Segundo opus de la serie iniciada con Sal de sangres en guerra, los fragmentos de Sal de sangres en declive siguen interrogando al mundo, un mundo cubo, de aristas y vallas que dan a un vacío palpitante, a los vacíos de los que se compone la existencia. Declive, orientación, mengua, agonía, pero también, al mirar hacia el otro lado de la pendiente, “declive hacia las alturas”. Ansia siempre renovada de compresión del mundo que nos rodea, de examen de nuestras ubicaciones y temporalidad. Escritura de lo nimio, de lo no percibido salvo por una mirada al acecho del sentido de lo que existe, del grano. Escritura necesaria, insalvable, acuciante, dado “el gran malestar en que vivimos, que nos pone a flotar, a divagar, que nos mantiene esclavos de un enredo de preguntas que solo van en aumento. A suponer que es siempre más conveniente no alcanzar la eterna meta de obtener respuestas. Descomposiciones de un mundo que quizá nunca haya sido esférico”.