Este mes en varios países del mundo se celebra el Día del padre. Y aunque por supuesto el Día de las madres es más celebrado y recordado, me parece una perfecta ocasión para regresar la mirada a la interesante escritura que se está dando en torno al tema de las paternidades y las muchas maneras que se reflejan en la escritura. En algunas obras se trata de un reconocimiento y tributo; en otras son las marcas tanto de la ausencia como de la presencia; en otra más es la conflictiva relación con los miembros de las familias.
Y de los ya casi 350 episodios que tiene nuestro proyecto recojo comentarios de lo más intersantes sobre este tema. Algunos de ellos me han conmovido como lo que dijo Gabriella Gutierrez y Muhs sobre los niños-padres, esos chiquitos migrantes que desde muy temprana edad son quienes cuidan a sus hermanitos, mientras sus padres se van al campo al corte. El libro de Ricardo Ruiz, We had our reasons (Clyde Hill Publishing, 2022), dialoga con el comentario de Gabriella por los relatos que recoge precisamente de niños migrantes. Otro que también tengo muy presente es el de Clyo Mendoza, quien hace unos días me decía que la ausencia paterna marcan a un número altísimo de familias. De hecho, con el humor irónico que caracteriza a los dicho en México se dice: "Mi papá fue a comprar cigarros y nunca volvió".
Y sobre lo mismo, hace un par de días Nubia Macias me comentó sobre un artículo que apareció en El país sobre Alma Delia Murillo, autora de La cabeza de mi padre (Alfaguara, 2022), quien dijo que en México hay más de 26 millones de personas que fueron abandonados por su progenitor, “En este país todos somos hijos de Pedro Páramo”, agrega. Otras escritoras reconocen la marca que dejan, como en el caso de Gisela Heffes y su libro El cero móvil de su boca/The Mobile Zero of Its Mouth (Katakana, 2020), o la mirada del padre como cómplice, como en Claudia Piñeiro y Un comunista en calzoncillos (Anagrama, 2013). Otras más hablan del padre como genealogía y linaje como en Mariana Enríquez en Nuestra parte de noche (Anagrama, 2019).
En esa ausencia-presencia aparece otra figura paterna aparece: la del abuelo. Llenos también de una gran carga emocional y de poder, los abuelos pueden muchas veces tiene una gran influencia en la escena familiar, como en el libro Anamnesis (Cuadrivio, 2016) de la misma Clyo Mendoza. Y la lista es larga, como lo son las miradas y las perspectivas, por lo que para celebrar esa escritura compartimos con ustedes otros título más, siempre con el miedo de todos los nombres que quedarán fuera, pero estos integran una lista de libros imperdibles que nos ayudan a asomarnos a las complejidades de la paternidad.
Quedan invitados y buen provecho.
De estirpe guerrera. Bertha Balestra (Textofilia ediciones, 2021).
El sonido de las olas. Margarita García Robayo (Alfaguara, 2021).
El último regalo de Villa. Carmen Olivas (Grijalbo, 2021).
El viento que arrasa. Selva Almada (Mardulce, 2012).
Geografía de la oscuridad. Katya Adaui (Páginas de espuma, 2021).
Helena. La soledad en el laberinto. Elsa Margarita Schwarz Gasque (Ediciones del Lirio, 2020).
Mi papá es el mejor padre del mundo. Magela Ronda (Beascoa, 2016).
Nuestra parte de noche. Mariana Enríquez (Vintage Books, 2021).
Sembré nísperos en la tumba de mi padre. Johanna Barraza Tafur (Himpar Ediciones, 2022).
Tú no matarás. Julia Navarro (Plaza & Janés, 2018).
El rey del agua. Claudia Aboaf (Alfaguara, 2016).
Árboles endémicos. Nabil Valles Dena (Abismos, 2018).
La azotea. Fernanda Trías (Dharma Books, 2020).
La memoria donde ardía. Socorro Venegas (Páginas de espuma, 2019).