Hoy empieza el mes dedicado a la madre, que en los países ibero y latinoamericanos tiene una fuerte relación con la celebración a la Virgen María. Esto lo aprendí muy bien de niña cuando mi abuela —una católica devota— me llevaba con mis primas todas vestidas de blanco a llevarle flores a la iglesia cada semana en este mes y rezarle que, cuando llegara el momento fuera yo una buena madre. ¿Se imaginan, una niña que reza por el don de la maternidad? Pero en mi situación en ese tiempo era muy simple. La maternidad era una consecuencia incuestionable de mi proceso de crecimiento: nacer, crecer, enamorarse, casarse, reproducirse, cuidar, y morir. ¿Qué más había que preguntarse?
Hoy para mí, una mujer nacida en los 1960s, en una ciudad de provincia, con cuatro hijos y tres nietas, ferviente seguidora de los discursos feministas, y ubicada en la bisagra generacional que ha visto por un lado una herencia tradicionalista y conservadora y por el otro, el movimiento y reflexión que se está dando sobre ser madre y ser hija, el tema de la maternidad se ha transformado en un caleidoscópico de muchos colores. La literatura es la que me asoma de manera más contundente a esto, pues a lo largo de mis varias décadas como lectora soy testigo de una explosión de textos donde se observa esto desde muchos ángulos. Y me encuentro con libros que hablan desde la escritura del yo, intimista, autobiográfica o autoficcional, como los de Abril Posas, Brenda Navarro, o Daniela Alcívar Bellolio; o desde la extrañeza y el horror cómo en Esther M Garcia, Ariana Harwicz, Fernanda Trías, o Samanta Schweblin; o de la imposibilidad de la procreación en Gabriela Couturier; o la bellísima poesía de Maricela Guerrero y Julia Santibanez. Están también los que desde fuera me ayudan a recordar que la maternidad no puede ser mandato de una visión determinista y hegemónica como en la propuesta reflexiva de Lina Meruane, pues la llegada de un hijo puede ser también lo que Rivka Galchen dice: la llegada de “la puma”, o de una clase de droga. O las escritoras que se suman a lo que Cecilia Eudave llama la "época de la matrofobia" con ejemplos como en su propio libro Bestiaria vida, o como en Animal sobre la piedra de Daniela Tarazona. Y esta lectura me enfrenta a mí misma y a mis propios cuestionamientos como madre, pues como Gisela Heffes dice, la maternidad te disloca y te enfrenta contigo misma en un mar de cuestionamientos continuos del yo.
Este mes, en Hablemos, Escritoras., hacemos un tributo a los muchos colores de la maternidad, porque nada en el maternar está en blanco o negro, y celebramos el talento de esta escritura que está presente en algunas de la obra de nuestras escritoras invitadas y reseñadas. Así, compartimos con ustedes en nuestro “lunes de reseñas y editoriales” nuestras lecturas de: la fundamental colección de ensayos críticos de Tsunami 2 coordinado por Gabriela Jauregui, la última novela de Cristina Rivera Garza Autobiografía del algodón, y un libro que ha sido un referente en el tema, Linea Nigra de Jazmina Barrera. En nuestro "miércoles de escritoras" está la fascinante escritora de la brevedad Cecilia Eudave, mexicana con una abundante producción de microrelatos, cuento, y novela en la línea de lo inusual; la preciosa conversación en inglés con la escritora puertoriqueña, Ivelisse Rodríguez, quien desde los Estados Unidos escribe su libro de cuentos Love War Stories; delicioso el encuentro con Keila Vall de la Vile, de origen venezolano, una sorpresa para este proyecto quien nos lleva a escalar, literalmente, su obra; y seguimos con Abril Castillo desde México, editora e ilustradora que nos enfrenta en su obra al trauma integeneracional y a la pregunta de quién escucha a los niños. En una edición especial recibimos a la ganadora del Premio Aura Estrada, la magnífica escritora boliviana Liliana Colanzi y su editorial Dum Dum.
En nuestro blog continuamos con nuestras minireseñas y les recomendamos 4 libros magníficos: La composición de la sal de Magela Baudoin, Pequeñas labores por Rivka Galchen traducción de Jazmina Barrera, Todos los ruidos del mundo de Cecilia Magaña y Sibera. Un año después por Daniela Alcívar.
Así Hablemos, Escritoras. se pinta de los colores de la maternidad y de muchos otros temas más. Buen provecho.