APR: Cecilia Podestá nació en la legendaria ciudad de Ayacucho, en el Perú. Editora desde hace más de 20 años, fundó el sello Máquina Purísima, que tiene en su catálogo autores como Mariana Dreyfus, Victoria Guerrero, Ana María Falcón, Blanca Varela. Escritora de poesía, dramaturgia y cuento, habla en su obra de temas como la locura, el cuerpo, la violencia y la enfermedad. Nuestra conversación hoy es sobre su trayectoria y tocamos temas como la relación entre cuerpo y memoria, así como el miedo como algo totalmente corporal. Su Poemario fotografías escritas fue galardonado con el Premio Dedo Crítico 2002. La conversación es desde la ciudad de Lima, donde hay una escena literaria deslumbrante.
Yo soy Adriana Pacheco y esto es hablemos escritoras que se transmite dos veces por semana, a veces tres desde hace casi siete años, para llevarles a todos ustedes a todos los rincones del mundo lo mejor de la literatura proveniente de escritoras de origen hispano, pueblos originarios y países hispanohablantes. Poco a poco estamos construyendo la enciclopedia más grande del mundo sobre escritoras, críticas y editoras. En nuestra página web tenemos reseñas de libros en audio y texto y más de 3500 recomendaciones de títulos. Tenemos ya tres libros traducidos del español al inglés, publicados en coedición y pronto saldrá al aire nuestro tercer audio libro. Somos una organización sin fines de lucro y buscamos ahora traducir todos nuestros podcast al inglés para poder atravesar aún más fronteras. Necesitamos de su apoyo, de su ayuda, todos sus donativos serán bien recibidos. Ustedes son importantes para este proyecto. Es un gusto enorme recibir a una escritora tan pero tan poderosa como lo es Cecilia Podestá. Bienvenidos.
APR. Pues nos da mucho gusto estar en Lima, Perú. Me encanta. Nos está dando un espacio Valeria rey de Castro, nos hizo favor de conseguir esta ola tan linda en la Universidad Pontificia, que además es una universidad muy grande. Yo he estado aquí antes ya también he estado en la Universidad de San Marcos, en donde muchas escritoras y muchas editoras han estudiado también. Eso me da muchísimo gusto y además también le doy las gracias a tenemos todo un equipo de gente que nos ha ayudado y que nos ha podido tanto y una de ellas es Victoria Guerrero, que nos ha presentado con varias escritoras y editoras. Y hoy tenemos el gusto de recibir a una escritora y editora. Cecilia Podestá, me da muchísimo gusto recibirte. Cecilia, bienvenida a Hablemos escritoras.
CP: Muchísimas gracias por la por la invitación. No es usual poder hablar del trabajo que uno hace. Entonces te agradezco mucho también.
APR: Al contrario y especialmente creo que a veces no hablan de las editoras, todo el trabajo editorial, todo lo que hay atrás. ¿Qué es para ti ese reto como editora?
CP: El reto como editora empezó, creo que cuando publiqué mi primer libro y conocí ese mundo del que me enamoré, contra el que he rabiado, pero que es mi mundo. Primero fue el mundo de la imprenta y ya después el mundo de lo previo a la imprenta es decir hacerme editora. Porque son pasos completamente distintos. O sea, primero está todo lo que es la edición. Después viene la imprenta, después ya viene la divulgación, la distribución. Me mira, te cuento que me pasó una cosa curiosa y es que hay costos de imprenta que yo no no podía cubrir, entonces hacía los libros. Yo los terminaba de manera artesanal, pero eso me dio una relación con el libro mucho más fuerte, y ya no era solo un proceso de edición y de impresión, a veces era incluso una obsesión de relacionarme con el autor, aunque estuviera muerto, con su lenguaje. Y también, pude sacar un poco de plástica y así fui formando Máquina purísima, que es la la editorial.
APR: Sí, qué lindo.
CP: Y te digo, estaba conversando justamente, creo que leí un artículo que decía que un país se mide en la medida en la que sus artistas o escritores pueden vivir de lo que hacen. Y yo sí te digo que a mí me llena mucho y me siento muy orgullosa de decir que yo no hago otra cosa. En carrera, editora, cómo pago la renta, la hipoteca todo, mis hijos, son perrunos, pero no. Editora, imprentera y bueno, ya tengo 43 años, empecé a editar hace ya 20 años. Me toca decirlo porque ha sido un logro, es un logro para mí. Siento como si hubiera tenido 20 años de universidad en las imprentas y la edición y a veces quiero dejarlo, pero es lo que hago. Porque uno pelea también con lo que ama.
APR: ¿Cuál es la la filosofía atrás de Máquina Purísima? Para empezar, ¿de dónde viene el nombre Máquina Purísima?
CP: Máquina purísima, es un verso de Eielson que está en Mutatis Mutandis, que dice, “Habrá una máquina purísima y tendrá mil ojos verdes y mil ojos escarlata. No servirá para nada, pero llevará tu nombre o eternidad”. Es la máquina purísima, la lectura es como la de un árbol, es la eternidad, que es también la poesía. Y bueno, Máquina es un trabajo artesanal, a veces muy duro, como te digo, con esa relación con el texto, que a veces incluso me ha causado muchos problemas. No sé si te puedo comentar algo. Hace unos años encontramos el manuscrito de Guillermo Chirinos Cúneo, que era un hombre brillante pero que era esquizofrénico. Y en un libro completo sobre la locura y me dejó en el hospital.
APR: Uy qué fuerte.
CP: Sí, contarlo ahora es es un poco, bueno ya pasó, pero sí, creo que llegué a entender dónde había estado él y eso me me asustó mucho. Sobre todo porque hay un verso de Carlos Oquendo de Amat, autor de Cinco metros de poemas, que dice. “Tuve miedo y me regresé de la locura”. Y yo siento que llegué a sentir el pavor de esa desrealización, de perder el piso, la noción de la realidad. Y es que era un gran texto, se llama el “Guerrero del Arcoíris”, el de Chirinos Cunío. Me había compenetrado tanto con el texto que tuve un colapso.
APR: La fuerza de las palabras es la importancia. Ahí estás diciendo exactamente cuál es el impacto de la literatura. La letra escrita te permite a ti entrar a la realidad de esa otra persona,
CP: Exacto, y yo, yo hago algo que también de alguna forma me hace daño, pero no puedo evitarlo. Y es que yo escribo los libros a mano antes de editarlos, y eso es increíble porque hay una memoria corporal. Entonces eso me hace seguir su proceso creativo. Y por ejemplo, a veces mi mano se mueve no sé cómo, como cuando uno duerme y el cuerpo se mueve.
APR: Involuntariamente.
CP: Mi mano se mueve involuntariamente cuando vuelve a escribir la palabra “x” del poemario. Y ahí me doy cuenta que es una palabra importante. Entonces yo siento ahí que el autor así esté muerto, no sé, me siento en una especie de tanatopraxia. O sea este o como si estuviera analizando su sangre, sus huesos, o sea, no, no está muerto para nada.
APR: Cecilia, tú naciste en Ayacucho, Ayacucho, yo me acuerdo cuando estaba en la universidad de esta biblioteca es enciclopedia Ayacucho, con eso estudiábamos la literatura antes. Imagínate sí toda esta cuestión canónica, súper sólida, súper fuerte.
CP: La editorial venezolana.
APR: Pero obviamente ayacucho tiene una historia fuerte, dentro de lo que es la historia del continente americano, no nada más en la zona sur o en el Cono Sur. ¿De alguna manera sientes tú que haber nacido ahí y no en Lima, de alguna manera impactó también tu visión y tu obra artística, tu manera de querer hacer literatura y difundir?
CP: Completamente, completamente, porque yo nací en Ayacucho en el 81. Sendero Luminoso, empieza 1 año antes y yo tuve una infancia muy, muy violenta, tanto en casa como en como fuera, como en Ayacucho. Es decir, tenía un padre muy, muy violento, una madre que aguantó demasiado. Y fuera la ciudad era un caos, uno veía muertos todos los días. Explotaban las bombas en la noche. Varias veces me he encontrado con que tenía que saltarme un muerto cubierto con un papel periódico en la plaza. Sin embargo, eran cosas que yo no terminaba de notar. Me he dado cuenta después y ahí me pasa algo raro y es que yo aprendí a leer sola viendo los letreros, porque no quería ver otras cosas. O sea, en vez de ver esas cosas las estanquetas, los militares, o sea, iba viendo los letreros y eso también me causó un problema, porque ya cuando fui al colegio yo había aprendido a leer únicamente con letreros. No reconocía bien las las letras, entonces me detectaron una una dislexia. Mi literatura es bastante violenta. Me lo han comentado, siempre ha sido, es creo, bastante violenta y no porque yo lo busque, es lo que hay, es lo que lo que he visto. Tengo una novela por publicar que es sobre Ayacucho, que es sobre digamos que una suerte de alter ego, pero no completamente yo, de una chica que se tiene que reencontrar con su padre que está preso por crímenes políticos. Y ella le dice, bueno, simplemente no tengo nada que decirte, excepto que soy una persona más violenta, soy una persona que no soporto. Y eso me lo has hecho tú. Y no sé para qué me llamas. Y termina donando su cuerpo a los estudiantes de literatura, que es una especie de suerte de regreso, los estudiantes que posiblemente mató. Pero claro, estos son personajes. Me ha tomado mucho Ayacucho, pero es ficción. Quiero sacar esa novela el próximo año. Y sí, ayacucho es gran parte de lo que escribo.
APR: Qué fuerte, ¿verdad? Como queda grabado en nuestro cuerpo, lo que vivimos, lo que vemos.
CP: Es en el cuerpo más que en la memoria. Porque, por ejemplo, yo recuerdo estar en Ayacucho y no sentirme asustada, no no sentir nada. Yo viví solamente hasta los siete años en Ayacucho. Ahí mis padres se divorcian. En realidad mi abuela los divorcia porque no podía tener a sus dos nietos viviendo con un hombre violento. Y nos trae a Lima. Y yo no sentía nada. Recién cuando empiezo a ver las noticias, cuando empiezo a crecer, me doy cuenta que tengo ataques de pánico.
APR: De que habías estado ahí
CP: Yo decía, guau, o sea, no puedo creerlo. Y claro, eso me lleva mucho tiempo ya después de largas terapias de, ya tengo 43 años, ya creo que ya pasaron muchas cosas. Pero sí, o sea, no, no es la memoria, es es el cuerpo. Yo creo que la relación entre el cuerpo y la memoria es increíble porque, el cuerpo lo sabe todo. Es como cuando Lacan dice “El otro soy yo” que en realidad viene de Rimbaud, pero yo pienso que el cuerpo es el otro y es difícil sacarle toda la verdad, porque a veces no estamos preparados para saber todo lo que el cuerpo sabe.
APR: Déjame repetir esas palabras. “El cuerpo es el otro y es difícil sacarle toda la verdad” Qué real y qué es cierto. Y bueno, abrimos esta conversación hablando de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y ahí estudiaste tú. Sí, me da muchísimo gusto. Y la verdad es que es un campus que ha acogido a gente muy valiosa en el campo de las letras. Ahorita acabamos de entrevistar a Dida Aguirre, que es una gran precursora de la lengua quechua en la poesía quechua. Y bueno, pues ahora tú estás ahí. Cuéntanos un poco acerca de tus inicios como poeta ya para publicar de una manera más formal, por decirlo así, aunque no quisiera usar la palabra tan seria, formal. ¿Cómo empiezas esta formación también?
CP: Es que yo creo que lo mejor que me pasó en la vida fue entrar a San Marcos. Yo tenía 17 años, no tenía idea de que hacer. Había leído algunos libros porque mi abuelo tenía una una gran biblioteca, pero no había leído poesía, peruana nunca. Y para empezar, entrar a San Marcos fue así como que raro, porque yo siempre fui una pésima alumna en el colegio y cuando entré a Marcos entro a las clases de lecturas literarias. Y empiezo a leer por primera vez a Eielson, a Blanca Varela, Antonio Cisneros, y yo siento que algo se eclipsa en mí. O sea, mi cuerpo empieza a cambiar, empieza a escribir como de manera automática, como loca. Yo no, no he aprobado un curso, yo solo iba a esas clases, iba a esas clases a escribir. Al año siguiente creo ó 2 años después no recuerdo. Fue el 2002. El 2002. Yo tenía 21 años y gané un concurso de poesía.
APR: Felicidades.
CP: Y también, me cambió la vida. Yo no sé si es que si no lo hubiera ganado, yo recién estaría publicando ahora, no sé, pero me gané ese concurso de poesía y después vino la la escritura, pero ya como una ocupación que vino también junto con la edición con la imprenta y el hecho de dedicarme completamente a la literatura. Porque yo recuerdo en algún momento que yo no, no soportaba las clases de teoría literaria, no entendía nada y quería cambiarme de carrera. Quería ser artista, quería ser pintora. Pero mi madre me dice, “no podemos pagarte otra carrera”. Y yo dejé la universidad mucho tiempo, estuve viajando bastante en algunos festivales, cosas así. Hasta que llega un momento en el que yo regreso y digo. Voy a terminar la carrera. Entonces terminé la carrera. Y San Marcos es, como te digo, una de las mejores cosas que me ha pasado en la vida, no solo porque me dio mi vocación literaria, sino porque yo vengo de una familia de clase media. Esto es difícil decirlo, digamos que vengo de una familia de clase media que me tiene que poner en San Marcos porque en ese momento no podían pagarme la carrera en otro espacio, porque si no lo hubieran hecho. Pero en San Marcos yo aprendo mucho sobre las personas, sobre la variedad de todas las personas que necesitamos estudiar, teniendo o no teniendo, teniendo más o menos, teniendo mucho teniendo poco, pero estamos ahí porque es nuestro derecho a tener una carrera.
APR: Claro.
CP: Y eso para mí fue importantísimo
APR: Me parece bellísimo. Me parece bellísimo porque le das tributo a una institución que hace un trabajo, pero también a la comunidad, y eso es maravilloso.
CP: Claro. Aprendí a amar a mis profesores, algunos nos odiábamos con toda el alma, pero teníamos razón en ese odio mutuo porque yo era una chica muy rebelde, pero aprendí a respetarlos muchísimo. Alguien que te enseñe algo te quitas el sombrero.
APR: Definitivamente, bueno, pues viene un libro Desaparecida. Y Desaparecida, es como una intervención, es así como un libro, pero no es libro, es como el texto vivo, es como una manera de pensar la literatura desde otro ángulo completamente distinto. ¿Por qué desaparecida, por qué hacerlo así, no? ¿Por qué deconstruir esta idea de lo que es escrito y de lo que es la letra impresa?
CP: Yo no estuve segura si no hasta después, cuando me di cuenta volviendo a hablar del cuerpo. Y es que yo había escuchado muchas historias de mujeres, desmembradas, violadas, asesinadas de lo peor. Por otro lado, tenía en casa a mi mamá, golpeaba regularmente por mi padre. Y yo era una chica que se fue formando como una mujer violenta que tuvo que tratar esa violencia. Entonces, cuando yo escribo Desaparecida, me di cuenta que estaba escribiendo sobre mi cuerpo, imaginado en esas peores circunstancias de las que yo había escuchado. Quise sacarlo como una intervención porque creo que me parece importante que no quedara en una caja. Un libro es una caja también.
APR: Sí, es cierto.
CP: Y lo pegué, lo pegué por todas partes, incluso lo expuse en Valdivia en un centro de detenciones en el que pedí dormir una noche, sola, como una performance. Yo había expuesto los textos en una exposición muy simple porque era pegar los textos. De hecho, sí, ahora sí quiero sacar el libro no lo voy a sacar pronto un libro, pero expuse. Fui al encuentro de en Valdivia y creo que dos años después yo les escribí y les dije, quiero dormir ahí, quiero, quiero dormir en ese sótano que ellos tenían ya como museo en donde las manchas de sangre habían quedado como documentos antropológicos. Y dije, quiero dormir ahí. Y les pareció raro, pero me dejaron en una casa grande que había servido de centro de torturas yo puse mi cámara, dormí, quería entender cómo mi cuerpo podía asumir un lugar como ese. Y lo que me pasó fue los efectos de la pareidolia, por ejemplo, que empecé a ver en esas manchas cosas y tuve mucho miedo y me di cuenta que el miedo es totalmente corporal. Y hubiera querido quedarme toda la noche, pero en algún momento las manchas de la pareidolia, cuando uno ve manchas, ve cosas no que se, también se le dice eidética, ya sentí que empezaban a moverse y empecé a imaginar cosas. Y lo digo de manera como si fuera un este un gran este logro. Yo tengo un problema nervioso por el que no tengo miedo. El miedo aparece después cuando pasa algo raro, pero esa noche tuve. Tuve miedo, por ejemplo, y a las 4:00 de la mañana creo, agarré mi carpa, mi Cámara y salí a la calle. Y dije, me quedaré aquí, menos mal que había un hotel al costado y le dije al chico le conté, no me podía creer el chico.
APR: Yo ya lo creo.
CP: Me dijo, “Puedes quedarte hasta las 6, me dice. No te quiero cobrar una noche entera” porque mi bus salía a las 7 de la mañana a Santiago. Y después intenté escribir sobre eso, pero no pude.
APR: Demasiado grande. ¿Complicado, no? Qué interesante y muchas felicidades por esa valentía, porque si después de eso lo conviertes en libro, que va a ser, obviamente también con la distancia, y cómo lo vas a digerir y cómo lo vas a ver, pues va a ser muy enriquecedor este texto.
CP: Es justamente. Que el cuerpo te prepare para contarte las cosas que tú no sabes todavía.
APR: Para quienes nos están escuchando, estamos conversando con Cecilia Podestá y está de lo más interesante esta conversación. Déjenme leer algunos de los títulos de sus libros. La primera enunciación ¿ese es poesía, verdad, Cecilia?
CP: Es poesía, pero digamos que es una poesía narrativa sacrílea para muchos, pero es un texto que a mí me me gusta, me gusta haberlo escrito.
APR: Otro libro de poesía es Muro de carne
CP: Muro de carne trata justamente sobre mi infancia con mi padre y mi madre, en Ayacucho. Y el muro de carne es mi madre es el muro
APR: Que los protegía,
AP: Que nos protegía y era el muro golpeado, con su propia carne definitivamente.
APR: Y bueno, me encanta cuando tenemos también dramaturgas. Acabamos de estar ahorita en Chile, en este tour tan maravilloso por Sudamérica y estuvimos con Nona Fernánde, que es dramaturga y bueno, excepcional. Y ahora, estoy también platicando contigo. Tú tienes Las mujeres de la caja y La repisa de los juguetes vacíos. Cuéntanos un poco sobre la dramaturgia.
CP: Guau. A mí me fascinó, me enamoró el teatro profundamente porque era una caja en donde que todo era posible y escribí una obra que se llamaba Las mujeres de la caja. Creo que voy a confesar algo que nunca he dicho.
APR: OK.
CP: Después escribí una obra que se llamaba La repisa de los juguetes vacíos. Creo que le voy a confesar porque he pensado en escribirlo y creo que si no lo confieso, no lo voy a escribir.
APR: Gracias por la confianza de hacerlo aquí, además.
CP: La repisa de los juguetes vacíos trata sobre una niña que se convertía, ya no recuerdo bien, se convertía en muñeca en una repisa cada vez que abusaban de ella. Y le pedía a un soldadito de plástico que la defienda el soldadito le decía, pero yo soy de plástico con rifles de plástico, yo no puedo defenderla. Es increíble que no recuerde mucho el texto, creo que ellos terminan bailando mientras se asesinan porque se dan cuenta que no se pueden proteger. Y… yo, empecé a actuar. Y cuando actúe esta obra pequeña, de 20 minutos en algún momento claro, la gente aplaude, y todo queda oscuro. Y cuando la gente aplaudió, yo me di cuenta que yo había sufrió de en la infancia de tocamientos indebidos y la gente aplaudía. Y yo quería salir de ahí y salí y nunca más entré. Intenté hacer una obra al año siguiente, pero ya no era lo mismo. Me di cuenta que el teatro sí te da una relación mucho más directa con el cuerpo y te puede decir las cosas que no estás listo para escuchar. Entonces para mí fue atroz,
APR: Claro, no?
CP: Y no he vuelto a escribir un teatro. Escribí dos obras tres quizá. Con una me gané un concurso. Cuatro ahora que me acuerdo. Cuatro obras escribí cuatro obras y me pasó eso con la segunda. Y Claro, no es que no haya tratado, traté, pero ya no era lo mismo.
APR: Qué fuerte, qué vivo y bueno, definitivamente, antes que nada, lamento muchísimo, lamento muchísimo todas esas experiencias. Y lo que es interesante es cómo ahora tú vas a poder ayudar a otras chicas a leer, que a lo mejor se encuentran en los mismos lugares oscuros y no saben ni siquiera a veces cómo interpretarlo, cómo convertirlo en palabras, cómo verbalizarlo, cómo entenderlo y cómo de alguna manera, también combatirlo.
CP: Yo creo que el lenguaje combate cualquier cosa. O sea, entregarse al lenguaje es no sé... O sea, yo soy atea, pero yo creo en la gente que cree en la oración. ¿Por qué? Porque la oración también es poesía. Y, por ejemplo, cuando yo he tenido momentos muy difíciles. Hay gente que tiene momentos difíciles y se pone a orar. Cuando yo tengo momentos muy difíciles puedo leer 20 veces el mismo texto de repente en voz alta y es la oración, y es que la oración es parte del lenguaje.
APR: Claro.
CP: Ahora yo creo que las instituciones han malinterpretado los dogmas, las creencias, los han convertido en leyes, nos han encerrado, no se han… no sé todo lo que han hecho, sobre todo las religiones en contra de las mujeres. Pero más allá de eso, esta lenguaje. Y el lenguaje es total.
APR: Claro, vamos a platicar de otro de tus géneros, el cuento publicado con la editorial Casa Tomada, una editorial muy querida en Hablemos, escritoras, La orina tibia de tu cuerpo. ¿Este es un libro de cuentos, verdad?
CP: Es un libro de cuentos.
APR: ¿Cuéntanos qué es para ti escribir cuento?
CP: Es un reto porque no escribo narrativa o no escribía narrativa. Yo he recibido dos críticas de ese libro que no son de personas del mundo de la literatura que me dieron mucha risa. Uno dijo “tremendo cuco ese libro” y cuco es un monstruo. Y el otro dijo, “una mujer no debe escribir así”.
APR: Guau. Determinismo total, no,
CP: sí, y es un libro muy violento y por ejemplo, cuando yo regresé a la universidad, yo ya estaba grande, tenía 30 años yo y es el trabajo final que presenté, me acuerdo para el taller de narrativa que llevaba con Jorge Valenzuela, mi profesor, al que quiero mucho también. Y solo recuerdo que él dijo los cuentos que van a leer que son muy cortos, este tienen una violencia tan brutal hacia la mujer que puede herir susceptibilidades. ¿Entonces en todo caso les advirtió, lo que pasa es que yo, ya tenía 30, yo estudiaba con chicos de 21 o 20. Entonces les dijo, bueno, por si acaso, hay una violencia tal contra la mujer. Y sí, son cuentos muy violentos, muy violentos, donde la orina representa justamente el terror, el pavor y se conectan de esa forma odio la palabra hilo conductor, pero este digamos que los cuentos están conectados justamente porque son momentos límites de ciertas mujeres en los que la orina ha sido su expresión de miedo.
APR: De terror.
CP: Y creo que otra cosa que puedo confesar, que ya no me no me da vergüenza, y no sé, ¿como se dice? mojé la cama hasta los 12 años, creo.
APR: Pues tu cuerpo estaba respondiendo
CP: Ya que me vino, el periodo paró.
APR: Cecilia, qué, qué historia? Gracias por compartirla de esa manera. Hablemos, escritoras es un espacio abierto sin censura que además acoge con muchísimo gusto y mucho cariño la generosidad escritoras como tú, tan generosas que comparten de esta manera. Pues es lo que nos motiva a seguir haciendo. Y fíjate, te voy a contar una cosa que te va a dar un poco de risa. Estábamos en Nueva York y yo tenía que entrevistar a 3 escritoras y una de ellas era Mariela Dreyfus, Mariela. Y estuvo muy lindo porque estábamos ahí entrevistando varias y no tenía yo en donde porque el hotel, con estas reglas después del COVID ya no había si usar el espacio y necesitabas un permiso especial y no sé qué. El caso es que yo tenía reservado el espacio y de repente el espacio ya no estaba disponible. Entonces terminamos metidas en mi cuarto, con todas las otras escritoras. Estábamos ahí, imagínate un cuarto pequeño. Y ahí estaba Mariela, generosamente estaba también, compartiendo sobre lo que es escribir poesía. Cuéntanos tú, la tienes editada en Máquina purísima,
CP: Mariela bueno sufrió la muerte de su madre y escribe este libro, Morir es un arte que es es un libro bellísimo, este es esa relación ya no con la madre, sino con el hecho de cómo va a relacionarse con la memoria de la madre. No la llaman en algún momento corazona, “Corazona” es un verso de Vallejo la llama también señora de las bellas imágenes, que es un verso, sino me equivoco de Neruda, puede ser, me puedo estar equivocando. Y la llama de distintas formas y la sitúa en momentos poéticos. Y, justamente ahora vamos a editar memorias de Elektra.
APR: ¿De ella también?
CP: Sí. Creo que es justamente el revés de ese libro de Morir es un arte que era un verso también de Sylvia Plath.
APR: Guau. Sí, claro que sí. Fíjate, Marta, me estoy acordando. Quiénes eran las otras escrituras que estaban ahí estaba Lila Zemborain estaba la directora y la coordinadora de la Feria del libro de Nueva York, Dejanira Álvarez. Estábamos ahí, ya sabes todas. Pues felicidades, felicidades por esa publicación. Qué maravilla que tengas a una poeta de ese tamaño. Y bueno, también tienes a Victoria Guerrero, que nos hizo favor de presentarnos. Y a ella le tengo también un gran aprecio porque ella es parte, además de nuestra mesa de crítica Literatura alrededor de la mesa LAM. Les recomiendo mucho que escuchen los episodios que tenemos de LAM en donde 5 ó 6 críticas se sientan a la mesa hablar de un tema. El tema que viene es “Literatura y enfermedad”. Así que va a ser un gran tema. Es un podcast que sale cada 3 meses porque es muy complicado hacerlo y ella es parte de este equipo. Cuéntanos acerca también de cómo fue publicar a Victoria.
CP: Fue… bueno, yo me enteré que ella tenía cáncer hace 2 años o 3, de repente recuerdo que fui a verla y le dije “No sabía que te quería tanto”, pero ya después se recuperó. Y trabajamos juntas con El diario de una costurera proletaria. Y como te digo, cada libro es una relación. Y este, mi abuela, mi abuela borda, por ejemplo, tiene cuadros de mi tamaño, que ha bordado toda su vida y a mí me empezaron a llamar los hilos, por ejemplo, y después, bueno, Victoria se recuperó de la enfermedad. Y ya cuando le edité Todas las poetas peruanas tienen cáncer, creo que lo hice con mucha calma porque sentí que ella ya había salido de eso, pero por otro lado fue un momento muy duro, también porque Julia Wong, otra poeta peruana murió en marzo mientras yo le estaba editando su libro. Y eso a mí me no sé, me desplazo.
APR: Te cimbró.
CP: Ahora vamos a continuar con el proyecto de otra otra poeta peruana también me pidió que le editara el que le editara también un libro con respecto a la enfermedad, ella tiene cáncer ahora, y le tuve que decir que no podía. Sentía que si le pasaba algo durante el proceso este yo me no sé. O sea, me iba a ir al demonio, porque me había pasado con Julia Wong. Y hablando de enfermedad, hay una anécdota que es muy curiosa. En realidad, Margarita Saona publica Monstruos y cyborgs y yo hace muchos años estaba en una en un momento muy difícil, en una depresión muy fuerte y sabía que ella había tenido el transplante y me compré un estestocopio porque quería escuchar su corazón, pero no me atreví a pedírselo porque me parecía muy invasivo. Pero años después, de hecho, esto fue el año pasado, yo se lo cuento como una anécdota y le dije a Margarita “Imagínate, estaba tan loca que compré un estestoscopio” y me dijo tráelo. Entonces le dije, “¿es en serio?” y lo traje. Y ella me permitió escuchar su corazón, es decir, un corazón. Se me refiero una persona que había querido vivir de tal manera que se había puesto el corazón de otra persona, no para un momento en el que yo necesitaba eso. Entonces creo que hace unos meses la llamé y dije “Funcionó” y me dijo “¿Qué funcionó?”. Dije, “Estoy muy bien, creo que escuchar tu cuerpo o el cuerpo de dos personas en una sola, funcionó. Estoy muy bien.
APR: Qué maravilla. Fíjate que me emociona muchísimo escucharte. Bueno, antes que diga yo esto los invito a que escuchen la conversión que tengo con Victoria Guerrero es el Podcast 412. Es una conversión muy linda. Me emociona mucho escucharte porque también Margarita Saona está también en el podcast. Está en la enciclopedia, también. El suyo es el episodio 432 y este libro que tiene ella Corazón de hojalata es una cosa así como enorme. O sea. La verdad es que me me emociona muchísimo y tiene muchos. Tiene muchos libros de Ghost of you, que es otro libro que se conoce mucho en Estados Unidos. La conocemos mucho en Estados Unidos porque ella está allá,
Pues Cecilia ha sido un verdadero placer que belleza tenerte en este espacio. Estoy emocionada, estoy conmovida y estoy agradecida porque hayas hecho el tiempo y hayas venido en este día tan pero tan frío en Lima que estemos acá juntas.
CP: Muchísimas gracias, gracias por la confianza, no sé. Hablemos
APR: Pues hablemos, hablemos bueno, pues muchísimas gracias de nuevo.
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Maravillosa esa conversación que tuvimos el día de hoy con Cecilia Podestá. Muchísimas gracias a ella por venir hasta esta Universidad Católica en Ciudad de Lima, Perú. Muchísimas gracias a Victoria Guerrero y a Valeria Rey de Castro por haber hecho posible este espacio y esta entrevista. Yo soy Adriana Pacheco y no dejen de visitarnos en nuestra página web. www.hablemosescritoras.org. Nos escuchamos en el próximo episodio. Hasta la próxima.