Adriana Pacheco: Bienvenidos a una edición más de Hablemos Escritoras. Hoy conversamos con Brenda Navarro. Yo soy Adriana Pacheco.
Casas vacías, publicada por Kaja Negra 2018, es la primera novela de la escritora Brenda Navarro. Donde nos enfrenta a la problemática situación de las desapariciones forzadas de las pérdidas que esas involucran, así como a reflexionar sobre la maternidad y sus muchas caras. Nacida en la Ciudad de México el 26 de febrero de 1982, Brenda representa a una nueva generación de escritoras mexicanas que han utilizado el ciberespacio para cuestionar certezas y los campos de poder de la industria editorial. Su propuesta como cuentista y novelista es un aliento que enriquece y nutre el escenario literario. Dirige el proyecto digital, Enjambre Literario y tiene un máster de estudios de mujeres, género y ciudadanía de la Universidad de Barcelona. Es también especialista en economía feminista y socióloga por la Universidad Nacional Autónoma de México. Otras de sus obras están publicadas en antologías de cuentos, entre las que resaltan, República de los lobos, Antología del cuento mexicano reciente, casa del Libro 2015 y El último apaga la luz, una antología de alumnos de la escuela de escritores SOGEM, Puebla, publicado en 2011 por el Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla.
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Pues hoy me da muchísimo gusto recibir a una escritora de los ochentas, Brenda Navarro. Brenda Navarro ha escrito una novela que a mí me tiene con el corazón en la mano, Casas vacías y bueno, pues nos encanta tenerla en el podcast el día de hoy, bienvenida Brenda, muchísimas gracias por aceptar la invitación.
Brenda Navarro: Hola Adriana, mucho gusto, gracias por la invitación. A ustedes estoy muy contenta de estar en Hablemos Escritoras, que es un proyecto que me hubiera encantado poner en marcha yo, pero que seguiré muy de cerca y que te daré más opciones y te propondré más cosas porque me parece que es un proyecto súper importante.
APR: No, pues al contrario, y sí haz tu podcast para que podamos intercambiar y ampliar y hablar y hablar, hablar más de la obra de ustedes. Bueno, pues voy a empezar con una pregunta difícil, vamos a ver cómo la contestas: ¿Quién es Brenda Navarro?
BN: Pues sí, es una pregunta difícil, porque siempre cuesta definirse a una misma, ¿no? Pero yo creo que Brenda Navarro es una persona que ha venido a este mundo a estar incómoda todo el tiempo. Creo que desde pequeña me he sentido muy incómoda con cómo está funcionando el mundo y eso me ha hecho querer observar. Y creo que quizá por ahí podría decir que bueno, que soy una observadora que le gusta pensar cómo es que vive la gente, porque hace la gente lo que hace y darle una justificación para mí misma. Es decir, tratar de encontrar la nobleza en las personas porque pasan tantas cosas en el mundo que si no estamos buscando nobleza, creo que nos volveríamos un poco locos todos, si es que no lo estamos ya.
APR: Claro, definitivamente el nivel de locura ya cada vez es mayor a todos los niveles, ¿verdad? Me encanta tu respuesta, esta curiosidad que tienes y sobre todo las ganas de cuestionarte es lo que creo que te ha llevado también a profundizar en temas que son muy complicados, ¿no? Tú tienes un máster en estudios de mujeres, género y ciudadanía, es un programa muy prestigiado en la Universidad de Barcelona. Platícanos un poquito más de esta formación tuya, por favor y de tu otra formación como economista y socióloga.
BN: Bueno, mira, es muy gracioso porque yo quería estudiar sociología, porque en realidad quería estudiar cine. En realidad, yo siempre quise narrar y era difícil para mí saber exactamente qué nadar y por eso pensé que tenía que conocer al mundo, saber cómo funcionaba, etcétera. Entonces me volví socióloga en ese aspecto, pero me di cuenta que los sociólogos son un poco “todólogos” y en realidad nos damos cuenta de que el mundo no cambiará mucho y entonces terminé más frustrada que al inicio. Y luego me di cuenta que en realidad lo que mueva al mundo todavía, o más bien tardé en darme cuenta, es la economía. Si no tenemos dinero, si no tenemos una propiedad, nos guste o no, nos va a ser más difícil. Y cuando lo empecé a estudiar desde una perspectiva de género en la UNAM, fue cuando dije, claro, de aquí soy, quiero seguir estudiando todo lo que tiene que ver con con cosas de mujeres, con género, con derechos humanos, etcétera. Y cuando escogí un máster en Barcelona… sí es verdad que es una universidad bastante prestigiosa como bien lo dices, pero yo aprendí otras cosas ahí que sí me gustaría compartirte.
APR: Claro.
BN: Yo vine a España a aprender a darle un valor distinto a todo lo que aprendí en México. Es decir, es verdad que tenemos muchísimas deficiencias en la educación que debería de estar mejor, que debería de tener muchísimas mejoras, que hay muchos vicios, etcétera, pero desde que empecé el máster en Barcelona yo me siento muy agradecida con las profesoras feministas que he tenido en México, con la pluralidad de voces que encontré en la UNAM, y con la capacidad de diálogo que tenemos en la sociedad mexicana. Parece que no, pero de verdad que tenemos una capacidad de diálogo que extraña muchísimo en este lado del mundo. Entonces, me vine a darme cuenta que son las mujeres europeas las que tienen que aprender, a escuchar y aprender más. Que en Latinoamérica y las mujeres latinoamericanas que viven en Estados Unidos o en otros lugares tienen una capacidad de conversación, de generar temas intelectuales y que no necesitamos aprender mucho más de las europeas, ¿eh? Ellos yo creo que es es al revés, creo que las europeas deberían de dejar de tirar a su entorno y darse cuenta de que hay un mundo más allá. Sé que esto tiene que ver también con la forma en la que miramos al mundo, pero eso fue lo que yo aprendí en el máster, que había aprendido muchas más cosas en América Latina que aquí. Y eso estuvo muy bien, o sea, yo lo agradezco. Ahora me costó trabajo en el momento, pero ahora lo agradezco mucho.
APR: Interesante lo que dices y sí, estoy de acuerdo contigo. Tenemos críticas que hacen unas reflexiones muy profundas en México, en Latinoamérica, algunas de ellas viviendo en sus países de origen, otras fuera. Pero sin lugar a dudas el diálogo alrededor del género se ha enriquecido mucho en las últimas décadas por grandes voces que tenemos. Y comparto contigo, que a veces es complicado un poco esta mirada cuando se queda toda y más hacia dentro que hacia fuera. Pues definitivamente eso también va a formar o ha formado estoy segura tu propia visión de cómo es la situación actual de las mujeres. Platicanos un poco, ¿tú crees que esta equidad de género que hemos tanto buscado tiene que regresarse a un estudio de las bases históricas para poder regresar al origen y entonces proponer hacia adelante, hacia políticas públicas? ¿O cómo crees tú que debería de ser la ruta para poder lograr y saltar tantos obstáculos que hemos enfrentado las mujeres?
BN: Sí, bueno, ojalá yo tuviera la respuesta. Pero creo que retomando el tema de México, por ejemplo, hay una riqueza de pensamiento tan contradictorio de que si algunas son feministas de la igualdad, otras son feministas abolicionistas, otras son economistas marxistas feministas, otras anarquistas, etcétera. Hay una riqueza de pensamientos y además muy bien fundamentados, que estamos en total contradicción todo el tiempo. Esa total contradicción la veo muy clara ahora en la discusión que hay, por ejemplo, con las las mujeres que hacen trabajo doméstico, trabajo de limpieza, trabajo de cuidados, de cómo hay personas, mujeres que están tratando de hacer que estas mujeres tengan sus derechos básicos, digamos, dentro de las leyes mexicanas y cómo habemos otras que pensamos que está muy bien que haya leyes, pero mientras estas leyes sigan teniendo este sesgo androcéntrico, este sesgo, digamos, de mercado, lo único que va a hacer es condenarlas a ser solamente mujeres que hagan trabajo de cuidado sobre productivos. Entonces sí, estamos en una contradicción, porque todas estamos viendo desde distinto punto de vista lo que debería de ser. Está equivale oportunidades con género, pero también creo que ahora no lo vemos, pero que esto va a dar muchísimos resultados palpables en política pública, en calidad de vida, en la mente de las nuevas generaciones de mujeres que estoy esperanzada. Es decir, creo que somos las generaciones de las contradicciones, las que estamos retomando todas este feminismo que viene de los años 70 y además muy influenciado por Estados Unidos, pero que lo estamos haciendo un mix con lo latinoamericano y además toda esta parte del decolonialismo etcétera, que las próximas generaciones lo van a tener muchísimo más resuelto que nosotras. No tengo ninguna duda.
APR: Sí y sobre todo se está enriqueciendo mucho de movimientos que tienen sus pros y sus contras, como el Me Too Movement, pero que eran fundamentales, necesarios para poder llevarse adelante el diálogo. Y estamos aprendiendo que a partir de cada individualidad, de los regionalismos, las problemáticas son diferentes. Entonces esto es completamente de acuerdo. Entonces, ¿cómo llega tu obra? ¿En qué momento tú sientes el ímpetu por escribir y mezclar precisamente esa voz que haces reflexión sobre el género?
BN: Uy, qué pregunta. Yo creo que fue totalmente engranado, es decir, no hubo un antes, no hubo un después, siempre creo que desde pequeña, y parece un cliché decir desde pequeña pero es verdad, que por mi mamá y mi hermana. Sí eran como super pop, ¿sabes? Y escuchaban todas esta música de Marisela, Daniela Romo, Amanda Miguel, etcétera y yo me la sé todas, y si me las pones me las canto, pero yo no me sentía identificada. Desde pequeña yo decía, por qué las mujeres solamente cantamos de estas cosas. Y el primer acercamiento que tuve, por ejemplo, en la adolescencia fue Alanis Morissette que hablaba de otras cosas para mí, que ya no era la mujer que sufría, infiel, etcétera, sino era una mujer enojada que además proponía, que ironizaba contra el mundo. Y pensaba que justamente teníamos que estar hablando las mujeres, es decir, que no es que no hubiera mujeres con intereses distintos a lo que se nos daba como cultura popular, digámoslo así, solamente que no había voz. Entonces como que siempre tuve muy claro que si yo un día iba a escribir de algo o iba a estudiar algo en concreto, tenía que ser sobre mujeres porque no las conocíamos, porque no había esta difusión de todo lo que hacen las mujeres desde siempre.
APR: Pues está muy bien la manera en la que tomaste esto. Ahora tú empiezas escribiendo cuento y perteneciste a la SOGEM por un tiempo, ¿no? Y es muy interesante para mí escuchar tu experiencia, porque una de las finalidades de este podcast es a través de sus historias ilustrar, iluminar, ayudar, motivar a las nuevas escritoras. Platícanos un poquito de tu experiencia con la SOGEM y de tus inicios como cuentista.
BN: Vale. Otra vez te voy a contar una anécdota rapidísima, aquí en Barcelona, bueno cuando vivía en Barcelona, terminé Casas vacías y no sabía qué hacer con con la novela. Entonces empecé a buscar editoriales pequeñas. No sé por qué, yo siempre quise que se publicara en una editorial, digamos underground, ¿no? Y encontré una que me parecía interesante y la envié. Y me contestó uno de los editores que le parecía bien y nos conocimos y me hizo más o menos esta pregunta, ¿cómo empezaste? ¿Cómo es que del cuento pasaste la novela? Y mi respuesta fue, en realidad, te dio por casualidad. Yo siempre tuve como esta limitación económica de que yo sabía que mis padres no iban a poder pagarme una SOGEM en Ciudad de México, que no iban a poder enviarme a ningún taller que costara más de 3000 pesos ya hace muchos años. Y entonces, cuando por cuestiones personales me fui a vivir a Puebla, encontré de casualidad que las colegiaturas en SOGEM Puebla costaban 300 EUR, 300 EUR perdón, 300 pesos, y para mí era así de de verdad 300 pesos. Y entonces lo que me dijo este editor aquí en Barcelona fue, A claro, entonces ¿cuando te volviste? Digamos, ama de casa media, quería distraerse y tener un hobby, es que te volviste escritora.
APR: Qué barbaridad.
BN: Sí y me dolió un poco, pero creo que en el fondo era verdad. O sea como yo no tenía que preocupar por lo económico, porque tenía tiempo, etcétera. Es que dije, Bueno, vamos a intentarlo, es decir, nunca tuve la aspiración de realmente ser escritora porque tenía este techo de cristal de las escritoras tienen que ser supersabias y superinteligentes y hablaron miles de idiomas como los hombres, ¿no? Como esta idea de que los hombres son genios intocados, están tocados por los dioses, etcétera. No sé, fue un techo de cristal. Cuando llegué a SOGEM me di cuenta de que era mucho más fácil de lo que me había imaginado siempre. Y de cuentista al novelista, digámoslo, tampoco es que lo haya pensado. El primer cuento que se me publicó por SOGEM fue también de casualidad. Nos pidieron un cuento para una clase de cuento para tallerearlo. Lo escribí creyendo que era como un bosquejo, me dijeron que, vale que estaba bien, hicieron algunos comentarios y justo cuando terminó esa clase, como a las dos semanas, me tuve ir de Puebla. Y yo creo que pasó como un año que me dijeron, ah pues Sebastián Gatti, que es el antologador, ha decidido incluir tu cuento. Yo no supe quién se lo dio, no supe ni siquiera cómo estuvo todo el proceso. Fue una sorpresa para mí que lo hubieran publicado. Además, sin como sin haberlo tallereado de verdad, ¿sabes?
APR: Y el cuento es “El asalto a Raúl Castro” ¿no?
BN: Así es, sí.
APR: Podemos leer un fragmento de este cuento que, por cierto, está publicado entonces en el el último Apaga la luz: Antología de alumnos de la escuela de escritores SOGEM, Puebla. En el 2011 ¿no? la publicación.
BN: Sí, así es. Voy a leer ahora.
Nadie imaginó que aquella noche en que asaltaron a Raúl Castro, las cosas cambiarían en el pueblo; es más, si alguien pudo haberlo vaticinado era doña Eulalia, pero, justo aquella noche, andaba de parranda en casa de su prima que—después de haber vendido hasta lo invendible—le cumplió a su hija una boda pomposa que duró cuatro días. Tampoco podemos reclamarle a don Chucho, porque aunque es un secreto a voces que él sabe todo lo que doña Eulalia predice, también tenemos que admitir que no es del todo fácil preguntárselo enfrente de su señora. No somos un pueblo amarra navajas, eso sí no. El caso es que Raúl Castro, iba esa noche al centro del pueblo a ver a Toñita, la hija del dueño de la tiendita de la esquina, y se había ajuareado como en días de fiesta, porque Toñita en realidad, ya le había dado el sí, pero como dice la canción de “La Negra”, nomás no le decía cuando. Aquella noche Raúl estaba dispuesto a llevarla a casa de su hermano, porque éste también había sido invitado a la boda de la hija de la prima de doña Eulalia, y su casa era grande, así que nadie oiría los gritos o gemidos de la novia, según fuera el caso. Bien lo dicen, cuando el pueblo es chico, el infierno es grande.
APR: Excelente. Además me encanta cómo haces la referencia ahí de la cultura popular, me hace pensar en poetas como Marisela Guerrero, que siempre está metiendo fragmentos de boleros en sus poesías. Muy interesante. Platícanos un poco más, entonces este cuento te llevó después a otros cuentos, de qué manera te identificas con el cuento o el cambio a la novela fue ya tan fuerte que ya no regresas al cuento.
BN: Si pasa que con cuando me invitaron, por ejemplo, a la antología de La república de los lobos en España, me pidieron referencias. Me dijeron, me han referenciado a ti, me han dicho que escribes muy buenos cuentos y si tú conoces cuentistas recomiéndanos. Y yo no conocía en realidad ni cuentistas ni muchas escritoras y recomendé todas las escritoras que se me vinieron a la mente. Y entre ellas, por supuesto, recomendé a Fernanda Melchor, que en ese tiempo ya tenía publicada su novela, Falsa liebre. Y luego con el tiempo, yo tengo una relación con Fernanda, digamos, muy cercana, porque además me ha ayudado a hacer investigaciones, etcétera. Le dije, “Oye, Fernanda, ¿y a ti no te invitaron a la antología de cuento?” Y Fernanda me dijo algo que se quedó muy grabado. Fue, sí, pero el cuento me pide el mismo esfuerzo que una novela. Y no estoy dispuesta a hacerlo porque me desgasta mucho. Y a mí no sé si me desgasta mucho o no, pero dije entre que me desgasta o no me desgasta, quisiera yo probar y escribir una novela completa y dedicarme a esto y no estar escribiendo por a ver qué sale, sino enfocarme en algo realmente que me interesara. Que fue Casas vacías y que fue otra novela que no he publicado y que jamás se publicará. Pero dije, es verdad, o sea, si voy a hacer un esfuerzo con mi tiempo, con la conciliación de profesional y de pareja, que sean algo que realmente me llame la atención y creo que la novela era lo que más me llamaba la atención, sí.
APR: Interesante, Se me hace curioso el libro precisamente de República de los lobos: Antología del cuento mexicano reciente. Es una selección y prólogo de José Manuel García Gil y fue publicado por Algaida. Me encanta hablar en un momento este te pediría que nos leyeras también sobre este cuento. Me gusta mucho la antología y se me hizo una cosa muy atinada y te digo, aunque yo ya había leído tu cuento, quise tener el tono completo porque es interesante. Y es interesante lo que dice Fernanda, ¿no? porque sí, definitivamente creo que escribir cuento, un buen cuento requiere un esfuerzo muy, muy especial. Entonces, ¿cuando tú subiste en la SOGEM hay algunos profesores que sientes que verdaderamente ayudaron en esta formación tuya como escritora?
BN: Mira, me ayudaron más en la parte, digamos personal, en el sentido de que yo veía, te digo como yo venía con esta idea de que un escritor tenía que trabajar mucho porque solo los tocados por los dioses podían hacer buenas cosas, cuando veía que en realidad de lo que se trataba era de animar a las personas a escribir, etcétera yo siempre estaba cuestionando cosas. Por ejemplo, con Álvaro Solís, que además somos creo que de la misma generación, Álvaro Solís y Jair Cortés y les preguntaba, “¿De verdad era fácil así de rápido te tienes que aventar al ruedo a escribir, a quitarte inhibiciones?” Y ellos me decían eso, “Claro, o sea que de eso trataba.” También creo que aprendí mucho con sus lecturas. Yo conozco muy poca poesía y ellos dos son unos muy buenos poetas que además me acercaron a lecturas muy interesantes. Entonces yo creo que que tu pregunta va a esto de realmente vale la pena acercarte a otros escritores a escuelas, etcétera yo diría que sí porque aprendes a socializar, digamos, como la escritura, como una creación literaria que se puede hacer en colectivo, ¿no? Esta teoría la que dice, que en realidad siempre estamos escribiendo lo que otros ya escribieron, pero de distinta forma, creo que es verdad y que eso lo que permite es que vayamos transformando el lenguaje, la cosmovisión del mundo, etcétera. Y solo por eso yo creo que ya valdría la pena ir y decir, bueno, esto es para mí, sí me gusta que me talleren, porque eso también es cierto, ¿no? que es difícil cuando tú escribes un cuento o un texto y te empiezan a hacer críticas, no es fácil recibir críticas. Y ese es un buen momento para que aprendas a recibirlas. Entonces yo creo que en ese sentido sí que ayuda que empieces a socializarte con gente que tiene tus mismos intereses y que generalmente, al menos en mi caso y en el de varias personas, terminas con muy buenos amigos, con quien puedes después compartir lecturas, o autores, etcétera.
APR: Claro, bueno, entonces hablando de colectivo, tú tienes precisamente un proyecto muy interesante que se llama Enjambre Literario, platícanos de dónde surge y hacia dónde va, ¿cuál crees que es el futuro de este proyecto?
BN: Vale, mira, Enjambre, surge primero de la necesidad de creer que las redes de mujeres tienen que seguir siendo, digamos, visibles. Las mujeres hemos sobrevivido a lo largo de toda la historia justamente porque sabemos hacer redes, pero no lo contamos demasiado y a mí me parece importante no perderlo de vista. Porque además en la creación literaria tú sabes que es sentarte tú sola con un computadora o con tu libreta lo que sea y encerrarte en tu mundo. Entonces no es que puedas salir y estar con un grupo de amigos y hacer otras cosas, sino que te tienes que concentrar en ti. Entonces a veces parecería que es una actividad bastante solitaria. Luego hay este problema de que el sistema de becas o de lo que sea, te parece que te tiene que poner a competir.Y a mí me gusta como toda la idea de no hay que competir, todos tenemos nuestra propia voz, todas somos distintas y lo que tenemos que hacer es generar redes para saber exactamente cómo es que podemos colectivizar nuestras necesidades. Creo que las necesidades de quienes hacen creación literaria son evidentes, ¿no? derechos laborales, etcétera, pero creo que justamente por esto de que somos mujeres, que cuidamos hijos o que tenemos dobles jornadas de trabajo, etcétera, debemos de empezar a saber realmente si lo que necesitamos, por ejemplo, es este famoso corto propio o romper el cuarto propio y sentarnos todas y empezar a cuestionarnos estas cosas. Así empezó el Enjambre, como porque además yo estaba, como “¿hola?”, en este sentido de necesito platicar con gente porque tengo estas inquietudes. Y tuve la fortuna de que Fernanda Melchor y Yuri Herrera creyeran en que esto podría ser algo más, y me ayudaron a que la primera convocatoria del Enjambre que era vamos a seleccionar un texto para publicarlo digitalmente, que es una cosa que a mí me interesa mucho, pareciera lo más profesional posible. Creo que lo pareció tanto que tenemos a Sylvia Aguilar Zeleny publicada y con un libro maravilloso. Y a Tatiana Maynar, que también es una novela, digamos bastante comercial, pero además bastante buena, ¿no? O sea, que llegó a un mercado que además rompe con las mujeres, solo escriben para mujeres. Y esta novela, las personas que más se han acercado a mí han sido hombres, “oye, está muy bien esta novela.” Entonces la idea es esta, generar redes e ir comunicándonos, seguir diciéndonos si puedes y si no puedes, cómo le hacemos para que se pueda, que necesitamos generar leyes o necesitamos olvidarnos de las leyes, ¿sabes? Y luego y me gustaría ahondar un poco si no te molesta, por ejemplo, con Sylvia y con Kaja Negra, que además es la editorial con la que saqué mi novela, lanzamos una nueva convocatoria para 2018. Y entre que justamente estamos en el proceso de saber qué libro se va a publicar y quién va a ir a Casa Octavia, el proyecto de Sylvia, que es el que ayuda a tallerear, nos encontramos un libro buenísimo de una escritora que se llama Alejandra Eme Vázquez, que acaba de ganar el premio Dolores Castro de 2018 en México y vamos a publicarlo en coedición. Y esto es justamente lo que queremos hacer, personas que tenemos además muy poco, muy poca capacidad adquisitiva o de inversión, decimos, este proyecto nos gusta quién se une para que salga adelante y este libro que se llama Su cuerpo dejarán, está a punto de salir en coedición con Enjambre, con Kaja Negra y con la nueva editorial del periódico de Señoras.
APR: Qué interesante, qué bien y qué buena alianza y qué buen equipo ¿no? Pues te felicito. Ese es exactamente el espíritu de atrás de Hablemos Escritoras, que trabajemos juntas y cada quien aporta lo que puede aportar, ¿no? Pues es magnífico. Ahora interesante también lo que estás diciendo del ciberespacio, porque nos está dando una alternativa mejor a las mujeres. ¿Tú crees que se está dando más así mejor a las mujeres que a los hombres? ¿O sientes que también el ciberespacio es otro espacio ocupado por los hombres?
BN: Sí, el ciberespacio y el mundo está copado de hombres que toman decisiones y están en los lugares de poder. Y así va a ser por largo tiempo, nos guste o no, y por eso lo tenemos que seguir mencionando para que nos incomode saberlo, ¿no? Sin embargo, Internet sí que es una herramienta muy poderosa en la que hemos ido tomando esta capacidad de hacer cosas las mujeres sin que nadie nos diga de qué manera. Como es relativamente muy joven Internet, todos hemos entrado, digamos a ciegas, y entonces hemos hecho lo que hemos podido como hemos podido, y eso ha permitido que no haya como toda esta reglamentación de tiene que ser así o se tiene que adscribir a ciertas demandas de mercado o lo que sea. Y lo que ha servido también Internet es a hacer lo que estamos haciendo ahora mismo tú y yo ¿no? Que yo estoy en Madrid y tú estás en Texas, y podemos tener una conversación como si estuviéramos en una mesa tomándonos un café. Entonces, en este sentido, me parece que tenemos que tomar el ciberespacio como una herramienta para exigir, por ejemplo, derechos para exigir nuestra difusión de conocimiento y el conocimiento de las mujeres para aprender a crear mayores redes, no solo digamos artísticas. Estoy pensando, por ejemplo, en estos grupos de mujeres feministas que hacen toda una serie de cápsulas de páginas Internet para que mujeres en donde el el aborto esté penado puedan acceder a un aborto, digamos seguro y en casa, etcétera, ¿no? O sea, esa capacidad de, digamos, de acción que tiene Internet, no debemos de digamos de menospreciarlo porque no es una cosa digamos tangible. Porque en realidad así es como hemos podido romper barreras geopolíticas, ¿no? Y está mal decirlo, pero así es como Casas vacías ha llegado a muchísima gente, por medio del ciberespacio sin ningún tipo de publicidad o sin ningún tipo de campaña de comunicación enorme, ha llegado gracias al ciberespacio.
APR: Sí, es un excelente ejemplo y además esa lo que dices del ciberespacio crea una relación de sororidad que yo creo que nadie se esperaba. Nunca pensaron que terminábamos tomando este paso como algo que fuera tan relevante, tan grande y que abarcara a tantos grupos tan diferentes, pues muy interesante. Pues antes de pasar a tu, obviamente todo mundo está esperando que hablemos de la novela, pero antes necesitamos oírte, que nos leas otro cuento. Me gustaría terminar de redondear esta faceta tuya, porque creo que es muy interesante. Bueno, “Jauría de perdos” es el título de este cuento que tienes publicado en República de los Lobos. Platícanos de “Jauría de Perros” y platícanos y léenos un fragmento del cuento.
BN: Vale, mira, este cuento también lo creo que lo publiqué cuando yo vivía en Torrejón creo, no recuerdo, pero fue hace mucho tiempo. Yo ya era una twittera porque soy una twittera asidua y entonces no sé dónde lo publiqué, pero fue también así en un portal pequeño y lo difundí en mi Twitter y tuvo bastante jale, tuvo como bombo así de, Ah, qué buen cuento eso. Ni como escritora, creer que escribía buenas cosas, ¿no? digámoslo de una manera, pero después me di cuenta que tenía todo este bombo porque es una historia muy dura, es una historia de abuso, una historia de abuso sexual y yo quería hablar de esto, de cómo hay incluso maneras tan sutiles de que parezca que no se le está obligando a una mujer a tener cierto tipo de prácticas sexuales cuando en realidad sí hay miedos, etcétera. Pero yo creo que se leyó de distinta manera porque parecería que la lectura fue que la chica disfrutaba de estas vejaciones y yo me sentía la verdad un poco contrariada por ello, pero bueno, afortunadamente una va cambiando, iba creciendo y va defendiendo como con mayor certeza lo que quiere decir. Pero bueno, que tampoco es que me arrepiente ni nada. Creo que una lectora, digamos como tú, o una lectora con un poco de una lectora que es mujer, sabe perfectamente de qué habla el cuento. Que quizá quienes no lo han sabido de, digamos, de… Es que no quiero decir ni deletrear ni de construir, ¿cuál será la palabra?
APR: ¿Decodificar?
BN: Decodificar creo, de codificar son los hombres que siguen normalizando que los abusos sexuales pueden ser excitantes o algo así.
APR: Claro, sí. Seguimos con los mismos códigos, claro. Pues sí, interesante porque los invitó a quienes nos escuchan que lo lean, que consigan este cuento y lo lean completo, porque a mí me parece que tiene unos tweets muy interesantes, como está diciendo Brenda ahorita, ¿no? La palabra dice una cosa, lo que tú estás entendiendo abajo de ella es otra distinta, ¿no? ¿Quisieras leernos entonces un fragmento?
BN: Sí.
“Vamos a seguir haciendo esto hasta que nos salga bien. Después ya veremos. No tenemos prisa,” me dijo mientras se ponía las botas. Yo no contesté nada, le tengo miedo. No sé por qué. Si lo miro bien de lejos, sé que es más chaparro que yo, pero algo tiene. Es como su forma de ser tan determinada. No sé, me da miedo contradecirlo. Así que encogí los hombres, chupe la paleta de sandía y respiré profundo. Se levantó de la cama, pasó a mi lado y me dio una palmada en el hombro para que nos fuéramos. Le hice caso y fui detrás de él.
Está difícil salir del edificio sin que algún vecino se entere. Todos se asoman a su ventana cuando oyen que se abrió el zaguán. Son metiches. Luego se justifican diciendo que es por seguridad. Es mentira, son metiches. Entonces él y yo siempre salimos corriendo como si alguien nos persiguiera. Así, ellos saben que somos nosotros y no se asomarán a vernos. Es una buena táctica, porque mientras más ruido hacemos, menos les importamos. Caminamos hasta llegar a Álvaro Obregón, ahí vimos a un policía de tránsito con su chaleco fluorescente que rompe La Latina de quién no mira. Me acuerdo que él dijo algo, pero no lo escuché. Los pitidos de los autos suelen ser ensordecedores. No le quise preguntar nada porque no quería provocarlo, a lo mejor y se ponía loco y el policía lo veía y se acababa todo. Le dije que sí, muy segura de mí misma y esperamos que el semáforo se pusiera en rojo para pasar. Mientras más nos acercábamos a la calle de Xalapa, más me temblaban las piernas.
APR: Interesante, así es cómo empieza y con ese tono es con que te mantiene toda la lectura. Pues de verdad te felicito por ese cuento. Pues bueno, yo tengo que decirte para pasar a la siguiente parte, qué tengo que hacer una pausa y respirar profundo
BN: Muy bien.
APR: Su primera novela es Casas vacías, una novela sobre desapariciones y la imposibilidad de hablar de lo privado, publicado por Kaja Negra Editores, precisamente. Primero te tengo que decirte que título. Después, que yo ya soy abuela, soy como decían mis abuelas, soy dos veces madre y la cuestión de la maternidad es un tema que a mí siempre me ha fascinado y me ha perturbado. No nada más sobre lo que es la construcción del término maternidad, sino sobre la construcción de esa imposición que se ha hecho con las mujeres y que nos hemos asido a ella, especialmente mujeres de ciertas generaciones. La generación de los millennials han logrado meter el dedo en la llaga de muchas maneras, en esta relación entre la mujer y su cuerpo, entre la mujer y a quien tiene como hijo y entre la mujer y la misma construcción que todo el mundo la rodea alrededor. Platícanos de esta novela que en algún momento ha sido descrita como una novela con el adjetivo incómoda y de esta ansiedad que sin lugar a dudas creo que nos provoca a todos los que la leemos.
BN: Casas vacías me empezó con otro tipo de cuestionamiento que no era en sí la maternidad, como he visto que ha sido para las lectoras. Empecé a escribirla en México cuando toda esta no guerra estaba generando muchísimo dolor y muchísimas desapariciones, que además siguen, pero que era como las primeras veces que lo estábamos viviendo, que estábamos, digamos, en el ojo del huracán. Y a de todo lo que se oía, de todo lo que se hablaba y se discutían en las noticias, como en la opinión pública, era como de los números de muertos y de los desaparecidos y de los militares, etcétera, y poco se hablaba de las mujeres que siendo madres estaban saliendo a recorrer todo el país para encontrar a sus hijos. Y cuando yo pensaba en eso me dolía el corazón, por decirlo de alguna manera, por no encontrar las palabras adecuadas. Porque yo pensaba, de qué manera una mujer que en México es madre, con todo lo que implica ser madre en México, con todo lo que implica que muchas son mamás solteras o que son violentadas por sus parejas, o que son pobres y tienen que hacer dobles o triples jornadas, o sea, cómo con todas esas dificultades y que digamos, sacan adelante a sus hijos si los quieren y todas estas cosas. Un día con todo esto tienen que despertar pensando que su hijo no está, ¿no? Y que no está de manera tangible, pero que no se le puede llorar, etcétera. Así es como empezó Casas vacías. Pero tenía mucho miedo de que la novela fuera como totalmente politizada o ideologizada en el sentido de hablar de desaparecidos con un fin político. Porque además no me sentía con la capacidad y porque le tengo muchísimo respeto a estas madres que han perdido, que tienen a estos hijos desaparecidos que se les dice que por drogas o por lo que sea, les tengo mucho respeto. Y por eso dije, bueno, si vas a hablar de este dolor que sea además con algo que sea muy puro a alguien a quien no le puedan echar la culpa de nada, a quien no le puedan decir que es malo o que estaban las drogas y por eso elegí que fuera un niño que además tenía como esta incapacidad, y lo pongo entre comillas, porque toda persona con espectro de autismo tiene la capacidad de comunicarse, solamente que somos nosotros quienes no lo entendemos. Pensaba que a ese niño con esas características nadie se le iba, nadie le iba a cuestionar nada, ¿no? Fue mi manera de que dejen en paz a los desaparecidos y empecé así el asunto. Es que cuando la novela sale y la gente la empieza a leer, empieza todo este cuestionamiento de qué estoy hablando de la maternidad impuesta y todo eso que sí, pero que no fue mi intención. Pero que agradezco mucho que cuando llegue a la novela las lectoras sea esa la lectura, porque además a mí me hace aprender, me hace aprender de qué es lo que realmente estamos viviendo las mujeres en este sentido. Tú lo has dicho perfecto, no lo tengo que repetir, que se nos ha impuesto, que queremos ser madres, que se nos ha impuesto creer que queremos casarnos, que la realización de una mujer es cuando eres madre… Y yo pienso con todo el amor y el cariño que le tengo a mis dos hijas y que además las dos han sido totalmente deseadas y planeadas, que es tan duro ser madre que si realmente nos dijeran de qué va todo esto, muy pocas querríamos serlo. Muy pocas nos aventaríamos el esfuerzo anímico, emocional, físico que significa hacerte cargo de una persona que además después te va a pedir independencia, ¿no? Eso es súper difícil y si nos lo dijeran y si supiéramos que vamos a hacer esas casas vacías que sostienen al mundo, probablemente hace mucho que la evolución feminista hubiera iniciado, ¿no?
APR: Fíjate que es muy interesante que estés tomando, estés hablando de ese otro aspecto del libro que es un aspecto fundamental. Cuando estábamos haciendo el análisis de la obra, una de las cosas que a mí me suscitó es como miedo a pensar. Cuando tú eres madre el miedo a pensar a que tu hijo puede desaparecer, a que tu hija puede desaparecer, es es un pensamiento que siempre quieres evitar, que siempre quieres sacar de tu cabeza. Cuando tú te lo tienes que enfrentar como en obras como en tu obra y lo ves desde esta manera que es completamente redondeada, ¿no? Porque es también la ansiedad de qué está pasando con el desaparecido y el vacío que deja y todo los otros “hubieras” que siempre te planteas cuando estás en una situación que tú perdiste el control, ¿no? Entonces agradezco mucho que hagas este énfasis en en este aspecto de las desapariciones. Y estoy completamente de acuerdo contigo en que todas estas mujeres merecen todo nuestro respeto, toda nuestra nuestra cautela de cómo nos referimos a su dolor y a sobre todo hablar del tema, así que te felicito, Brenda. Es muy interesante tu propuesta de esta manera, ¿eh?
BN: Pues muchas gracias, sí.
APR: Déjame hacerte una pregunta ahorita de tema personal. Hay en la obra el niño que desaparece tiene la misma fecha que tu cumpleaños…
BN: Sí, pues perdónenme todas por lo que voy a decir pero por floja. Porque fue la primera fecha de nacimiento que se me vino a la mente. Porque además tengo una hija que también nació el 26, no de febrero, pero el 26, entonces el 26 ya lo tenía y después el febrero. Ya fue una cosa así, porque mira, yo no creo o no sé si creo, pero no lo utilizo en mi vida diaria este conocimiento o no conocimiento zodiacal, pero toda mi vida me han dicho que los piscis somos muy complicados y que no sabemos ser felices y como todas estas cosas. ¿no? Y hay una frase que pongo yo en la novela que dice que Daniel no había nacido para hacerlos felices. Y mi referencia era, claro, como un piscis. Y entonces como un piscis que bueno que nace entre febrero claro, pues 26 de febrero, que es mi fecha. En la presentación que tuvimos en la Ciudad de México, Odette Alonso, que también es una amiga muy cercana, evidentemente se dio cuenta, y bueno, a lo mejor yo inconscientemente lo puse porque estaba advirtiéndome toda en el libro, ¿no? No lo sé. O sea, ya si le quiero buscar tres fiestas al gato, pero de primera instancia creo que fue por bueno, pues la fecha más palpable es la mía.
APR: Claro y deja comentarte que Wilfredo Burgos, que es nuestro colaborador en el proyecto, Hablamos Escritoras, llamó mi atención a otro tema, otro punto de la de la novela, la situación con la niña. Que cómo es que ella también tiene esta postura como de haber emigrado, de ser inmigrante y de tener un poquito el problema de esta cuestión migratoria, platícanos de tu personal.
BN: Sí, mira, yo creo que estaría muy bueno platicar, por ejemplo, que la primera versión de Casas vacías y que además se llamaba distinto, que se llamaba Los pájaros se estrellan en el cielo, esa primera versión no estaba tan enfocada además en el tema de la de la maternidad, cambié completamente la segunda parte. Y la cambié justamente cuando yo ya vivía en Barcelona y había tenido mi segunda hija. Y que además me tocó vivir esta maternidad completamente sola, sin redes, ¿sabes? Mi primera hija como toda hija de familia mexicana, con abuelas, abuelos, tíos, y la crianza de mi primera hija me pareció muy fácil. Me pareció que estaba tan socializada que no…, sí que perdí muchas cosas en muchos sentidos personales no como mujer sino por mi historia de vida, pero no me costó ser madre, ¿sabes? Era una cosa muy social. Pero con la segunda fue difícil justo por esto, porque yo era una persona que no tenía redes sociales en Barcelona, porque estaba sola con mi pareja y porque yo no sabía qué hacer con una bebé. Yo no sabía, digamos, lo sabía en la teoría, pero ya cuando la tenía ahí me daba muchísimo miedo y me enfrenté a muchos miedos. Entonces, cuando ya vuelvo a escribir la novela como ya para que en serio yo la pudiera presentar, dije, “No no, no voy a hablar de tonterías,” que era un poco como el amor romántico, etcétera. Y dije, tengo que sacar todo esto, que me está provocando ser madre sola. O sea, hay una serie que seguramente conoces que se llama “Six Feet Under” que en uno de los últimos capítulos la personaje que se llama Ruth le dice a su nuera, la maternidad es una cosa de mujeres, se vive totalmente en soledad. Y también se me quedó muy grabado y ya cuando yo lo viví totalmente en soledad, dije, claro, es que se vive totalmente en soledad porque además pareciera que nos ponemos este letrero de somos madres y lo sabemos hacer todo. Entonces cuando migras, para responderte a esto, cuando migras y estás en un lugar en el pareciera que conoces los códigos porque se supone que tenemos muchas referencias culturales parecidas con España. ¿Es mentira, eh? Yo seguramente pasa en la frontera México, Estados Unidos. Pero es mentira, tenemos muchas referencias culturales, pero es la parte privada en donde te das cuenta que ser migrante, que no sabes usar exactamente la palabra adecuada para decir, es que no sé, ahora no se me no se me viene a la mente, es que hay veces que yo todavía tengo que alzar la mano y decir a esto cómo le llaman aquí? O sea, cosas que pareciera que no son muy importantes. Y Nagore me parecía que era justamente lo contrario a todas estas cosas. como cuando tú estás realmente dispuesta a querer vivir, me parece, a querer salir adelante a no mirar atrás, te adaptas fácilmente. Cosa que la primera voz no hace, ¿no? Ella es un total, nunca quiero adaptarme, no me gusta, me siento incómoda, todo me parece mal y Nagore es como ya sé que es estar en un lugar que no me pertenece y por eso mismo voy a tratar de apropiármelo. Y siempre lo he dicho, para mí Nagore es como la esperanza de que hay mucho dolor, pero de que ese dolor siempre hay más vida, aunque estés en otros lugares. No sé si yo pensé como me lo planteaste tú que por ser una persona migrada, pero sí creo que cuando lo escribí vertí toda esta sensación de incomodidad, ¿no? de cuando apenas estás aterrizando en lugar que no es el tuyo.
APR: Entonces sobre este asunto migratorio permíteme preguntarte, ¿tú ves algún tipo de relación o paralelos ahorita en todo lo que está sucediendo con el caso europeo mexicano y con la frontera en Estados Unidos? En cuestión de las mujeres refugiadas, en especial.
BN: Claro, sí bueno, yo creo que hay paralelismos en el sentido de que los fenómenos migratorios están en todos lados y las personas migrantes son las personas migrantes pobres, son las que en realidad no son bien recibidas, ¿no? Porque bueno, en frontera de México, Estados Unidos también pasa. Un mexicano con poder adquisitivo, pasa tranquilamente, se le dan los papeles, la visa verde o no sé cómo se le llame ahora. Y en España pasa lo mismo, viene los alemanes, los ingleses, y nadie les dice nada, son las personas racializadas las que tienen este problema. Entonces, en ese sentido, hay un paralelismo evidente, porque somos los otros, los que no somos Europeos o que tenemos dinero los que siempre estamos siendo deshumanizados todo el tiempo. Y me incluyo, porque porque yo también he tenido experiencias desagradables por ser una mujer aquí y en México y en todos lados, el racializada por ser morena y por no pertenecer a una familia rica o lo que sea. Y eso yo creo que además me hace ser un poco empática, porque tampoco se me olvida que dentro de todas estas cosas que a mí me puedan pasar, soy una mujer con muchísimos privilegios, aunque no me guste usar esta palabra. Que yo no he venido ni en balsa, ni he tenido que cruzar ninguna frontera deslando mi vida y aún así vivo cosas. Entonces pienso si yo lo sufro y me siento incómoda, ¿qué será con estas personas que sí tienen que además callarse? Caminar despacito en silencio, etcétera, como hacía notar Rosario Castellanos cuando respondió su personaje, “No es nadie.” Entonces sí, claro que hay paralelismos. Claro que el problema es que las fronteras no hacen bien a nadie, que es una cosa que me voy a ver muy radical, pero es una cosa de que tenemos que abrir fronteras porque está haciendo mucho daño a la gente y está beneficiando solamente a ciertos grupos de poder y al mercado, etcétera. Y está generando, yo creo, mucho daño porque además abrimos estas otras personas migrantes como tú, como yo, que sí estamos insertas en el modo de vida, digamos normal, ¿no? Y que además estamos enriqueciendo estas otras culturas en las que vivimos, estamos aportando muchas cosas y que además pagamos impuestos, etcétera. Yo creo que como hablaba de las teóricas feministas europeas y las mexicanas, son ellos los que tienen que darse cuenta que además conservamos las fronteras, etcétera, además de que muere gente, están lucrando con estos miedos al otro que tienen personas. Sí creo que es lo mismo en España, como en México, como en Centroamérica, como en todos estos lugares que tienen fronteras. Porque además aquí en Europa tú pasas de España a Portugal y no te das cuenta, es como si pasaras de estado de México al distrito federal, no te das cuenta absolutamente de esto y así pasa aquí, o sea, pasas a Alemania y te das cuenta porque bueno, las cuestiones culturales, etcétera, pero no te da miedo cruzar un país, ¿no? No te da miedo ver una frontera porque es simbólica y en cambio a nosotros nos está costando ver cómo muere tanta gente, aquí en España todos los días está muriendo gente ahogada en Ceuta, en Melilla, bueno, que te digo también en la frontera México-Estados Unidos, seguro ustedes lo saben mejor, ¿no?
APR: Claro, terrible, terrible. Pues para terminar esa conversación tan rica me gustaría que nos leyeras el fragmento que tú escojas que te guste de Casas vacías. Repito el título, Casas vacías: una novela sobre desapariciones y la imposibilidad de hablar de lo privado que lo pueden encontrar en línea accesible. Todo el mundo, nada más lo buscan kajanegra.com y lo van a encontrar. Pues si quisieras compartirnos.
BN: Muy bien, bueno, este además creo que es el fragmento que más trabajo me costó escribir para no parecer panfletaria ya me dirán ustedes si, sí o no?
Se hablaba de guerra, pero nadie hablaba de nosotras las lloronas. Así me dijo Vladimir que éramos, lloronas, invisibles con un grito ensordecedor. Pero nadie hablaba de nosotras. Se hablaba de sangre, de asesinatos, de cifras, pero nadie hablaba de nosotras. Nuestros hijos desaparecían al doble: una vez físicamente; otra, con la indolencia de los demás. No volví a ir al Ministerio Público, no regresé a ninguna reunión, mucho menos a marchas, no quería incrustar la imagen de Daniel con el oportunismo del que narra todo desde una perspectiva partidista y lo nombran en discursos políticos, no quería que vivieran de mí. De una u otra forma, quería mantener inmaculado a Daniel. También no era como los otros que era posible que en el fondo se lo merecieran. Era posible que todas las madres nos mereciéramos nuestra condena. Era posible que nos inventáramos el llanto para no hablar ¿Porque quién cuestiona el que llora? Nadie. Se le puede olvidar, ignorar, silenciar, pero cuestionar nunca.
APR: Fuerte y creo que no te ves nada panfletaria.
BN: Qué bien
APR: Yo quiero agregar una línea que a mí me dejó sin respirar, dice, “No merezco respirar, respiro. Mi condena es respirar.” Efectivamente, eso es ser seguramente el sentir. Pues desde muchas personas que sufren pérdidas, ¿no? Pues Brenda tienes una carrera que de verdad vas a brillar. Yo sé que esto es nada más el inicio de muchas cosas que vienen y estoy muy contenta de haber encontrado en el camino esta obra tuya que yo creo que es una de las mejores obras publicadas hasta en el año en que se publicó. Yo creo que esa es una novela que va a trascender y bueno, nos gustaría muchísimo para cerrar la conversación nada más, ¿Cuáles son tus planes, en que estás trabajando ahora, hacia dónde va Brenda Navarro?
BN: Pues mira, ahora estoy escribiendo una novela en la que estoy preguntándome a mí misma como persona, ¿que es el perdón? ¿Y para qué? Y que habla, evidentemente, de mujeres. Estoy tratando de buscar otro tipo de voz en el sentido de no repetirme, pero que siga siendo íntima y que pueda seguir hablando, a los ojos a las personas que quieran acercarse a lo que leo y que no sé, un una cosa de construcción de personajes y mundos, etcétera. Creo, sinceramente la estoy trabajando ahora que además voy a hablar sobre un tema bastante incómodo en el que me sigo preguntando, qué es el perdón y que tiene que ver además con la militarización, todo esto sin tener que hablar de la militarización como tal. Entonces es un reto muy fuerte para mí, porque creo que también deshumanizar a las personas que tienen que ser militares a fuerza nos lleva justo a los enfrentamientos que estamos viviendo ahora. Y en eso estoy, quiero terminar de escribirla este año y a ver cuándo sale publicada. Tampoco tengo prisa porque salga publicada, saldrá cuando saldrá.
APR: Perfecto, pues felicidades. Yo creo que cuando tú eras chica eras como una de mis nietas, que todo es, ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? Porque creo que todo lo que haces a través de preguntarte. Brenda, pues un abrazo muy cariñoso desde Texas, te deseo todo lo mejor y muchísimas gracias de nuevo.
BN: Muchísimas gracias por la invitación y seguimos en contacto y un beso muy grande.
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APR: El equipo de Hablemos Escritoras les agradece su confianza y su apoyo en este proyecto. Somos nosotros, Fernando Macías Jiménez y Wilfredo Burgos Matos. Página de Internet Andrea Macías Jiménez. Logo original de Raúl Bravo Vázquez. Se despide Adriana Pacheco.