Adriana Pacheco Roldán: Un gusto enorme recibirlos en Hablemos, escritoras.
Este mes dedicado a FILUNI nos da un maravilloso viento nuevo en este proyecto, pues abre la posibilidad de muchas voces en un solo espacio. Hoy en la cabina de Radio UNAM, con la ayuda de este maravilloso equipo, recibimos a dos críticas que nos han hecho pensar durante su larga trayectoria: ¿qué es la literatura?
Nos da mucho gusto presentarles en este espacio a doña Sara Poot Herrera y doña Lucía Melgar, quienes dentro de esta feria monumental organizada por Libros UNAM y Cultura UNAM, junto con la Universidad de Texas en Austin, como la invitada de honor, presentaron un panel titulado “Literatura escrita por mujeres”.
Sara Poot, estudio en la Normal Rural de Atequiza, Jalisco, es egresada de la Universidad de Guadalajara, doctora literatura hispánica por el Colegio de México y profesora del Departamento de español y portugués de la Universidad de California, Santa Bárbara. Se especializa en la literatura virreinal novohispana, particularmente en la obra de Sor Juana Inés de la Cruz y la literatura mexicana desde el siglo XIX a la fecha. Sobre todo la obra de Juan José Arreola y sus contemporáneos, la literatura de autoría femenina y de escritoras más recientes, es directora de UC-Mexicanistas, asociación de especialistas en estudios mexicanos dentro y fuera de México, y su libro más reciente, Caracolas iluminadas: Diversas, fantásticas detectivescas, recibió en el 2021 la presea Sor Juana Inés de la Cruz que otorga la Universidad del Claustro de Sor Juana.
Lucía Melgar es crítica cultural y profesora de literatura y estudios feministas, doctora en literatura y maestra de historia por la Universidad de Chicago. Ha sido profesora de la Universidad de Princeton, el Colegio de México y la UNAM, y ha sido profesora invitada en Francia, Chile y los Estados Unidos. Actualmente es investigadora asociada del Departamento de Ciencias Políticas del ITAM, consultora independiente y columnista en El Economista. Sus líneas de investigación incluyen literatura, política y en particular la obra de Elena Garro y escritoras del siglo XX, el estudio de la violencia y el feminicidio. Con Gabriela Mora coordinó el libro Elena Garro: lectura múltiple de una personalidad compleja (pub 2002).
Yo soy Adriana Pacheco y de verdad nos vamos a dar un banquete con esas dos invitadas. Le mandamos un gran saludo a Alejandra Amato, que no pudo estar el día de hoy en esa conversación, pero que también estuvo en ese panel tan maravilloso. Pónganse cómodos y disfrutemos de esta conversación.
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APR: La literatura de escritoras contemporáneas y de todos los tiempos tiene un poder y tiene una trascendencia que no podemos dar por obvio. Es importantísimo, es vital que reconozcamos que nos debemos a nuestras madres literarias, que tenemos toda una genealogía, pero también que se están integrando nuevas voces a un canon que se ha anquilosado a lo largo del tiempo. El estar sentada en esta mesa con escritoras con críticas, con traductoras me ha dado la posibilidad de oír muchas voces acerca de qué está pasando con la literatura de escritoras. Pero el día de hoy me tengo que dar de verdad un premio especial teniendo aquí de invitadas a Sara Poot Herrera. Qué gusto, qué gusto. Lucía Melgar, qué maravilla de verdad tenerlas acá. Bienvenidas a Hablemos, escritores.
SP: Muchísimas gracias.
LM: Gracias, Adriana.
SP: Vamos a contestar en coro.
APR: Sí, van a contestar en coro y las tres podemos unirnos al coro. Y definitivamente vamos a extrañar en esa conversación a Alejandra Mato y los invito a que vayan a la página a ver la presentación del libro que tuvimos con ella. Es una crítica, una especialista, que —de verdad, de verdad— ha hecho trabajos muy importantes dentro de la universidad, la Universidad Nacional Autónoma de México y en otros espacios. Sara Poot, platícanos. Tú eres originaria de Yucatán, pero vives ahora en California, ¿verdad?
SP: Sí, pero hubo escalas así, jornadas.
APR: Por otros lados.
SP: Por otros lados, sí, soy de Mérida, del barrio antiguo de Santiago, porque Mérida ahora son muchas Mérida. No sé si para bien o para mal, pero soy del mero centro, ahí del barrio de Santiago, que es un lugar entrañable para mí. Estuve en el medio rural porque mi mamá era profesora en diferentes pueblos, ahí muy lejanos a la capital del Estado de Yucatán. Es más, cuando yo me iba en el autobús, en el camión, como decimos en México, era Mérida, no, no sé qué, hay puntos intermedios y yo me preguntaba, ¿pero dónde están los puntos intermedios? Porque solo llegamos hasta la penúltima palabra. Sí, yo no entendía qué quería decir. Puntos intermedios, yo creo que eso ayudó mucho a hacer puntos intermedios. Sí, Mérida, luego estuve en la normal rural de Atequiza, Jalisco. Los altos de Jalisco, que están muy golpeados en este momento, terriblemente mal. Que sube en Atotonilco el Alto, un pueblo donde se canta muy bonito cuando había trenes y luego en Poncitlán, donde hay un pan muy rico, que son los picones. En fin, Guadalajara, Ciudad de México y Santa Bárbara.
AP: Maravilloso, maravilloso. ¿Y ahí estás, además, en una institución a la que ahorita platicaremos sobre ella, que es muy interesante esta organización de investigadores UC-Mexicanistas. Y bueno, Lucía Melgar, tú estás ubicada físicamente en la universidad, estás en el centro de México. ¿En qué instituciones, desde dónde estás trabajando? Desde el Colegio de México también, ¿no?
LM: No, yo estoy en la Ciudad de México. Hice mis estudios en Estados Unidos en Chicago y luego trabajé en Princeton, regresé a México, estuve en el colegio de México, en la UNAM y ahora estoy más bien de investigadora independiente. Trabajo con el ITAM, soy investigadora del ITAM y profesora adjunta ahí. Entonces, he pasado por diferentes lugares. Yo digo que soy profesora nómada.
APR: Profesora nómada, claro que sí. Bueno, pero además con una formación tan interesante y cuando estuvo uno fuera es muy interesante que después regresa uno a México. Ve uno las cosas con otros ángulos y del otro lado, viceversa, ¿no? Pues acabamos de salir de una plática que ustedes vieron con Alejandra también acerca de qué es lo que está pasando en estos momentos. Es un cambio —muchos cambios en muchas cosas que están sucediendo en la escena literaria— y una de las cosas que ustedes comentaban es que hay mayor producción, porque a lo mejor la producción antes sí la había, pero no había quién les publicara los libros a las escritoras y obviamente también hay otras cosas que la modernidad permite a esas escritoras, ser un poco más visible. Platiquen un poco… Sara, ¿qué opinas tú de ese trabajo conjunto que se está haciendo desde la Academia, desde lo que se hace en difusión literaria, desde la editorial de la industria editorial, para que se cambie toda esta visión de lo que era una idea de la literatura de mujeres, de la literatura femenina, de la literatura de escritoras y de tantos términos que nos han puesto, ¿verdad?
SP: Muchas gracias. Son varias preguntas en una. Es muy interesante, a ver cuál contestamos. No es tan actual este desbordar el canon. Este grupo que comenzó en el programa interdisciplinario de estudios de la mujer del Colegio de México —y luego siguió todo un grupo trabajando— es un grupo de mujeres que hacen teoría, que hacen crítica literaria, es donde mujeres juntas siempre, siempre, no sólo difuntas, sí.
APR: Claro.
SP: Es un chiste machista, el de “solo difuntas”. Es un grupo de mujeres de estudiosas que tienen y tuvieron desde hace un tiempo un proyecto que fue desbordar el canon. Y ahí encontramos escritoras, por ejemplo, María Luisa Puga, que María Luisa Puga fue de las primeras escritoras profesionales con una experiencia muy interesante en África. Esas posibilidades del odio, pánico, peligro, esa literatura tan fuerte de María Luisa y ahora posiblemente no esté tan estudiada. No lo sé. Sí es estudiada en las universidades.
APR: Nosotros tenemos sus diarios en la universidad, en la Universidad de Texas, Austin.
SP: Eso es maravilloso. Entonces, trabajando, por ejemplo, en lenguas originarias, con culturas originarias. La diferencia es que ahora hay como una ebullición —al mismo tiempo aquí, al mismo tiempo allá— se está escribiendo en varias lenguas. Antes era como una excepción y ahora es como una ebullición y posiblemente esté ocurriendo lo mismo con las personas, con las mujeres, con las escritoras. Entonces, hay una diversidad muy interesante en términos formales, en términos temáticos, esa gran mayoría, pues en un momento las cosas cobran su lugar y vamos a ver que hay obras que pues a lo mejor trascienden más que otras. No se trata de publicar mucho y obligar que cada año saques un libro. Absolutamente no, ¿hasta qué punto ese libro está haciendo una propuesta de transformación? También, como decíamos en la mañana, escribir bien, ¿qué quiere decir bien? Una obra, si tiene multidimensionalidad, que cuestione, que cambie, que transforme: ahí está lo interesante. Sí. No es así como vamos a ser tan complacientes, a veces comenzando con uno mismo, con todo el respeto de nuestras amigas y a las escritoras, pues también hay algo de ego y eso también es preocupante. Sí. Esa literatura que gira alrededor de uno de uno de uno, pues ¿a quién le puede interesar? Bueno, a la propia escritora. ¿Sí? Y si es interesante, pues a los otros también, pero yo creo que esa escritura en este momento va más allá, hay muchas propuestas y es lo interesante.
APR: Claro, definitivamente. Lucía hace unos minutos tú decías algo muy interesante en la plática. Decías “Hacer algún trabajo con el lenguaje”. Y con eso tú estás apelando a lo que es el sentido estético y el valor estético de la obra literaria que es nosotros que venimos de la academia, algo que siempre queremos validar, revalidar, recuperar y hacer énfasis. Pero también dijiste otra cosa muy interesante. Dices: “Hay un lugar de enunciación que viene de la propia experiencia y que es de ahí de donde va a escribir una escritora.” O un escritor, ¿no? Cuéntanos un poco más acerca de esta idea de la valoración del lenguaje de trabajo que se hace con el lenguaje. Y de este lugar de enunciación que hace alguna diferencia a veces de la obra de una a otra.
LM: Sí, yo creo que eso lo podemos relacionar con algo que también dijo Sara. La diferencia entre, por ejemplo, clases sociales que muchas veces no mencionamos y que, digamos, hay ahora una recuperación de voces más obreras, etcétera. Lo que así hay lugares de enunciación, es decir, tú tienes una identidad personal y vas a escribir desde ahí, pero también pasas por una clase social unas experiencias de diferente tipo de guerra o no, guerra, violencia, no violencia, etcétera. Y no digo que todo el alrededor esté determinando todo, pero sí es algo importante. Yo creo que lo que podemos hablar como de una experiencia personal dentro de un contexto social, incide en la forma en que se está escribiendo. Obviamente, tú puedes irte por otras cosas, como querer quedar bien con el canon, con el mercado, con lo que sea, pero yo estoy tratando de pensar, digamos, formas de escritura que son significativas. Y entonces, por ejemplo, en ese sentido, hasta lo podríamos relacionar también con otro tema que trató Sara, el que mencionó ahorita de la escritura del yo. Por ejemplo, si pensamos en la Premio Nobel del año pasado, Annie Ernaux hace una escritura del yo, una autoficción pero muy interesante porque sí hay un intento de comprender algo. Y hay un trabajo muy peculiar con el lenguaje que puede gustar o no gustar, pero a mí me parece que es algo buscado, no es, “Nada más, voy a contar mi biografía y es tan interesante”, etcétera. Para mí, el lenguaje literario es importante, no en el sentido que esté lleno de imágenes; o sea, a mí me puede gustar mucho, por ejemplo, Los recuerdos del porvenir, donde hay muchísimas imágenes, pero igual me gusta Y Matarazo no llamó, que hay menos imágenes. Creo que cada libro tiene un lenguaje diferente, pero que sí hay que cuidar eso, o sea, que el lenguaje sea lo suficientemente sugerente, fluido, o a lo mejor en staccato según lo que tú necesites hacer, pero que tenga una relación, yo diría casi emotiva o intelectual con las lectoras y los lectores.
APR: Claro, claro, definitivo. Sara, ¿quieres agregar algo?
SP: No, no, eso me encanta. Me encanta que hayas citado lo que has citado. Lucía, me encanta esa… el lugar de la enunciación donde estoy situada y que el mundo no está girando alrededor mío. Cuando se cuenta una experiencia, es una experiencia; cuando se cuenta en la literatura, es una experiencia elaborada. Claro. Es algo que va a repercutir en la otra persona, en la lectora, en los lectores. Todo lo que dice Lucía, pues inmediatamente uno está pensando, sí, está uno buscando ejemplos y a la primera salen ejemplos que podemos decir algo. Sor Juana, por ejemplo, no sólo fue escritora. Es más, Sor Juana estaba muy ocupada. Cuando Sor Juana dice en un romance “Nocturna, más no funesta / de noche mi pluma escribe” está enunciando su lugar, su celda, su soledad, el sosegado silencio de mis libros. O cuando dice “Por el Señorazo vas dejándolo señorito,” dice del hijo del Virrey que nace en México. Entonces es una crónica de época y donde tú le busques y le abres, es una escritura que trasciende, porque en gran medida es una comunicación con el mundo, con ese contexto, en su caso, de censura, de clausura y que tiene que enfrentarse a muchas situaciones y que no fue famosa porque los virreyes, los segundos virreyes, se conoció, la ayudaron, sino que conocieron su genio cuando llegan en noviembre del 1680 y con ese Neptuno alegórico, con latín y con colores para los que saben y los que no saben, los que saben leer y los que no leen. Entonces una idea así de la cultura, digamos, no sé si horizontal, pero más no sé si sea la palabra democrática o más de entendimiento. Sí, nada de que hay un lenguaje complejo que nadie me entiende —denso, absolutamente no—.
APR: Claro, claro, definitivamente. Y ahorita que están hablando de las escrituras del yo, estoy pensando, por ejemplo, en la gran Rosa Beltrán, ahorita con este libro maravilloso que escribió Radicales libres en donde ella está diciendo algo que es muy cierto y muy sensato: El yo no se puede desprender de nosotros. O sea, la escritura del yo también, de alguna manera traslada lo que es el pensamiento de unos otros, de un yo colectivo en donde nos identificamos en ese libro, por ejemplo, que ya está cubriendo seis décadas de la historia de México y prácticamente empieza en los sesentas. Nosotras, nacidas en los sesentas, empezamos a vernos en ese libro: “Así era mi historia, así era mi vida, así me pasó”, ¿no? Y eso es algo que es maravilloso, me parece muy interesante. Un tema que no podemos dejar fuera es ese tema, regresando a los términos que se están usando en la época contemporánea. Y yo he escrito acerca de esto y lo he reflexionado mucho porque, viviendo en Estados Unidos, nosotros tenemos este concepto del “boom” como palabra, que es una representación, que es una explosión, ¿no? Pero el boom también representa este, pues este movimiento que se dio que fue meramente masculino y que tiene una carga ideológica muy grande. Muchas escritoras contemporáneas, Lucí,a se han pronunciado abiertamente de no creer ser llamadas el boom literario. Por otro lado, en alguna conferencia que dimos, alguien llegó y dijo, es que van a hablar del Boom Femenino y yo, bueno, me escandalicé. Entonces quisiera abrir tu opinión sobre eso, Lucía.
LM: Pues yo creo que, efectivamente, no hay razón para hablar de un boom literario de escritoras, o sea, el Boom fue, como bien dijiste, un fenómeno que se presentó así, que era una cuestión mercadotécnica de decir, bueno, aquí de repente América Latina empieza a escribir y tenemos estos escritores maravillosos. Pero creo que hay otras maneras, es más bien, estamos viendo como haciendo más visibles a las escritoras contemporáneas, ¿no? Samantha schweblin, Mariana Enriquez, Selva Almada, etcétera, etcétera, porque hay un mayor aparato editorial para promoverlas además, aparte de que estén publicando más. Pero creo que hay que ver que es una… vienen dentro de una ola de producción desde los sesentas, pero, digamos, los noventas y que ha ido continuando y que ha crecido a lo largo del tiempo. Entonces creo que es mejor tratar de situarlas más dentro de no solamente el mercado, sino el tipo de escritura que hacen, que hay algunas que son muy innovadoras. Y no querer como repetir un fenómeno o una etiqueta de un fenómeno anterior.
APR: Claro, definitivamente.
SP: Sí, respecto a eso, pero también había postura en la misma época. Hay una anécdota de Guillermo Cabrera infante cuando le preguntan que si es parte del boom y dice, “Por favor, inclúyeme fuera”. [risas] Entonces, ellos mismos … Entonces, no se trata de… Hubo un boom y ahora nosotras somos el boom. Hubo una violencia y nosotras ahora respondemos con la misma violencia. Yo estaba viendo unas pintas en unos monumentos históricos y me preocupó lo que decían. Era una agresividad macha, machista, terrible, con un léxico que ese tipo de manifestaciones nos se necesitan, por supuesto, pero no responder así como “Ah, tú me pegaste y te voy a pegar, ¿eh?” Podemos pegar de otra manera. No necesariamente con la misma brutalidad que ha sido el golpe. Entonces no es que, “Ay, que reconozcan, ellos hablaron y ahora me toca hablar a mí”. Bueno, depende lo que vas a decir. Si hablamos del yo, las escrituras del yo, no es que yo pronuncie yo a cada rato, es más, nosotros en nuestra infancia, mi mamá nos decía, “A ver, no se va a decir ‘yo’”. Entonces teníamos que ver de qué manera hablábamos para no pronunciar la palabra yo. También hay anécdotas. Entonces, esas son unas escrituras que son un tejido, no lo tengo que estar diciendo a cada rato. Bueno, hay que abogar por los derechos humanos, por supuesto, por supuesto, sí, pero no tenemos que estar manifestando a cada rato nuestro género, nuestro yo, no creo yo. Es más profunda, es de estructura, tiene que venir de adentro, sí, es un trabajo así de articulación diferente, que no estamos copiando lo que hicieron hace unos años estos escritores que tuvieron su momento también. Entonces, yo creo que el movimiento muy interesante. Es un movimiento de reconocimiento entre nosotras.
APR: Claro, definitivamente. Qué lástima que se tiene uno que acortar en tiempo, porque la verdad es que hay tanto que aprender de ustedes, ustedes nos pueden compartir tantas cosas, es maravilloso escucharlas. Y yo les quiero dar las gracias por sus años de investigación de trabajo, nos han guiado a las nuevas generaciones que venimos en la academia, en la crítica inspiran también a las escritoras, obviamente, y a los lectores. Ha sido un placer platicar con ustedes y bueno, extrañamos a Alejandra Mato en esta mesa, pero definitivamente el gusto de tenerte, Lucía, el gusto de tenerte, Sara, no me lo quito de encima.
SP: Bueno, Adriana Pacheco, que eres de Puebla, vives en Austin, que estás muy enterada, me gustó muchísimo, me encantó compartir con Alejandra, que no conocía y con Lucía, pues Lucía, esto de… una institución en el mejor sentido de la palabra, sí, en el feminismo, en la inteligencia, en los derechos humanos. Y su discreción, su elegancia. Y decía que comparto tu interés, tu gusto, por Radicales libres, esta novela de Rosa Beltrán, estamos a punto de publicar un libro. El editor es Osvaldo Estrada, que también es del grupo UC-Mexicanistas, el libro es sobre Radicales libres.
APR: Y yo estoy también escribiendo en ese libro que lo tengo acá en mis manos. Un libro crítico sobre Rosa Beltrán.
SP: Pues yo no lo tengo todavía.
APR: Pues lo acabamos de mandar a traer a Bonilla Artigas y te tengo que decir una cosa: estamos por publicar la traducción al inglés. Hablemos Escritoras se unió con Katakana Editores y la traducción al inglés de Free Radicals (Radicales libres). Así que bueno, felices.
SP: Bueno, pues excelente. Entonces, además, el apoyo de los compañeros que ya nos estaban cortando porque estaban muy felices, pues están muy emocionados. De veras, ¿eh? Trabajamos en familia, punto. Y en la familia hay de todos los géneros.
APR: Muchísimas gracias, muchísimas gracias a todos. Yo soy Adriana Pacheco, nosotros somos Hablemos Escritoras y en esta magnífica cabina de Radio UNAM tenemos a Brenda Ortiz, también parte del equipo. Hasta la próxima. Cada semana nos estamos escuchando en esta plataforma. Hasta luego.
SP: Al contrario.
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APR: Fundamental poder revisar el trabajo en las voces, las obras, que se están produciendo en una literatura contemporánea, siempre también con esta mirada para nuestras madres que han hecho las bases de esto que estamos disfrutando el día de hoy. Muchísimas gracias a Sara Poot Herrera, muchísimas gracias a Lucía Melgar y un abrazo afectuoso para Alejandra Mato. Gracias a ustedes también por seguirnos en esta cápsula maravillosa dentro de FILUNI 2023. Y a todo el equipo que hizo posible este episodio en Radio UNAM, así como en Hablemos Escritoras. Yo soy Adriana Pacheco y no dejen de seguirnos cada semana en nuestros podcast en la enciclopedia, en la biblioteca, en nuestro blog y en todas las cosas que estamos haciendo. Vean nuestro audio libro maravilloso Andor, de la escritora venezolana Raquel Aben Vandalen y no se pierdan la traducción del maravilloso libro Free Radicals de Rosa Beltrán, traducido por Robin Myers. Yo soy Adriana Pacheco y les mando un abrazo afectuoso.