Hablemos, escritoras. Switch to our version in English

Rubí Carreño Bolívar.

Episodio 580 Acercándonos a escritoras Aprendiendo de críticas

12/12/2024 · Adriana Pacheco

La labor de los escritores es establecer comunidades de sentido"

AP: Qué emoción presentarles este podcast enorme con una escritora, una crítica y además una gran protectora de lo que es la literatura y descolonizar la escritura. Le damos la bienvenida hoy a Rubí Carreño y le damos las gracias enormes a Lorena Amaro y a Marcela Alejandra Aguilar Guzmán por haber hecho posible este encuentro. Rubí empieza cantándonos una canción para después hablar de su enorme trabajo como especialista en Diamela Eltit, sus libros y la forma en la que ha atravesado fronteras para hacer una voz desde la disidencia.

Pónganse cómodos, platicaremos de muchos temas muy interesantes. Yo soy Adriana Pacheco transmitiendo este podcast desde la ciudad de Santiago en el hermosísimo país de Chile. Bienvenidos.

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RC:  Voy a cantarte una canción a ti y a las personas que nos están escuchando que es de la gran investigadora de Chile y la gran escritora Violeta Parra. Es una poética de la investigación para mí. A veces a mis alumnos les pido que traigan una canción que exprese el momento que ellos están viviendo para que aprendan distintas cosas como la analogía, como también hablar el lenguaje literario que es decir las cosas en términos de otra cosa. Así que te voy a cantar esta canción.

AP: Me encanta, gracias. Es un regalo.

RC: Sí, es un regalo desde mi corazón para todas las mujeres que nos están escuchando que son mariposas. Bien tradicional, pero tienen su gracia las mariposas. Así que, muchas gracias.

Ajá y soy como la mariposa
Ajá y soy como la mariposa
Ajá y que anda alrededor de la vela
Ajá y que anda alrededor de la vela
Ajá y aunque me queme las alas
Ajá y siempre estoy de centinela
Como la mariposa que va volando
Tengo mis amorcitos de vez en cuando
Tan bonita y preciosa, la mariposa.

Con mucho amor. 

AP: Qué belleza, pues qué bienvenida, de verdad, Rubí Carreño. Es un gusto, es un honor, es un placer y estamos tan emocionados de que nos han abierto la puerta además la Universidad Diego Portales con una generosidad enorme e infinita de Marcela Aguilar Guzmán, la decana de comunicación que nos ha ayudado tanto, en esta visita a Chile y estoy, pero de verdad, de verdad muy honrada. Muchas gracias Rubí por venir hasta esta universidad a platicar con nosotros y bueno, quisiera yo primero antes que nada reconocer tu voz, qué belleza que cantes. ¿Desde cuándo cantas Rubí?

RC: Desde niña, es que no es mi culpa si yo nací de un colibrí, como todas nosotras. 

AP: Claro que sí. Violeta Parra es una de tus inspiraciones.

RC: Sí, ella es la gran investigadora de Chile, diría yo, y no pertenece a la academia como nosotras, aunque ha traspasado la academia, como tú sabes. Tiene muchos estudios, es reconocida como poeta, como una enorme música, pero su trabajo fue mirar donde nadie miraba, que eran estos señores y señoras del campo. Recoger esta información, cierto, y llevarla a las nuevas generaciones. Y bueno, la mariposa es como un emblema de lo femenino, es un símbolo muy tradicional, como las flores, sobre todo en el mundo popular, campesino chileno. Pero también es un insecto que vuela, cierto, que va sutilmente sobre sus objetos de estudio, y por eso para mí es también una alegoría esta canción del proceso de investigación.

AP: Claro.

RC: Sobre todo si uno está trabajando con otros seres humanos.

AP: Del proceso de investigación, qué interesante. Esa es una alegoría, una metáfora que me parece que es muy atinada. Porque a veces vamos brincando de libro en libro, de tema en tema, vamos entrando en cada uno de los rincones, como esas mariposas que de repente aparecen en una habitación, en un jardín, o en un árbol. Qué maravilla. Dejame leer un poco sobre lo que has hecho, que me parece muy interesante. Tú estuviste en Estados Unidos, en Georgetown University, y también estuviste en Cambridge, en Northwestern, estuviste en Princeton, recientemente, no hace tanto tiempo. Cuéntanos un poco acerca de esas experiencias de cuando sales de Chile y después ves a Chile desde lejos, y después regresas a Chile. ¿Cómo es para ti tener esos pies en dos mundos distintos?

RC: Bueno, lo que pasa es que la academia es solo un mundo. El desafío no es tanto, estimo yo, salir de Chile. Gracias a Dios los libros me han llevado a todos estos lugares y he conocido a personas que han enriquecido muchísimo mi trabajo, con su solidaridad, con su cariño, con sus propios trabajos investigativos, como Laura Scarabelli, en Milán, que también estuve ahí hace poquito, gran estudiosa de Diamela Eltit, como Javier Guerrero en Princeton, cierto, que es una persona también vinculada a la UDP, que le doy las gracias. Yo empecé a trabajar en esta universidad también, en mis aleteos de mariposa, también pasé por aquí en algún momento, así que estoy contenta de estar acá y agradezco a Marcela, por supuesto, también. Javier, que ha hecho un enorme trabajo con los archivos latinoamericanos, que están alojados en Princeton. Joanna Page, que es una excelente de la Universidad de Cambridge, que tiene un maravilloso libro sobre ecología descolonial y tiene una perspectiva muy de futuro y es un libro que yo recomiendo y que está liberado. O Françoise Barbara Friedman, que es una antropóloga que transmitió para el mundo todo lo que es el parto en el agua, cierto, que aprendió con una comunidad indígena en Perú. Y, bueno, he conocido a muchas mujeres, mujeres de fuego, como dice Silvio Rodríguez, y entonces, bueno, la academia es este espacio común internacional, digo yo. Entonces uno se siente más o menos cómoda en los distintos lugares y el desafío, yo creo, es salir a las calles de tu propio país con lo que tú haces. Ese es un desafío.

AP: Ayer que platicaba con Pía Barros, en una invitación preciosa que nos hizo a su casa, ella decía que siempre que habla en público, siempre que ha dado una entrevista, siempre habla de otras mujeres, de otras escritoras. Y estás haciendo lo mismo. Ahorita nos acabas de regalar tantos nombres, en donde es una gran generosidad hacer esta comunidad y esta red en donde unas hablamos de otras y vamos reconociendo el trabajo de los demás. Platícanos un poco acerca de tu comunidad. ¿En qué comunidad literaria chilena tú has crecido? ¿Te has desarrollado? ¿A quiénes sigues? ¿A quiénes lees?

AP:  Bueno, es el espíritu de tu programa, Adriana. Lo que tú ves es lo que tú haces. Muy agradecida de ti por esta invitación, porque a veces escribir es como tirar una botella al mar y uno no sabe a quién va a llegar y parte de mi trabajo también es alentar a las personas que están empezando a escribir, que las palabras no acaben en el vacío, que las palabras no acaben en la arena, que hay alguien que las recibe y que por lo tanto sigue siendo importante el proceso literario de escribir y de leer, y de comunicarse y hacer distintas comunidades. Yo tengo varias comunidades. Por un lado, me siento identificada con las críticas chilenas de los 80, yo estaba empezando mi carrera ahí, especialmente con Soledad Bianchi, que están acá las personas que me escuchan. Ella es una crítica maravillosa. 

AP: ¿Qué está acá? Estabas diciendo, alas personas que nos escuchan. Cuéntanos qué hay acá en las paredes. 

RC: Están las cartas de la correspondencia con Bolaño, cierto, un escritor chileno, mexicano, español del mundo, cierto, y ella hizo un trabajo muy importante durante la dictadura al ser editora de la revista, no editora, ella escribía en la revista Araucaria de Chile. Después fue mi profesora en la Universidad de Chile y ahí yo aprendí muchísimas metodologías de enseñanza con ella, a pesar de que tú sabes que la pedagogía no tiene tanto prestigio, ni tiene tan buena prensa, desafortunadamente, porque todas nosotras somos profesoras. Y de ella aprendí muchísimo cómo hacer una clase y también cómo escribir, porque ella es una de las primeras que se desenmarca en el contexto chileno de esta escritura académica tan rígida, el objetivo es, sino que ella realmente tiene elementos ficcionales y poéticos y narrativos en su crítica. Entonces es una persona que yo, y muy íntegra, que yo aprecio muchísimo.  Bueno, entonces quizás como los críticos en el exilio para mí fueron un referente, yo siempre buscaba leerlos en distintos lugares cuando estaba estudiando. La comunidad de feministas de los ochenta también, aunque yo era más joven en esa época, también la comunidad de músicos, porque yo también me dedico a la música y la literatura, es lo que he hecho en los últimos 15 años, aparte de los estudios de género, siempre desde esa perspectiva. También tengo una comunidad de personas interesadas y sabias en las plantas medicinales, que son las hermanas Vázquez Curuán de Valdivia, que son lawentuchefes, una lawentunchefe, una especialista en plantas medicinales, son autoridades ancestrales mapuches y con ellas he aprendido muchísimo, como toda mariposa se interesan las plantas de sus saberes y cómo ellas aprenden y cómo ellas leen la naturaleza. Y también ahora me siento muy cercana a mis estudiantes, siempre tenía una cercanía, pero ahora con mis tesistas de doctorado siento que estamos con una página parecida y también tengo una comunidad con ellos claramente.

AP: Claro, la docencia además te revitaliza, cada momento te inspira con toda esta fuerza de los jóvenes que están también abriendo camino, qué maravilla.  ¿Cómo empieza tu trayectoria, cuáles fueron tus primeros pasos en la literatura, por qué la literatura en tu vida?

RC: Bueno, la lectura. La lectura es un camino, es una casa, es una inspiración, es una nutrición también. Quizás la música a uno la sostiene, sostiene el espíritu, como se ha visto en las marchas, hasta en el fútbol. Pero la literatura es una nutrición y es también una manera de hacer lúcidas las emociones, la palabra. El baile ya hace otra cosa, es como libera el espíritu. Nosotros en Chile no somos un país muy bailarín, pero sí somos un país cantor, que mezcla la música y la literatura. Así que yo creo que entré a la literatura por la música, por las canciones de Serrat. Yo voy a tener 58 años pronto, así que es mi generación de niñitas y seis, siete años escuchaba sus poemas. También leía historia, hasta libros de medicina, lo que encontrara leía y bueno, después cuando venía para acá pensaba que no tuve ninguna duda en que iba a estudiar literatura, ninguna.

AP: Qué bien, qué bueno. Esa certeza, esa certidumbre, además la que te fue motivando al siguiente paso, al siguiente paso. ¿Sientes tú, como docente, acabas de mencionar a tus estudiantes, sientes tú que ahora la forma en la que se enseña la literatura se enfrenta a otros retos y cómo, cuáles son los retos que tú sientes que se tienen que vencer con los nuevos estudiantes, con los nuevos aspirantes, inclusive a escritores, si es que se hace un taller? ¿Cuáles son esos nuevos retos a los que la literatura se debería de enfrentar o se enfrenta?

RC: Bueno, los estudiantes son como Valparaíso, yo no sé si te han llevado a Valparaíso, hay zonas y zonas. Entonces hay estudiantes y estudiantes, no se puede generalizar. Y hay estudiantes que les gusta mucho un sistema muy normado, muy foucaultiano, diría yo, y hay otros que no. Hay otros que ven todavía la literatura como una exploración de la escritura, de la propia palabra, de la subjetividad. Entonces el desafío para uno como profesora es que una es profesora de los dos tipos de estudiantes, ¿cierto? Esta es una distinción muy gruesa, como el vino tinto y el vino blanco, perdonando la comparación. Por supuesto hay muchos más tipos de estudiantes, cada uno, que no existen los tipos de estudiantes, cada estudiante es un universo en sí mismo. Pero yo creo que por lo menos así yo lo he visto, de volver a lo comunitario en la sala de clases, de ver al otro no como una competencia, un competidor, o al profesor o profesora como alguien ante el cual te expone. Sino que es una comunidad y esto es más viejo que el hilo negro, pero la idea es implementarlo y experimentar un espacio de amor en la sala de clases. Vamos a usar una palabra media proscrita, un espacio de amor.

AP: Te hago esta pregunta también porque siento que tu investigación, tu trabajo se ha modernizado mucho, está muy adentro de la modernidad, del tiempo contemporáneo y de los retos que tiene el tiempo contemporáneo. Pensar la interseccionalidad por ejemplo, las perspectivas interseccionales, eso está en el siglo XXI. Y eso quisiera yo que me platicas un poco más acerca de cómo sientes tú que esta interseccionalidad te ayuda a hacer un entrecruce entre lo que es los saberes populares, como acabas ahorita de hablar, de las plantas medicinales y del todo, la tradición oral a través de la música, y a la vez con la investigación y la cátedra que en algún momento hemos estado en esta gran torre de marfil, con toda esa seriedad mayúscula de letrados.

RC: Es que hay más vida ya de la academia pues Adriana, ¿hay vida después de la academia? Sí, sí hay, antes y después. Y la verdad es que por lo menos los saberes letrados, como tú bien sabes, siempre se nutren de lo popular. O sea, si uno piensa a la hora de Shakespeare, quizás en el lenguaje no es popular, pero él elige el teatro. O Cervantes, más claramente, o Dante, con este gran amor por su país, su ciudad, que deja en el exilio y que toma este italiano popular. Entonces la literatura tiene un tiempo más lento que otras manifestaciones sociales, pero termina permeando todos los ámbitos de la vida. Yo creo que Gabriel García Márquez nunca se imaginó que Cien años de soledad se iba a convertir en una cumbia, ¿cierto? Y luego en una serie, y luego quizás cuando todo pasa y todo cambie, la gente vuelva al libro, no se sabe, ¿cierto? No es lineal el asunto.

AP: Bueno, vaya a pasar como una vez que platiqué con un estudiante, precisamente yo creo que fue Como agua para chocolate, esta película de Laura Esquivel, y yo decía, es que está basada en un libro. No, me dijo, pero muy seguro de sí mismo, no, no, es una película, pero no viene de ningún libro, ¿no? Entonces igual va a pasar con Cien años de soledad en algún momento que a lo mejor alguien va a decir, ¿a poco venía de un libro? Es increíble cómo el saber popular y a veces la comercialización de los libros, a veces borran al libro mismo y tenemos que regresar la mirada al trabajo tan fuerte y tan comprometido que hacen ustedes como escritoras y escritores, ¿no? ¿Cómo sientes tú que hay que regresar de alguna manera a lo que es el texto o crees que no, que simplemente el texto va a regresar en sus tiempos y en sus momentos?

RC: Yo puedo hablarte respecto a lo que a mí me ha pasado. De niña, fui muy lectora y después un tiempo quise no leer tanto y explorar mi propia escritura. Y este es un secreto, espero que de aquí no salga, no leía mucho, pero sí escribí mucho. Y ahora a esta edad vuelvo a sentir la necesidad de leer y de nutrir mi espíritu de esa literatura. Creo que para mí que tengo más años que mis estudiantes, no más saberes ni más sabiduría, pero sí más años. Es importante también respetar cómo ellos leen, es distinto de cómo uno lee. Hay otras formas de hacer literatura, otros géneros, hasta en Instagram hay revistas como la revista La Lengua, ¿cierto? Que uno puede hacer un texto en cuatro imágenes que son las que se dan en el “feed” y ellos están leyendo de otras formas. Pienso que la unión con la naturaleza y la literatura a mí me ha resultado en términos personales y en términos también como profesora. En Salamanca hay una universidad y tiene un vidrio y tú no puedes entrar a no ser que te den, y ahí están alojados los textos de Alfonso X el Sabio, grandes tesoros, pero tú no puedes entrar porque hay un vidrio. Y cuando yo estuve ahí sentí una enorme frustración, hasta lloré, de no poder entrar a esa biblioteca y también pensar todos los que están fuera del vidrio y qué puede hacer uno para entrar a esa biblioteca. Pero también hay que pensar en cómo salir de la biblioteca. Algunas personas estamos mucho tiempo encerrados en una biblioteca. Entonces, el gran libro del mundo, como decía Roland Barthes, y leer distintos tipos de hojas, ¿cierto?

AP: Claro, definitivamente. Es muy interesante tu trabajo y todo lo que has hecho hasta ahorita. Me encanta cuando converso con las escritoras porque en el momento de conversar hacen sentido tantas cosas que yo leo mientras me estoy preparando o nos estamos preparando para las entrevistas. Uno de tus commitments, uno de tus propósitos que se ve ampliamente es descolonizar, ¿no? Despatriacalizar el sur y lo haces desde lo que es también la enseñanza, ¿no? Directamente lo que es en el aula. Cuéntanos un poco acerca de todo este proyecto que has llevado a cabo y que además te junta con otro tipo también de proyectos, también estás hablando de disidencia y de cuestiones alternativas. Platícanos, es fascinante esto.

RC: Bueno, voy a contestarte en el orden que me preguntas. Ese es un proyecto Anillo, que es un proyecto nacional y surge de los movimientos estudiantiles, en especial del movimiento feminista y del movimiento estudiantil del 2011 y del llamado estallido, ¿cierto?, del 2019, en cuanto los estudiantes pedían educación gratuita y de calidad y no más acoso, también. Entonces va a propósito de la pregunta recién de lo interseccional, que no te lo contesté, va unido a esas peticiones de clase o esta idea de la biblioteca cerrada, la de la ilustre Universidad de Salamanca, que por supuesto tiene que proteger, no es una crítica sino que lo estoy viendo metafóricamente. Bueno, pedir estudiar tranquila, ¿cierto? Que no sea un tema, ver si se mete o no se mete con el profesor, si el profesor viene o va, o profesora puede ser, también. Entonces entiendo despatriarcar como una forma muy simple de que la biología no hace un sexo mejor que otro. Esta idea de que alguien es mejor que otro, no, es muy operativa y muy simple. Y lo de descolonizar, como tratar de aprender desde lógicas que no sean guerreras. Esto es muy simple porque muchos imperios ha tenido el mundo, muchas colonias, por supuesto hay un asunto territorial, si yo creo que tu tierra es mía, no vamos a llegar a ninguna parte. Aunque como dicen los jaibas, la tierra es una y para todos, es otra perspectiva. Los jaibas es un grupo chileno que es un referente y después te voy a mandar una playlist.

AP: Me encanta.

RC: Y es el trabajo que estoy haciendo ahora, que es una historia natural de la canción chilena. Eso estoy haciendo, viendo cómo aparece la naturaleza en la música popular, con algunas personas muy queridas como Germán Alcalde. Y se me fue la onda de lo que me preguntaste, ah, del proyecto. No soy yo sola, somos un equipo y esta idea era democratizar la investigación. Rita Segato dice que la investigación se ha vuelto una moneda académica y en realidad no es así. No te hace mejor persona ser investigadora a pesar de que tiene mucho más prestigio en la academia frente a ser profesora, ¿cierto? Se distinguen los sueldos, hay un montón de... Entonces yo quería empoderar de alguna forma a los estudiantes que están estudiando pedagogía y llevar desde la perspectiva de género y lo descolonial que sean transversal en las investigaciones que se hacen en pregrado. Ya, este es un proyecto nacional, lo desarrolla la Universidad Austral. Uno ha tenido muchos viajes, pero donde he aprendido muchísimo es en esta universidad, en el sur de Chile, en Valdivia, ojalá vayas en algún momento.

AP: Me encantaría.

RC: Vamos a hablar con el equipo que es Elizabeth Martínez, Dama Zorrabanal, Margarita Calderón, Ainhoa Vázquez, Gerardo Muñoz. Y ellos han esta idea que uno tuvo, que una tuvo. La han concretado en escuelas rurales, en clubes de lectura, en los mismos cursos, en la dirección de tesis, en políticas públicas. O sea, ha sido maravilloso trabajar con estas personas porque una idea que uno tiene se vuelve algo que afecta la vida de un montón de personas de manera positiva.

AP: ¿Sabes qué se puede hacer? Y creo que sale muy bien y lo hicimos con FILUNI cuando estuvimos haciendo las entrevistas en México, cuando viajamos a México. Podemos hacer una mesa, un podcast con todos ellos, aunque estén en distintos lugares y hablar del proyecto y dedicar todo un sector, un episodio

RC: Sería maravilloso. Sería buenísimo, claro que sí. Las disidencias. La disidencia, hago también una definición, también Rita Segato dice que uno de los papeles es dar nombres, ¿cierto? En general se asocia mucho a las disidencias sexuales. Y sí, por supuesto, pero también yo pienso que un disidente es todo aquel que enfrenta creativamente el biopoder. Esa es mi definición de disidencia. Todo aquel que enfrenta creativamente el biopoder. Y en ese sentido y a propósito de la interseccionalidad, enfrentar el biopoder no es solamente desde el punto de vista de la política y la estética, que es lo tradicional, por lo menos desde la izquierda se ve así Sino que yo también incorporo la supervivencia concreta, la vida concreta.  Por ejemplo, Violeta Parra hace esta carpa, vende empanadas, ¿cierto? Vive de eso. O sea, porque también es una perspectiva no aristocrática del conocimiento. O las joyas comunes, ¿cierto? También es una biopoética, una forma de enfrentar el biopoder desde la supervivencia o de la vida concreta. Hay que seguir la pulsión de vida, ¿cierto? Y en el fondo lo que hacen muchas de las escritoras que yo he citado y he traído acá a esta mesa, hacen eso, siguen la pulsión de vida. Y eso es lo que hace un disidente, no se deja matar y vive. Y vive, no solamente sobrevive. Entonces también ha habido en la academia una visión y de Latinoamérica, de México, ¿cierto? Una visión muy necrofílica de lo que somos como americanos. Y aquí también es un gesto descolonial de apropiarme del todo el continente. No le pertenece a unos y a otros no, de todo el continente y ver entonces qué hay en esa pulsión de vida que nos anima, no solamente el narcotráfico, la violencia, todo esto que por supuesto vende mucho.  Entonces he escamoteado esta pregunta que me hiciste de cuál sería una función, una labor. Bueno, ver dónde está la vida, sobre todo después de una pandemia, ¿cierto? ¿Dónde está la pulsión de vida? Esa es una forma de leer. También se puede enseñar eso. Otra forma de enseñar a leer distinto es la interpretación, que uno lee e interpreta, uno canta de alguna forma lo que está leyendo. Y cuando las personas que canten sabrán, todo el mundo canta, hasta en la ducha, que uno se apropia de esa canción, la hace suya.

AP: Qué curioso, hoy en la mañana, porque además en este viaje tengo el gusto de haber invitado y a ver que venga conmigo mi socia en Hablemos, escritoras, que es además mi hija. Y estábamos hablando de que tiene una voz muy linda y nunca quiere cantar. Y ahora toda la conversación ha ido mucho acerca de esta idea del canto, ¿no? Y hace poco pensaba yo también en Walt Whitman, este gran poeta americano, exacto, Canto a mí mismo, y él decía que sus versos eran canciones. Entonces de nuevo regresamos a esta idea del canto.  Y sobre disidencias y todo lo que estás diciendo, tu libro Avenida, Independencia, Literatura, Música, Ideas de Chile, Disidentes, ahí hay una cita muy interesante en donde está diciendo Isabel Bavón, dice, “Carreño logra retratar una memoria santigueña que se pinta sobre personajes que a su vez son autores de una variada producción artística erguida en un tiempo desmedido de crisis y violencia en Chile”, ¿no? Me parece que es una cita muy buena que resume mucho de lo que estás diciendo. Y bueno, tienes muchos otros temas. Y algo que me encanta, has publicado con editoriales que tenemos mucho como Cuarto Propio, obviamente La Mujer Rota, Claudia Apablaza, ¿no?

RC: Grandes amigas las dos.

AP: Ah, increíble, con Marisol Vera, también fantásticas ambas, ¿no? Algo que está también ahí muy metido es en este libro que tienes publicado con La Mujer Rota, Cantando me amaneciera, estás hablando también de que el libro es un disco, y en el disco nos está llenando de ternura, de amor, de ritmo, a pesar de las incertidumbres, nos invita a celebrar, a recordar que estamos vivos. Cuéntanos de esta experiencia de este libro y de haber publicado con estas editoriales para después movernos a otro tema.

RC: Bueno, muchas gracias por la pregunta y por todas las preguntas que me has hecho y por la atención que has puesto en estos libros, que es una prueba de lo que yo estaba diciendo, de que las palabras no caen en el vacío y que mientras la gente escriba hay un día después. No hay nada más optimista respecto a la vida que escribir. Hay una posteridad, sino uno simplemente lo pensaría en la ducha si quieres escribir. Y este libro surgió en pandemia, cuando la vida estaba bastante amenazada. Surge primero como disco que como libro, y gracias a Claudia Apablaza se convirtió en un libro. Y yo tenía un amigo que es músico, que estaba esperando su primer hijo, estaba muy asustado, y le dije hagamos un disco-libro. Para sacarlo del terror de un parto en pandemia. Entonces fuimos grabando, él ponía la música, yo ponía la letra. Hay un código QR donde se puede acceder a todas las versiones de los textos que aquí aparecen. Aparece Juan Gabriel, hay una pequeña cosita dedicada a él, se llama El cielo de los cantantes. Y bueno, era la manera, y esto es lo que yo creo también, de la literatura que establece comunidades. Tú has preguntado eso, quizás otra forma de entender la labor de los escritores y las escritoras es establecer comunidades de sentido. Y esto que fue como algo para mis amigos, de mantenernos conectados, que yo les mandaba lo que iba grabando, distintas experiencias, todas muy vitales, se convirtió en este libro que es una memoria también de todas las personas que hicieron trabajos artísticos. Por ejemplo, La portada es una cantante chilena que está cantando desde su balcón. Fueron esos pequeños conciertos que se hacían, bueno, y ahí está la música que nos acompañó. Durante la pandemia, José José. Entonces creo que es importante el trabajo que tú haces. También me permito este momento de valoración, porque establece comunidades y anula la soledad. Hay un cuento de Marta Brunet que se llama La soledad de la sangre, y muchas veces las mujeres nos sentimos así, completamente solas en nuestros procesos creativos. La persona que está tejiendo en su casa un chalequito, dice bueno, esto es para mis nietos. No hay una valoración realmente social para ese trabajo. Mis amigas, la awentuchefe, están sus pacientes que las adoran, pero no hay una valoración social. Y la señorita de salón puede tener esa función.

AP: Bueno, pues algo que tenemos que hacer un reconocimiento enorme, enorme, es tu trabajo sobre Diamela Eltit. Y esta pasión que tienes, Damiela Eltit es una escritora que nosotros respetamos y admiramos muchísimo, muchísimo en Hablamos, escritoras. Ha sido un parteaguas, no nada más en la literatura, sino en el pensamiento crítico. Ayer de nuevo, es interesantísimo cómo las conversaciones van todas conectándose. Pía Barros platicaba de esos 12 años de tiempo de queda, en donde la gente no podía salir, en donde Chile quedaba atrapado a cierta hora, donde todo el mundo tenía que estar cuidándose, qué decir, no se podían reunir en grupo. Entonces había como un afuera y una adentro. Y obviamente, invariablemente terminamos hablando de El cuarto mundo. ¿Por qué? Porque Damiela Eltit hace eso con ese libro que es icónico y que además es ese mundo cerrado y ese mundo abierto. Primero, ¿cómo es que llegas a esta pasión por Diamela Eltit? Y después, ¿qué es lo que sientes que se tiene que explorar todavía más? Porque se ha hablado mucho de ella, pero hay mucho más que decir.

RC: Bueno, yo he dedicado los últimos 30 años de mi vida a su obra, no sé si seré capaz de... 

AP: Apenas 30 años. 

RC: Apenas 30 años. Partí yo, cuando estaba estudiando, que leí, me llegó a las manos, a través de Rodrigo Cánovas, que fue uno de mis profesores, Por la patria. Y yo leí ese libro y me sentí acompañada en ese proceso de dictadura. Y era un desafío, porque no es una cuestión tan simple de leer. Pero yo sentía que ese libro podía explicar todo lo que yo había leído antes, que lo resumí. Hice una tesis, que ahora está en el archivo Princeton, que abro las cajas cuando voy a ver y encuentro la tesis, y fue impactante ver que ella había mandado esa tesis a... Porque es una tesis, imagínate, cuando yo estudiaba, así, pleistoceno. Entonces yo tuve el atrevimiento de decir, ella reescribe la tradición chilena en la narrativa y la reinterpreta a la luz del golpe de estado. Y bueno, su narrativa ha sido ampliamente estudiada. Hablaba de Laura Scarabelli, que es una crítica italiana. Y siento Wenker Patrick, Francine Masiello, Natalia Brizuela, el mismo Javier Guerrero, ¿cierto? Muchísimos escritores. Y uno de mis primeros libros fue, precisamente, que me latí redes locales y redes globales, mostrar cómo esta literatura congregaba un montón de escritoras, escritores y críticos. Que todos tenían algo que decir, que inspiraba la escritura. No solamente la lectura, sino que era tan poderosa que muchos de nosotros habíamos querido escribir para desentrañar un poco esta escritura que nos parecía apasionante y críptica a la vez. Era como un peligro leer a Eltit en esa época. Bueno, ella ha evolucionado, es una persona evolucionada no en términos de que esté mejor o peor, sino que ha cambiado porque es una escritora viva, ¿cierto? Y bueno, sus temáticas han cambiado. Ahora no es tanto sobre Chile como en los ochentas, sino que son más globales sus temáticas. Y también he tenido el placer por los libros, ¿cierto? Porque fui una de las primeras personas en escribir sobre ella. Eso habla más de mi vejez. Siempre hablo con Niall Binns, que es otro de mis amigos. Dice, yo escogí a Nicanor Parra, yo escogí a Damiela Eltit cuando éramos estudiantes. Y fue una excelente lección, porque ha sido una maestra también para mí. Este libro, Escrituras Canoeras, es el que reseña nuestros viajes por el mundo. Está en todas las conferencias en distintos lugares del mundo y tiene una sección de fotografías, como una especie de cuaderno de viajes. Te lo regalo. Y bueno, aprendí muchísimo de ella, de cómo hacer comunidades, sus salones literarios, sus fiestas, su manera de congregar a las personas en una sociedad palestina. También quiero mencionar eso. Es una manera de socializar que tiene que ver con su origen palestino, que no debe perderse, que debe celebrarse y que debe citarse. Y bueno, estaba hablando de su trayectoria como escritora brevemente, pero quiero, en relación a la última pregunta, señalar lo que todavía no se ha explorado tanto, a mi juicio. Es la enorme capacidad que tuvo para congregar a las mujeres en los 80 y hasta el día de hoy. Articularlas políticamente y dar una especie de integridad a la escritura, no solamente con su palabra, sino que con su gesto. ¿Dónde ella va a ir? ¿Dónde se va a restar? ¿Qué cosas va a decir? ¿Qué cosas no va a decir? Ella fue un modelo, quizás no tanto en la palabra escrita, pero sí en otorgar una integridad al oficio de escritora. Piensa tú que María Luisa Bombal la entrevistaban y decían, ay no, es que yo no sé sumar, no sé. Se hacía un poco la femenina tontina, no teniendo ni un pelo de tonta, para poder enfrentar cierto medio hostil. O, por ejemplo, Gabriela Mistral hasta el día de hoy como la madre impoluta, cierto. Fiol-Matta habla esto de la madre queer para Chile. Y en el fondo, claro, o sea, recién ahora se destapa y sale su disidencia. Importante es mencionar también a Malú Urriola, ya que estamos hablando de escritoras, que también tuvo un rol, que era muy joven en los ochenta, pero también tuvo un rol con su, no diría militancia, sino que con esta integridad escritora de ser quizás la primera que se atreve a decir que es poeta y que es lesbiana, y de experimentar esto libremente. Fue una apertura para muchas escritoras que la siguieron. Entonces, bueno, Diamela nos juntó a todas, jóvenes, viejas, de todo el mundo, en su casa, generosamente y políticamente, para que dejáramos de ser islas y de alguna manera hiciéramos un colectivo interesado. Yo creo que aprendí muchísimo de ella, de qué significa, a saber cómo pararme de ser escritora y estar en un campo cultural hostil, sin eufemismo, y al estar con ella nadie me dio un agarrón, nadie me encontró tonta y pude hablar con total libertad.

AP: Qué belleza, qué belleza. Qué tributo a ella y bueno, me encantaría que escuche esta entrevista y la emoción con la que hablas de ella. Veo las fotos y me enternece muchísimo, acá hay una foto precisamente en Guadalajara, en México, mi país natal, y están sentadas en esta plaza icónica con estas bancas y están ahí con una foto. Se ve que ha sido un caminar largo y muy cercano, ¿no?

RC: Muy cercano. 

AP: De verdad, de amigas. Pues se nos está acabando el tiempo y no te puedo dejar, y antes de que nos cuentes, acerca de este archivo, el Eltit-Rosenfeld, ¿tienen ahí un trabajo, no nada más, de lo que es colectar, sino también de investigación? ¿Cómo está funcionando? ¿Estás a cargo de este archivo? Cuéntanos cómo funciona. 

RC: Bueno, primero decir lo que es, porque está disponible. Es un archivo que Diamela donó, lo regaló a las estudiantes de Chile. Está en línea y también habla de la investigación más allá de la academia porque ella lo hizo con lo que fue su pareja literaria, dijéramos no erótica pero sí literaria, que es Lotty Rosenfeld, que nace todas las portadas, la enorme artista visual Lotty Rosenfeld, sobre las primeras mujeres políticas como Elena Caffarena. Entonces están las cartas, las fotos, las grabaciones. También están los archivos de este congreso de escritoras chilenas que se hace en los 80, el primero que se realiza en dictadura, donde está José Donoso, son todas muy jovencitas. También ella logra, es que es maravilloso lo que ella hace de hacer una comunidad literaria, se pone la letra en torno a la literatura y a las posibilidades artísticas y políticas que tiene la literatura.  Y también diría que es una biopoética en mis palabras porque gracias a esos vínculos, a esos contactos también ha podido transitar nuestras palabras. También ella ha sido, no solamente esto de hablar de otras, también es algo que ella hace y que hacemos todas, porque todas sabemos que no estamos solas, finalmente, y que solas no vamos a llegar a ninguna parte.

AP: Ha sido increíble lo que ha pasado en las últimas décadas, porque obviamente estaba pasando, siempre nos hemos apoyado como académicas, escritoras, traductoras, editoras, pero separadas. Y de repente como que todo se ha unido de una manera transnacional, internacional, y bueno, si algo nos dejó la pandemia, por lo menos algo bueno nos haya dejado la pandemia, pues fue el Zoom, por ejemplo, el borrar estas fronteras que querían tanto ponernos paredes para encerrarnos, que lo único que pasó es que abrieron ventanas para que nos escapáramos.

RC: Así es. 

AP: Así que bueno, pues muchísimas felicidades, Rubí, ha sido un regalo escuchar tu voz, escucharte cantar, ver que te emocionas con lo que haces y con lo que has hecho, y con la gente con la que has crecido y convivido. Admiro muchísimo cuando una escritora parte de esta generosidad, de esta humildad, de esta sencillez, pero realmente tiene un trabajo que es tan bueno, que a veces hasta esa modestia de no decirlo así, que es tan bueno, enriquece muchísimo.Y bueno, yo invito a todos los que nos están escuchando a que consulten la obra de Rubí Carreño, no nada más lo que tiene en libros, sino también en artículos y en los proyectos que está llevando adelante. Muchísimas gracias, Rubí. 

RC: Gracias a ti de corazón.

AP: Igualmente, gracias.

AP: Hablemos, escritoras está muy agradecida con Rubí Carreño por esta entrevista que enriquece tanto a nuestra enciclopedia y a nuestro proyecto. 

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Nosotros somos una organización sin fines de lucro que con muchos esfuerzos estamos recorriendo el mundo hispanohablante. En 2024 estuvimos en Chile, Perú y Bolivia. En 2023 México, España, Argentina. 2022 lo dedicamos a Estados Unidos. Nuevos lugares vendrán para 2025 y definitivamente cada una de estas paradas nos enseña, nos educa a nosotros como equipo sobre qué es lo que está pasando en la escena literaria de cada uno de ellos. Es fundamental hacer estas visitas para poder adentrarnos también en cosas que a la distancia no podemos ver. Lo importante en la literatura, en el campo literario, es el libro, sí, pero también el autor, el contexto, la historia y todo lo que va rodeando a este texto escrito o en otras muchas versiones. Yo soy Adriana Pacheco y gracias al equipo que está atrás de Hablemos, escritoras podemos llegar hasta ustedes cada semana. No es la voz de uno solo, somos muchos, somos Hablemos, escritoras. Hasta la próxima.