Los cuentos que conforman El Diablo sabe mi nombre son muy distintos entre sí, pero guardan dos cuestiones en común. Por un lado, la transgresión, el deseo de traspasar una frontera, normalmente imposible. Son las fronteras entre el sexo masculino y el femenino, entre seres humanos y animales, entre la locura y la cordura, o entre la vida y la muerte.