Qué tal bienvenidos a Hablemos, escritoras. Este es un episodio más en esta maravillosa enciclopedia, en este repositorio de voz que crece día a día. Y que está siempre especializado, buscando conversaciones con escritoras, con críticas, con traductoras, con editoras y con las editoriales que las publican. Yo soy Adriana Pacheco y el día de hoy tenemos el gusto de recibir a la escritora peruana, Katya Adaui. Pónganse cómodos y que disfruten este episodio.
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Adriana Pacheco: Hace unos meses tuve la oportunidad de sentarme a la mesa con Katya Adaui. Fue una sorpresa. Yo no sabía que ella iba a estar en esa reunión en donde afortunadamente pude conocer muchísimas escritoras del gran talento argentino en Buenos Aires. Hinde Pomeraniec, estuvo también Esther Cross involucrada, estuvo Daniela Gutierrez también de la Fundación Medifé. Estuvieron todas involucradas para que pudiéramos llegar a esta mesa tan maravillosa. Y la sorpresa fue Katya, que ella no es Argentina, pero obviamente está en ese ambiente tan lindo que se está haciendo en Buenos Aires. Katya, muchísimas gracias por aceptar la invitación. Bienvenida a Hablemos escritoras.
Katya Adaui: A ti, Adriana. Muy feliz de estar hoy conversando contigo para Hablemos, escritoras.
APR: Cuéntanos, Katya, tú naciste en Perú, pero vives en Argentina, ¿verdad? ¿Por qué vives en Argentina? ¿Qué haces en Buenos Aires?
KA: Si yo vivo desde hace cinco años en Buenos Aires. Y enseño allá en la Universidad Nacional de las Artes, en una carrera muy linda que se llama, Arte de la escritura. Enseño el taller de narrativa a quienes recién han egresado, que sería como un estudio general de letras y recibo a las personas que van a ser como uno de sus primeros talleres de narrativa. Entonces, necesiten rigor, acompañamiento y amor y piedad.
APR: (laughs) Y piedad, lo más importante de todo, la piedad, ¿verdad? Qué maravilloso. ¿Qué cosas les dices, por ejemplo, cuando tienen que empezar a romper esos miedos o a lo lo mejor los que ya vienen con esta idea de que ya escriben, pero hay que guiarlos un poco más? Porque es todo… es una guía, un acompañamiento, como dices, ¿verdad?
KA: Sí, mira, de las cosas que digo no hay nada fijo. No digo, “miren si hubiera alguna ley para enseñar esto… pero no hay ninguna ley. “Pero profe, un tip…” Y digo, “No, no hay tip. ¡Hay tics!” (laughs). Le digo, “mire, yo no sé, pero en cuántas artes uno escribe, ‘Hoy almuerzo un huevo,’ y ese huevo existe para siempre en el papel. Es y existe. En cambio, cuando cocinamos podemos estar cinco horas preparando algo, pero no, ese plato desaparece en dos minutos. Pero lo que se escribe queda fijo, ¿cómo no le vamos a rendir homenaje dedicándole lo mejor de nuestro pensamiento, nuestra inteligencia, nuestra sensibilidad, nuestra emocionalidad? Entonces trato de calmar esa ansiedad por publicar con la que todo el mundo llega a los talleres. En eso digo, primero es la escritura. Primero es esa paz, el sentirnos orgullosos, ¿no? Del material, de la forja, de forjar y entretejer. O sea, recuerden en la parte artesanal de este proceso, ¿no? Entonces calma, piedad y ternura. Siempre recuerdo eso, y también a la hora de leer y comparar y criticar los textos ajenos, siempre desde una perspectiva piadosa. Y nunca para decir al otro, “yo hubiera hecho esto porque…,” no es tu texto, el otro es lo que presentó. Entonces, sobre todo es una guía para que sepan llegar a una trama luminosa y también oscura, sin desesperar y sin angustia.
APR: Qué lindo, qué lindo. ¿Y cómo los introduces a la lectura? Porque parte del ejercicio de escribir es leer y leer mucho, ¿no?
KA: Sí, pero bueno, es que como vienen a este taller, habiendo recibido teoría, en teoría hay unos profesores geniales, y entonces ya vienen, así como fascinados y con la oreja tentada y endulzada. Entonces se lee bastante. Además, la universidad, la UNA, al ser pública, bueno, es muy amable compartiendo materiales. Entonces no tienen que comprar todo, acceden a él. Y eso es generoso para mí. Entonces tienen más incentivos para leer. Y también, por supuesto, me salgo del canon que presentamos, que cambia casi cada cuatrimestre, si alguien me dice, “no me interesa leer testimonio,” bueno, acá tienes Primo Levi. “Yo quiero un ensayo sobre el dolor,” bueno, tienes a Susan Sontag que ande el dolor de los demás, ¿no? Entonces muy bien la escritura, si voy tratando de recomendar libros afines y eso lo aprendí un maestro que tuve, que fue Luis Chitarroni, un gran escritor y un escritor argentino.
APR: ¿Qué maravilla, qué maravilla tú misma. Y cómo empiezas en la literatura, cómo era tu ambiente? ¿Tú eres de Lima o de qué ciudad eres en Perú?
KA: De Lima soy.
APR: ¿Y cómo era eso? ¿Cómo empezaste ahí en Lima, como eran tus inicios con la lectura, con la escritura?
KA: Mira, me la acuerdo perfecto, porque… mira tiene que ver con los oficios de mis padres: mi mamá era secretaria y mi papá era profesor de inglés. Entonces yo veía a mi viejo todo el día corregir exámenes en otro idioma y a mi mamá todo el día haciendo taquigrafía en casa.
APR: Guau.
KA: Entonces era la época del teléfono, charlaba con sus amigas secretarias. Mi mamá era vicepresidenta de la Asociación de Secretarias del Perú. Entonces todo el día hacía anotaciones que yo no entendía. Los lenguajes de mis padres eran crípticos y yo quería entender. Había muy pocos libros en casa, pero mi mamá era acaparadora y acumulativa, entonces compraba enciclopedias que le ofrecían en el banco, ellas ponía abajo en un estante. Entonces yo muy chiquita ya abría los estantes y quería saber qué decía ahí y por qué había dibujos en esas enciclopedias. Porque no entendía lo que mi papá escribía. Porque no entendía esos signos de mi mamá que no se parecían a su lengua hablado, ¿no? Entonces hubo ahí una tentación de leer y de entender. Y fingir que sabía leer cuando no sabía leer. Yo inventaba que leía, solamente memorizaba frases que antes le había preguntaba a Papá. O sea, apenas leí, quise escribir y le pedí a mi mamá que la secretaria que me hiciera dictados, hazle dictados. Entonces me hacían muchos dictados difíciles, como “Marisol Lozano”, cosas con doble zeta (laughs). Entonces yo destacaba en ese sentido, porque tenía una muy buena ortografía y una muy buena dicción. Y era un refugio para mí leer. Entonces que mucho uno lee, algún día quiere escribir, ¿es así no?
APR: Belleza, qué belleza, increíble. Bueno, ahorita que estás hablando del lenguajes críticos de tus padres, muchos de tus libros no son crípticos, pero podrían serlo, ¿no? O sea es esta cantidad de información en oraciones tan cortas, tan concisas, ahorita nos moveremos ese tema. Pero me parece muy interesante esa línea también de jugar mucho con el lenguaje, muy, muy interesante. Katya, pues tú tienes lo mejor de dos países, Perú y Argentina. ¿Cómo sientes tú que es la escena literaria en estas dos comunidades? ¿Hay algún tipo de diálogo? ¿Qué piensas que está pasando, que se está gestando en esa parte tan maravillosa del mundo?
KA: Mira, yo siento que es un privilegio habitar,o sea, vivir entre dos territorios tan narrativos, ¿no? Países de narradores y de poetas, pero hay que decir que la industria editorial Argentina, bueno, ahorita bastante mermada sobre el tema político, el tema mi ley bueno, que es bastante anticultura, pero hay una cosa de resistencia de las editoriales independientes. Hay premios municipales a la creación literaria, hay premios nacionales, hay un fondo nacional de las artes. Hay mecenazgos en el maga para residencias literarias. Hay como más alivios para personas que trabajan y al mismo tiempo desean escribir. En Perú hay la sensación de que todo es muy incipiente, pensar que teníamos muy buenas editoriales independientes y las corporaciones que conocemos, pero aún por ejemplo, Lima es tan centralista que no leemos a un escritor de la selva, al menos que gane un premio en Lima, o a una escritora. Entonces ahí sí un interés, hay programas en radio nacional que se llama Entre libros. Yo lo conduzco alguna vez hace unos años, lo que conduje como para pensar las literaturas regionales. En cambio, ya en Argentina tú tienes editoriales regionales muy muy fuertes, ¿no? Y con presencia en la capital, incluso tienes a una selva armada que tiene su propia distribuidora regional, se llama Salvaje Federal. Pues, trae todo el tiempo los libros de otras provincias a la gran provincia. Entonces esos diálogos faltan en Perú, ocurre que a veces los editores se agotan, es tan difícil, es tan largo todo que a veces se agotan o desisten y hay otros que persisten. Tienes ahora personajes secundarios publicando a César Aira, tienes a Pesopluma publicando autores peruanos importantes y nuevos, ¿no? Entonces ahí yo veo que hay una movilidad, pero siempre falta más apoyo, más diálogo.
APR: Claro, nos encantaría tener más editoriales peruanas, Katya, eso sería maravilloso. Tenemos varias argentinas en el proyecto, pero también estamos más argentinas y más peruanas. Así que bueno, el espacio está abierto para tener su perfil, para tener parte de su catálogo. Y bueno, obviamente hablar de ellas ¿no? Qué maravilla podemos hacer tanto ahora a la distancia para apoyarnos en todos estos esfuerzos, así que bueno, este micrófono está abierto para cualquier idea y sugerencia de estos textos tan lindos que ellos publican y el trabajo tan grande que hacen los editores. Impresionantes, ¿no?
KA: Así es.
APR: Katya, tú escribes varios géneros y bueno, te has movido entre novela y cuento principalmente, pero me gustaría saber, ¿qué te convoca a escribir en un género y qué te convoca que sabes que ese es el género que puede expresar mejor tu idea?
KA: Sí, esa es una pregunta. Yo me empiezo a sentir acechada, o sea, me empieza a rumiar mi idea cuando me voy a dormir. Así, o en la ducha. Mira en la cama o en la ducha. “Ah hah, tengo la idea.” Entonces al toque saco mi libretita y anoto, incluso a veces en el celular, aunque prefiero siempre a mano. Anoto y digo “Tengo que escribir de esto” O también una imagen que vi en la calle, una fruta, a veces es una tontería, es una foto que atrás dice 2001 y está tirada en el suelo en Buenos Aires. Entonces yo recojo cosas que encuentro en una calle, pequeñas basuritas, discos compactos, diapositivas me he encontrado también, estuches ajenos y voy armando algo en mi cabeza y anotando, ¿no? Y después, cuando no sé qué escribir, me acuerdo de ese material y voy a él y digo, “esto tiene el aliento de un cuento o esto es para infantil o esto es para novela, ¿no? Entonces no es que uno me guste más que otro, porque todos me hacen sudar y me complejizan, pero me encanta el reto de probar con cosas nuevas, algunos ensayitos también. algunos artículos de periódico, las noticias porque es el periodismo. Entonces siempre trato de estar escribiendo. También edito mucho en la sombra, textos. Entonces para mí el entrenamiento es escribir cualquier cosa, todo es nutricio para la escritura.
APR: Claro. ¿Y qué lees?
KA: Leo infantil, leo novela, leo cuento, leo ensayo, leo mucho el periódico, leo Tuiter [X], las noticias, o sea mi gran fuente de inspiración son los titulares, Adriana.
APR: Mhm.
KA: Solo leo titulares porque hay titulares que son geniales. Mira, por ejemplo, este es horrible, pero es muy bueno: “Papá Noel tenía enterrados a sus propios hijos en el jardín”. Eso me inspiró Geografía en la oscuridad, como a alguien que le decimos Papá Noel y que trae la promesa del regalo de la Navidad sale disfrazado y agradece y disfraza de padre en su propia casa y mata a sus hijos. Pero no leo las noticias muchas veces. Otra vez leí un titular que era: “Enjambre diverso”. Dije, “acá tengo un título para algo. O sea, los titulares me fascinan porque hay que sintetizar muchísimo en muy poco.
APR: Claro, esto dialoga muchísimo con algo que has dicho que a ti te gusta escribir oraciones que te permiten imaginar. Y esa es una cosa que yo veo característica de tu obra son estas oraciones tan sucintas, tan compactas que además es interesante porque ven un párrafo tuyo, un párrafo tuyo puede tener, no sé, treinta oraciones en un párrafo más o menos corto no estos párrafos largos ¿no? Y por otro lado recurres a otros párrafos en donde no tienes punto y aparte no tienes ni siquiera un punto en seguido. O sea, el párrafo son comas y obviamente tiene muchísimas ideas y eso me parece fascinante. Muchas de estas cosas, obviamente, pues es esta idea también de que viene una imagen y eso se convierte en palabras, la imagen se convierte en palabras, las oraciones que te permiten imaginar. Cuéntanos un poco acerca de tus dinámicas de escritura. Ahora me estás diciéndome, “me inspiran los titulares”, qué otras cosas tomas en cuenta y evitas en el momento de escribir?
KA: A ver, empiezo por lo que evito y es la condescendencia. La condescendencia y el prejuicio, me interesa el trabajo sobre la dignidad y la piedad. Mi escritura con unos años se va tornando menos oscura y va hacia una escritura, me parece a mí si le puedo decir yo, un poco más luminosa, como si en mis propios procesos de duelo, ¿no? de mis padres, de algunos vínculos importantes, se hubieran transformado en una celebración de la vida, digamos. Entonces yo creo que hay ahorita la sensación, hay como una sensación mortífera que yo respiro entre Perú y Argentina, con estos gobiernos tan terribles. Entonces yo pienso sinceramente que mucho campo de acción no tengo. Que yo lo que puedo aportar al mundo es lo que puedo hacer con mi vecino, mi pareja, el perro, lo que hay al costado, ¿no? El movimiento amoroso, digamos, el movimiento del alma pero es pequeñito. Entonces mi entrega, lo que yo puedo hacer bien es aprovechar, poner a escribir y convertirlo en una ofrenda de amor a un mundo acotado. Es esto lo que yo puedo hacer. Entonces escribo donde sea. Puedo escribir en el café, en el tren, en el micro, en el avión, en el sentado, en el piso del mercado, o sea, realmente yo cuando vengo del periodismo tengo un entrenamiento para escribir con mucho ruido alrededor y abstraerme. Los audífonos que anulan el ruido yo no tengo porque yo anulo ruido en mis calles (laughs).
APR: Increíble, me gusta muchísimo tu frase, “evito la condescendencia y el prejuicio”, qué maravilla. Y por otro lado, qué motivado lo que estás diciendo, en verdad estamos tan impotentes ante el mundo que lo único que nos queda es, desde nuestra propia trinchera, hacer lo que se puede con los que están cercanos a nosotros. Maravilloso. Felicidades, Katya por ese espíritu. Y bueno, pues vayamos moviéndonos hacia tus libros. Empezando porque los títulos de los libros me encantan, así que bueno, déjame leer rápidamente algunos de ellos: Algo se nos ha escapado, Nunca sabré lo que entiendo, Geografía de la oscuridad, Otra cosa y tu último libro, Quiénes somos ahora. Interesante, interesante y por cierto, muchísimas felicidades por ser finalista en este Premio Ribera del Duero, que es un premio tan bueno, tan generoso, tan objetivo, tan bien planteado. Felicidades por estas finalistas en el 2024. De verdad que felicito mucho a Páginas de espuma que está dentro del comité, bueno, que es parte y obviamente los organizadores. ¿Cómo es que sale en tu cabeza, cómo va saliendo este libro, Aquí hay icebergs, que es un libro de cuentos publicado en 2019? Cuéntanos estos énfasis que tienes en la memoria, en el agua, en el lenguaje. Cuéntanos un poco más.
KA: Sí, perdón, es del 2017, sino que se publica después, se publica en Bolivia y después se publica en Escocia y Reino Unido en inglés con Charco Press. Sí, mira, yo pasaba por un proceso de duelo, mi padre había muerto hacía tres años y mi mamá acababa de morir. Entonces, yo me fui a Buenos Aires a estudiar esta maestría, escritora creativa de la UNTREF, de la Universidad Nacional del 3 de febrero, que dirige una poeta que a mí me quiere mucho, una amiga ahora, María Negroni. Entonces yo dije, “lo que tengo que hacer ahora es escribir. Y quizás escribiendo estando de duelo, me encuentro bien. Y lo tuve clarísimo. Me acuerdo que el día que conseguí departamento y pisé esa casa, antes que abrí la maleta y sacar mi pijama fue sacar la compu y mi cuaderno y ponerme a escribir en la mesa del comedor. A mí me encantaban de escribir en las mesas de comedor porque son las cocinas de la escritura. Entonces ahí me puse a escribir, uno a uno, uno a uno. Y luego, cuando ya me aburría, porque el espacio era bien chiquito, me iba a un café. Estuve como cinco mudanzas y siempre buscaban irme y me acuerdo que escribía de 12 a medio día a 12:00 de la noche. Bueno, me puse como horarios porque dije, “carajo, has venido a escribir y lo vas a hacer” (laughs). Entonces me puse así como un régimen de dieta de escritura y después caminaba, bueno, hacía mi terapia, visitaba a mis amigos, pero me dediqué mucho. Entonces, cuando lo terminé, la presenté como tesis y lo crecí y lo edité muchísimo para poder presentarlo a Random House en Perú y que lo publicaran allá como a los seis meses de mi vuelta.
APR: Qué maravilla y lo aceptaron. Es increíble. O sea, la verdad es que ha de haber sido un regalo para ellos como editores, un libro así. Qué bien, felicidades.
KA: Gracias.
APR: Pues verdad, esos cuantos recogen, bueno, ese momento histórico que tú estás leyendo, que yo siempre pienso en que no podemos aislar también el contexto y la vida de las escritoras en sus obras. Aunque muchas veces se salen de eso, obviamente no podemos generalizar, pero muchas de las historias en ese libro hacen mucho énfasis también en la relación entre lo que somos nosotros con lo que está afuera. Especialmente, no sé… por ejemplo, el agua, ¿no? Esta manera de lenguaje, como el lenguaje se materializa, cuéntanos un poco más acerca de estos cuentos que se van inspirando en ese momento histórico de tu vida.
KA: Sí, para mí no tiene mucho que ver con la teoría de la isla de Hemingway, sino que para mí el problema del agua siempre ha sido eso, un problema, ¿no? Perú es uno de los países con más recursos hídricos del mundo y sin embargo 8 millones de peruanos hasta hoy no tienen agua. ¿Cómo es eso posible? Entonces en mi propia casa recuerdo mucho que en el primer… mi primer piso había agua y en el segundo no. Entonces hay algo de esta… también le decimos como lo poco que llueve en Lima y luego teníamos las inundaciones del fenómeno de El Niño, también al norte del Perú, entonces pasamos de la sequía, al incendio, a la inundación. Eso es así en este país tan necrópolis que como es el mío, entonces pensé, “¿qué pasa con el agua?” El agua tiene esta cosa rara que adquiere la forma del espacio que lo contiene, ¿no? Entonces si el agua se te mete por la nariz en la piscina es un tubito. Si la pones en un vaso, en la forma del vaso, en una tapita, la tapita y fuera un reloj, es un reloj. Entonces, ¿qué pasa con el agua en todos sus estados. Tienes gaseoso, líquido, el hielo, pero el otro hielo peor, el permafrost, porque no entra nada. Entonces, al pensar en las diferentes… en los diferentes estados del agua tuvo un concepto para el libro. Porque los libros de cuentos siempre son un concepto, un mundo… no son hechos aislados, no? Entonces yo quería que todo el tiempo rumiara la cosa acuática en este libro que es como el elemento en el que siempre se encausan mis textos.
APR: Qué belleza, qué belleza, me encanta lo que dices. Qué brutal es tú que estás mencionando sobre Perú, no tener agua, o sea, de verdad eso nunca lo había pensado así. Yo he estado dos veces en Perú, es un país que me fascina y de verdad que es una pena ver a veces estas diferencias sociales tan fuertes cuando estás viajando en el interior del país. Obviamente Lima también tiene sus muchas caras, ¿no? pero de lo más, de lo más fuerte. Tu otro libro… otro de tus libros es Geografía de la oscuridad y gana el Premio Nacional de Literatura en Perú. Muchísimas, muchísimas felicidades. Acá entras a un tema enorme, la paternidad. Ahorita acabas de mencionarlo las relaciones familiares, pero lo haces desde un intimismo fuertísimo. Esta contundencia, esta intermitencia del lenguaje explora muchísimo de una manera muy vanguardia podría decir inclusive el lenguaje, ¿no? Más que contar, tener esta línea de un relato narrativo. Estás también apoyándote muchísimo en lo que el lenguaje puede hacer, ¿no? Cuéntanos sobre cómo sale Geografía de la oscuridad, ¿cuáles son los cuentos que más te gustan del libro?
KA: Bueno, para mí hay algo que el lenguaje pueda hacer y es callarse la boca (se ríe). Yo soy muy parlanchina, chismosa, conversadora, curiosa; lo que más me gusta en la vida es conversar, escuchar, hablar. Pero cuando escribo es como si hubiera una yo prudente que no existe en otro ámbito de la vida. Tengo una prudencia que digo, “¿quién es esa señora vieja, un poco más sabia que se calla la boca?” Entonces mi escritura es muy elíptica porque yo necesito que el otro piense y complete conmigo; no por mí, sino conmigo. Así como no todo el mundo podía entrar al inglés de mi padre, de la taquigrafía de mi madre, no todo el mundo puede entrar a un texto, querer que todo el mundo quiera tu texto es irreal. Entonces yo tomé una defensa de mi estilo, cabal de principio a fin en ese texto. Después dije: “bueno, ya estuvo bueno, probaste algo para ti, un estilo, ahora deja entrar”. Entonces todas mis escrituras siguientes son mucho menos elípticas, pero ahí en Geografía de la oscuridad mi técnica es la elipsis, la enumeración y el fragmento y el corazón.. Y el corazón, creo yo, porque técnica sin corazón es cirugía cardíaca (laughs).
APR: Qué belleza. Claro que sí, la elipsis siempre te potencializa mucho, ¿no? Y como estás diciendo, dejas al lector que complete la idea. Me puedo imaginar perfectamente a Sonia Kristoff a diciéndote eso, ahora que la entrevista y la conocí al gusto. Además de desayunar con ella cuando estuve en Buenos Aires. Qué interesante ella como escritora también y qué maravilla que tengan estas relaciones y estas amistades de verdad, cómo se disfruta ese ambiente literario con todas estas amistades maravilloso. De los cuentos que tienes en este libro, a mí el que más me gusta es “Una lengua extranjera.” Y bueno, veo que no me has contestado esa pregunta si tienes un cuento que más te gusta, pero te confieso que ese es el que a mí más me gusta, ¿tú tienes alguno favorito?
KA: Ay, sí, me olvidé perdón. Mira, a mí los que más me gustan suelen ser los más breves, el que… esta “Una lengua extranjera”, “Los animales”, “En los cuerpos de mis hijos”, “Lagartijas”, o sea, los chiquititos que alguien podría decir, “pero esto no es cuento”, esos. Que se mueven difusos entre una cosa y otra, diríamos. Y yo sé que son (laughs).
APR: Sí, sí. Es bellísimo el de “Una lengua extranjera” de verdad. Y bueno, hablando de “Lagartijas”, ¿te parece Katya si leemos un fragmento de “Lagartija”
KA: Sí, cómo no.
[Un extracto de “Lagartijas” de la colección Geografía de la oscuridad (Páginas de Espuma, 2021) ]
APR: Qué interesante esta parte que está en el cuento, “Lagartijas”. Que bueno decimos otra vez ya no sabemos si es un cuento o no, y creo que coincido contigo en alguna declaración que has hecho que es tan difícil ahora poder hacer estas divisiones tan estrictas que se hacen a veces por género. Pero bueno, me gustaría hacer dos comentarios y dos preguntas acerca de esto. Primero por la cuestión de forma y después irnos, por supuesto, a la cuestión de fondo, si uno ve el cuento impreso, empieza:
“Este niño no sabe,
yo no tenía cómo saberlo,”
Y después abajo viene todo este párrafo en donde todas son comas, no hay un solo punto y de hecho el párrafo termina en otra coma. Eso me parece muy interesante porque quienes están escuchando podrán ver cuántas ideas están condensadas en esta narración tan fuerte, tan poderosa, que es a través de esto lo que son sustantivos, lo que son verbos, pero si principalmente sustantivos y las acciones de lo que está sucediendo. Cuéntanos acerca de esto para hablar un poquito sobre la forma.
KA: Mira, es que no lo puedo separar del contenido en el sentido en que el horror es un vórtice, ¿no? Y te chupa hacia abajo y te deja hondo, bajo tierra o bajo algo. Y a veces tenemos la suerte que el mismo vórtice nos expele, nos ocupa, pero no siempre ocurre. Entonces para poder escribir eso, que hace mención enumerativa, pero uno está en colisión, o sea, el texto, la oración que sí está en colisión con el anterior. Y eso crea un efecto de piedra lanzada sobre el cuerpo. De hecho, una amiga me dijo que su mamá lo había leído y le había dicho, “no lo puede soportar porque así ha sido mi vida.” Entonces ahí para mí tenían que ser comma, comma, comma, y probar mucho el ritmo. Entonces, ahora lo que lo has releído en voz alta, de nuevo no le cambiaría nada, no le cambiaría nada porque lo escuché ochenta veces antes de ponerlo.
APR: Claro, claro. Y termina uno agotado en la lectura, termina uno agotado. Cuando yo me enfrento párrafos así, los veo en voz alta porque sé que hay esa intención, es una intención además sonora, en donde al final terminas extenuado. Fantástico, me parece brillante la manera que lo pones y logras muy bien lo que estás buscando. Y bueno, pues Katya, tienes un nuevo libro, ¿Quiénes somos ahora? Qué gusto, ¿verdad?
KA: Pues sí.
APR: Es un libro, además, que habla pues del padre, nuevamente, de la muerte, la madre de alguna manera también, ¿no? Pero cambias un poco con tus libros previos. ¿Qué significa para ti escribir, ¿Quiénes somos ahora?
KA: Fue, en términos de escritura para mí, como una celebración de la vida que me… de la única vida que me han sido dada, porque hubo muchos instantes de gracias a la escritura de ese libro, como conocer una veterinaria que fue muy amorosa mientras fallecía mi perrita, que me dijo que mi hijo la voy a poner en la posición en que nació, entonces ella después, me llega a decir mucho tiempo después de publicar el libro, que ella siempre pone a las mascotas muertas o recién sacrificadas en la posición que nacieron, pero nunca lo dice a sus dueños. Entonces yo le pregunté, “¿Por qué me lo dijiste a mí? Me dijo, “Porque yo creí que tú ibas a entender.” Y ha ido a la presentación, es muy lindo y han usado el libro, me parece, para cursos de tanatología de mascotas…
APR: Guah.
KA: …cómo acompañar a los dueños de mascotas a despedirlas. Entonces en Argentina ha sido esto por supuesto donde esos pensamientos están de piedad, a veces están mucho más avanzados que en otros lados, ¿no? Entonces, para mí ese libro es un cambio en mi escritura porque salí de la zona oscura, es mucho más luminoso. Es fragmentario, pero mucho menos elíptico y pasa, por ejemplo, que en Perú quizás hay gente que dice, “Pero los capítulos…” Porque venimos de escrituras capitulares, pero hay que recordar que tuvimos La casa de cartón de Martín Adán y que lo que presenta es ese episodio, ¿no? Entonces, a mí la escritura episódica me interesa. Entonces fue un gran amigo mío y escritor, Iván Thays, que conoce mi escritura desde que empecé a los veintitantos, que me dijo: “¡Ajá! Tú has hecho episodios, no capítulos.” Martín Adán, leo exactamente La casa de cartón, es uno de mis libros favoritos: “Ya ha principiado el invierno en Barranco…cómo podemos ir al colegio teniendo un malecón con mar debajo.” Entonces todo ese libro vuelve en el mar todo el tiempo, ¿no? Y es un homenaje muy explícito, según yo, al Martín Adán también.
APR: Sí, qué lindo. Fíjate qué libro ese lo tengo, aunque los otros los tengo impresos, ese lo tengo un Kindle y me parece muy interesante porque a veces el Kindle cambia tanto el formato. Obviamente si pones la letra más grande o más chico varias columnas va cambiando, entonces siempre trato de ponerlo en el original. Y sí noto exactamente esa cuestión episódica que hay algunos que son tan cortos y de repente bueno, hay unos mucho más largos. Y ahorita cuando lo leí me pareció increíble porque estaba yo editando al mismo tiempo y trabajando a Paula Pérez Alonso y su libro, Kaidu. Entonces me gusta cuando hago estas cosas paralelas porque empiezan muchos referentes y empiezan unos diálogos maravillosos. Y bueno, me puse a pensar, ¿qué le hace a un escritor confesarle su amor a un perro en un libro? El perro es la manera de hablar de estos grandes temas como la pérdida, la alegría o el dolor, pero de alguna manera, como tú dices, con los perros sólo hay recuerdos felices dices en tu libro ¿no? qué interesante.
KA: Sí, en esa época yo estaba leyendo Mi perro Tulip, de Ackerley, que es una obra, muy amorosa, una mascota que ha que ha vivido 16 años, años que el tiempo que la mía no había vivido. Y además acompañándome al menos duelos, en los desamores, en las mudanzas. Entonces más bien es esta perrita la que me confesó su amor a mí, ¿no? este amor incondicional. Dormíamos abrazadas, una con la otra, ella ponía su cabeza en mis axila y se quedaba ahí dormido, a veces en medio de un mal olor, quiero decir, no, no había rechazo. Ya después de publicar el libro, leí que las mujeres solteras duermen mejor cuando duermen con sus mascotas en la cama, con sus perros (laughs). Puedes creer que había uno de estos rarísimos estudios y yo no tengo sospechas ni dudas de que así sea, ¿no? Entonces para mí el vínculo con los animales es muy importante. Lo ejercito mucho en el taller, pero les hago acordar que basta con los vertebrados, basta con los mamíferos, escribamos de insectos… hoy vamos a escribir de insectos, ¿no? de un vertedero de hongos de plantas, para que nuestra escritura no estemos en la cúspide del reino, sino seamos una parte más de la cadena alimenticia, ¿no? Entonces yo en mis textos trato de recordar siempre las otras vidas, a veces muy minuciosas y pequeñitas, con las que convivimos.
APR: Claro, claro, pues genial. Fíjate que uno de mis hijos, el menor de los varones, y su esposa, nos han enseñado, por lo menos a mí, con su gran amor que tienen por sus perros y lo mucho que han hecho como compañeros de perros. Nos han enseñado tanto a amarlos y como dejan ese espacio cuando se van. Y ahorita qué dices cómo ellos te enseñan a ti… Yo recuerdo cuando uno de los cuatro que ellos han tenido pues por más tiempo falleció, una hembra. Fue tan devastador, o sea, la partida de corazón…
KA: Sí, sí.
APR: …Nos impactó a toda la familia. Fue de verdad, de verdad, muy emotivo. Así que bueno, me hace tanta resonancia lo que dices. Y por otro lado, algo que me parece interesantísimo, en el libro dices: “En dos libros anteriores maté a mis padres de la misma manera en que luego fallecieron.” Cuéntanos, ¿Por qué?
KA: Sí, OK. Porque yo tuve padres muy, muy fumadores. Entonces para mí era obvio el daño que el cigarro y el exceso de cigarros hacía sobre los nervios. Entonces, yo siempre era consciente de que cada año de su vejez era un tiempo extra. De hecho mi papá me decía, “Estoy viviendo un tiempo extra, todos mis hermanos, casi ninguno llegó a los 70.” Y él tenía once o doce, ni sé bien porque no los llegué a conocer, pues porque murieron casi todos, todos. Venían entonces con mi madre también estos cuerpos ultra fumadores se van arrugando hacia adentro, son como estrellas, no explosionan, sino que implosian. Y yo lo puse, quizás para exorcizarme de sus inevitables muertes, yo puse: “Este verano a mi padre, no sé… que después de este verano mi padre va a morir.” Y fue así. Mi papá, que era un nadador loco, brutal, amenazante mi papá, había perdido a su mamá ahogada, luego de rescatar dos niños en la orilla…
APR: Guau.
AP: Y de repente, siempre tenía una relación con el mar, así como, “de acá me sacan resucitado,” él nunca lo decía, pero era así. Papá se metía al fondo, nos instó a nadar, a nadar bien. Pero ese verano, especialmente en nuestra playa favorita, a la que llevamos todos los domingos de todo el verano con nuestros perros, mi papá se cae en la orilla. Cae de rodillas y sus puchos se la paga en la cresta de la ola. Y la hizo que cuando yo lo he recogido en suelo a él, ahí supe mi papá se va a morir y fue ese mismo año. Fue ese mismo año y aún no estaba enfermo. Pero no es de bruja ni de nada ni de nada esotérico, es la constatación realista de la carencia..
APR: Sí, qué fuerte, qué visual lo que acabas de decir y a la vez amoroso. Ese presentimiento también de saber que lo que va a pasar y qué relación de tu padre con el agua, qué increíble. Y además, siendo fumador, ser nadador es complicado; el pulmón hace un esfuerzo distinto, ¿no? para los que fuman de esa manera cuando tienen que nadar, y sin embargo, una natación te da ese ritmo tan maravilloso. A mí me fascina nadar, soy nadadora y una de las cosas que me parece fantástico es como una vez que tienes el ritmo, puedes nadar horas, o sea, mientras no hagas tonterías, ¿verdad?
KA: Sí, sí.
APR: Y bueno, viene otro libro, Nunca sabré lo que entiendo. Cuéntanos primero acerca del título y de la manera en la que tú seleccionas tus títulos en general. Y bueno, este es un libro casi poético, podría yo decir, de nuevo esa voz pausada obviamente es de un libro anterior. Aquí ya estamos comentando quiénes somos ahora, que ya comentamos, pero acá además estás hablando también como de una manera muy personal. Hablas de la separación, hablas de la incapacidad de la maternidad, del problema de unir a las parejas o de unirse a las parejas cuando no se puede tener hijos y a la vez, como el amor siempre está ahí presente. Cuéntanos, cuéntanos de Nunca sabré lo que entiendo.
KA: Ese libro es de 2014 y se reedita en 2018. Entonces es anterior al Aquí hay icebergs, pero es el que anuncian mi escritura futura. Es el que anuncia mi técnica, el fragmento, el elipsis no es nada autobiográfico, nunca he hecho un recorrido así en tren, no sé a dónde va esta chica, llegaste al Sudeste asiático, pero no tengo idea. O sea, le escribí en muy poco tiempo, apenas me habían operado del cuello, muy drogada de lo que me daban para el dolor de cuello. Entonces fue un libro que yo me tuve que sacar de encima con dolor físico, quiero decir. Le tengo mucho cariño porque lo siento como una cosa desagrega entre mi yo anterior y la siguiente que soy o que fui. Y también es una escritura anterior, o sea, yo lo leo y ya lo veo muy ajeno a quien soy y cómo escribo ahora, pero le tengo profundo cariño porque es la cocina de la escritura, ¿no?
APR: Claro, Fíjate que por eso es tan, pero tan importante, en Hablemos escritoras, hacer estas revisiones panorámicas, esta curaduría literaria en la obra acompañando en la conversación a la escritora a lo largo de muchos libros, de muchos momentos, porque nos parece completamente injusto que una escritora se quede con una etiqueta y con la idea de lo que es, según el lector, de acuerdo a un solo libro y no hubiese todo este cambio. Es fascinante que nos cuentes algo así. Y bueno, me imagino que para ustedes saben como escritoras, pues es ustedes mismas van evolucionando a lo largo de sus libros, ¿no?
KA: Sí, lo que pasa es que a menos que no aprendamos nada, o sea, la escritura solo puede ir a mejor, digo, si envejecemos con dignidad, con asombro todavía ante la vida, preparándonos para la buena muerte, la buena vida para la buena muerte, como diría Elizabeth Kubler-Ross, mi escritura solo puede mejor. O sea, a menos que te vuelvas un bicho, digamos, bicho de mala persona, como se dice en Argentina, yo creo que la escritura solo va para mejor. Has vivido más, has perdido más, has reído más, te has mudado más, se te ha muerto más gente, tú has estado a punto de morir, o sea, libro a libro, tu escritura solo puede ser mejor. Hay casos por supuesto de escritoras que involucran y bueno, ahí tu editor debería decirte, “por favor, no lo publiques, es un traspié, este libro no el siguiente, haz el próximo, ¿no? Como aconsejaba con tanto cariño Italo Calvino en sus cartas a sus autores. Yo no creo que haya que publicar todo, yo solo quiero publicar lo que considero en sí me dice claramente, hay una evolución respecto a tu libro anterior.
APR: Qué increíble, qué maravilloso, qué interesante. Fíjate que muy pronto estamos invitados, bueno, nos invitan en Hablemos, escritoras a esta rueda de prensa que va a hacer Penguin Random House en honor a un libro, una novela inédita de Gabriel García Márquez, En agosto nos vemos. Y me parece muy interesante leer ahora este libro, es realmente la expectativa de este evento porque va a ser muy interesante, esta novela se quedó ahí cuando él estaba todavía escribiendo y de ahora va a salir a la luz, muy interesante. Bueno, Katya, pues entonces estamos de manteles largos con este premio, siendo finalista del Premio Ribera del Duero 2024, con tu novela Un nombre para tu isla. ¿Qué significa esta distinción para ti? Bueno, has recibido otros premios, pero cuéntanos sobre esto ¿Cómo impactan estos premios una carrera como la tuya?
KA: Mira, para mí ya ser finalista es un montón. Yo me siento muy agradecido, además rodeada de otras escritoras que admiro, cuya escritura me gusta, no incluso Magalí y Fernanda, yo soy la amiga de ambas, entonces fue como, “¡Ayy chicas, qué alegría con ustedes!” Entonces esa alegría y también para mí es como hay que seguir, no pasa nada. ¿Sabes? No pasa nada. Tengo que seguir y estoy pensando en el siguiente libro. Yo me reconozco escritora. Yo me reconozco, sé que esto es algo que amo. Entonces, con esa pasión yo sigo adelante, premio o no. Claro que es un aliciente enorme, a dos años de tu escritura, a dos años con madrugada, con domingo sin familia, con no salir, a veces sí, entonces es como un cariñito, un cariñito al alma. Pero yo tenía una sensación de que iba por buen camino, igual, quiero decir, en el sentido en que yo tengo que escribir, mi buen camino es escribir, premio no premio. Se me reconozco o no, mi premio es escribir.
APR: Eso, claro. Déjame mencionar los nombres de las finalistas que te acompañan en esta distinción tan buena. Obviamente estás tú con Un nombre para tu isla. Después está Dahlia De La Cerda con Medea me ayudó a abortar, Magalí Etchebarne con La madre,el trabajo, la muerte,el amor. Nuria Labari con No se van a ordenar solo las cosas, que título, y Fernanda Trías con Una mujer de su época, pues qué maravilla. De verdad que es increíble lo que pueden hacer estos premios, pero además van creando esa comunidad también, muy interesante. Y bueno, para cerrar la conversación, cuéntanos Katya, ¿en qué estás trabajando ahora? ¿Que viene?
KA: Bueno, ahora estoy pensando en un libro infantil que sería el quinto como transición entre lo siguiente que quiero escribir, que aún no sé, pero me parece a mí que quizás sean unos cuentos también. Entonces aún no sé, pero en infantil es como mi alegría, mi esfuerzo, mi premio también después de un texto adulto. Es donde voy a divertirme mucho, a pensar mucho y este que estoy pensando ahorita es así, muy luminoso, muy tierno. Entonces digo, “Ah, se me fue mi etapa negra y estoy entrando a una etapa más azul.”
APR: Qué lindo, qué lindo. Pues felicidades. Gracias por esta conversación tan hermosa y felicidades por tu obra. Bueno, esperaremos, estaremos muy pendientes de qué más viene de Katya Adaui. Muchísimas gracias, Katya por estar con Hablemos, escritoras el día de hoy.
KA: A ti, Adriana, un gusto enorme hablar con alguien tan informado y tan alegre como tú. Y larguísima vida a Hablemos, escritoras y gracias por apoyarnos cada día en nuestro trabajo.
AP: Al contrario, pues un abrazo grande en nombre de todo el equipo, hasta luego.
KA: Hasta luego.
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APR: Qué privilegio más grande haber conversado el día de hoy con Katya Adaui. Yo soy Adriana Pacheco y todos nosotros somos Hablamos, escritoras. Estamos dedicados en cuerpo y alma a difundir la obra de escritoras contemporáneas y de todos los tiempos. No se pierdan leer la obra de Katya, el mejor homenaje que le podemos hacer a nuestras escritoras es leerlas. En nombre del todo el equipo, los estamos esperando en nuestro próximo episodio. Hasta la próxima.