AP: La delicia de la lectura de la microficción, del relato, del cuento y de la novela se encuentran en la obra de la gran escritora argentina Ana María Shua. El día de hoy Hablemos, escritoras está de manteles largos recibiéndola en este micrófono y con ella también celebrar nuestros 400 episodios. Ana María Shua es una de las grandes voces de la literatura de todos los tiempos. Nacida en Buenos Aires, Argentina, es escritora, periodista, guionista y profesora. Es creadora de una infinidad de historias que nos pierden entre las calles de Argentina, en la guerra, en los hospitales, en las vidas familiares. Es coautora del guión de la película Dónde estás amor de mi vida que no te puedo encontrar y su libro Los amores de Laurita fue llevado a la pantalla grande. El documental Ana María Shua en el nombre del padre habla de su obra. Ha recibido numerosos premios y reconocimientos tanto por sus libros de novela, cuento, micro relato, como por ejemplo el primer premio iberoamericano Juan José Arreola de microficción en el 2016. Es un verdadero festín en esta conversación escucharla sobre sus reflexiones sobre la literatura y el largo y arduo trabajo para poder llegar a donde está hoy. Quedamos en deuda con ella y con Rosemary Salum por haber permitido esta entrevista. Nosotros somos Hablemos, escritoras y esto es una delicia de conversación con Ana María Shua. Los saluda Adriana Pacheco.
****
AP: Pues llegamos al fin, al episodio número 400. No saben la emoción que me da recibir hoy a una gran escritora a la que yo admiro y respeto muchísimo y he leído desde hace mucho tiempo, para celebrar estos 400 episodios con ustedes. Mil gracias Ana María Shua por estar con Hablemos, escritoras hoy.
AMS: No, al contrario, encantadísima de estar aquí conversando contigo y bueno me da muchísimo gusto además celebrar el podcast número 400 de Hablemos, escritoras. Es una maravilla.
AP: Mil gracias, pues sí, la verdad es que se dieron los tiempos perfectos y bueno, sabemos que tienes una agenda apretada, así que agradezco muchísimo a Rosemary Salum que haya hecho el contacto y a ti que abriste el espacio. Y bueno, la primera pregunta es para mí. ¿Cómo se acerca uno a una escritora como tú, de tu talla, de tu trayectoria? ¿Por dónde empezar una conversación? Y bueno, estoy pensando en varias cosas porque no nada más tienes una obra impresa, sino también tienes una carrera dentro de lo que son las letras universales, latinoamericanas, pero por supuesto universales, y hay un documental sobre parte de esa vida, de esa historia. Me encanta, dirigido por María Andrea Domínguez. ¿Nos quieres contar sobre Ana María Shua en el nombre del padre?
AMS: Y cómo no, encantadísima. Bueno, eso es un documental que se realizó hace unos 20 años. María Andrea Domínguez en efecto fue la directora y fue parte de un proyecto más amplio que realizó el productor Montes-Bradley, Eduardo Montes-Bradley. Eduardo Montes-Bradley vive en Estados Unidos y bueno, y él decidió filmar 13 documentales sobre 13 escritores argentinos. Mira qué cosa, todos varones, una sola, una sola mujer había allí y era yo. Una cosa absolutamente increíble, hace sólo 20 años, hoy sería imposible, hoy sería imposible desde todo punto de vista, pero bueno, en ese momento, bueno, a nadie le pareció raro y parecía una cosa perfectamente normal, así que se hicieron los 12 autores y yo, cada uno con un documental, cada uno con un director y además le impuso a los directores una regla un poco extraña, pero qué bueno que dio ciertos resultados también interesantes. Él no quería que los directores leyeran las obras de los autores sobre los que iban a hacer las películas. Así que bueno, María Andrea Domínguez vino a entrevistarme y no había leído prácticamente lo que había leído antes, pero no había leído casi nada mío, de manera que la película, el documental, como se ve, tiene que ver más conmigo como persona, con mi historia, con la historia de mi familia, más que con mi obra o con mis libros y bueno, también produce un cierto efecto que es interesante.
AP: Y sobre todo hablas de, a través de la historia de tu familia, estás hablando de un periodo de la historia de Argentina, que es algo muy interesante y de los inmigrantes judíos a la Argentina, ¿no?
AMS: Sí, sí, por supuesto, sí, yo soy judía de dos abuelos que vienen de dos lugares muy diferentes. Del lado de mi mamá, la familia vino de Polonia, mis abuelos maternos. Del lado de mi papá, mi abuelo paterno vino de Beirut, mi abuela paterna es nacida en Argentina, lo cual en Argentina es casi un signo de aristocracia tener una abuela nacida en Argentina, y ella era de la colectividad marroquí, pero en realidad sus padres habían venido del Peñón de Gibraltar, ellos vivían en el Peñón de Gibraltar, o sea que eran andaluces de nacionalidad oficial inglesa y se consideraban a sí mismos marroquíes. Así que, bueno, toda esa mezcla tengo y al mismo tiempo todo dentro de la colectividad judía.
AP: Insólito lo que cuentas de los 13 autores y que hayan sido 12 hombres, y tienes razón las cosas han cambiado para, afortunadamente, pero se siguen todavía abriendo espacios, ¿no? Por otro lado, lo que veo en el documental y con esta relación de las herencias, me hace pensar en un libro que acabamos de traducir ahorita junto con Literal Publishing, que además Literal Publishing tiene la traducción de tu libro, Hija, que me encanta, ahorita platicaremos también de él, y este libro que se llama Arritmias, es de Angelina Muñiz-Huberman, quien introduce los estudios sefarditas en México, pues también hija de inmigrantes. ¿Cómo sientes tú esta escritura, este repensar, esta historia nacional, a partir de una cierta extranjería, no? Porque pues tú tenías las historias de tus abuelos, de toda esta familia extendida que nos estás platicando, ¿no?
AMS: Bueno, a mí me parece que es una posibilidad muy interesante y absolutamente necesaria, esencial, en particular en mi país, donde la inmigración fue tan importante, mi país, Argentina, fue un país de acogida, como dicen los españoles, un país que se constituyó en buena parte a través de la inmigración, había quizás un millón de personas que vivían en el país hacia fines del siglo XIX, principios del siglo XX, y otro millón vino a instalarse, ¿no? A tal punto fue, claro, a tal punto fue importante la inmigración en mi país, lo cambió todo, y constituyó esa identidad nacional que hoy compartimos. Entonces, ese ingrediente de extranjería, en realidad, es un ingrediente nacional. Hay, digamos, poquísimos argentinos que pueden decir que tienen, de mi generación, que puedan decir que tienen sus cuatro abuelos argentinos, una cosa rarísima y absolutamente excepcional. En general, bueno, la mayor parte de la gente es de una manera o de otra descendiente de inmigrantes, así como también hay muchos, por supuesto, descendientes de pueblos originarios, algo que ha sido muy negado en mi país, pero también esta mezcla se ha dado, ¿no? Los pueblos originarios con los inmigrantes, digamos, hubo clase de mezclas. Así que, digamos, el ingrediente de extranjería es tan común y normal en Argentina que no me da ninguna característica especial, ¿verdad? Al contrario, eso es argentinidad pura.
AP: Cierto, me encanta, me encanta, claro que sí. Fíjate que cuando hizo la traducción Dorothy P. Snyder, esa fue una de las cosas que más nos gustó, porque su lectura de Arritmias en español, insistía mucho en que se hiciera la traducción por esta idea de recuperar precisamente una extranjería, no extranjería, son locales, son parte de una historia nacional, muy interesante. Ahora, por otro lado, tú vives y empiezas a producir, empiezas a escribir en momentos muy importantes de la historia argentina, que es pues desde el Peronismo, bueno, desde antes obviamente, y después bueno, terriblemente la dictadura, y ya estás empezando a escribir. ¿Cómo sientes tú que fue que tu obra se fue influyendo y leyendo a través de lo que estaba pasando fuera, en el espacio público del país?
AMS: Claro, yo empecé a publicar narrativas, yo publiqué un primer libro de poesía en el año 67. En esa época, mi país estaba viviendo una sucesión de gobiernos civiles y gobiernos militares. Se elegía un gobierno civil, el gobierno duraba un año, dos años, tres años, así como una cosa extraordinaria. Venía un golpe militar, se lo derrocaba, subían los militares, los militares tampoco lograban cumplir con los objetivos que se habían propuesto, se iban debilitando, perdían apoyo, daban elecciones, subía otro gobierno civil y volvía a repetirse todo el ciclo. Esa era la situación que estábamos viviendo. Tuvimos una dictadura que después se la llamó dictablanda, la dictadura de Onganía, que empezó en el año 66. Y bueno, y finalmente en el 76 vino esa terrible y sangrienta dictadura que realmente lo cambió todo en el país, fue tan cruel y tan tremenda. Y yo empecé a escribir, empecé a publicar narrativa precisamente en 1980, durante la dictadura. Durante la dictadura uno tenía la sensación de que quien podía escribir, quien tenía esa posibilidad, tenía de algún modo la obligación de escribir sobre lo que estaba pasando. Y por supuesto también teníamos miedo, muchísimo miedo, y uno no lo hacía, no escribíamos nada sobre lo que pasaba. Pero la sensación era, digamos, de estar escribiendo alrededor de una especie de pozo, de un agujero negro en el que nos atraía y en el que temíamos caer. De hecho mi primera novela, Soy paciente, yo la escribí tratando de que no tuviera absolutamente nada que ver con lo que estaba pasando en ese momento. Yo la escribí en el año entre el 78 y el 69 más o menos. Y estaba convencida de que estaba totalmente fuera del devenir histórico del país. Sin embargo, para mi enorme sorpresa, después que se publicó, después que cayó la dictadura, muchos críticos encontraron que Soy paciente era una especie de metáfora de la dictadura.
AP: Qué interesante.
AMS: Sí, muy interesante, porque jamás me lo había propuesto. Es una historia de un hombre que entra en un hospital, digamos, a hacerse unos estudios y queda atrapado, es muy Kafkiano, queda atrapado en una especie de maraña burocrática y ya nunca más puede salir del hospital y se queda a vivir allí para siempre. Y yo no lo había notado, pero incluso la historia y la temática coincide con un tipo de discurso médico que tenía la dictadura, que hablaba todo el tiempo de un cuerpo enfermo al que había que extirparle sus males con una intervención. En fin, había un discurso medicalizado de la represión que sí, en efecto, tiene que ver con mi novela, pero yo creo que si en ese momento me hubiera dado cuenta, la quemaba directamente, porque bueno, yo vivía en Argentina y tenía mucho miedo.
AP: Claro, ya lo creo. Esa es Soy paciente y antes tienes La sueñera, que esa sale en el 74 publicada, ¿no?
AMS: En el 84. No, primero fue Soy paciente en 1980. Yo ya tenía escrita La sueñera, que es un libro de micro relatos que, bueno, no encontraba cómo publicar. Es muy difícil publicar micro relatos. Y también tenía terminado un libro de cuentos, Los días de pesca, que también me estaba costando mucho publicar, me lo rechazaban en todas partes y todos me decían, bueno, si fuera una novela. Y entonces, bueno, escribí una novela, Soy paciente. La presenté a un concurso, gané el primer premio y así pude empezar a publicar.
AP: Increíble, qué bien. Lo que hacen los premios, abren las puertas. Por otro lado, qué tristeza que se tenga que esperar hasta el premio, cuando se quedan libros buenos, pues ahí en la mesa de algún editor, ¿no? Después vienen Los amores de Laurita. Esa se convierte en película, ¿verdad?
AP: Así es. Y también la escribí durante la dictadura. Yo terminé Los amores de Laurita cuando estaba terminando la guerra de Malvinas, en el año 82. Y bueno, salí también a buscar editor y, curiosamente, a pesar de que era un tema muy comercial y después resultó un libro con mucho éxito comercial, sin embargo, en su momento me costó mucho encontrar editor, porque estábamos todavía en una situación de mucha censura. Y Los amores de Laurita era muy audaz. Pero bueno, finalmente, ya en, digamos, terminada la dictadura, ya durante el gobierno de Alfonsín, el libro pudo salir, la historia sudamericana se decidió a publicármelo y sí se convirtió en película, sí. Fue al cine. Y todavía se da, curiosamente, todavía se da bastante en televisión.
AP: Qué bien, qué maravilla. La historia, además, como es muy de la ciudad y muy de lo que estaba sucediendo con los jóvenes, con las mujeres, los encarcelados, de alguna manera, esa larga fila que están ahí esperando y Laurita que entra colada ahí, ¿no? Como decimos en México, para poder pasar esta censura y este control que había, ¿no?
AMS: Sí, con toda esa pequeña historia que tiene que ver con la cárcel y demás, cuenta algo anterior a la dictadura 76-83, porque en la dictadura, digamos, era algo sobre lo que se podía bromear un poco, ¿no? No era gente que estaba condenada a la cárcel, mucho menos desaparecidos, no tiene nada que ver con lo que fue la verdadera represión, ¿no? Esta es una historia anterior.
AP: Qué increíble. ¿Y de dónde sacaste el seudónimo Diana Montemayor? Porque escribes al principio con este seudónimo, ¿verdad?
AMS: Ah, sí, qué gracioso. Bueno, resulta que yo quería escribir, quería dedicarme a escribir, quería estudiar letras. Mi familia estaba un poco preocupada, esta chica, ¿de qué va a vivir? Quería trabajar en periodismo, claro, y yo quería trabajar en periodismo, porque sabía que muchos autores habían trabajado en periodismo. Entonces, salí a buscar trabajo en las revistas, no había casi mujeres, ni en las revistas ni en los diarios, casi no había mujeres periodistas, y todos me mandaban para el lado de las revistas femeninas. Y así fui a parar a una revista de esa época que publicaba un género hoy desaparecido, que eran las fotonovelas. Y esa revista, además de las fotonovelas, publicaba cuentitos románticos, y me dijeron, bueno, nosotros trabajo de informe periodístico, no te podemos dar, pero si vos pudieras escribir algún cuento. Y yo tenía, en ese momento, estaba pasando de la poesía a la narrativa y me costaba mucho encontrar la manera. No podía, no podía escribir un cuento porque tenía una gran exigencia artística. Mi primer cuento tenía que ser un cuento extraordinario, un gran aporte a la literatura universal. Y como no me salía, claro, como no me salía, me parecía que nunca iba a poder escribir cuento. Cuando me propusieron escribir cuentitos románticos, dije, bueno, quizás un cuento de Chekov, un cuento de Poe, no me sale, pero un cuento de revista femenina, un cuento romántico de revista femenina, sí me sale. Y escribí cuatro cuentitos que me sirvieron, fueron importantísimos para mí, fueron como la patada inicial lo que me permitió arrancar con la narrativa, aprender a contar. Pero no eran cuentos que yo hubiera estado muy orgullosa de publicar en uno de mis libros. Entonces, bueno, pensé en un seudónimo. Y como estaba en la facultad, claro, y estaba estudiando ese libro de literatura del siglo XVII que se llama La Diana de Montemayor, dije, bueno, voy a ser yo, Diana de Montemayor. Y así que, así fue.
AP: Bueno, y les tengo que recomendar a quienes están escuchando que vayan, busquen en las redes, busquen en YouTube. Hay muchos seminarios muy buenos que ha dado Ana María sobre escritura. Ahorita que está diciendo, bueno, ese cuento, esos cuentos sirvieron como una patadita. Es interesante después ver cómo de ahí pues agarraste tus temas y te posicionaste en lo que eres hoy. Me encanta esta manera de transicionar de lo que quiere alguien por pedirle a un escritor y lo que el escritor termina haciendo con su propia obra. Fíjate, Ana María, que yo te conocí gracias a Naomi Lindstrom cuando estaba haciendo el doctorado y el primer libro que leí de ti fue El libro de los recuerdos. Y fue un libro que me gustó muchísimo, muchísimo, porque habla de tantas cosas alrededor de las familias, de estas relaciones interpersonales, pero especialmente del papel de las mujeres, sin dulzuras ni nada, sino de una manera muy honesta. Y bueno, me parece que es un libro que incluso se actualiza. Lo recomiendo muchísimo a la gente que me pregunta. Recomiendo mucho ese libro tuyo. ¿Cómo lo ves tú ahora, en el 2022? Porque pues de alguna manera es una historia que se actualiza, no?
AMS: Bueno, sí, sí. Es una historia que a mí me parece que sigue teniendo hoy sus valores. Ha habido alguna confusión con respecto a ese libro porque mucha gente piensa que es la historia de mi familia. Y curiosamente, claro, no, es una novela. Es ficción. Es un libro en el que yo he tomado historias de mi propia familia materna, paterna, de la familia de mi marido. En fin, ¿cómo se construye la ficción? Tomando elementos de la realidad y combinándolos con esa especie de arte combinatoria que otros llaman imaginación, pero que no es más que eso, ¿no? Combinar elementos de la realidad. Y bueno, así nació El libro de los recuerdos. Y yo, sí, bueno, no puedo decir de un libro mío que constantemente se actualice porque, en fin, queda feo. Es como decir, miren qué maravilla de libro que escribí. Pero que lo digas vos me parece maravilloso.
AP: Por eso lo dije yo. Me encanta, me encanta. Siempre he admirado también eso, tu gran generosidad y humildad. Bueno, ahorita que estaba viendo y preparándome para conversar contigo, me gustó tanto la conversación que tuviste con Samantha Schweblin. De verdad, me pareció una conversación tan linda cuando están presentando Contra el Tiempo y Samantha dice que eres una madre para las escritoras argentinas, ¿no? Yo diría que para las escritoras y los escritores en general, ¿no? Muy interesante. Hablemos de Contra el Tiempo. Contra el Tiempo lo estás editando con Páginas de Espuma, que es una editorial que te ha publicado varios libros, ¿verdad? Así es, sí, sí.
AMS: Páginas de Espuma es mi editorial en España, mi editorial de cuentos. Páginas de Espuma ha hecho algo maravilloso que fue inventar un mercado de lectores para el cuento, que en España, bueno, todos decían que no había. No sé si inventar o descubrir, pero bueno, Páginas de Espuma lo encontró. Ellos publican solo cuentos, de manera que han publicado varios libros míos de micro relatos y también este libro de cuentos que se llama Contra el Tiempo. Y el año que viene van a publicar otro libro mío de cuentos.
AP: Ah, ya tienen otro ahí, porque tienes un libro publicado este año que recién acaba de salir, ¿verdad?
AMS: Así es, en Argentina, que se llama Sirena de Río. Y sí, Páginas de Espuma me va a publicar otro libro de cuentos en España, con otra combinación de cuentos, otra estructura.
AP: Qué maravilla. Sirena de Río, publicada con Emecé Editores. Este es un libro un poco más personal, ¿no? Pero también viene mucho de ti, de cómo manejas la ironía y el asombro, el sentido del humor. Cuéntanos de Sirena de Río, ¿de dónde viene este libro?
AMS: Bueno, Sirena de Río es una colección de cuentos. Son todos cuentos nuevos, cuentos inéditos, escritos a lo largo de muchos años. Está estructurado en tres secciones. Una sección se llama Frágiles y Valientes, tiene que ver más con los personajes. La otra sección se llama Misterios y son cuentos fantásticos. Y la tercera se llama Casi Crónicas. Es un libro en el que, no todos, pero algunos de los cuentos sí tienen que ver con mi historia personal y de una manera que quizás antes no había usado. Mis cuentos no solían tomar temas autobiográficos y en este libro sí lo hice. Y también, bueno, hay otros cuentos que nada tienen que ver conmigo y con mi vida personal, ¿no? Son variados. Son variados de una manera que hoy no se estila demasiado en un libro de cuentos, en que se prefieren los libros de cuentos en que los cuentos tengan hilación y tengan relación unos con otros. Pero bueno, sí tiene que ver Sirena de Río con mi elección como lectora. O sea, a mí como lectora me gusta que me sorprendan, me gusta que cada vez que termino un momento no sé que me voy a encontrar con el siguiente. Y eso es lo que yo trato de hacer para mis lectores, ¿no? Que vayan de una sorpresa a otra.
AP: Pues lo haces muy bien, lo logras muy bien. Hablando de cuento, y bueno, pues quien no conoce el nombre de Ana María Shua creo que vive en otro planeta. Una de las grandes precursoras del micro relato, que antes no se llamaba micro relato, Ana María ahora ha cambiado tanto ya esto, pero antes no tenía ni siquiera un espacio, ¿no? Estos pequeños brevísimos cuentos, ¿no?
AMS: Claro, se los llamaba cuento brevísimo. De hecho yo empecé a escribir para mi primer libro de micro relatos, que se llamó La sueñera. Yo empecé a escribir micro relatos para presentarme a un concurso permanente de cuentos brevísimos que tenía la revista El Cuento, una revista mexicana cuyo director era Edmundo Valadez y que publicaba solamente cuentos. Pero bueno, tengo que decir que el micro relato sí tiene una tradición bastante importante en la literatura argentina, porque en el año 55 Borges y Bioy Casares publicaron la primera antología de micro relatos que se publicó en América Latina, que fueron Los cuentos breves y extraordinarios. Y ellos en su obra, repartido a lo largo de su obra, tienen muchos micro relatos y también otros grandes escritores argentinos. Bueno, Marco Denevi tiene un libro que es Falsificaciones y otros que lo siguieron. Silvina Ocampo tiene muchos micro relatos, Cortázar por supuesto. Así que nuestros mejores escritores han escrito en el género, de manera que yo no hice sino insertarme en una tradición.
AP: Qué increíble todo el potencial, el talento que hay en las escritoras y los escritores argentinos. Ahorita que estamos mencionando Samantha Schweblin, impresionante lo que ha hecho ella y muchas escritoras como ella viniendo de la Argentina. ¿Cómo ves esto que está sucediendo, este impacto a nivel internacional? Estuvimos hace poco en Austin con Gabriela Cabezón Cámara y bueno, pues la lista es larguísima y muchas cuentistas, ¿verdad?
AMS: Sí, muchas cuentistas, quizás sobre todo cuentistas, pero también novelistas como Gabriela, Gabriela Cabezón Cámara, por supuesto que es una de las grandes. Estoy tan contenta con el National Book Award que le dieron a Samantha Schweblin. Samantha es un genio, es realmente una escritora extraordinaria. Yo recuerdo la primera vez que leí un cuento de ella en una revista, quedé impactada, fue una especie de shock, dije ¿quién escribió esto? Era extraordinario, es muy buena. Y como ella, como Gabriela, como Samantha Schweblin, hay un montón de escritoras geniales. Está Mariana Enríquez, por ejemplo. Muchas, muchas autoras. Una chica joven que se llama Valeria Tentoni, otra más joven todavía de la que ya van a escuchar hablar, pero que tiene bastantes libros publicados, que se llama Marina Closs, una genia, sí, sí.
AP: La tenemos en el podcast y sí, es magnífica Marina Closs, cómo no.
AMS: Sí, sí, es una genia Marina, es buenísima. Hay muchas, muchas grandes escritoras argentinas en este momento, es imposible ignorarla. Y es muy interesante, mira, yo acabo de ser jurado en el concurso de novela inédita más importante que hay en el país, que es el concurso de Clarín, que organiza el diario Clarín. Allí hubo seis finalistas inéditos, que se presentaron con pseudónimo. Bueno, los seis eran hombres, pero seis finalistas de 820 novelas, los seis finalistas eran hombres, pero había tres que habían escrito literatura femenina. Nunca, jamás yo me hubiera dado cuenta que no eran mujeres. Yo cuando leí los libros dije, bueno, evidentemente, bueno, hay tres mujeres, eso se cae de maduro, es obvio. Pues no, eran hombres, eran hombres que descubrieron el talento, hasta dónde puede llegar la discriminación. Y dijeron, bueno, si queremos ganarnos premios, tenemos que escribir literatura de mujeres. Y eso fue lo que hicieron. Incluso los pseudónimos eran femeninos. Me dio mucha risa. Mi primera novela, Soy paciente, cuenta una historia de un hombre en primera persona y yo la presenté con un pseudónimo masculino.
AP: No me digas, eso es genial. Cómo se van invirtiendo además también los tiempos y estas expectativas, ¿no? De que ahora se cambian a que tengan nombres de mujeres. Lo que pasa con Carmen Mola, ¿no? Lo que pasó también con los tres escritores de Carmen Mola.
AMS: Claro, con la historia de Carmen Mola en España, por supuesto.
AP: Y un ingrediente que veo mucho en la literatura de Argentina es este ingrediente fantástico. Y en este libro me encanta porque tú tienes esto, En contra del tiempo, tienes a Octavio el invasor, tienen que leer este libro, se lo recomendamos muchísimo, Octavio el invasor. Pero también tienes el otro lado, ¿no? O sea, viene de lo fantástico, la extrañeza, y después viene también a la cuestión muy realista. Y me impresionó el cuento Los días de pesca, que además ese ya tenía tiempo que lo había yo leído en otro lado, lo habías publicado en otro espacio. Y Nariz operada, en donde déjame leer lo que abres ahí, dices, “esta historia que voy a contar no la pedí prestada, no la inventé, no la robé. Es la historia de lo que me pasó a mí, la autora de este libro, cuando en el año 1968 decidí operarme la nariz.” Y pensé en Borges, pensé en cómo él empieza muchas veces como si fuera autobiográfico y empieza a jugar con el lector, ¿no? Y tú a veces siento que también nos pones esas pequeñas trampas a los lectores, ¿no?
AMS: Y sí, y de hecho esa es una trampa. Es una trampa porque en realidad la historia que viene a continuación, la historia de la nariz operada, tiene que ver con la operación de nariz de mi hermana, no de la mía. Yo también me operé de la nariz un poco antes que ella, pero digamos, la historia finalmente termina siendo un cuento fantástico. Pero la parte realista de la historia, mi mamá que se apareció de repente, salió con mi hermana para que se opere la nariz, y de pronto tocan el timbre y abro la puerta y me encuentro con dos personas vendadas y con los ojos hinchados y con las narices operadas. Porque mi mamá se había traído a una chica peruana que la habían operado al mismo tiempo que a mi hermana, y bueno, la chica se sentía muy mal y mi mamá dijo, no, ¿cómo va a ir al hotel? Que venga a casa y se la trajo. Pero esa es una historia, no es una historia que me haya pasado realmente a mí, sino que buena parte de lo que pasó le pasó a mi hermana.
AP: No, me encanta, me encanta, porque además está muy truculento esto. En el documental hay una escena en donde, bueno, hablas de que tu papá todo lo filmaba, y tienen este accidente, tú te golpeas en la nariz y sí hay una toma en donde estás, bueno, con el vendaje. Entonces, quien se va por esa idea y después lee el inicio de este cuento, ahí está la trampa, ¿no?
AMS: Sí, claro. Sí, me acuerdo que me pintaron con chocolate para que pareciera sangre en una película blanco y negro. El chocolate daba sangre, pero perfectamente.
AP: Qué maravilla, qué juego tan maravilloso. Bueno, tienes un libro que me parece fundamental, La guerra, también por Páginas de Espuma, en el 2019, pero acá estás yendo a una dimensión de la guerra que me parece sublime, la mentira y el engaño, y esta constante brutalidad de la guerra, pero especialmente lo absurdo de la guerra, ¿no? Y bueno, pues cuántas cosas no hemos vivido durante tantos años que nos remiten a escribir sobre la guerra, pero me gustaría saber qué es lo que estabas pensando, leyendo, sucediendo cuando viene la idea de escribir este libro La guerra.
AMS: Bueno, la idea había surgido varios años antes, en realidad, y más que con mis ideas acerca de la guerra y mi sensación sobre la guerra, tiene que ver con cuestiones puramente literarias, ¿no? Yo estaba a la pesca de un tema que me permitiera escribir todo un libro, no lo había encontrado en libros anteriores de microrrelato, y sí finalmente cuando escribí Fenómenos del Circo. Allí, bueno, el circo me resultó un tema bastante vasto como para poder escribir todo un libro sobre el tema. Y bueno, y en algún momento empecé a pensar en la cuestión de la guerra, y me dije, bueno, la guerra es un tema tan amplio, tan vasto, la guerra lo incluye todo, están los antecedentes de la guerra, las consecuencias de la guerra, la población durante la guerra, las armas, los guerreros, la historia, en fin, hay tantos, tantos elementos en la cuestión de la guerra, y además es un tema tan profundamente humano, no hay, digamos, situaciones comparables en el reino animal. Algunas cosas, bueno, uno lo puede comparar un poco forzadamente, pero en realidad la guerra, digamos, como, como, sucede como en otras cuestiones, ¿no? Que uno dice, bueno, pero qué bestias, qué animales, y en realidad es todo lo contrario, porque ni las bestias ni los animales son capaces de llevar adelante una lucha de este tipo, en el que países y ejércitos se enfrentan durante años en que se produce semejante cantidad de muertes, eso es algo que sólo nos pasa a las personas.
AP: Claro, que es cierto lo que dices, ni siquiera las bestias se atreverían en defensa propia, ¿verdad? De ninguna manera. El libro se publica primero en Planeta, ¿no? Y ya Páginas de Espuma esta es una reedición.
AMS: Sí, no, no, no, simultáneamente. Simultáneamente. Sí, en Planeta lo publica en Argentina, Páginas de Espuma en España. En España. Sí, en España y toda América Latina, ¿no?
AP: Sí, sí, sí, Juan Casamayor ha hecho una obra impresionante.
AMS: Extraordinario.
AP: En difusión, lo que decíamos, sí. Ahora, tu libro, Hija, que es un libro que a mí me gusta mucho también, me encantó que lo acabamos de comprar ahorita, bueno, pedir para nuestra tienda en línea para Estados Unidos, de Literal Publishing también, traducido como Daughter, y es traducido por Andrea Labinger. ¿Aquí es tan importante tener este libro en inglés? Me parece que es una cosa fundamental y, bueno, tú has sido muy traducida, pero ¿para ti significa algo tener este libro para un mercado angloparlante?
AMS: Bueno, es importantísimo para cualquier autor que escriba en cualquier idioma del mundo tener un libro traducido en inglés, porque hay muchas editoriales de muchos países periféricos o incluso países europeos que no tienen lectores en español, pero sí leen en inglés. Entonces, tener un libro en inglés es abrir enormes posibilidades de publicación en muchas otras partes del mundo. Así que sí, es importantísimo.
AP: Claro, además la historia es tan interesante y tan complicada, ¿no? Pues esta relación madre-hija, el nacimiento de Natalia, la ansiedad en la maternidad, y ahora se ha escrito tanto sobre la maternidad y sobre estas relaciones también, la crueldad de los hijos, qué interesante el libro, buenísimo. ¿Cuál fue la experiencia para ti de escribir hija y qué significa para ti en lo personal Hija?
AMS: Claro, bueno, de alguna manera yo me sentía un poco obligada a escribir Hija porque en otra novela mía anterior, La muerte como efecto secundario, ya me había descargado contra los padres, entonces dije bueno, ya está, a los padres ya les di por la cabeza, ahora toca darles un poco a los hijos. No es cuestión de que se crea que unos son mejores que otros. Así que bueno, pensé en una cosa terrible que le puede pasar a una madre, que es darse cuenta, porque uno siempre dice bueno, no me importa que mi hijo sea exitoso, que tenga una carrera universitaria, que esto, que aquello, yo lo que quiero es que sea buena persona. Y si no es buena persona…
AP: ¿Qué se hace?
AMS: Uno puede reconocer una madre, puede reconocer, puede darse cuenta de que su hija no es buena persona, no lo sé realmente, pero bueno, me parece que en esa duda está centrada la novela.
AP: Dices en ella, “la madre es la persona que menos conoce a un hijo,” ¿no?
AMS: Sí, claro, muchas veces es así, sin duda.
AP: Y bueno, en este libro, Todos los universos posibles, que es un volumen enorme, hay reúnes, varios libros, reúnes textos de otros libros que habías publicado antes. Y bueno, me encanta que se haya hecho esta recopilación, porque de alguna manera a veces no se consiguen los volúmenes, ¿no? Y es una manera fácil también de ver una trayectoria, tu misma evolución como escritora. Platícanos, ¿qué libros compendia Todos los universos posibles y qué fue para ti hacer precisamente esta unión?
AMS: Bueno, Todos los universos posibles reúne cinco libros míos, son La sueñera, Casa de geishas, Botánica del caos, Temporada de fantasmas y Fenómenos de circo. Esos son esos cinco libros completos que están allí en todos los universos. Yo tuve muchas dudas con ese libro, casi no quería que la editorial lo publique porque me parecía que no se iba a vender, porque iba a ser un libro demasiado gordo, demasiado caro, que nadie lo iba a querer. Y para mi sorpresa, de todos mis libros de micro relatos es el más vendido. Sí, mucha gente estaba interesada en leerlo y conocerlo. Y bueno, me quedó afuera La guerra, porque lo escribí después, escribí después que se publicara eso.
AP: Claro. ¿Cuál es el secreto, Ana María, del micro relato para ti? ¿O cuál es lo que tú buscas en el momento? Ya dijiste la sorpresa, cuando tú eres lectora y cuando tú estás también escribiendo. ¿Qué más dirías que es eso que cierra el micro relato, que lo distingue tanto del cuento?
AMS: Bueno, es la posibilidad de reunir la mayor cantidad posible de significado en la menor cantidad posible de significante. Es una especie de condensación de sentido que se produce ahí. Y también tiene que haber una especie de click, un efecto demorado que se da unos segundos después que uno terminó de leer el micro relato y que de alguna manera ese significado, ese sentido sigue ahí resonando. Todo eso tiene que suceder. A veces me dicen, bueno, es el final, el golpe final. Bueno, no necesariamente. Incluso en un relato brevísimo de cuatro o cinco líneas, de pronto el punto más alto puede no estar en el final, puede terminar en un anticlímax. Yo creo que lo más interesante es cuando el momento en que uno se da cuenta de todas las infinitas posibilidades que tiene el micro relato, de cómo puede ser simplemente un cuento o cómo puede acercarse más a un aforismo o a un poema sin llegar a serlo de todo, porque tiene que tener su elemento narrativo. Es como si el país del micro relato tuviera muchos países limítrofes y a los habitantes del país del micro relato les gusta mucho jugar en las fronteras. Y entonces, bueno, juegan en el límite con el poema, juegan en el límite con la reflexión, pero están de este lado, sin embargo.
AP: Qué maravillosa respuesta. Muchas gracias, Ana María, por esta respuesta. Y quienes están escuchando, esa es precisamente la idea de Hablemos, escritoras, que al conversar con las escritoras podemos saber tantas muchas cosas que se quedan y se dan por obvias en un papel, cuando las leemos nada más o cuando nada más leemos un solo libro. Y algo que has dicho y que me parece también muy importante es que cuando se escribe libros para niños y para jóvenes hay como un ingrediente de soberbia, de que piensa uno que va a cambiar el mundo si uno influye en la vida de un niño. Y yo lo pasé como hobby, tengo unos libros infantiles, unos libros para niños, y siempre tiene uno esa esperanza de que a lo mejor hay algo acá que deja algo bueno en esa familia. O a veces no, a veces escribe uno nada más porque quiere uno contar la historia. ¿Cómo es que empiezas a escribir libros para niños que son tan lindos? Mis nietas los tienen, algunos de ellos. Me encanta, me encanta que escribas libros para jóvenes y para niños.
AMS: Bueno, qué lindo. Bueno, yo empecé bastante después de haber empezado a escribir literatura para adultos, varios años después. Y mi ingreso en la literatura infantil tuvo que ver con algo que sucedió en Argentina, y es que la literatura infantil entró en la escuela. En la escuela argentina, no sé si pasó en el resto de América Latina, pero lo que se leía eran libros de lectura, se llamaban libros de lectura. Y estos libros de lectura tenían fragmentos de autores, de algún poema, y muchos textos que eran como pequeños ensayitos redactados más bien por docentes. Y de pronto, hacia fines de los 80, empezaron a entrar los libros infantiles, la literatura infantil empezó a entrar en la escuela. Y entonces, bueno, se convirtió en un coto de casa muy interesante para las grandes editoriales. Las editoriales empezaron a abrir sus departamentos de literatura infantil. Y en ese movimiento me llamaron a mí, yo publicaba en Sudamericana, y me llamaron y me propusieron, me preguntaron si no me interesaba, ya que escribía para la editorial y tenía hijas chicas. Me dijeron, bueno, quizás que los cuentos que les estás contando a tus hijas podrías escribirlos y traerlos y vemos qué pasa. Y bueno, y así fue como empecé, así fue como empecé a escribir literatura infantil. Al principio sí, con esa especie de soberbia de que uno a través de su literatura iba a poder cambiar a la humanidad. Después, por suerte, por suerte, porque bueno, eso produce generalmente muy mala literatura. Las buenas intenciones, claro, las buenas intenciones producen literatura horrible. Pero bueno, finalmente creo que pude librarme de eso y limitarme a contar historias interesantes y divertidas que uno espera también que produzcan algún efecto, pero de otro modo, ¿verdad? No es tan diferente de escribir para adultos.
AP: Claro. Y además, bueno, la abundancia que tienes. Hay un libro que me encanta porque creo que falta más material cuando están sobre todo empezando niños bilingües a hablar los dos idiomas en inglés y español. El de Coplas para adivinar, me parece que es una joya para precisamente para ayudar a los niños a explorar más el lenguaje en español. En inglés siento que a veces hay muchos más libros de adivinanzas, de juegos de palabras, de rimas visibles. No es que no los haya en español, pero a veces no se consiguen, no se encuentran. ¿Qué te parece toda esta necesidad también de un mercado que sería buenísimo tenerlo para preservar el español? Un español que puede heredarse de padres a hijos, ¿no?
AMS: Sí, por supuesto. Es muy lindo, es muy interesante. Yo trabajo muchísimo con cuentos populares, leyendas y también con esas rimas y coplas y versitos populares que no son invención mía, pero que son parte del lenguaje, que son parte del idioma español. Y por supuesto que pienso que tienen que existir libros para chicos que los recuerden y los recojan y los levanten y se los lleven otra vez a los chicos, ¿no? Para que se diviertan y los disfruten y gocen con los juegos del idioma.
AP: Claro, claro. Bueno, si yo les leyera la cantidad de premios que Ana María ha recibido, nos quedamos otra media hora acá. Y bueno, pues la verdad es que felicidades, me encanta. Me gustaría mencionar algunos y que nos comentes un poco también cuáles han sido tus experiencias. Yo sé que hay estos premios pequeños que a veces recibe uno, bueno, pues tiene uno este dinero para poder trabajar y tiene, hay estos premios que son reconocimientos que se buscan, que se esperan o que nos sorprenden, que les llegan a las escritoras de sorpresa. Por ejemplo, tuviste la beca Guggenheim, felicidades por este libro maravilloso, El libro de los recuerdos. Recibiste también el premio municipal, que me parece muy lindo porque es el de tu ciudad, de la ciudad de Buenos Aires, por La muerte como efecto secundario, qué libro, de verdad, fabuloso, fabuloso. Y tienes en el 2016 este premio iberoamericano Juan José Arreola de microficción. Me imagino que es el premio que se espera que se reciba para todos los que están escribiendo microficción. ¿Qué ha significado para ti estos premios, estos reconocimientos?
AMS: Bueno, cada premio tiene otro significado y otro sentido. El premio Arreola de minificción fue maravilloso porque era la primera vez que se entregaba ese premio y entonces fue como decirme, bueno, este jurado te considera la mejor, la mejor en español, en microrelato, así que fue muy, muy extraordinario. Después hay algunos premios, es interesante porque por ahí los premios que más conoce la gente no son los que más le importan al autor. Hay un premio extraordinario en Argentina que es el premio nacional porque es un premio que implica que a partir de los 60 años uno va a cobrar cinco jubilaciones mínimas todos los meses. Es un premio maravilloso, nadie habla del premio nacional, pero los que lo tenemos lo disfrutamos mucho.
AP: Qué bien. ¿Es el Premio nacional en cuento y relato?
AMS: En mi caso sí, pero hay en distintas categorías. Y la beca Guggenheim, bueno, fue en su momento muy genial ganármela, fue en el año 93 que gané la beca, en el 94. Tengo el recuerdo de que mi abuelito se tenía que operar en una operación muy difícil, muy fea, de un cáncer de intestino. Él era muy mayor, ya tenía casi 90 años, y antes de entrar a la sala de operaciones le conté que me había ganado la beca Guggenheim y que eran en ese momento 27 mil dólares. Él no lo podía creer, no lo podía creer. Bueno, entonces cuando salió de la operación y lo llevaban para la sala de terapia intensiva y yo alcancé a verlo un segundo y a darle un beso, me dijo, Ani, ¿de verdad te ganaste 27 mil dólares o solo lo soñé?
AP: Qué linda anécdota, de verdad que sí. Bueno, pues tienes todas estas novelas que les recomendamos muchísimo que las busquen, cuento, micro relato. Tienes un libro de poesía, El Sol y Yo, y tienes Libros Prohibidos, que es un libro de ensayo. Para cerrar la conversación nos quieres hacer un breve comentario sobre este intento de escribir poesía y después ya no escribir poesía y sobre este libro, Libros Prohibidos, que me parece también muy importante. Y bueno, agregamos los libros para niños, por supuesto. Perdón, y tienes además un guión basado también en Libros Prohibidos, ¿verdad?
AMS: No, no, no, en Libros Prohibidos no. Escribí el guión de Los Amores de Laurita y escribí también el guión de una película que se llama Dónde estás amor de mi vida que no te puedo encontrar, con el director Juan José Jusid. Pero no, Libros Prohibidos no se llevó al cine.
AP: Quedó como ensayo, sí.
AMS: Sí, lo que me preguntabas sobre la poesía, sí. Bueno, sí, yo empecé escribiendo poesía, logré con mucho esfuerzo y después de muchos años pasar a la narrativa. En la narrativa me sentí más cómoda porque creo que nunca fui, o por lo menos dejé de ser una gran lectora de poesía. Escribí poesía durante algún tiempo más, pero después lo dejé. Escribí sí poesía para niños, tengo un par de libros, Las cosas que odio y las cosas que quiero, que escribí junto con una de mis hijas. Pero ahora redescubrí la poesía a través del haiku, y desde hace muchos años estoy escribiendo haiku y voy a publicar el año que viene un libro nuevo de haiku.
AP: ¡Qué maravilla, qué maravilla! Eso va a ser una delicia leerte ahora en haiku, porque bueno, con esa brevedad del micro relato, pues el siguiente nivel ya es para entrar y regresar a la poesía del haiku es perfecto, es natural, ¿no? ¡Qué maravilla! Ana María Shua, qué placer tenerte en este podcast. Para todos los que están escuchando esta celebración de los 400 episodios, es precisamente tener una voz así, una pluma así, que nos ha influido tanto, nos ha marcado tanto a los que nos gustan las letras y a los que disfrutamos simplemente leer, ¿no?
AMS: Bueno, muchísimas gracias Adriana, la verdad es que me has dado una maravillosa bienvenida a tu podcast y estoy encantada de estar aquí.
AP: Pues al contrario, en nombre de todos, de todo el equipo, un abrazo muy grande desde Austin, Texas hasta la Argentina.
AMS: ¡Un abrazo!
***
AP: Pues una vez más, muchas gracias a la generosidad de Ana María Shua por celebrar con nosotros estos 400 episodios. Muchas gracias a Rosemary Salum por hacer posible este encuentro. Gracias también a todos ustedes que nos han apoyado durante tanto tiempo y sigamos adelante. Hay tanto que decir, tanto que hacer, tanta información que está ahí y que necesitamos recoger, pero sobre todo acerquémonos a la obra de estas escritoras, acerquémonos y apoyemos el trabajo de las editoriales que las publican. Yo soy Adriana Pacheco y les mando un fuerte abrazo desde Hablemos, escritoras. ¡Hasta la próxima!