Roland Barthes escribe—en algún momento del siglo pasado—que la escritura es ese lugar neutro donde se pierde toda identidad, especialmente, la del cuerpo de quien escribe. La muerte del autor es ese enfoque de crítica literaria que busca acabar con la centralidad de la autoría y argumenta que, el significado del texto, está más allá de quien escribe. Me pregunto si puede darse el caso a la inversa, es decir, que los textos dirijan al lector a una figura del autor como un ente vivo, como alguien capaz de intercambiar energía y materia para regenerarse y renovarnos. Escrito por Sara Uribe y acompañado por ilustraciones de Verónica Gerber, Rosario Castellanos. Materia que arde (Lumen 2023) es una especia de biografía que busca dibujar la figura de Rosario Castellanos como una escritora que todavía irradia calor en nuestro presente, a través de sus poemas, ensayos, teatro, novelas, cartas, lectores, amigos.
Es por ello que Materia que arde está pensada como un proyecto relacional donde la biografía se mezcla con el ensayo, la crítica literaria y otros sistemas de escritura como los bordados de Chiapas y el maya. Uribe se da a la tarea de generar un diálogo con la propia Rosario Castellanos para hacernos sentir su presencia en nuestro presente y también para modificar nuestra posible relación con esta escritora. El libro viene acompañado de una nota de Uribe y Gerber que subraya la intención relacional de la biografía y la importancia de trazar una red de conexiones para desarrollar una genealogía “de las escritoras que asumen la responsabilidad de narrar el mundo de otra manera”. Dividida en siete secciones organizadas de manera cronológica, Uribe y Gerber escuchan, interpelan, dialogan con y cuestionan a Castellanos a través de sus textos que funcionan como máquinas del tiempo que permiten leer a la escritora como si sus “palabras estuvieran frescas.” Me parece que esto se logra porque la escritura de este libro asemeja las conversaciones entre un grupo de amigas, donde una escucha atentamente lo que dice la otra para después cuestionarla desde el amor y la duda. Por ejemplo, Uribe se pregunta si la postura deshumanizante de Castellanos interpuesta con una mirada no idealizada de los pueblos originarios en el libro de cuentos titulado Ciudad real es la forma que la escritora tiene para denunciar y oponerse a la visión colonial.
En otros pasajes, Uribe se cuestiona elementos mucho más triviales de la vida Rosario que resultan en una escritura íntima y feminista donde lo personal es político y lo político es afecto e intimidad. Dice Uribe: “Te veo perfectamente en tu oficina, girando instrucciones y redactando oficios. ¿Tienes secretaria o contestas tú misma tu teléfono? Escabulléndote para el cafecito y el chisme rápido de pasillo. Cómo quisiera escuchar tus risas de campanita”. ¿Sería Rosario una mujer que le roba tiempo al trabajo de oficina para salir con las amigas y escribir poemas? Otras veces, Uribe conduce la conversación hacia la función de la escritura como responsabilidad social que no por ello libra al escritor de preocupaciones estéticas e interroga a Castellanos: “¿Cómo construiste los procedimientos de tu escritura de modo que te es posible combinar el compromiso ético con una práctica depurada de estrategias estéticas?” Es la contemporaneidad de la pregunta lo que nos hace sentir a las y los lectoras la necesidad de seguir interrogando e interpelando a Rosario.
Mis partes favoritas del libro son aquellas que describen la vida de Rosario en la universidad, su relación con su hijo Gabriel y su vida en Tel Aviv. En estos pasajes Uribe cuidadosamente dibuja a una Rosario juguetona, independiente e inteligente que sabe que se está comiendo al mundo y que lo único que a veces la detiene es una cucaracha en su máquina de escribir como ella misma redactó en algún momento en su columna. Sin duda, las secciones que exploran a la Rosario feminista también me parecen sugerentes porque están llenas de detalles que entreveran lo duro del patriarcado y la resiliencia de la mujer mexicana. Por ejemplo, Uribe informa a Castellanos lo siguiente: “Eres una de las poquísimas mujeres que han entrado en el canon de la educación media superior en México”. Le cuenta que ahora habemos lectoras que nos cuestionamos la enorme cantidad de libros que leemos escritos por hombres y que buscamos cambiar nuestros hábitos de lectura; que se está haciendo una revalorización de la historia literaria mexicana y que ella fue una de las pioneras en pensar la escritura de mujeres. Uribe también nos recuerda que Rosario advertía a sus contemporáneas de los altares y cita el siguiente fragmento: “Jamás se te ocurra subirte a uno ni como hija modelo, ni como noviecita santa, no como esposa abnegada ni muchísimo menos como madre mexicana”. ¿Y cómo feminista, Rosario? ¿Se pueden construir altares contrapatriarcales? Probablemente reafirmarías que jamás debemos subirnos a uno ni como feministas modelo. Uribe concluye con otra pregunta que no podemos responder ¿cuál sería la postura de Rosario ante la cuota de género como “forma de acción positiva respecto de la representatividad femenina en el sistema literario mexicano”. Al leer esto, me viene otra pregunta a la mente ¿sería Rosario una feminista a favor de los derechos de las, los y les trans? ¿Qué piensas Rosario de las disidencias?
Quiero concluir esta breve reseña señalando que una de las virtudes de Rosario Castellanos. Materia que arde es que la forma de abordar la biografía de Castellanos como un proyecto relacional implica que la lectora o lector no solo siga el diálogo, sino que alimente la conversación atrayendo a más personas a la lectura. Tenía tiempo sin leer un libro que me hiciera añorar un café con mis amigas, mi hermana, mi madre para hablar de Rosario Castellanos. ¿Qué le preguntaría mi hermana? ¿Se sentiría mi abuela identificada con algunos pasajes de la infancia de Rosario? Yo ya no sé qué hace que un libro sea un buen libro en nuestra contemporaneidad. Lo que puedo decir es que Uribe de la mano de Gerber y otres, logra escribir una biografía con preocupaciones estéticas, con un compromiso ético y de una intimidad que se cuida de los altares en el aire. En fin, este es un libro que me gustaría regalarle a todas aquellas mujeres que escriben y viven para pensar el mundo de otra manera.