Hablemos, escritoras. Switch to our version in English

Raquel Abend van Dalen.

Episodio 142 Acercándonos a escritoras

07/28/2020 · Adriana Pacheco

En la labor de la escritura hay que estar regenerándose todo el tiempo"

Adriana Pacheco: Bienvenidos a un episodio más de Hablemos, escritoras podcast, en donde nos acercamos a la obra de escritoras, traductoras, críticas, editoriales y revistas contemporáneas. Síguenos cada semana en todas las plataformas de audio y no olviden visitar nuestra página web porque somos mucho más que un podcast, somos un concepto, somos curadores literarios. En la labor por hacer visible el talento de escritoras contemporáneas invitamos el día de hoy a Raquel Abend van Dalen, nacida el 7 de febrero, 1989 en Caracas, Venezuela y radicada en los Estados Unidos. Bienvenidos, yo soy Adriana Pacheco.

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APR: Escritora y ahora parte del programa del doctorado en Escritura Creativa en la Universidad de Houston, Raquel Abend van Dalen ha aceptado nuestra invitación a pesar de que el coronavirus trastornó su vida. Normalmente vive en Houston y ahora está en Venezuela. Lo cual también es bueno es la manera de demostrar como el micrófono de Hablemos, escritoras puede llegar a donde sea. 

Bienvenida Raquel, qué gusto, mil gracias por aceptar la invitación de sumarte a Hablemos, escritoras podcast.

Raquel Abend van Dalen: Hola Adriana, muchas gracias a ti por la invitación. Pues sí, me vine de vacaciones a Venezuela por fin, después de no haber podido regresar por seis años por falta de pasaporte, porque han cerrado los consulados de Venezuela en Estados Unidos por un tiempo y fue muy complicado hacer los trámites. Por fin vine a visitar a mi familia y me quedé atrapada y llevo aquí ya más de cuatro meses y bueno, desde acá he tenido que seguir trabajando, seguir dando clases y bueno, al final ha sido beneficioso de muchas formas.

APR: Claro que sí. Todas las caras, todos los matices de lo que está pasando con la pandemia y por otro lado, terrible la situación de no poder viajar a tu país durante tantos años. Lo lamento muchísimo. Pero platícanos, Raquel, tú normalmente estás viviendo en Houston según lo que entiendo y estás en un programa de doctorado magnífico, dirigido por Cristina Rivera Garza en la Universidad de Houston. ¿Es cierto?

RA: Sí, exacto. Llevo ya dos años cursando el doctorado. Como dijiste es un doctorado en escritura creativa, cosa que es excepcional. Es una maravilla porque cuando terminé mi maestría en el 2014 en escritura creativa, la mayoría de mis compañeros entraron directamente a los doctorados en estudios hispanos o estudios del Caribe, estudios literarios. Y yo no lo hice porque la mayoría de las personas me decía, cuando apliques no digas que eres escritora, no les gusta eso, menos todavía digas que eres poeta, no digas que fuiste periodista, o sea, es como que todo el tiempo me censuraba. Y yo decía, ese debe ser espantoso, o sea, al menos para mí no hubiera funcionado porque no hubiera sido capaz de censurarme de esa forma. Cuando descubrí que existía un doctorado en escritura creativa, donde se da la misma prioridad a lo creativo como a lo académico, yo dije, ya esto es perfecto, esta es la solución y pues definitivamente ha sido increíble, ha sido maravilloso para mí. 

APR: Qué maravilla que lo lograste, pero si no decías tantas cosas, pues ya no eras nada, ya habías perdido toda tu esencia si tenías tantos candados de cosas que no podías decir de lo que haces, porque tu vida es escribir y eso es magnífico. Platícanos un poco. ¿Cómo llegas a la literatura, Raquel?

RA: Mira, te confieso que cada vez que me hacen esa pregunta respondo algo diferente. Creo que ya tengo muchas versiones de cómo llegué a la literatura, creo que es que pasaron muchas cosas. Pero creo que una de las esenciales es que mi abuelo materno era un librero holandés que llegó a Venezuela en los años 50. Montó una librería en Caracas llamada las Mercedes. Entonces, desde muy chiquita siempre estuve rodeada de cuentos, de libros, incluso de papelería. Había una sección de bolígrafos, papeles, cuadernos, que eso también de alguna forma lo da como materialidad a la escritura. Había mucha magia en mi casa, mucha fantasía. Para mí estar en un ambiente así fue esencial. Por otro lado, sí es cierto que desde muy joven me tomé la literatura como un trabajo muy serio, como un trabajo, además muy concreto, porque mis padres, ambos son artistas de profesión. Ellos siempre se han tomado el arte de una forma muy rigurosa, muy disciplinada, no hay un día que ellos no estén trabajando y de la misma forma creo que yo me tomé la literatura. Cuando digo que el arte en mi casa era muy concreto y material, me refiero a que con el arte se pagaron los aparatos de mis dientes, mi colegio, la electricidad de la casa. No era una cosa abstracta o idealizada. Más allá del arte que uno encuentra en museos, era una cosa casi que las monedas con lo que hemos estado viviendo. Entonces eso también me dio a mí una perspectiva de la literatura como muy, muy laboral.

APR: Qué bien, qué maravilla tener esa alimentación al espíritu desde tus padres mismos y sobre todo lo riguroso. Me imagino que eso ayudó mucho a tu entrada también al doctorado. Precisamente iba mi pregunta, ¿Cómo crees tú que el estudio de la crítica literaria contribuye o no al trabajo de una escritora?

RA: Mira, antes de empezar el doctorado te hubiera dicho que no contribuía en nada porque no tenía idea. Pero ahora yo me doy cuenta de que para mí ha sido fundamental. Ser capaz de leer críticamente, de establecer y pensar vínculos entre textos literarios y teóricos, la verdad es que ha hecho que mi propio trabajo de escritura sea mucho más interesante, incluso para mí misma. Yo de alguna forma, siento que la labor de la escritura hay que estar regenerando todo el tiempo y la perspectiva desde la crítica, desde lo teórico, abrió todo un nuevo mundo para mí, que hizo que ya yo no pudiera ver la literatura de la misma forma. Creo que eso es esencial, y la sorprenderse es esencial, descubrir es esencial. Entonces creo que en ese sentido ha sido muy positivo y creo que es muy necesario.

APR: Claro que sí y además con Cristina Rivera Garza ahí al frente del programa y con todo el material que están teniendo los escritores invitados que van magnífico. 

RA:  Sí, el programa es magnífico, no solamente con Cristina, que obviamente es una escritora y académica maravillosa, sino que además se ha encargado de hacer una curaduría muy especial, trayendo a escritoras y escritores de distintas partes de Latinoamérica, incluso de Estados Unidos. Ha sido un intercambio muy fascinante entre nosotros y las personas que vienen.

APR:  Claro que sí. Yo tuve la suerte de estar invitada para hablar del libro, Romper con la palabra hace unos años y lo noté además el ambiente entre ustedes como estudiantes también muy enriquecedor. Raquel, ahorita que estás en Venezuela lo estás recuperando esa visión de una Venezuela que dejaste hace seis años. ¿Cómo ves los retos a los que se enfrenta una escritora venezolana viviendo en la diáspora en los Estados Unidos? ¿Y ahorita que estás teniendo esta, te estás refrescando cómo estás viendo las cosas?

RA: En mi caso me tocó irme a Estados Unidos a los 22 años y al año siguiente salió mi primer poemario en Bogotá, y después seguí publicando con editoriales que sacan libros en español en Estados Unidos, como Sudaquia y Suburbano. Entonces en general mis libros han salido fuera de Venezuela, incluso Cuarto azul, que salió con una editorial venezolana, Kalathos fue publicado en Madrid. Entonces esto ha hecho que de alguna forma yo me mantenga muy poco leída en mi propio país. Lo que de alguna forma es un poco doloroso para mí, porque uno, obviamente, quiere ser leído en su propia casa. Pero es porque me he mantenido ocupada con los círculos de los que me veo rodeada en Estados Unidos. Ahora volviendo a Venezuela, que además no es la misma que yo vi hace seis años, porque definitivamente la situación aquí cada día es mucho más deteriorada que horas antes, o sea, aquí el deterioro es una velocidad abismal. Es impresionante como en estos cuatro meses me he actualizado rápidamente con lo que está pasando a nivel editorial, lo que lo que estoy viendo es que se está publicando muchísimo, se están haciendo publicaciones gratis en Internet, PDFS, hay varios editoriales proponiendo libros de esa forma. ¿Por qué? Porque el cambio del dólar al Bolívar es alucinante. Cuando yo llegué hace cuatro meses, un dólar eran 70.000 bolívares. Ahora un dólar está, creo que, por 240.000 bolívares, es decir 70.000 y ahora 240.000. Entonces nadie tiene esa cantidad de bolívares en la cartera, lo que está haciendo que el país esté completamente dolarizado. Cuando tú vas a una librería, tú no compras un libro en Bolívares, cuesta 15 dólares, lo que costaría en Houston, pero nadie gana dólares en Venezuela. Entonces hay un asunto muy disparatado, como puedes ver, que hace que muy pocas personas realmente puedan adquirir libros. Hablé justamente con uno de los libreros recientemente y me dijo que lo único que había vendido durante la cuarentena eran libros de cocina, entonces por esa misma razón, es que yo decidí publicar mi libro de cuentos La señora Varsovia gratis por un mes. Ya ahorita se puede adquirir por Amazon en tapa blanda, Kindle todo eso, pero me dio una pena terrible darme cuenta de que en general los lectores venezolanos que consumen libros, que les gusta leer no pueden comprar libros. Entonces es una situación muy dolorosa, pero aun así tú ves que hay publicación, que hay mucho apoyo, que hay propuestas nuevas, hay concursos para escritores jóvenes, hay concursos para escritores ya de trayectoria. Es decir, pareciera que igual el mundo literario venezolano no se rinde. Por ejemplo, todavía existen editoriales como Eclepsidra que llevan más de 30 años funcionando y que siguen luchando por publicar autores. Entonces, bueno, digamos que entre el estar en el extranjero y que la situación de mi país es ha sido complicada, pues es un poco difícil llegar a los lectores.

APR: Qué interesante lo que acabas de decir, por un lado, triste y por otro lado, pues ahora de la entereza de los que están atrás de lo que es la industria editorial y apoyando el trabajo de las escritoras y de los escritores. Hablando precisamente de los libros, déjame mencionar algunos de tus títulos. Tienes Andor, publicado originalmente en 2013 por Bid & Co. y después con una reedición en Suburbano en Miami. Tienes otro libro, Sobre las fábricas con Sudaquia editores, salido en 2014, y Cuarto Azúl, publicado por Kalathos en 2017. También hay Una trinitaria encendida con Sudaquia, 2018. Tienes un título que se me hace de lo más interesante, La beata de las locas con Entropía ediciones, 2019, y ahora lo que nos acabas de platicar La señora Varsovia, que es un libro de cuentos del que platicaremos ahorita, esa la pusiste de manera pública en este año del 2020. Pues platícanos, tú haces un cambio de la poesía a la narrativa, ¿cómo es qué se da esto?

RA: Bueno, desde el principio creo que estuve manejando ambos géneros porque eran cosas muy diferentes. De alguna forma para mí la narrativa me da un espacio para la ficción, y la poesía me da un espacio para lo real. Yo sé que, por ejemplo, muchos escritores tienen diarios, donde escriben su cotidianidad, registran, piensan, y yo diría que para mí la poesía es un espacio para pensar, para entender, para registrar, incluso para mirar con distancia todo lo que me ocurre con humor, ironía, incluso a veces los poemas que pueden sonar más dramáticos los he digerido muchísimo antes de hacerlos públicos. Entonces es una relación muy diferente, y en la poesía en general, la mía es bastante autobiográfica, aunque yo no sea el personaje, no es una poesía del yo, yo, yo, pero sí utilizo mucho mi propia vida. En cambio, en la ficción que escribo, como bien leíste en La señora Varsovia o Cuarto Azúl, utilizo más las historias de los demás. Entonces, me gusta manejarme en ambos registros, con lo que cada espacio me puede dar y con lo que puedo aprender con cada género.

APR: Me gusta esa diferencia que haces y cómo estás relacionando la narrativa con un espacio para la ficción, la poesía, un espacio para lo real. Me gusta mucho como lo separos. De este libro, Cuarto, azul, la premisa es muy interesante y la conformación de los personajes como van dialogando con una historia personal. Y déjame recoger las palabras de Gisela Kozak, me gustó muchísimo lo que puso en Literal Magazine y dice ella, “esta falta de asidero en la nación, la religión, los afectos y la tradición es compensada por la conciencia plena del desarraigo como condición de vida. Es compensada por la conciencia plena del desarraigo como condición de vida.” ¿Te parece si leemos un fragmento de este libro para que me hables precisamente de esta conciencia plena del desarraigo que coincido con Gisela, se nota en el libro?

RA: Sí, Claro, voy a leer un fragmento.

Respondió la dirección que indicaba el sobre, Calle Growska[AB1] , número cuatro, Jaroslaw, Polonia, 37 500. Le pedí que me diera un par de semanas para prepararme. Viajaría el 7 de octubre para encontrarnos y me quedaría en el hotel que recomendó en su carta, lugar donde él también se hospedaría. Una semana antes del viaje, amanecí con gripe y con terror de volar. Los aviones me llegaron a gustar en algún momento, pero casi inmediatamente después comenzaron a horrorizarme. No por las alturas, sino por tener que permanecer encerrado tanto tiempo suspendida en una caja aérea. Por suerte, mi estilo de vida nunca requirió que volara a menudo. Las hermanas me encomendaron en los rosarios de la tarde para que se fuera la gripe por la serenidad y el juicio. Funcionó. La tos, se me curó 3 días antes del viaje y durante casi todo el vuelo permanecí dormida, obligatoriamente sedada. Esta pastillita va a ser milagros, me dijo la hermana Marian. Quién sabe de dónde la sacó. Las monjas suelen conseguir lo que quieren.

APR: Qué interesante tu lectura. ¿De dónde viene este libro, Raquel, y por qué usas a una monja como protagonista?

RA: Bueno, mi tesis de periodista, cuando me gradué de comunicadora social fue una crónica literaria basada en la infancia de mi papá, que es polaco, y toda la trayectoria que hizo mi padre con sus padres desde que fueron expulsados de Polonia y fueron metidos en un vagón hasta Siberia, su vida en Siberia y luego cómo huyen a Alemania y cómo por cosas de la vida, azares, milagros, llegan a Venezuela. Esta historia yo estuve escuchando cuentos desmembrados a lo largo de mi vida sobre mi papá, que él a veces daba como anécdotas, pero nunca había escuchado una historia cronológica, hasta que por fin me atreví a entrevistarlo, escribía esa crónica y muchos años después la utilicé para escribir el pasado de mi personaje, que es Zofianka KieślowskiEntonces, mi familia paterna es judía, pero mi madre es católica, y por lo tanto yo fui criada como católica y además estudié en un colegio de monjas. Entonces, digamos que uno de mis ideales femeninos iniciales en mi vida fueron las monjas. Supongo que de alguna forma eso se cruzó, esa formación católica con la influencia del judaísmo, porque, por un lado, yo iba a misa los domingos con mi mamá, pero también iba a la sinagoga y celebraba con mi papá Rosh Hashanah, Yom Kippur, Janucá. Entonces siempre hubo como ese cruce de religiones y eso es que ocurre con Zofianka.

APR: Qué interesante. Claro toda esta cuestión se ve en el libro, del exilio, de la migración. La idea de la monja, no nada más como quien representa a la religión, sino como quien está formando. ¿Cómo sientes tú que el cambio de idioma, el manejo de tiempo que estás haciendo en el libro, muy interesante para marcar presente y pasado, te da las herramientas para hablar de estos temas?

RA: Bueno, yo siento que de alguna forma el cambio de tiempos podía crear como una especie de división en lo que en el personaje fue un antes y después. En el pasado es esta joven judía tratando de sobrevivir y una mujer que lo pierde además todo, ella va perdiendo todo a lo largo del libro. Pero luego pareciera que a partir de esta división ya en el presente podemos ver a una mujer vieja, madura, que además es muy atípica, con respecto a la Concepción que uno tiene de una monja, a los prejuicios que existen alrededor de las monjas, que son millones. Entonces es curioso porque quise describir a una mujer que por encima de monja o de judía, era una tipa increíble, fuerte, que se agarra de sobrevivir. Y es que al final, en el libro yo siento que la religión es solo una herramienta para poder lidiar con la muerte, y al final mucha gente por eso termina, obviamente creyendo en una religión, porque da respuestas a preguntas que son muy complicadas, que son quizás irresponsables.  Entonces me gustaba la idea de ese casi travestismo religioso no que hace que hace Zofianka en donde se quita el hábito de sobreviviente para ponerse un hábito de monja y poder lidiar con una nueva realidad neoyorquina que es la que le toca a ella, además por accidente, porque ella va en búsqueda de algo que después termina siendo completamente opuesto a lo que ella quería encontrar, que no lo voy a decir por si alguien quiere leer el libro. Pero para mí era importante que hubiera ese antes y después y lo hice con los tiempos. 

APR: Sí, y de manera magistral. Después de este libro viene otro magnífico también, Andor que fue publicado originalmente por Bid & Co. Ahora sale con una reedición de una excelente casa editorial en Miami, Suburbano ediciones. ¿Esta reedición qué significa para ti, y de qué manera hay alguna posibilidad de cambios? ¿Sientes que hay una recepción distinta de un libro reeditado?

RA: Bueno, para mí lo más maravilloso de la reedición fue que pude hacer cambios, es decir, yo empecé a escribir Andor a los 19 años, era, creo que muy joven y tenía una idea de la vida muy diferente a cuando pude reeditar el libro. Digamos que pude pulir no tanto la prosa, porque la prosa prácticamente no la toqué, sino ciertos conceptos, ciertas ideologías más que todo. Cosas pequeñas, pero que para mí hacían toda la diferencia. Por ejemplo, en la primera edición recuerdo que hay un momento en que el protagonista Edgar, describe a las mujeres llegando a la fiesta con sus vestidos y a los hombres llegando con sus trajes. Esta distinción de géneros y de vestimentas, me produjo mucho rechazo cuando yo pude reeditar el libro. Para mí eran personas, qué importa el género, y para mí estaban vestidas como quisieran, sin importar si eran vestidos, si eran pantalón. Entonces cosas que para mí en aquella época, a los 19, 20, 21 años que fue en la época en que escribí el libro, para mí eran obvias, evidentes, una vez que pasó el tiempo, yo decía, pero qué es esto? Qué forma tan cerrada de ver algunas cosas. Entonces, en ese sentido, cambié puntualmente cosas que chocaban ideológicamente con la yo de la reedición. Por otro lado eso también hizo que el libro volviera a tener visibilidad porque salió en Caracas en el 2013. Ni siquiera vivía en Venezuela, pues he tenido una desconexión total con lo que ha pasado con ese libro, es decir, yo ni siquiera sé si están las librerías, no sé si la gente lo lee, no sé nada de la editorial, es decir hay una desaparición. Es como un libro fantasma, la primera edición de Andor. Por eso casi ni siquiera tomo en cuenta el hecho de que había publicado antes en Venezuela es porque no tengo ninguna idea de qué ha pasado con ese libro, entonces el que Andor hubiera salido de nuevo con Suburbano, es como para mí esencial, porque de alguna forma ya sé que entonces el libro sí existe, sí está impreso, sí lo puedo ver, sí lo puedo regalar, lo puedo recomendar. Es una experiencia completamente distinta.

APR: Claro, además es un libro muy interesante, es un libro provocador que nos habla mucho de la vida y la muerte, esta línea divisoria o tal vez no divisoria, entre la vida y la muerte. Ahorita vamos a hablar de qué es Andor, para quién es Andor y toda esta idea de la tradición cristiana tras de que el que se suicida va al infierno. Tenemos acá un suicida, muy interesante el libro, muy ambiguo en muchas cosas, dejándonos preguntas abiertas. ¿Por qué no leemos el inicio del libro para para continuar sobre él?

RA: Apagué el teléfono y me acerqué como un invitado a la llave de gas. La giré como si fuera a revivir ese momento en el que los recién nacidos respiran por primera vez afuera del vientre materno. Abrí la puerta del horno y me introdujo de vuelta en esa oscuridad pura y milagrosa, en ese útero que alguna vez prometió no abandonarme. Comencé a tararear una melodía sustituyendo mi voz por la de mi madre. La podía escuchar cantando conmigo en sus brazos. El mundo se estaba alejando de mí y yo de él. Las palabras se deshilacharon hasta dejar letras huérfanas en mi cerebro. Solo quedó el eco de su musicalidad. Ya no podía moverme, no tenía fuerzas para mantener los ojos abiertos. No podía ganar la batalla entre el arrepentimiento y la aceptación de lo que estaba pasando. Dudé al no encontrarla, pero ya era tarde.

APR: Increíble. Qué imagen la del horno. Y además este regreso a la infancia en el momento de morir, de estar muriendo, regresar a este útero, o sea, el simbolismo y el paralelismo que utilizas entre un horno que está obscuro y el útero materno. Muy interesante. Platícanos más de este libro que me gustó muchísimo.

RA: Sí, es interesante lo que estás apuntando, porque justamente al final lo materno, esa madre es como una especie de fantasma que está persiguiendo al protagonista durante todo el libro. No se siente realmente, pero está allí, es lo que conecta todo. Creo que nunca lo había visto esa forma hasta ahora que te estoy escuchando. Bueno, como dices, sí, es un libro que trata sobre la vida y la muerte y la idealización de estos conceptos, pero también yo creo que de alguna forma trabajo la idealización de otros, como es el de las vacacione. Digamos que la muerte idealizada, para mí es lo mismo que una vacación, las vacaciones están tan idealizadas por la gente y al final yo crucé un poco esos dos conceptos porque Andor es un hotel después de todo, un resort donde el protagonista tiene que hospedarse 10 días para decidir si realmente quiere morir o volver a la vida. Claro, al final es un hotel bastante siniestro que refleja mi idea de lo que es la vacación, para mi vacación es lo mismo que la muerte. Yo descubrí que soy feliz mientras trabajo. 

APR: Es como un purgatorio. Andor yo pensé en el purgatorio nada más que acá sí hay posibilidad de no morirse, pero me pareció algo así. 

RA: Y apuntas como la tradición cristiana del infierno. Pero yo estaba pensando en aquella época, ¿qué podría ser peor que el infierno? Y pensé, estar atrapado en un lugar que no es nada. O sea, en donde no terminas ni de morir ni de ni de vivir. Para mí ese encierro me producía algo mucho más inquietante que el propio infierno. Entonces creo que esa fue mi intención al escribir este hotel.

APR: Interesante. De verdad es un libro muy bueno, se los recomiendo mucho y la premisa es fascinante. Pues pasemos ahora a este libro de cuentos, La señora Varsovia, que como acabas de comentarnos estuvo disponible y sigue disponible en las redes. Así que cualquiera que quiera leerlo está ahí. Al inicio del libro dices, “este libro es para los que no tienen casa, porque siempre están en otra casa. Este es un libro casa, de renta gratuita para los descasados como yo.” Me encantó eso que pusiste al principio. De verdad que sí. Cuéntanos sobre este libro, son varios cuentos y el primer cuento es el que da el título a libro y además es el funeral de Maggie, muy interesante, en un bar de lesbianas con una comilona de bistec. O sea, que acá tenemos además lo corporal, tenemos este símbolo de la carne de la manera explícita, pero a la vez tenemos la tristeza de la pérdida, la comunidad. ¿Cuéntanos de dónde viene La señora Varsovia?

RA: Bueno, este libro surgió porque Gladys Mendís, de Los poetas del 5, la editorial que lo publicó, me contactó diciendo que quería publicar algo mío, pero me pidió poesía y en ese momento no tenía ningún manuscrito listo como para publicar. Pero le dije tengo muchos cuentos acumulados desde hace años en mi computadora, nunca los he publicado, le pregunté si le interesarían. Y me dijo que sí, que la empezara a mandar material y que podíamos entre las dos configurar el libro.  Al final ha sido un rescate de textos acumulados en la computadora. Un par de ellos los escribí incluso en mi época, durante la maestría de NYU. Y a lo largo el último cuento lo escribí en 2019 para una antología que me pidieron participar. Entonces me gustó porque nunca había publicado cuentos, la mayoría de las veces que lo había hecho habían sido para antologías o para la web. Y dije ya, este es el momento para poder recopilar esto, vi que había además temas que se cruzaban, vi intereses en común y me pareció que podría ser muy productivo recopilar tantos años de trabajo y ver las diferencias y los contrastes de voces. Al final me pareció que podría ser un lindo proyecto. Y se terminó de configurar durante la cuarentena. Entonces al final la dedicatoria de que este libro es para los descasados como yo tiene que ver con que justo ahorita estoy descasada no tengo casa y llevo además mudándome al menos como ocho veces en los últimos nueve años, es decir que ya la casa como suelen decir, se lleva por dentro.

APR: Claro. Pues es un libro precioso, porque tiene cuentos que hablan por ejemplo, como ese caso ahorita de esta amistad, cuando fallece Maggie, habla también por ejemplo, de la infidelidad, de la relación en pareja, de la relación complicada madre e hija. Muy interesante. ¿Quieres leernos un fragmento del cuento? Precisamente La señora Varsovia.

RA: La librería fue visitada por fantasmas que circularon y leyeron y durmieron, que hicieron desastres con la papelería que se apilaron en la vitrina como maniquís para que nadie entrara. Y llovió. El agua reventó contra la cera y se hizo notar como un cacerolazo protegiéndonos de ese mundo que la señora Varsovia quería convertir en poesía. Pareció que nada era más urgente que estar ahí y escribir y sentir su respiración ahuecada frente a mí, y tener sus manos cruzadas cerca de las mías, y escuchar los comentarios después de leer nuestros ejercicios, recomendaciones para eliminar o cambiar palabras, limpiar, exceso, rimas. Tenía la exactitud incisiva de una aguja cerrando agujeros en trozos de tela. Parecía que nada se le escapaba. A mí solo me dijo una cosa con cierta severidad y un plural innecesario. Evitemos redundancias.

APR: Eso es algo que también se ve mucho en tu obra, es la presencia de la literatura, del ejercicio de la escritura, se ve tu formación. Ahorita podemos comentar, por ejemplo, tienes un MFA en escritura creativa, como ya mencionaste en la Universidad de Nueva York, y estuviste residente en un programa de artistas en Francia en el 2016, y ahora estás haciendo el doctorado en escritura creativa. Otra cosa que me llama la atención es el manejo de la relación y de la figura de la madre. Y ahorita que estabas mencionando a la madre, a las madres y pensé en esta serie de televisión Big Little Lies, en donde hay un personaje que hace precisamente Meryl Streep, un personaje de la madre brutal, impresionante ese personaje en las series. ¿Cuáles crees tú que son las líneas temáticas en lo que respecta a género en tu obra? ¿O no las ves así, no las reconoces así?

RA: Creo que quizás en ciertos momentos, en ciertas épocas, quizás sí he escrito conscientemente pensando en temas de género. No es algo que he hecho en todo momento, pero sí creo que me ha gustado pensar en la idea de la madre en lo que corresponde, según una sociedad heteronormativa, lo que le corresponde hacer a lo que supuestamente es un hombre o una mujer. En ese sentido no tendría por qué ser así, pero en mi caso también lo he asociado con la sexualidad porque de alguna forma me gusta utilizar la literatura para subvertir ciertos roles. En La señora Varsovia de hecho, se puede ver muy bien cómo hay esos cruces todo el tiempo. Es decir, me gusta poner ciertas trampitas para que si el lector tiene algo en su cabeza, ya muy asentado y empieza a leer un cuento y cree que el narrador es hombre, de pronto al tercer párrafo se dé cuenta de que en realidad una mujer la que narra. O que, por ejemplo, los amantes que se están narrando en un cuento son un hombre y una mujer y de repente se dan cuenta que en realidad son dos hombres. O que, por ejemplo, la relación entre una mujer madura y una adolescente no es de madre e hija, sino que hay un lazo erótico allí. Es decir, me gusta todo el tiempo tratar de estar moviendo este tipo de situaciones que, como bien dices, sí están relacionadas con el género. Especialmente ahora, no es algo en lo que pensaba demasiado, por ejemplo, hace 10 años, pero sí es algo que de unos años para acá me importa. Me gusta la palabra que utilizaste para describir Andor, provocador. Me gusta provocar. Eso es algo que sí sé que me gusta hacer desde que comencé a publicar.

APR: Qué bien. Déjeme leer los títulos de los ocho cuentos de La señora Varsovia. Es este mismo precisamente, La señora Varsovia, Los mocasines, Villa Ágata, Caledonia, Habitación seis, Payasa, Bajo el cielo de Hule, El pañuelo. Muy buen libro de verdad, se lo recomiendo muchísimo. Raquel, para cerrar la conversación me gustaría platicar sobre tu página web, muy interesante, muy interesante, tienen que visitar, tienen que visitarla y ver cómo está estructurada. Cuál es esta idea que se nota, que es la intersección entre lo visual, entre la literatura y entre lo contemporáneo. ¿Cuál es el reto para ti tener este mundo digital tan intenso en el siglo 21, y de qué manera este sitio web te sirve a ti para encontrar esta labor, escrituraria que tienes tú?

RA: Bueno, definitivamente sí. Sí, es un reto, porque como bien sabes, el Internet puede tragarlo a uno en cualquier momento. El tiempo pasa de una forma muy diferente cuando uno está en una página web, navegándola en las redes sociales. Es decir, el tiempo en el Internet es como si compitiera con nuestro tiempo fuera de la computadora y en ese sentido puede ser muy problemático, porque al escribir se necesitan muchas horas, se necesita disciplina, se necesita quietud, y hay que saber cómo cerrar la puerta, de lo digital y aislarse para poder trabajar, y luego también hay que saber convivir con la parte digital. Es decir, sé que hay muchos escritores que, por ejemplo, no tienen redes sociales, ni páginas webs, ni se encargan de nada de lo que tenga que ver con este tipo de espacios, justamente porque quitan mucho tiempo, incluso a veces hasta lo ponen a uno de muy mal humor. Pero yo creo que en vez de cerrar la puerta, sí es importante aprender a utilizarlo como una herramienta. Uno puede conseguir mucha información, puede establecer vínculos fantásticos. Varias de mis amistades en la actualidad, que son también escritores, no los conozco en persona, he establecido relaciones con personas de otros países a través de cartas y de intercambios de libros y es y es magnífico porque no quiero solamente tener acceso a los libros que están a mi alrededor o que o que puedo comprar por Amazon. También es importante establecer vínculos con otras personas de otras partes y en ese sentido, las redes sociales son muy prácticas. Con respecto a mi página web, en realidad fue un proyecto que comenzó hace mucho tiempo, no como página web, sino que era un blog de entrevistas que yo le hacía a escritores hispanoparlantes. Por muchos años fui entrevistando y fui acumulando esas entrevistas en este blog que eventualmente convertí en una página web. Las entrevistas las dejé de hacer eventualmente, creo que cuando comencé a trabajar como periodista en un medio de comunicación que me quitaba mucho tiempo. Y bueno, esas entrevistas quedaron allí y al final decidí hacer la página web como para que hubiera un espacio donde estuviera mi información actualizada, porque de alguna forma el tiempo va pasando y las distintas publicaciones en Internet tienen distintas versiones de la biografía, distintos títulos, la información se va como disgregando y es como que uno ya no sabe cuál es la información oficial, entre comillas. Entonces me pareció práctico, yo misma para tener cierto registro, cierto orden, ir agregando cosas a esta página, más que por los demás, incluso es por mí misma, es como un método de orden que tengo.

APR: Qué bien esta preciosa y además está muy simpática el formato que tiene, Raquel Abend van Dalen de la Santísima Trinidad, así está el título. Yo soy de origen mexicano, alemán y bueno, con la nacionalidad americana, pero el lado alemán, cuando yo vi el Abend, Abend quiere decir en alemán, tarde. Tu obra Raquel, no nada más es ilumina la tarde de los que tenemos, sino ilumina nuestras mañanas, nuestras tardes, nuestras noches y a veces nos hace sentir así en una mañana diáfana, con muchos pasajes muy alentadores, a veces en la tarde, en donde hay tantos sentimientos que despiertan tu trabajo, y en la noche en donde también piensas en la parte oscura del ser humano, esta otra obscuridad. Muchísimas felicidades Raquel por tu trabajo. Muchas gracias por unirte a este proyecto y vamos a seguir esperando qué más viene de tu pluma.

RA: Adriana, muchísimas gracias. Ha sido un enorme placer conversar contigo y no sabes lo agradecida que estoy por la atención, por el tiempo y por unas preguntas tan interesantes para mí responder, te lo agradezco muchísimo.

APR: Al contrario, todo un privilegio. Pues un abrazo grande hasta Venezuela.

RA: Muchas gracias igualmente para ti.

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APR: Ha sido un gusto conversar con Raquel Abend van Dalen. Los esperamos en nuestro próximo episodio, Hablemos, escritoras podcast, curadores literarios. Gracias a nuestro equipo, Fernando Macías Jiménez en la edición, Andrea Macías Jiménez, social media, Wilfredo Burgos Matos, Alejandra Márquez, Liliana Valenzuela y Juliana Zambrano, colaboradores. Se despide de ustedes Adriana Pacheco.

 


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