APR: Karen Codner viene a Hablemos, escritoras el día de hoy a hablar de dos de sus libros, de su carrera como escritora, pero también como una preservadora de la memoria. Muy interesante la conversación que tendremos el día de hoy con esta periodista, podcastera, narradora chilena y quedamos en deuda con Mariana Hales por haber abierto esta puerta. Eso es parte de una gran exploración que estamos haciendo ahora para cerrar también parte de nuestra experiencia en Santiago de Chile, pero que seguiremos hablando muchísimo del talento chileno. Estamos muy contentos de recibir hoy a Karen Codner. Yo soy Adriana Pacheco y, como siempre, les doy la bienvenida a que se sumen a este proyecto y que poco a poco vamos a ir creciendo hasta atravesar todas las fronteras. Su apoyo, su difusión, el que nos sigan, el que estén pendientes de lo que estamos haciendo, que nos pongan como referencia, que nos utilicen los profesores en sus clases, que saquen de los libros que recomendamos para sus listas de lecturas en clubes de lectura, sería maravilloso. Gracias a todos ustedes, gracias al equipo de Hablemos, escritoras estamos hoy en un episodio más. Bienvenidos y recibamos a Karen Codner.
***
APR: Bueno, no me voy a poder cansar, nunca me voy a cansar de decir lo maravilloso que fue en nuestro viaje a Chile. En verdad qué país, me encanta. Me encanta su gente, su comida, fue maravilloso estar además tanto tiempo en Santiago de Chile y hoy tenemos a alguien que está ahí ahora en Santiago, me encantaría estar también allá, y me da muchísimo gusto recibir ese micrófono a la escritora, y ahora van a ver otros perfiles que tiene de lo más interesante, Karen Codner. Felicidades Karen por ese país, por ese trabajo y gracias por aceptar la invitación hoy.
KC: Querida Adriana, la verdad es que la agradecida soy yo, una fiel auditora de Hablemos, escritoras, y es un honor estar hoy día compartiendo esta tarde aquí en Santiago y tú en Texas, Austin. Y feliz de que podamos conversar y conocernos.
APR: Sí, me encanta. Qué lástima que no lo podemos hacer en persona. Me hubiera fascinado que me contaras más porque está, bueno, estoy intrigada de todo lo que haces. Y sobre todo, esta aportación tuya a la tradición judía, a la literatura chilena. Acabo de estar ahorita entrevistando a quienes fundan la revista Enclave en Nueva York en CUNY, y una de ellas es Nora Glickman, y Nora Glickman es una de las grandes estudiosos de la literatura judía y en general de la tradición judía. Y le contaba que ahora nos íbamos a sentar tú y yo a platicar. Así que bueno, pues. platícanos un poco acerca de este mundo de las letras. ¿Cómo entras, cómo llegas a tu primer libro, cómo decides hacer el paso tan grande que es, pues, empezar a escribir?
KC: Yo, gracias a la maternidad, te diría. Porque una de mis mijas, yo tengo cuatro hijos, la tercera tiene 20 años, y yo, si bien me había dedicado al periodismo escrito, sentía que no tenía un espacio en el estilo de vida que yo deseaba llevar. No me gustaba trabajar en prensa y hace 20 años todo lo que es comunicaciones tampoco estaba tan de todos los días, digamos. Tampoco era lo mío. Entonces yo me acuerdo que estaba leyendo en la playa en verano en febrero y estaba leyendo Las vírgenes suicidas y de repente estoy en la mitad de esa novela que me marcó mucho, digo, “¿y por qué no yo también trato de escribir ficción?” Yo he sido una persona que ha escrito desde pequeñita, pero sin ningún norte. Empecé escribiendo diarios de día en quinto básico y mi remitente era Querida Kitty a partir de Ana Frank. Ya eso te dice algo.
APR: Claro
KC: Tengo todos esos diarios, diría, guardados y me da mucho pudor volver a leerlos. Pero ahí están. Uno que otro cuento yo había escrito y ahora me doy cuenta que yo hice la práctica profesional en el diario vespertino La segunda. Yo cuando tuve que hacer el reportaje que era sobre las listas de espera en los hospitales, fue sumamente creativo y poco periodístico. O sea, lo abordé de una manera ficcional. Empecé, me acuerdo de una manera, que no era acorde con el medio y bueno, igual puede ingresar y me aceptaron. Pero ahora me doy cuenta que yo siempre he tenido esta veta más artística literaria. Bueno, fue en ese verano, estamos hablando del 2004, febrero de 2004, en el cual dije “¿por qué no?” y ahí me enrolé en el taller literario Ana María Güiraldes. Es una gran escritora chilena, más enfocada a literatura infantil y juvenil, una gran, gran profesora y de verdad, Adriana, ingresé así como si fuera una persona no vidente a probar aventureramente. Y probé y bueno, aquí estoy 20 años después.
APR: Qué increíble pero además, probaste muy bien, o sea, tu primer libro, Respirar bajo el agua se publica con Cuato Propio, ni más ni menos. Qué increíble. ¿Cómo fue, cómo llegaste a Cuarto Propio?
KC: Llegué a Cuarto Propio tocando puertas, muchas puertas. Creo que me ayudó mucho Andrea Jeftanovic, si mal no recuerdo, porque ella conocía a Marisol Vera, que es la editora general de Cuarto Propio. Y yo estuve trabajando esa novela un montón, un montón de años junto a la guía de Marco Antonio de la Parra.
APR: Mhm. Guau.
KC: Y esa noevla, toqué un par de puertas. Creo que toqué a Random en ese minuto, no me acuerdo que otra editorial. Y fue con Marisol Vera que pude concretar el proyecto específicamente de novela y fue una experiencia como, mira, yo me acuerdo que el día que me dijeron sí te vamos a publicar, Adriana iba manejando y estaba tan fascinada que terminé chocando porque qué tal mi, mi, mi, mi alegría, mi desborde que no estaba ni concentrada. Entonces, es como un sueño que uno nunca cree que va a suceder y todos los escritores sufrimos de inseguridades, obviamente, así que imagínate. Un tremendo premio.
APR: Claro, claro. Fíjate que a quién sí conocí en persona, aunque ya hemos hablado tantas veces, es a Andrea Jeftanovic. Qué encantadora persona, qué generosa y una abridora de puertas también enorme, no? Así que maravilloso. Y junto de lo que tenemos ahorita de la visita, tenemos una conversación con Marisol Vera que es una verdadera, verdadera institución. Karen, este libro Respirar bajo el agua me gusta mucho por lo que estás haciendo, cómo estás jugando con la cuestión de la identidad, con este contacto interracial que se da tanto principalmente en la cuestión urbana. También en el campo, pero principalmente en las ciudades. Y bueno, teniendo una diversidad racial tan interesante, en general esa parte del Cono Sur con todos los Mapuches y con los otros pueblos originarios que están más al norte, siempre hay ese contacto continuo, no? Cuéntanos un poco, cómo piensas tu que es importante hablar de los pueblos originarios, de este contacto que hay, sin exotizar, sin tampoco tener una mirada paternalista, sino por lo contrario, con esta línea del respeto y del reconocimiento?
KC: A ver, te tengo que decir que para mí, cuando yo escribí Respirar bajo el agua, que la protagonista, una de las protagonistas en realidad, fuera mapuche fue un dato, un dato más que le entregó una cierta particularidad a esa mujer, digamos, amena. Pero era interesante porque primero cumplo con decir que a diferencia de todos nuestros fuegos, Respirar bajo el agua nace por la pérdida que yo tuve, en Chile les decimos nana, aunque hay mucha gente que ya no les gusta el término, pero es muy cariñoso. Yo tenía una nana que llevaba 10 años trabajando con nosotros en mi casa que era la Mari, Que efectivamente, ella se enfermó. Eran de origen mapuche, pero con cero identidad mapuche. O sea, igual que tú y yo, solo que su tono de piel era más oscuro. Y de ahí empecé a ficionar, pero me gustó la marginalidad que puede presentar un personaje mapuche, sobre todo porque tendemos a verlos, a los mapuches, como que están buscando su territorio, están buscando preservar sus costumbres. Pero también existen otros que pertenecen a este pueblo pero que viven como cualquiera de nosotros. Entonces, quizá derribar también un poco los mitos y que tienen los problemas de familiares y de pobreza y de trabajo, igual que muchos, o que muchos inmigrantes hoy en día también. Entonces quise vincularme de una manera que fuera más allá del estereotipo mapuche y el estereotipo judío. ¿ Cuántas son las mujeres solas que se necesitan mutuamente? Entonces para mi gusto el tema de si eres mapuche o eres judía y ambas crecen en esta relación. Al estar juntas son más que cada una por separado. Y eso es lo que yo traté de reflejar, que a pesar de ser 2 mundos totalmente distintos, se puede generar una relación positiva, a pesar de que sea una relación contractual.
APR: Claro. Que después se va convirtiendo en una relación familiar y una relación tan cercana que casi no se ve esa línea de división, que es la sangre. Se convierten en más cercanas incluso que los miembros de la familia, de muchísimas maneras.
KC: Exacto.
APR: Y eso me gusta, Karen. Como estás tratando de cuestionar un poquito los estereotipos. Aprendí mucho con tus libros y ahorita vamos a hablar de la cuestión judía, pero muchas veces como que nos imaginamos los que estamos fuera de ciertas culturas, las cosas que suceden dentro y tu idea de escribir más y de andar en lo cotidiano, en el día a día, eso ayuda muchísimo a adentrarse en las costumbres que nos son desconocidas. Y algo que veo que me parece muy interesante en este libro es este papel tan fuerte, por ejemplo, de la comida y de la cocina. Y ahorita afuera del micrófono estábamos hablando de que estás cocinando para un banquete y vas a tener invitados. Yo, bueno, siendo de de origen mexicano, obviamente para mí muchas cosas suceden. Tengo 61 años, entonces para mí la cocina está inherente con mi rol de mujer y no lo veo como una carga, sino al contrario, como un júbilo y me encanta. Acá está presente continuamente, y tu voz narrativa va mucho a eso, los personaje están dialogando mucho alrededor de la comida. Cuéntanos un poco sobre esto.
KC: Los judíos chilenos, bviamente yo estoy hablando desde mi experiencia como judía en Chile, y puedo hablar también de mi experiencia dual porque yo he tenido un camino que ha ido de ser una mujer judía más conservadora a una más observante. ¿Qué significa eso? En el cual los ritos en una mujer conservadora se observan, pero no de una manera tan profunda y tan sistemática como una mujer observante. Obviamente todo esto es muy personal, aquí nadie te impone nada y resulta que cuando tú te mueves en un mundo más conservador, una de las partes constitutivas de cómo vivir la religión es alrededor de la comida. Sin embargo, si cuando tu te vuelves más observante, también lo es, solo que sumas un grado más de observancia. Por lo tanto, en estos tipos de judaísmo, en el cual también tú puedes ser judía sin ningún tipo de rito, ningún tipo de observancia, también la comunidad juega un rol importantísimo. ¿Por qué? Porque desde los tiempos biblicos se nos ordenó que para celebrar había que celebrar con comida, más que con vino, con comida. Entonces es una parte constitutiva de cómo nosotros los judíos, también como mexicana, como a través de ella expresamos nuestro amor, nuestra solidaridad, nuestra pasión, y también una forma de preservar ciertas costumbres. Mañana en la noche que comienza el Año Nuevo judío que se llama Rosh Hashanah, hay una serie de elementos de comida simbólicas de las cuales nosotros vamos a hacer unas bendiciones, por ejemplo. O, cuando es el pesa, que es el Passover, es la fiesta de la libertad que por lo general consigue con Semana Santa, también está marcado por muchos alimentos. Entonces la comida pasa a ser parte no solo de nuestra cultura, porque tú puedes tenerlo culturalmente, sino parte intrínsica de lo que somos, de nuestra identidad.
APR: Qué interesante, qué maravilla. Nunca le voy a agradecer suficiente a Mariana Hales que nos haya presentado. De verdad que estoy encantada escuchando todo todo esto, que para mí es completamente nuevo.
hHay una estrategia que estás usando en el libro, en este libro, haciendo unos cortes en el ritmo. Hay una parte que es como si fuera un diario de horas y hay algunas partes que son como, más podría ser un poquito epistolar, pero no entra en las cartas. Déjame leer, por ejemplo, algo que pones, dice, “Señora Jenny, mire lo que nos cocinó mi mami. La torta de mil hojas es la mejor del mundo. Mire como yo me sirvo un pedazo enorme.” Cuéntanos acerca de, estás hablando ahorita la importancia de la comida, de la cocina, pero también estás hablando un poco de que la identidad se construye también alrededor de esto. Cuéntanos acerca de esta estrategia narrativa y de esta identidad dentro de las actividades, los objetos, de las cosas, de las casas.
KC: A ver, yo me doy cuenta que en ambas novelas hay una presencia de los alimentos de una u otra forma. Y es algo que que seguramente debe salir de mi escritura de forma natural. Cuando yo estoy tratando en ese, en esta cita que tu nombras de “querida mami, la torta de mil hojas es la mejor del mundo,” estoy mostrando, para Mirna, como ella también construye su mundo a través de todos sus sabores. Es como la Laura Restrepo, verdad? Pero se crea un mundo y universo y sensaciones que solamente los seres humanos nos podemos comunicar a través del gusto y el olfato y también la vista. Creo que la comida, en ese sentido, nos une más que nos desune. Creo que podemos dimensionar mejor a Mirna y a Jenny en su singularidad y en su vínculo a través de estos sabores.
APR: Claro, claro, bellísimo. Los sentidos, todos los sentidos, no? Y entonces es la cuestión corporal que se hace presente a través de cada uno de los sentidos. Buenísimo. Bueno, pues ya mencionaste Todos nuestros fuegos, además editado con Seix Barral. Felicidades también por eso. ¿Te parece si antes de empezar a hablar de este libro, nos puedes leer un fragmento?
KC: ¿Puedo contar la ceniza que cae del cielo? Cada una tiene un nombre. Rachel, y Judith, Ester, Deborah, Leah, Shirah. Y mamá. Me cubren por completo. Soy gris. Mis muertas son mi equipaje hasta el infinito. Las ruinas de Penn Street siguen latiendo en Rivka, la que hoy se hace llamar Olivia. Ella observa las aguas del Hudson desde la ventana rectangular que hay en su living, despide al sol. Han pasado ¿diez, trece años? No olvida el fuego. Su fuego negro. Ha aprendido a vivir entre sus cenotafios. ¿Cómo la ceniza puede ser tan espesa?
APR: Qué fuerte. Este párrafo que te pedí que leyeras, pues obviamente nos deja ya esta pista de lo que va a pasar, no? La presencia de la ceniza es que hubo fuego antes. Yo en algún momento de mi vida tuve un incendio en nuestra casa y sé perfectamente bien ese olor del fuego, del incendio, de la ceniza, la negritud que queda, lo pegajoso, lo pastoso que queda en los muros, en las cosas, la ceniza metida hasta el último rincón y, sobre todo, pues, el riesgo de la muerte. Y pues de eso se trata este libro. Es muy interesante la premisa que utilizas alrededor del fuego y de las muertes que este produce. Pues es una gran tragedia y a la vez, bueno, exploraremos ahorita otros temas muy importantes en este libro. Empecemos primero de dónde viene la historia. ¿Cómo es que concibes Todos nuestros fuegos?
KC: Mira, a diferencia de mi primera novela, Respirar bajo el agua, aquí es un trabajo ficcional absoluto. Absoluto en el sentido de la historia, del personaje. Uno está dentro de lo que escribe, porque si no, sería imposible, seríamos una máquina. Yo soy este libro y este libro es yo, porque yo lo cree, digamos. Pero dicho eso, realmente había de partir de cero, de cero. Yo estaba súper, súper desesperada. Corría el año 2017, ya habían pasado 2 años, y te prometo que no podía escribir nada. Podía escribir pequeños cuentos, pero nada que me satisficiera.
APR: Guau
KC: La estaba pasando super mal porque esto es lo que a mí me gusta hacer y entonces yo tengo una pequeña pieza que le digo taller en un sector de Santiago. La aldea de la cordillera de los Andes, que se llama El Arrayán, pero es literalmente una habitación con un baño. Lo divertido es que queda justo frente al colegio de mis hijos entonces, realmente, cruzan la calle y están ahí. Partí con cuatro hijos arrendando esta pieza y ahora me queda una sola hija, la menor, Sara, de 16 y sale ya será el otro año.Pero volviendo de esto, entonces yo dije, “Ya, Karen. Tienes que tratar” y me sentaba ante la página en blanco, ya sea un cuaderno o la del computador. Y nada. Tenía algo, eh. Tenía una historia de una chica que, y todavía lo tengo escrito pero no me atrevo a mirarlo, que vivía en Denver y la mamá había muerto, y la relación con el padre…pero no subía, Adriana, y no fluía. Después tenía otra historia de un hombre que iba a Jerusalén a ver a su madre, que estaba ya en las últimas y estaba con demencia senil. Y era como este viaje de él. Pero tampoco. Ok, dije. Y puse, yo escucho vinilos, ahí solamente escucho vinilos, y tenía un vinilo de la abuelita de mi marido, de música English, de la cual no sé una sola palabra. Osea claro, sé un par de palabras, vocablos, pero yo no entiendo. Bueno, dije, ya, lo voy a poner. Pongo la música y me mientras estoy escuchando doy vuelta a la carátula y leo la canción Siete hijas. Y ahí está el comienzo de todo. Ahí está el comienzo de todo. ¿Sabes que como que se me abrió un canal? Bueno, yo creo que todavía es muy reciente lo que me estoy pidiendo. Fue algo, te digo la verdad mágico, porque cuando te dicen, yo siempre pregunto en mi podcast Espiral, si es 99% de trabajo, y 1% de inspiración. Justamente se me dio esa combinación. Yo quería trabajar, pero no sabía en qué. Y de ahí tuve Siete hijas y dije, aquí está, aquí hay algo y así empecé. Así empecé, una cosa me llevó a otra.
APR: Claro.
KC: Y por eso la canción también aparece en la novela.
APR: Buenísimo, buenísimo. Ahora la idea de que haya esta separación con el padre, que es tan importante hablar de la figura del padre y ahora muchos escritoras están regresando a este tema. Pero tú lo estás vinculando desde la distancia y desde un elemento muy poderoso que es el silencio. O sea, sin querer hacer spoilers pero seguramente por todos lados, porque por todos lados hay entrevistas tuyas con el libro y demás, pues el fuego mata a la madre, mata a las hermanas y la sobreviviente, o los que sobreviven es el padre y la hija, no? Y cada año en esa fecha tan terrible, él le habla para quedarse callado en el otro lado del auricular. Cuéntanos acerca de pensar en el silencio como un medio de comunicación y de vínculo y, sobre todo, principalmente, de recuperar la historia. Recuperar la memoria en ese momento de silencio.
KC: Yo tengo una relación muy buena con el silencio. Y aquí te voy a decir con confianza, que en realidad no lo he dicho en ningún entrevista, hasta ahora que lo pienso, lo he estado meditando. Yo, bueno, como todas las adolescencias, la adolescencia son críticas y difíciles, pero mi adolesencia fue muy silenciosa. En la mesa familiar, yo no hablaba. Algo más potente comunicacionalmente que no hablar, es ser un fantasma en tu propia mesa.
APR: Sí, tremendo. ¿Y qué te decían tus hermanos? ¿Cuántos hermanos tienes?
KC: Somos 3 mujeres, 2 mujeres mayores, yo soy la menor. Y yo era como un invitado de piedra. Me imagino lo que tenían que haber sufrido mis padres, eran otros tiempos los ochentas, tu comprenderás que las terapias y tantas cosas que uno vivía. Después me sané. Porque yo creo que me sané, pero tiendo volver al silencio. Entonces lo que me pasó con este silencio, Adriana, que yo me pregunté, ¿hay una forma más poderosa, más poderosa de comunicar la pérdida que el silencio? Porque es una inacción total, pero es la perseverancia, el vínculo, la llamada. O sea, yo te estoy llamando, me quiero comunicar contigo, pero no existen palabras para lograrlo, es decir, solo existe el amor mudo. Pero soy incapaz de más. Y este padre es un padre tremendamente bueno. Es un buen hombre, pero que no pudo, no pudo más. No pudo. Entonces esta figura fantasmagórica me genera un enigma, un enigma que estás todo el rato con Rivka. Que la acompaña y el lector también va a lograr amarse una figura de este padre mucho más compleja porque todos me preguntan por este padre silencio lo que me llama la atención.
APR: Porque de alguna manera estamos esperando siempre que la gente hable, no? Entonces yo creo que es fascinante la escena, porque además es muy visual. Imagínate, contestas el teléfono y hay silencio del otro lado. Pero además ya la expectativa, porque cada año se sabe que va a suceder, no? Entonces me parece que eso es lo fascinante. O sea, a mí, más que intrigarme el silencio del padre, me intriga más la figura del silencio como un medio de comunicación, de no comunicación. Felicidades por eso, me parece muy atinado.Otra cosa que también haces es que es interesante…la comunidad judía en Nueva York es muy importante, es muy fuerte, es grande, es muy única, es muy abierta. El barrio judío cuando corres el maratón atraviesas el barrio judío, no? Y esa familia que se está dando en Manhattan y que está además hablando Yiddish y, no sé, sueñan en Yiddish y demás, es una decisión grande para ti como escritora. Después los mueves, vienen a un periplo y obviamente ahí en el periplo te permite hacer otras cosas. Pero empiezas, arrancas con esa comunidad judía de Nueva York. Cuéntanos un poco sobre esto.
KC: Te puedo contar que yo, algo tenía cuando dije, “ok, quiero escribir una segunda novela.” Si te das cuenta todos los ejemplos que te nombré, arrancan fuera de Chile, todos. Denver, Jerusalén, Nueva York. ¿Pero por qué tomé esta decisión? Primero porque realmente yo quería hacer la figura del viaje, necesitaba salirme. El salirme de la comunidad judía en Chile me entregó una libertad mayor en términos estilísticos y narrativos. El salirme de un yo actual también. Y por otra parte, si yo estaba formando una familia de 7 mujeres observantes, en Chile eso no existe hasta hace poco. Entonces me iba a costar mucho, mucho crear este, no es un mundo, este universo. Por otro lado, justamente yo también corrí el maratón de Nueva York y también he vivido y conocí ese mundo ortodoxo, el de Nueva York, el de Jerusalén, el de Miami. Y lo conozco también a través de las historias. Fíjate tú, Isaac Bashevis Singer, pasé una época obsesiva leyéndolo y eso me permitió decir, “Karen, tú también te puedes dar ese gusto. Tú también puedes ficcionar sobre algo de lo que tú no estás viviendo hoy, pero de lo que sientes muy, muy cercano.” Y eso es un poco también la danza de todos los judíos del mundo. Entonces me arriesgué, pero Adriana fue un riesgo que me costó mucho tomarlo. Y la otra vez, justamente en un conversatorio estaba contando el tiempo que invertí buscando datos de Nueva York, adentrándome en ese Nueva York de fines de los 70, comienzos de los 80, conociendo, engulléndome los nombres. Y en un minuto tomé una decisión mucho más radical. Dije, “Karen, libérate. Tú no estás escribiendo una novela histórica, así que te puedes dar ciertas licencias. ¿Y sabes lo que hice? Todos los nombres que tenía de la librería, que tenía del supermercado, los cambié. Cambié. Retuve el nombre de las calles, pero hasta cambié el numero de la numeración de la casa que yo había ido, conocía el barrio, y cambié todo. Eso fue un acto muy liberalizador.
APR: Qué bien, qué interesante. Yo no he corrido el maratón de Nueva York, I wish. Pero obviamente lo he visto y eso me parece, bueno, increíble. Felicidades por haberlo corrido. Karen, algo que me parece muy interesante que hay un simbolismo con la figura del padre, en donde se intersecta con la figura de la religión. Sí, la religión también, como esta figura paternal, como esta figura de poder, como esta figura que está, pues, siempre presente como un ente superior, no? Sobre todo cuando se es observante. Y obviamente te estás tomando también, pues un riesgo de escribir sobre esto por las lecturas que se puedan tener cualquiera. Pero hay algo ahí que me parece muy lindo. En el rescate del padre, en donde siempre está también la religión presente. No en todo momento de la vida de los personajes y de Rivka, pero siempre hay una voz atrás. Lo mismo sucede con Respirar bajo el agua, no? O sea, la religión está en algún momento latente. ¿Cuéntanos también acerca de esto, es para ti importante que que esto quede en tus obras?
KC: ¿Adriana, sabes qué? Escuchándote me estoy dando cuenta que quizás estoy diciendo una contrarrevolución porque me estoy alejando de los feminismos, ismos. Lo que pasa es que yo soy otra mujer gracias a la religión. Mi vida cambió gracias a un mayor nivel de observancia de fe, de hacer mejores acciones, de ayudar al mundo. Y me di cuenta que yo no podría escribir algo que no estuviera, o sea, creo, uno nunca sabe, quizás que si Dios quiere mi tercera novela sea radicalmente distinta. Pero hablemos de estas dos que son concreto. Yo lo veo como algo bueno, lindo, que solamente te hace creer y te hace ser mejor persona y contribuir a la humanidad. Eso es lo que me ha pasado a mí. Entonces tuve que poner, y voy a hablar específicamente en el caso de Todos nuestros fuegos, que es un caso mucho más complejo porque yo complejicé esto dentro de una chica observante de 14 años y no hay debacle. Hay un antes y un después que lo podemos situar en el calendario un 11 de diciembre. No quiero decir el año para eso, que cada uno saque sus conclusiones. Eso da lo mismo.
APR: Exacto.
KC: Y entonces dije, yo tengo que hacer que esta chica, además que ella vuelva a vivir, ella misma vuelva a redefinirse como mujer judía. No es que se va a liberar de su religión, porque para ella nunca ha sido un peso, sino que ella tome las decisiones de cómo quiere vivir ahora que está sola en el mundo. Entonces, lo que yo traté es de reflejar una riqueza, una gran forma de vivir. Más que entorpecerla, simplemente la hace ser quien es y la permite de cierta forma volver a armarse en algún minuto. Oviamente tiene muchas crisis, pero ahí está la gracia. Ella sale fortalecida. Y hay otra cosa que me hizo ver mi marido el otro día y de verdad yo no lo había pensado. Te voy a contar algo, yo no lo he dicho tampoco ninguna otra parte porque me lo dijo, estuvimos de viaje en el Perú y conversando me lo dijo. Cuando las personas judías están gravemente enfermas, grave, una de las formas, los mecanismos para buscar la sanación es el cambio de nombre. Es decir, si tu te llamas Miriam, te van a poner un nombre como Nechama, Shemesh, Bracha
APR: ¿De verdad?
KC: para cambiar un poco el destino y doblarlo y tratar de encontrar una Refuá Shlemá, una sanación completa. De hecho, un pariente muy cercano mío, que se valvó, no es que le cambien el nombre, sino que le agregan un segundo nombre, con eso se modifica el nombre. Yo no me había dado cuenta que hice lo mismo con Rivka. Yo no tenía la menor idea. Sabes qué, fue algo increíble porque al final esta dualidad que ella tiene entre Rivka y Olivia, para los que nos están escuchando hoy en algún minuto, ella, y todo el rato yo lo menciono, paso de Rivka a Olivia. Esta dualidad que se llama Olivia o se llama Rivka, y así voy jugando hasta que ella va a llegar a sus propias conclusiones. Es muy lindo porque a veces un cambio de nombre no es la única, no es la salida. Es parte de la salida, o quizás no.
APR: Interesante, hay un desdoblamiento de la identidad ahí con el cambio de nombre y obviamente, si lo hacen de una manera sistemática, pues me parece totalmente fascinante, qué bien. Karen, qué pena tener que hablar de política y de los momentos históricos que estamos pasando. Sin embargo, obviamente me da curiosidad y vamos a guardar todas las distancias que esto tiene, pero estamos pasando un momento muy fuerte en cuestión con la comunidad Judía. Y bueno, tú estás, afortunadamente ilustrándonos y ayudándonos a entender que son una comunidad, valiosísima, con gente maravillosa, con cosas enormes que han hecho, de personas que tienen todas las características buenas y malas que tienen un ser humano. Pero sin embargo, sí hay un movimiento en donde ahora, con todo el conflicto de Israel, pues está, está muy álgido. ¿De alguna manera sientes tú algo que está sucediendo que todavía te refuerza más esta idea de querer hablar más de tu cultura judía en un intento de poner las cosas en su lugar o de poner también las cosas en perspectiva? Y por otro lado, me imagino que debe de ser complicado y doloroso lo que está pasando ahorita para ustedes como comunidad, no?
KC: Adriana, mira voy a ser súper sincera contigo. Primero, uno de los grandes temores que yo tuve a lanzar esta novela en marzo, y que lo hablé con mi editores en Planeta, Seix Barral Chile, cómo enfrentar esta crisis? Porque Chile es un país anti-Israel y antisemita. No estoy diciendo nada nuevo, pero yo no soy una persona que me involucro en los temas candentes por mi tipo de personalidad. No soy una mujer política, no soy una mujer que aboga por las causas. Yo soy lo que soy, lo que tu ves. Entonces es primera vez en una entrevista que voy a hablar un poco más, porque creo que amerita, la estamos pasando muy mal, y esto que estoy haciendo de abrirme hacia el judaísmo o mostrar, es algo que me nace del alma, pero va más allá de cualquiera intención de agenda política o de poder, hacer proselitismo. No me interesa, no me interesa. Y el dolor humano, nosotros lo hemos pasado pésimo, los palestinos lo han pasado pésimo.
APR: Claro
KC: Uno ruega cada día que esto se acabe. Ojalá que se acabe. Hoy en día, hoy hemos tenido un día horrible con ataques horribles en Israel, pero todos lo estamos pasando mal. Pero de lo que más siento, esta vulnerabilidad de estar expuesta y de que te califiquen injustamente y sientan odio de migración por una persona que ya ves cómo soy y que busca hacer el bien en el mundo. Y creo firmemente en mi religión y yo no, no estoy haciendo la guerra. Entonces, cuando te identifican que eres tú la causa primera de un conflicto muy intrincado es muy doloroso, pero además cuando la gente se obceca por causas, es muy triste, se la pasa muy mal. Mucha gente conocida mía, mis hijos, de la universidad, pasan cosas y te hace cuestionarte, pero yo no iba a dejar esconderme, no iba a dejar de ser quien soy y no lo dejo. Ahora, no busca la confrontación. Porque además no soy una mujer tan fuerte, no soy un abogado, no soy una santita política, no soy política. Y no es mi rol. Sinceramente, cuando entrevisté a André Aciman me dijo, “yo no me involucro en política. Yo soy escritor guardando todas las proporciones.” Adriana, te diría eso. Pero el dolor no me lo quitan. Ahora, hay mujeres y hombres que dicen que la literatura es política. Son distintas aproximaciones a un mismo oficicio, podríamos decir.
APR: Pues claro que sí. Muchísimas gracias por la honestidad, por contestar la pregunta y obviamente, bueno, pues todos estamos conmovidos con todo lo que está sucediendo. Y esa pregunta es el preámbulo de lo siguiente.
Fíjate, Karen, que cuando estuve en Chile, estuvimos en Chile, fuimos al Museo de la Memoria. Y fue muy lindo porque fuimos con los miembros del comité, el grupo del jurado, honrosamente, para el premio José Donoso, en un momento que tuvimos ahí de salir, de pasear, fuimos al museo de de la Memoria. Y yo salí muy afectada, muy afectada. O sea, verdaderamente fue una experiencia importante. Yo sé que tú estás trabajando esta fundación, Memoria Viva. Muchas de las cosas que ves en este museo, por ejemplo, esa pared larga que tienes en la entrada, en donde están todos estos cuadros, en donde hay uno tras otro los países en donde se han cometido crímenes de lesa humanidad o dictadura o extérminos raciales, pues te recuerda que esto en el mundo es casi casi ya el día a día, es el colmo, no? ¿Qué te motiva a fundar a entrar en esa fundación, Memoria Viva? ¿Y cuáles han sido los retos en el proceso de preservar los testimonios de sobrevivientes del Holocausto en Chile?
KC: Es insteresante, porque todo mi escritura respónde a mi necesidad de memoria. Sí, si tu me preguntas para mí una manera de existir o quizás la mejor manera de existir y preservar es a través de la escritura. Por eso hablábamos al comienzo de este encuentro sobre los diarios de vida. Hasta el día de hoy sigo teniendo bitácoras. Pero, es entonces que en Chile no existía memoria en torno al Holocausto. O existía, pero de una manera prestada, porque vino Steven Spielberg y filmó a cerca de ochenta personas y se llevó los testimonios. Entonces, claro, uno podía acceder, pero era otro mundo, no había nada, nada que registrara eso. Y se convirtió en una especie de obsesión, como una misión de poder honrar estas historias, a estas familias, a estos personajes que volvieron a parar y a caminar y a creer en algo de la humanidad. Entonces, parte como un sueño loco. Yo no sabía dónde iba a terminar, claramente lo hice con otra persona. Y fue un trabajo arduo porque no solo creamos algo desde cero, sino que inventamos cómo hacerlo a partir de las experiencias norteamericanas que existían. Copiamos modelos, adaptamos modelos, creamos esta fundación, llegamos a tener un archivo de ciento sesenta pesonas, en la cual entrevistan con todo tipo de experiencias, ya hayan sido refugiados o hayan estado en campos o hayan estado en marcha de la muerte o hayan estado deportados Siberia. Pero que todos hayan tenido un vínculo con lo que fue el régimen Nazi en la Segunda Guerra Mundial. Entonces, el partir de eso creamos algo inédito y de hecho nosotros estuvimos capacitando al Museo de la Memoria y fue algo muy, muy potente para ver cómo hacer los registros de la entrevista de los detenidos. Digamos, a los familiares de los detenidos, desaparecidos y a los que estaban vinculados con el periodo de la dictadura y de todo lo que fue la aberración que sucedió. Y eso fue algo que realmente ahí yo creo que fue una de piedra, así como una bisagra que nos dimos cuenta que realmente estábamos haciendo algo grande. Con el pasar de los tiempos, obviamente esta memoria la preservas. Pero se te están quedando, ya quedan muy pocos sobrevivientes y el año pasado, el 2022 de marzo, esta fundación Memoria Viva tomamos la decisión, junto a un directorio, de traspasarla a otra institución de la comunidad. Yo me desligué oficialmente y Memoria Viva dejó de funcionar como tal, como tal, como la figura. Pero sigue funcionando a través del archivo judío, que hace un trabajo maravilloso y también educacional.Te diría, cuál es la gran piedra del trope? Es que llegamos tarde, Adriana. Que llegamos tarde, llegamos tarde. O sea, cuando encontramos un testimonio de setenta años, era maravilloso, sesenta y tanto. Pero bueno, esas cosas pasan, porque la narrativa Judía ha sido distinta. Y te hace preguntarte, y algo que he ido aprendiendo, que las narrativas de memoria al final y te recomiendo mucho este libro, El regreso del húligan, no sé si lo has leído.
APR: No
KC: Y toma una dirección, que es un autor rumano, Manea, Norman Manea, que realmente es magistral, es duro. Pero que también él se pregunta, cuál memoria tenemos?¿Qué memoria estamos haciendo?¿Y al final del día, qué memoria en Hollywood estamos haciendo con el Holocausto porque él también vivió el tema del del Holocausto y también del comunismo. Experiencias completamente espantosas que también la tuvimos con nuestros entrevistados. Entonces al final del día, yo me he dedicado a hacer un tipo de memoria y un registro que es bastante versátil. Y quizás que uno de los temas es la memoria.
APR: Pues lo que hicieron, lo hicieron y eso es lo valioso y me conmueve el hecho de que digas que llegaron tarde porque sí, obviamente, Sylvia Molloy ha hablado tanto, habló tanto en vida de cómo la memoria se deforma y se convierte en una, en un mito, en una fantasía, en una subjetividad. Pero lo rescatado es maravilloso y felicidades por eso.
KC: Pero sabes lo que pasa, Adriana, que teng justamente esta tensión que se da con los lugares comunes, con las imágenes de Hollywood, con lo que vive el sobreviviente, con lo que vive el testigo que se te puede ir mezclando y no es culpa de la persona que está haciendo testimonio, si no es la naturaleza humana. Y al final entonces, no lo tienes que buscar como un registro histórico, sino como un registro humano.
APR: Sí, claro. Es como cuando ves una foto y después ya no sabes si te acuerdas por la foto, que esa es la que construye tu memoria o realmente existió el hecho? Y si la foto no existiera, lo hubieras contado igual, no? Pues de verdad felicidades por eso, Karen, por ese trabajo. Y bueno, pues cuando estuvimos en Argentina tuvimos una anfitriona que es maravillosa, Hinde Pomeraniec, que además de verdad es un abridora de puertas, una mujer poderosa, generosísima con una comunidad enorme. Y tu tienes un podcast también, me encanta. Con esta pregunta, quiero cerrar nuestra conversación porque estamos hablando de podcastera a podcastera y en Podcast Espiral tienes una entrevista con ella, con un formato de de preguntas en donde hablan ellas también mucho de su cuestión personal, de su vida personal.
Cuéntanos cómo sale el Podcast Espiral y alguna historia simpática que tengas, alguna conversación en particular que te haya marcado y que quieras compartir con nosotros para cerrar estos minutos.
KC: Muchas gracias, Adriana. Le tengo tanto cariño a Espiral que en sus comienzos se se llamó totalmente distinto: El Celular, un llamado a la creatividad. Eso denota cómo ha pasado el tiempo porque el celular es el teléfono móvil que ya nadie le dice celular. Esto de haber dejado el periodismo de lado, lo vuelvo a retomar en este formato y nace en plena pandemia. Yo soy una mujer que busca proyectos, me doy cuenta. Que me gusta innovar y también trato de perseverar dentro de esta innovación. Y a veces nos cuesta en personas ques somos muy creativas. Pero ya van 4 años con Espiral, y nace en la pandemia. Y digo, bueno si otras personas están haciendo un podcast por qué yo no? Y nací con este sueño de, yo quería conocer al escritor o la escritora de una manera íntima, entrarme en su cosmovisión, en su forma de trabajo, pero sobre todo en sus miedos y en sus alegrías. O sea, yo quería ir un poco más allá de la figura pública. A veces, obviamente, me resulta y otra no. En Un Minuto también como que me abrí a mundo de la creatividad y entrevisté científicos, bailarines, también filósofos e historiadores. Y ya, creo que si no me equivoco, con el año pasado volví a la ciencia y netamente a literatura. En este camino, la verdad es que ha sido, como dices tú que abre puertas, me ha abierto unas puertas hermosas, y me ha hecho retomar la confianza en el periodismo, en un periodismo de calidad en el cual la conversación vuelve a tener un eje, y también los minutos, la conversación más libre y profunda. Y tengo que decir que hay dos conversaciónes, hay muchas, pero si me tengo que nombrar es una de Alan Pauls, y le hice preguntas que fue, fue increíble cómo se abrió. O sea, se abrió de su migración, que está en Berlín, de su relación, su vínculo con las drogas, de qué es lo que veía al envejecer, de qué es lo que no le gustaba. Él es una persona, un hombre guapo, digamos, y cómo esto lo influenció para bien o para mal en su carrera, porque es como cuando dices una rubia no puede ser inteligente. Mitos urbanos. Después, la otra entrevista, tremenda, la de Irene Vallejo. Es que fue bárbara. Yo ahí te quiero decir que te quiere. También son 2 capítulos, ahora ya no hago entrevistas de 2 capítulos, pero pequé porque me extendí, pero es que era alucinante cómo esa mujer se abrió al micrófono, se abrió a la, cómo decirte, a la vulnerabilidad más genuina del mundo de su día. Porque tú ves a ella y la vez, viajando, escribiendo con su super best seller que nadie lo imaginó. Y vez el lado B de ella y te hace conectarte con con la Irene Vallejo más, más privada. Y ahora recién también entrevisté a Rosa Montero en un congreso que estuvo en Puntarenas de escritoras y/o mujeres escritoras periodistas. Estuvo maravilloso y tuve la oportunidad de entrevistarla y en ella encontré cómo alguien de tanto éxito, define éxito como quieras, pero podemos decir que así una mujer que ha hecho una gran carrera y quizás que para otros es no es el éxito, pero ella ha logrado muchas cosas que en otras no. No sé, con los dos pies en la tierra, con una calidez humana que me asombra, pero me asombra.
Después Fernando Iwasaki con una sensibilidad. Sabes qué, por eso mejor no te sigo diciendo, porque lo divertido de esto, y es lo que te debe de pasar a ti Adriana, es que cada entrevistado te entrega algo, algo. ¿Cómo no vas a estar agradecida? Carla Guelfenbien, que fue la primera entrevista que tuve. Yo, Karen Codner. Perdón, nadie. O sea, y ahí te das cuenta que todavía el mundo se mueve a través de gente buena, generosa que es capaz de entregarte tu tiempo y las ganas de conversar. Porque sí. No, no. Maravilloso. Así que tengo puras cosas buenas que decir que esta experiencia del podcast.
APR: Qué belleza. Pues muchísimas felicidades. Coincido contigo, mi conversación con Irene y con Rosa fueron así como maravillosas y su generosidad, que es algo que yo aplaudo muchísimo. Cuando se junta talento con generosidad y con humildad y sencillez, es así como guau.Este es un momento histórico, no? Karen, pues felicidades. Felicidades por tu trabajo. Todo lo que estás haciendo va a ser muy interesante ir viendo tu trayectoria a los otros libros que vengan y muchísimas gracias. Muchas gracias a Mariana Hales por hacer esto posible y gracias a ti por venir a Hablemos, escritoras.
KC: Muchas gracias a ti y a todo el equipo. A Mariana Halesse portó un veinte, realmente. Esto es un sueño. No puedo creerlo. Y a todos los que nos escuchan por estar escuchándonos y por el maravilloso trabajo que haces, Adriana, junto al equipo. Te prometo, muchas, muchas gracias.
APR: Al contrario, pues un abrazo enorme hasta allá, que disfruten mucho las fiestas mañana y un abrazo cariñoso.
KC: Gracias, cuídate.
APR: El tercer libro que ya no mencionamos en esta conversación con Karen Codner, es Cuaderno de escritura. Escribo con estos ejercicios. No se lo pierdan, también es un ejercicio muy interesante acerca de la escritura.
***
Estoy muy agradecida, muy agradecida con ella y gracias también Mariana Hales, por abrir tantas puertas para Hablemos, escritorasa. Tenemos tanto, tanto que decir, tanto que aprender, tanto que conocer. Gracias a todo nuestro equipo, a todos los que están tras bambalinas, a nuestros colaboradores, nuestras colaboradoras y de verdad suscríbanse a nuestro newsletter, síganos en las redes, suscríbase en nuestra página web. Es de verdad una experiencia maravillosa cada semana descubrir este gran talento. Yo soy Adriana Pacheco y estamos, como siempre, esperándolos en esta cita que ya tenemos cada semana. Hasta la próxima.