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Ingrid Rojas Contreras .

Episodio 504 Acercándonos a escritoras

03/21/2024 · Adriana Pacheco

Cuando perdí la memoria me sentí como aire puro"

Adriana Pacheco: Bienvenidos al universo de Hablemos, escritoras en donde hacemos visible la obra de escritoras contemporáneas y de todos los tiempos. Es un gusto recibir cada semana a dos escritoras o dos colaboraciones que hablen de la literatura que se está produciendo en el mundo hispanohablante, en Estados Unidos y en España. Muchas gracias a todos los que nos siguen, a los que han hecho grande este proyecto. Muchas gracias a la generosidad de escritoras, traductoras, críticas, editoras y las editoriales que las publican. Con seis años ya de experiencia, ya saben en donde encontrarnos, nuestra página web es www.hablemosescritoras.org y escuchar nuestros podcast tienen todas las plataformas de audio. Somos un gran equipo que orgullosamente trabajamos para ustedes. Yo soy Adriana Pacheco y el día de hoy me da muchísimo gusto recibida la escritora colombiana-americana, Ingrid Rojas Contreras, autora del libro El hombre que movía las nubes. Esta es una conversación de lo más interesante. Pónganse cómodos y que disfruten.

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APR: Bueno, pues es un gusto cuando tuve la oportunidad en el Texas Book Festival de saber que iba a estar ahí Ingrid Rojas Contreras. Me emocionó muchísimo que hubiera yo podido en ese momento entrevistarla, pero no se pudo en ese momento y afortunadamente ahora sí la tenemos acá. Así que bueno a pesar de tu agenda tan apretada, de verdad no sabes qué gusto me da que llegues a Hablemos, escritoras. Bienvenida a Ingrid. Cuéntanos en dónde estás. Ingrid Rojas Contreras:  Ay muchas gracias. Estoy en mi habitación donde escribo, es como la habitación que tengo dónde escribo, el final del primero y ya el segundo libro.

APR: Ah, qué bien. ¿Cuál es tu rutina, Ingrid? ¿Cómo es tu rutina para escribir?

IRC: A mí me gusta mucho tratar de sentarme a escribir después de despertarme, o sea, tan pronto como sea posible. Me gusta mucho como realmente no hablarle a nadie, no dirigirle la palabra a nadie, que nadie me haga preguntas. Simplemente hacer mi té. Me gusta tomar té, y luego hago mi desayuno, que casi siempre es un licuado. Y sí, ahí mismo me vengo a sentar y escribir. Yo creo que lo que más me gusta es como tratar de continuar con esa energía de medio de ensueño de la noche y escribir como desde ahí.

APR: Qué lindo, me encanta continuar, es energía de ensueño. Y sí, claro, es como pasar de un sueño al que sigue, pero ya escribiendo sobre un papel, qué bonito. ¿Tú eres… te considerarías colombiana-americana, Ingrid? ¿O cómo es que tú te reconoces a ti misma?

IRC: Ahora sí. Yo pienso, cuando llegué a los Estados Unidos tenía 18 años y en ese entonces obviamente no me consideraba estadounidense, pero al pasar el tiempo creo que empecé a hacer como la matemática de cuántos años había estado en Colombia y cuántos años había estado acá. Y creo que en algún punto, obviamente, esos años llegaron a ser más y ahora he pasado más tiempo en Estados Unidos que en Colombia. Entonces, ahora sí me considero de los dos países, pero uno nunca olvida como el país que lo formó, ni tampoco la lengua materna ni la cultura que lo formó. Entonces yo pienso que nunca dejaré de ser colombiana.

APR: Pero además me encanta y te felicito porque hablas un español tan bonito y bueno, los que vivimos en Estados Unidos, que llegamos ya mayores ya más grandes, bueno, tenemos esa posibilidad de quedarnos con el idioma, pero cuando llega uno tan jovencito a los 18 años, a veces es un reto, ¿no? Porque el inglés te puede robar muchísimo tu lengua materna. Así que felicidades, Ingrid, qué bueno y gracias, gracias por conservarlo.

IRC: Gracias, gracias. Yo siempre pienso que lo que me ayudó fue continuar leyendo libros en español. Cada vez que iba a Colombia siempre me tocaban regalar ropa para hacer más campo en la maleta y traerme libros de vuelta. Siempre he seguido con la lectura y obviamente toda mi familia habla español. Así que yo llamo a mi mamá, tres veces de la semana estamos hablando en español también. Nunca he dejado, nunca le he cerrado la puerta al lenguaje.

APR: Maravilloso. Claro, qué maravilla. Fíjate que una cosa que pensé mucho en tus libros era la traducción, pensé qué maravilla que sean traducidos al español, porque originalmente bueno, los escribiste en inglés. Pero una vez que se tradujeron, obviamente llegaron a esa Colombia, a ese otro lector tanto en Estados Unidos como fuera. ¿Qué recepción sientes que han tenido tus dos libros al ser traducidos al español?

IRC: Sabes que fue muy interesante la primera novela cuando salió en en Estados Unidos y todas las conversaciones que usualmente yo tendría sobre ese libro era acerca de una historia de inmigrantes. Una historia de refugiados, una historia de cómo se hace una vida después del vivir a través de una violencia. Y tuve la oportunidad de cuando ya estaba el libro en español de ir a la feria del libro en Bogotá y me sorprendió mucho la conversación que tenía en Colombia porque no era lo mismo. Yo estábamos hablando de los exiliados de Colombia, estábamos hablando de que es posible perdonarse los agresores detrás de la violencia y las víctimas de la violencia. Entonces eran conversaciones completamente distintas. Y sí, eso me fascinó mucho y también como esa experiencia de estar en el medio entre estos dos países que piensan muy diferente. La verdad se siente como que te están tirando por todos lados y tú estás en el medio, pero también es como es como un honor tener como cada oreja en cada país también.

APR: Claro, qué maravilla, porque bueno, obviamente para ellos le significó muchísimo. Pues ver a su país a través de los ojos del encuestado fuera, pero que a la vez está adentro, porque tu familia está ahí, tus historias, tus tradiciones, pero ya tienes otra mirada. ¿Ingrid, cómo empiezas a escribir?

IRC: Yo empecé a escribir… nosotros nos fuimos, mi familia y yo nos fuimos de Bogotá y nos fuimos hacia Venezuela cuando yo tenía 14 años. Y en ese entonces, como nos nos fuimos bien apurados a Venezuela, ya estábamos como huyendo de una serie de amenazas y experiencias que hemos tenido con el narcotráfico y la guerrilla de la violencia.

APR: Lo siento.

IRC: Y sí, yo pienso que fue como en ese momento de llegar a otro país y de estar como rodeada de personas que no conocía. Y bueno, la cultura de Venezuela es muy parecida la colombiana, pero yo pienso que en ese momento me sentía aislada y también como que había todo lo que yo había vivido. ¿Se había borrado de alguna manera? Y en ese entonces empecé a escribir. Yo pienso que como de un deseo de tratar de resguardar el pasado y siempre pienso que eso es como la emoción que hay al fondo de de mi querer escribir, de mi deseo de escribir, es ese como tratar de resguardar algo que continuamente sé está ahora.

APR: ¿Y empiezas en la prensa, primero como periodista y publicaciones periódicas en revistas o te vas directamente ya la narrativa?

IRC: Cuándo empecé quería ser periodista y estudié periodismo y luego, poco a poco. También trabajando como intérprete entre el español y el inglés y estaba haciendo traducción. Y yo pienso que fue más o menos como en ese momento que me parecieron que las historias periodísticas no daba en el fondo que yo quería. Y el fondo que yo quería lo empecé a encontrar en la ficción. Además, puedes hablar de unos temas en un género y en otros extenderte un poquito más.

APR: Tienes unas publicaciones muy buenas en varias revistas importantes Eso entonces también enriquece muchísimo el que sepamos más de ti desde varios aspectos. Ahora, hablando precisamente de esto de escribir, tú decides, a pesar de que hablas tan bien español y que podrías escribir en español, decidiste hacerlo en inglés. ¿Por qué, Ingrid? ¿Y cuál es tu lector imaginario en ese punto cuando estás escribiendo en inglés?

IRC: ¿Sabes que en algún momento pensé si escribía en español? Es como que si yo nunca me hubiera ido de Colombia y el escribir en inglés era como tratar de visualizar toda la migración que mi familia y yo tuvimos. Nos fuimos a Venezuela, luego volvimos a Colombia, luego volvimos a Argentina, luego otra vez a Colombia, luego otra vez a Venezuela, o sea continuamente tratando de escapar la situación de la violencia hasta que yo llegue a Estados Unidos. Y pero a mí yo pienso que para muchas personas que se van de su país, ya sea por exilio forzado o exilio voluntario, siempre hay como un… algo que te que te rompe el corazón del no vivir en tu tierra. Y entonces para mí el escribir en inglés es como escribir desde ese corazón partido, de que no estoy allá y que es como una ruptura, una violencia que estoy escribiendo en inglés. Y si lo que sí me gusta hacer cuando estoy escribiendo en inglés es como pensar, imaginarme todo en español y luego hago como una traducción rápida al inglés y pienso que como mi lector imaginario, es alguien que habla las dos lenguas, porque a veces cuando estoy escribiendo en inglés estoy formando la frase cómo se dice en español.

APR: Qué bien, qué interesante. Y bueno, para quienes nos están escuchando, estamos conversando ahorita con Ingrid Rojas Contreras. Fíjense qué bonito, qué poéticas, todas las imágenes que nos ha estado diciendo describiendo su trabajo, así es su obra, hay partes en sus novelas en donde parece poesía y me encantan estas reflexiones que haces. Fíjate que cuando entrevisté a Erika Sánchez, que también nos dio una entrevista en español, ella tiene una conversación con Guadalupe Nettel, que es una escritora muy famosa en México, y eso decía también Erika. Esta cercanía con el español que le significaba para ella, pues ese como un homenaje, como esa lealtad a ese origen, pero por otro lado el poderle llegar a todos estos inmigrantes que ya no hablan español, pero que están en Estados Unidos y que leen en inglés. Entonces eso es interesante porque ustedes se convierten en un puente, ¿no?

IRC: Sí, y yo pienso que lo que más me gusta cuando estoy viajando, haciendo como los viajes, promocionando el libro, lo que más me gusta es a veces lleva a ser una lectura y de repente me doy cuenta que hay una fila de colombianos sentados al frente (se ríe). Eso es lo que más me gusta, es lo que más me fascina de escribir. Sí, el hecho de que… no sé… que hay ciudades que nunca he ido y va a ir colombianos allá. Y yo pienso que para nosotros estar exiliados, estar por fuera y aún así escuchar nuestras historias y escuchar como nuestra cultura y las cosas que vivimos y que compartimos, es algo que para nosotros significa mucho, porque no lo tenemos, porque lo perdimos. Y sí, esa parte de hablarle directamente a aquellos que se han ido es como las cosas más importantes que considero puedo hacer, ya que estoy como colombiana-estadounidense.

APR: Claro y bueno, pues ya sé que para quienes están escuchando ya están ansiosos de que abordemos el tema de El hombre que movía las nubes, pero no. Primero lo primero. Tu primer libro es Fruit of the Drunken Tree, traducido al español como La fruta del borrachero. Este libro es muy interesante, además de que gana el premio de California Book Award. Estás hablando de la época de Pablo Escobar, pero estás hablando también desde la voz de una niña. Bueno, estás jugando con varias voces ahí. Cuéntanos un poco, ¿cómo llegas a este libro y cómo es esta idea que imaginas estos personajes?

IRC: Sí, sabes algo que los colombianos siempre tenemos tantas historias que están basadas alrededor de Pablo Escobar en la época de los 90 y 80. Y yo pensé que quería contar una historia que no se centrara en Pablo Escobar en sí, sino que centrará las voces de las víctimas. Entonces tengo a una niña joven que está viviendo en Bogotá y van a ver como unas amenazas de secuestro en el libro y hay otra niña que ha sido desplazada, una niña que con su familia, que es desplazada, de que vive en Bogotá y ella está trabajando limpiando la casa, cocinando para la familia de la primera niña. Ya esas dos muchachas tienen como una amistad, pero es una amistad qué se corrompe porque por el privilegio, por la diferencia en la que ellos están viviendo y en esa historia quería como que contar qué pasa en la violencia, pero no a un nivel del país, sino al nivel doméstico. ¿Cómo se vive la violencia dentro de una casa?

APR: Claro, fíjate que Pilar Quintana con su libro La perra y en general con todas sus libros es muy interesante como ahora están hablando de la violencia, pero no de esa violencia explícita, sino que desde la gente misma, como ellos mismos lo veían, lo encarnaron la violencia y bueno, Chula y Petrona son ejemplo de eso, como están marcándolo. Déjame mencionar el nombre de Guillermo Sánchez Arriola, que es el traductor del libro, nos encanta hablar de los traductores y hacerles su espacio y su honor. Pues muy bueno, ese libro de verdad que maravilloso ahí y bueno, pues la gran revelación fue este libro de El hombre que podía mover las nubes. Y este fue shortlisted por el National Book Award. Y bueno, obviamente hay toda clase de entrevista, si ustedes van a las redes, hay muchas entrevistas con Ingrid en donde platica principalmente del conflicto con la madre, que fue todo un reto. Y bueno, pues obviamente de muchas cosas, porque es un libro fascinante, es un libro grande, es un libro largo, muy bueno o sea, te deja enganchado, pero es una trama bastante elaborada. Empecemos por este conflicto de escribir el libro de tu conflicto y el conflicto con tu madre.

IRC: Sí pues, El hombre que movía las nubes es acerca de mi abuelo, que era curandero. Yo siempre crecí con esa historia, mis tíos, mis tías, mi mamá, personas amigas de la familia, me contaban que habían estado ahí cuando mi abuelo, que le decíamos, no no había movido las nubes. Entonces siempre había crecido con todos estos recuentos. Pero uno dice, pero ¿cómo? O sea, ¿cómo pasó eso? ¿Y es que pasó o qué es lo que pasó? Y entonces yo siempre supe que quería escribir acerca de eso y mi mamá también, cuando yo estaba creciendo y era curandera, y en nuestra familia lo que pasaba era que hablar de eso era como que no se podía, era un secreto familiar y solo se le contaba a la gente de confianza. Entonces ¿te imaginas cuando yo le dije a mi mamá, quiero escribir un libro acerca de él? Quiero hablar de los curanderos y quiero hablar cómo es eso de guardar secretos y sí, contar como una historia de porque eso nunca lo había visto en un libro de no ficción. Yo pienso que hay muchos libros con curanderos en novelas de ficción, pero entonces me encantó, o sea, me enamoré de esa idea. Y mi mamá me dijo, “Si lo haces, no te vuelvo a hablar.” Me colgó. Yo le marqué otra vez y no me contestaba y yo seguí marcando y marcando y marcando y en algún punto mi papá contestó y me dijo que fue lo que hiciste. Entonces, o sea, no me habló, yo pienso que fueron como casi tres semanas y ella sí, porque yo había dicho que para mí yo no podía, o sea, no podía evitar escribir ese libro. Claro. Entonces, al final lo que pasó fue que mi mamá tuvo un sueño en que mi abuelo le dijo que él quería que el libro se contara y que él pensaba que ese libro iba a ayudarle a mucha gente de la familia y a muchas otras generaciones. Entonces cuando eso pasó, mi mamá me llamó y me dijo. “Te tengo una idea para tu libro.” Y es que en esta misma semana, o sea, mi familia está loca, pero en esa misma semana, dos tías y mi mamá habían tenido como un sueño compartido, o sea que habían soñado la misma cosa sin contársela a una a la otra, que es lo que había soñado. Y en ese otro sueño, mi abuelo les había dicho a cada una, yo quiero que me desentierren y para ese entonces mi abuelo ya estaba muerto. Tenía como 27 años, o sea, 27 años bajo tierra. De repente este sueño y entonces cuando mi mamá me llamó, me contó lo de los sueños y me dijo, “¿Por qué no vienes conmigo a Colombia y hacemos el desentierro de tu abuelo y tu escribes eso? Así fue que empecé a vivir como todo lo que pasa en El hombre que podía mover las nubes. Es como la historia de un desentierro. También habló de cómo de la infancia de mi mamá, que haciendo con mi abuelo como curandero, mi propia infancia, con mi mamá siendo ella curandera. Y también habló mucho de la amnesia, sí, mi mamá cuando cuando ella se volvió curandera fue porque tuvo un accidente. Y se cayó en un pozo que ya estaba vacío. Le dio amnesia cuando ella recuperó la memoria que ya fueron, casi creo que fueron como seis o siete meses después, ella empezó a escuchar voces que otra gente no escuchaba. Empezó a ver personas y cosas que otra gente no veía. Y mi abuelo le había dicho, “Yo pienso que este accidente te abrió la puerta como para que tu te volvieras curandera.”  Entonces desde ahí empezó a hacer eso y yo tuve un accidente también viviendo en Chicago. Sí que estaba en la bicicleta y me había estrellado con alguien que había como abierto la puerta en la vía de las ciclas. Entonces no tenía casco y me pegué en la cabeza. Entonces, yo pienso que mi familia estaba muy emocionada de que a mí también me había dado especial, pero cuando ya me recuperé y o sea yo no escuchaba voces, no vi nada. Yo pienso que para mi familia fue como una pequeña excepción y entonces también en el libro estoy hablando como la amnesia, así, qué significa recordar y qué significa olvidar, pero la historia principal y las otras historias están como colgadas.

APR: Claro, pues felicidades por tu valentía y de alguna manera el libro desenterró a tu abuelo. Tiene la memoria y el hacerlo visible le diste vida de nuevo.

IRC: Sí, sí, yo pienso que eso fue así. Yo me sentí muy cerca a mi abuelo escribiendo el libro.

APR: Qué bien, qué maravilla. Déjame leer una parte que pones en tu libro hablando precisamente de la memoria y ahorita hablaremos de otros temas que me parece que también son relevantes. Hubo muchas cosas, que el accidente de Chicago cambió en mí, aunque muchas de ellas pasaron sin llamar mi atención, mientras yo me preocupaba por superar el miedo que la memoria había incitado en mi interior. Algo que me parece muy interesante es la manera en la que describes cuáles son las cosas que recordamos y las cosas que no recordamos, las cosas que queremos recordar y las cosas que queremos olvidar, pero también la conveniencia de que las otras personas de nosotros que recordamos, o sea la gente le conviene que recordemos. Y hay una parte en el libro que me parece fascinante, en donde estás diciendo como se olvida salir a la calle y caminar en la calle. Y de repente este mapa que tenemos todos incrustados en nuestra mente, donde sabemos que tenemos que dar vuelta a la izquierda o a la derecha, cuando vas a “dar la vuelta a la manzana”, como se dice en México, mi país natal, ya lo olvidas. Sí, ya no sabes si vas a voltear hacia un lado o hacia el otro y ya olvidaste las direcciones para ir de un lado a otro. Las instrucciones para moverte de un lado a otro. Entonces, en ese momento especialmente estás perdida esas cosas tan pequeñas y tan sutiles como que yo creo que muchas veces no las pensamos cuando una persona sufre amnesia. Cuéntanos acerca de esta memoria y como la memoria para ti, obviamente se convirtió en otra cosa muy distinta que para una persona que no la ha perdido nunca.

IRC: Sí, el perder la memoria… yo pienso que fue como una de las experiencias más importantes que tenía. Y yo pensaría, hubiera pensado antes de mi accidente que perder la memoria sería una tragedia completa, pero cuando pasó, cuando me olvidé de todo y tuve el accidente y me paré y me estaba como desempolvando y que no tenía, o sea, no tenía como me había pegado, obvio, y tenía como alguna otra cosa—años. pero en ese momento yo juzgué, o sea, estoy bien y seguí como caminando, me fui a caminar con mi bicicleta y llegué a la esquina, pero que era Hauser y … ¿cuál era la otra? Ahorita se me olvidó. Fue como los dos avisos de la esquina y de repente como que los vi y caí en cuenta de que no los reconocía. No sabía en qué ciudad estaba y luego me di cuenta que no sabía qué año, ni sabía cuál era mi nombre, ni sabía de dónde había venido, ni sabía para dónde iba. Y fue como en este momento de darme cuenta de que no tenía memoria. Me pareció la felicidad completa.

APR: O sea, ¿Te sentiste liberada?

IRC: Era como una referencia de sí. Una experiencia de libertad absoluta. O sea, yo sentía como que casi ni tenía ni cuerpo. O sea, yo nunca me he sentido como tan libre y como tan aire. Me sentía como aire puro y me acuerdo de estar caminando en el mundo y casi como que tener la primera experiencia del mundo. O sea, caminar, ver que el sol estaba cayendo y sentir el sol como por primera vez. Entonces cada cosa que veía o que me tocaba o que experiencia de alguna forma, era la primera vez que lo estaba sintiendo. Y me enamoré completamente de lo que era eso. Yo nunca me hubiera imaginado que uno se podía enamorar de la amnesia, pero si fue, o sea, estaba completamente enamorada de ese sentimiento de ser nueva y de que todo alrededor mío también era nuevo. Completamente nuevo y yo pienso ya como yo estoy amnesia, como por ocho semanas y ya. Cada vez que me dormía parecía que cuando me despertaba me acordaba de algo sutil y como que sin importancia. Y así como que fui recuperando la memoria y a lo que estaba recuperando la memoria, me sentí completamente triste, despojada de que estaba perdiendo la libertad que había vivido hasta ese entonces. Entonces sí me pareció que el volverse persona es muy interesante. Volverse materia como una materia que pesa y desde entonces siento que la memoria es como un peso con el que cargamos, o sea físico, se siente un peso físico que cargamos.

APR: Claro.

IRC: Y sí, al pensar de los curanderos y de estaba como de esta cultura que vive en secreto en muchos países, que casi siempre no la contamos, no la hablamos. Estaba pensando en la manera en que la misma historia y como la misma violencia que vivimos en nuestros países nos empieza a dictar qué es lo que debemos recordar y qué es lo que debemos guardar en secreto, que es lo que nos conviene olvidar. Y en el libro, como que si estaba tratando de pensar en la memoria en todas estas diferentes fases y formas.

APR: Claro, tienes toda la razón. Qué bonita en la descripción, lo que dices de perder la memoria y de alguna manera pues sí, esa sensación de libertad nos debemos a nuestros recuerdos. Somos también de donde venimos, pero de alguna manera, pues esto era como un renacer, como borrón y cuenta nueva. Me parece fascinante. Hay una escritora Argentina que se llama Claudia Piñeiro y tiene un libro que se llama Catedrales, que es muy interesante y tiene un personaje que se le cae una cosa en la cabeza. Es una historia muy elaborada porque alguien muere por un aborto mal cuidado, ya sabes, clandestino se le cae a la amiga a una pieza de la iglesia en donde están en la cabeza y pierde la memoria, pero nada más esa short-term memoria, no es nada más lo que inmediato que apenas acaban de suceder. Y en ese caso, en ese personaje es muy doloroso porque ella recuerda, pero recuerda lo que acaba de pasar entonces cada vez que le dicen que asesinaron a tu amiga, bueno, se muere y después la encuentran muerta en un basurero. Entonces lo que sucede es que ella, cada vez que se lo vuelven a decir, lo vuelve a sufrir. Entonces es una angustia porque cada vez es otra vez recordar y otra vez recordar. Muy distinto que esta memoria que te dejo en total libertad. Cuéntanos Ingrid, ¿qué sucede también con toda esta comunidad que se hace alrededor de los curanderos? Me imagino que para ustedes haber sido, pues también muy interesante. ¿Cómo es ser curandero? Se vuelve el médico, el amigo, el compañero o la compañera la que traer a los niños al mundo, inclusive, en las comunidades. ¿Cómo fue esa experiencia?

IRC: Mi familia es de Ocaña. Y luego comentaba este viaje, que mi mamá y yo fuimos a desenterrar a mi abuelo. Pasamos por Ocaña y en ese entonces volví a ver a muchos de los amigos de la familia y también otros familiares. Y ya como adulta me estaban contando, “es que tu abuelo me ayudó con esto.” Pues yo en este momento de mi vida estaba en una depresión total, me había pasado algo y todas estas historias de que mi abuelo de alguna forma los había ayudado y a mí me parece como muy impactante. Obviamente, como es el rol de esta persona en una comunidad, en un pueblo, en la ciudad que se está encargando como de los dolores del pueblo. Obviamente, es distinto de otros roles similares, que si alguien es un doctor en un hospital también hacen lo mismo, pero un curandero, tú puedes ir a ver a un curandero si te dejo un novio y estás completamente o medio loca. Por eso sí, entonces puedes ir porque quieres tener un hijo y quieres que el curandero te haga algunos brebajes o que te llueva. También los camioneros iban a donde mi abuelo para que les bendijera el camión para que no les pasara nada. Entonces, ese rol de alguien que está cuidando como todos los dolores y todas las ansiedades que tienen un pueblo, una comunidad, me parece un rol muy bonito. Y sí, entonces yo escribiendo como el libro y escribiendo acerca de los curanderos, pues me empecé a hacer esta pregunta de por qué es que… o sea, por ejemplo, en mi familia y en Colombia, que esto casi no se habla, porque es que sí, que hasta mi propia familia dice, pero pues no le cuentes a nadie, porque quién sabe que irán a pensar de ti si tú dices que tu abuelo es curandero.

APR: Ya lo creo, bueno además, Ingrid, tú tienes una herencia enorme siendo de la tierra del país de Gabriel García Márquez, en donde muchas cosas suceden, en donde el realismo mágico apareció por decirlo así. Y bueno, los curanderos tienen un lugar muy especial en ese imaginario tan maravilloso, pues qué bonita historia de verdad. Me encanta, Ingrid.  Insisto en la cuestión poética de tu obra, que creo que a pesar de que vi varias entrevistas tuyas, creo que poco se ha hablado de esta parte poética y me gustaría leer un poco, unos fragmentos muy breves, uno dice: Supongo que una mujer que se mete al agua siempre está desapareciendo de cierta manera. Y ahí hay toda una elaboración de cómo estás viviendo esta manera de desaparecer que me parece fascina. Y después, en otra parte, hablas de pasar hambre por voluntad propia, que también es una manera de hacerse desaparecer y aquí entras, pues también a otros problemas que enfrentan las mujeres, ¿no? Y otras circunstancias sociales como la presión social o estas cuestiones de la bulimia, la violencia, ¿no? Estas diferencias de género hablas, por ejemplo, del hambre de las mujeres como algo malo y juzgado. Me parece muy interesante la manera que utilizas el símil del hombre que puede ser el hambre como el querer superarse, pero también puede ser corporal. Y que de alguna manera para los hombres, pues es mala. Cuéntanos sobre todo eso que acabo de comentar.

IRC: Sí pues, en el libro estaba pensando mucho acerca de las mujeres. Para mí, yo pues he crecido como viendo y mi mamá haciendo curandera. También vi muchas mujeres que venían a nuestra casa y que estaban como en situaciones que uno dice, pues insoportables. Y o sea, están sufriendo de haz de cuenta de violencia por su propia pareja o por su familia, o por la sociedad, o porque están viviendo en un lugar peligroso. Y yo pienso que eso se sabe que siempre que hay una guerra y las mujeres y los niños son los más vulnerables en ese momento. Pensando acerca de Colombia y de cómo se puede internalizar la violencia yo pienso que, o sea, mi hermana tuvo y tiene un desorden alimenticio. Y yo también tuve un desorden alimenticio, pero no tanto como ella y estaba pensando como en que la voluntad de la mujer, los deseos de la mujer, como toda la verdad que era de una mujer, siempre se ve como algo que está malo o como algo que la cultura o que siempre nos dicen tenemos que controlar o tenemos que presentar la ambición de la mujer de alguna manera distinta. Y entonces estaba pensando como todo eso, como toda la vitalidad de la mujer, pensarlo como hambre, del hambre de la mujer, de querer hacer algo también de sí, de querer sobresalir, de querer hacer un mundo de cosas que la cultura siempre nos ha dicho no se puede. Entonces tiene ese estaba pensando, como en la última, en los desórdenes alimenticios. ¿Qué pasa? Algo similar que en la cultura nos han dicho que las mujeres tienen que estar como calladas, controladas, o sea, en pasar como detrás de los hombres y de alguna manera desaparecer. Y en los desórdenes alimenticios, se pasa hambre por querer desaparecer y estar más flaca, la persona se siente mejor. Entonces en el libro estaba pensando como en, o sea, todas las mujeres que admiro son mujeres que están asumiendo su propia hambre de alguna manera, o que no están negando comer o no están negando su hambre. Y pienso que hay una línea, no me acuerdo muy bien… ¿Ahora cuál era? Pero es como que, “el hambre nos puede enseñar lo que queremos antes de nosotras, es lo que queremos.”

APR: Sí. Así lo dices. Claro, claro que sí. Sabes que me encantaría que tu mamá escuchara esta entrevista de lo linda y de las cosas que estás diciendo sobre la importancia que ella tuvo, cómo le estás dando a cada quien en tu familia a su lugar. Y bueno, pues yo la felicito desde este micrófono, porque ella también cambió vida hasta alguna manera, con lo que hacía ayudando a nuestras mujeres, que a veces están solas y desoladas. Pues es tan importante ahorita que decías cómo nos imponen ciertos patrones. Cuando yo era niña me acuerdo que había mucho este dicho que decía “Sentadita, calladita y peinadita te ves más bonita”

IRC: Exacto.

APR: Así te imaginas, brutal, brutal.

IRC: Sí, yo pienso que sí. Así, brutal. Así, yo pienso que en toda Sudamérica debe haber un dicho así, cierto. En cada país debe tener su versión.

APR: Estoy de acuerdo, estoy de acuerdo. Bueno, el libro está traducido por Mercedes  Goles y quería preguntarte qué tanto interviniste tú en la traducción. Es un libro muy largo, un libro extenso y además tiene ciertas complicaciones en la cuestión del idioma. También porque bueno es un español muy colombiano. Cuéntanos, ¿qué tanto interviniste en esta edición de vintage?

IRC: Pues en el primer libro en La fruta del borrachero no entendí casi nada, y citando, creo que era como con una clase en donde los estudiantes me exigieron que ¿por qué el español, traducido de La fruta del borrachero? Se oía más mexicano que colombiano y por qué yo no había intervenido y yo no sé qué. Yo no sé qué entonces para este segundo libro, pienso que también porque es un libro más poético, que tienen como líneas que sí son, o sea, poesía, intervenir bastante. Sí, porque quería que bueno quería que no hubiera algún colombiano que me exigiera otra vez por qué no sonaba como yo hablo, porque no suena que desde nuestro país y entonces pensando en eso y también Mercedes Goles es colombiana, entonces ya estamos bien encaminadas hacia eso.

APR: Qué bien, pues que maravilloso. Obviamente el español es español, pero hay muchos españoles y cada uno tenemos nuestra manera de hablarlo. Y por cierto, ahorita que mencioné a vintage, quiero dar las gracias a Penguin Random House que hizo posible esta entrevista y grandes intermediarios. Michael Goldsmith, Maylin Lehmann. También de quienes parte del equipo que ha sido nos ha ayudado para llegar ahorita a Ingrid Rojas Contreras y bueno, pues se nos está acabando el tiempo, pero antes de que te vayas, cuéntanos de tu experiencia de escribir para The New York Times. Me parece muy lindo leerte ahí también y bueno leí inclusive a otra Ingrid que no es la Ingrid de las novelas.

IRC: Es sí, a mí me fascina escribir mucho para The New York Times. La primera que escribí para ellos fue para la revista y era un artículo acerca de la fábrica de Colombina. Sí, las colombinas de Colombia de los dulces de color. Sí, y el año pasado hice una acerca de los laberintos que me pareció un proyecto precioso. Fui a varios laberintos en Europa, en París y en España, y yo había propuesto esa idea de escribir acerca de los laberintos porque hace poquito estábamos hablando de que tú mencionabas, que después de mi accidente tuve como problemas con las direcciones y de no poder navegar muy bien, que todavía más o menos tengo y entonces me siento como una persona que tiene ese problema cerebral. Me pareció muy interesante la idea de yo ir a laberintos y perderme a propósito. Sí, entonces a los editores de la revista también les gustó esta idea. Y no, eso fue genial, o sea, yo no estaba, yo pienso que yo me sentía caminando en las nubes porque cada día era otro laberinto y entonces es como que uno está viviendo un sueño porque te están pagando para que tú vayas a perderte en laberintos y escribir acerca de eso. Es como medio loco cuando me siento a pensar.

APR: Sí, claro, porque además, imagínate, piensa en el cerebro. El cerebro está hecho como de laberintos. Cuando uno ve una imagen es así como muchos laberintos y bueno, pues obviamente, el laberinto que tú misma te perdiste cuando perdiste la memoria. Y entonces viene este artículo, no se lo pierdan búsquenlo en el New York Times. Yo lo leí, me encantó. Se titula, “I'm Lost All the Time So I Went On a Labyrinth Vacation”.  Y bueno, pues es exactamente lo que nos acabas de decir. Qué delicia, qué delicia. Ingrid, ¿estás trabajando ahora en algo que viene pronto de tu obra?

IRC: Estoy trabajando en una novela. Y creo que es una historia acerca de mujeres curanderas que son mujeres que sobreviven cuando les pega un rayo.

APR: Wow. Qué preciso. Qué increíble. Yo conozco una persona que sobrevivió o que cayera un rayo sobre sí, sí.

IRC: ¿En serio? ¿Nos puedes conectar? Porque yo estoy también buscando como personas que han sobrevivido para saber su experiencia.

APR: Bueno, te tengo una buena noticia y una mala. Sí sobrevivió, pero ya pasaron los años y era tan viejito que ya se murió, pero en el momento yo era niña cuando se cuando le pegó el rayo y fue así como era conocido porque estaba agarrando una cerca, una de estas cercas que dividen el ganado en un rancho y el rayo pegó en la cerca. Se fue toda y la descarga eléctrica se le vino completa y era un señor mayor. Bueno, no mayor no sé, tenía unos 40 años. Y sí, de repente le dio durísimo y después vivió su vida y ya murió de viejito, pero sí, el señor Lechuga, imagínate que hasta de nombre me acuerdo. Señor Lechuga, me gusta mucho la historia. Ingrid, qué delicia, qué placer. Me encantó leerte, me encantó conversar contigo hoy y de verdad les recomiendo muchísimo. No se pierdan ese libro. ¿Sabes si se va a hacer serie, se va a hacer película? ¿Qué va a pasar con El hombre que movía las nubes?

IRC: Yo pienso que sería una buenísima serie, pero todavía no he escuchado nada.

APR: Ay, necesitamos que alguien que nos escuche ahorita, que lo haga por favor. Pues muchísimas gracias Ingrid, por sumarte a Hablemos escritoras, estaremos encantados de recibir tus próximos libros.

IRC: Muchas gracias, fue todo un placer platicar contigo.

APR: Igualmente, un abrazo grande.

IRC: Bueno, lo mismo.

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APR: Qué absoluta delicia esta conversación con Ingrid Rojas Contreras. Le doy las gracias a ella, a todo el equipo Penguin Random House, que nos ayuda siempre con esas entrevistas maravillosas. Al Texas Book Festival, quien también tuvo que ver con que se pudiera concretar esta conversacióng. Gracias también a todos ustedes que nos escuchan a quienes nos siguen. No olviden, no olviden a suscribirse a nuestro newsletter para que sepan que estamos sacando cada semana, cada lunes y cada jueves sale un nuevo podcast y los sábados tenemos nuestro maravilloso blog. Visite nuestra página web, la enciclopedia más grande del mundo, dedicada a escritoras contemporáneas y de todos los tiempos que vienen de países de habla hispana y los Estados Unidos. Vayan también a nuestro canal de YouTube para ver reseñas y tenemos también en audio todos estos podcast en YouTube, en Spotify, en Soundcloud, en Apple Podcasts y más. Yo soy Adriana Pacheco y como siempre me despido desde Austin, Texas. Un abrazo para todos ustedes. Hasta la próxima.