantes en Estados Unidos, como yo digo en las conferencias que doy, no son 41 millones de hispano lectores. Entonces tu libro nos ayuda muchísimo que... (en inglés) by the way, está en nuestra tienda Shop escritoras, para que quienes lo quieran leer en español, que es una edición hermosísima, estamos, o sea, con esta arma tuya, con esta herramienta que nos estás dando, diciendo: vean, vean nada más el gran talento que hay. Y bueno, hay que leer en el idioma que sea, pero yo, como hablo español, como leo en español, pues lo he gozado en español, ¿verdad?
Bueno, pues la última pregunta de despedida, porque has hablado tanto de tu hijo a quien, bueno, le mandamos un abrazo, qué bueno que se recuperó, y a tu familia, que ha sido un apoyo para ti en general. Escribes cuentos para niños. Cerremos con esta pregunta. ¿Qué es para ti escribir cuentos para niños?
IV: El primer cuento que escribí, a decir verdad, pues era mi forma de recibir en el mundo a mi hijo. Yo pensé, ¿qué regalo le puedo hacer? Pues lo que creo que se me da mejor es escribir, y entonces escribí un cuento ilustrado para él. Luego, su nacimiento no fue en las circunstancias que hubiéramos esperado, pero ya estaba guardando para él esa historia, que ya lo tenía de alguna manera como protagonista, no. Yo vuelvo con la literatura infantil y juvenil como a las raíces de mi pasión por los libros y la literatura, porque yo fui ya a una lectora desde la mismísima infancia, incluso antes de saber leer a través de los cuentos de mis padres y he amado siempre esos relatos, no, donde se forja, quizá, la imaginación en esos años cruciales donde nuestra… modelamos nuestra mirada sobre el mundo. Pero hay algo que me gusta especialmente de la literatura infantil y juvenil, es como, la ausencia de pretensiones que produce una especie de relajación al escribir, no. En general no se hacen grandes promociones, está como fuera de los circuitos y al mismo tiempo necesita la comunicación con los niños, el uso del sentido del humor, de la ironía, no, la capacidad de... como de quitarte importancia a ti mismo, de reivindicar ese aspecto lúdico que yo tanto he gozado como lectora y que ahora es como un desafío para ser capaz de construir esa voz, que es la voz de alguien que invita a los niños y a las niñas a jugar, no. El arte, al final, nace como juego, tiene ese aspecto lúdico y al mismo tiempo muy exigente, porque yo creo que para los niños hay que elegir lo mejor, no, la calidad de los cuentos cuenta, y hay que pensar en ellos y en ellas como lectores inteligentísimos que saben distinguir, que tienen su propio criterio, y que además están en ese momento de cruzar el umbral hacia, bueno, pues, futuros caminos y perspectivas lectoras. Entonces es algo hermoso y cuando por primera vez, como pones a prueba un cuento, contándoselo a un niño, es emocionante porque ellos son tan sinceros en sus reflexiones y es, sí, es como más relajado y al mismo tiempo te hace reencontrarte con la propia infancia lectora. Y para mí, tener a mi hijo ha sido la oportunidad de releer libros infantiles, que hay ahora libros infantiles absolutamente maravillosos, ingeniosísimos, muy bien editados, mejor que cuando yo era niña, y descubrir que al final los libros infantiles son libros que también leen los niños, pero por supuesto para los adultos son, son un universo fascinante.
AP: Qué maravilla, qué maravilla. Pues sí, hay que leer a Irene Vallejo, El infinito en un junco, claro que sí, pero todos sus libros también, todos los demás. ¿Por qué hay que leerla? Porque los va a inspirar, porque les va a ampliar su vocabulario muchísimo, porque les va a enseñar muchísimas cosas, porque les va a poner a preguntarse otras, porque va a dar luz a muchas cosas que tenemos ahí en la oscuridad, y porque simplemente es un placer. Es un placer tu obra, Irene, me encanta tu generosidad, tu honestidad, tu sentido tan, tan práctico también de decir -eso es lo que quiero hacer-, lo hago con pasión, lo comparto y bueno, pues has iluminado la vida de todos nosotros como Rita Wirkala lo dice en su ensayo, y yo me sumo. Nos has iluminado de verdad. Muchísimas gracias, Irene.
IV: No, muchísimas gracias de verdad por mantener en pie estas iniciativas, por combatir por la literatura en nuestro idioma allá en Estados Unidos. Yo creo que una de las cosas más hermosas que me ha pasado en estos últimos años, es precisamente poder entrar en contacto con iniciativas como la suya y conocer a personas que están dedicándose a esta tarea tan bonita de proteger y salvar las palabras y los libros, y creo que allí hay que proyectar la luz, hay que sacarlo a la superficie y ser muy agradecidos con este tipo de proyectos que enriquecen clarísimamente nuestras vidas.
AP: Pues mil gracias en nombre de todo el equipo y un abrazo muy grande hasta España, a ti y a toda tu familia. Gracias de nuevo Irene.
IV: Gracias por la invitación ha sido un enorme placer infinito.
AP: Absolutamente maravillosa esta conversación con Irene Vallejo. Muchísimas gracias a ella, a su generosidad, a su tiempo, a pesar de una apretada agenda. Muchísimas gracias a Penguin Random House, Maylin Lehmann, por hacer esto posible. Muchísimas gracias a todos ustedes que nos siguen, que nos apoyan en este proyecto y en todo lo que hacemos. No dejen de ir a nuestra tienda shop escritoras. Compren el libro de Irene Vallejo. Cómprenlo, léanlo, disfrútenlo. Gracias a nuestro equipo que está atrás de bambalinas y a todos los otros colaboradores. Todos nosotros, todos nosotros somos Hablemos escritoras. Se despide de ustedes Adriana Pacheco.