Urdimbre (Valparaíso: Ed. Inubicalistas, 2009) representa el ejemplo de una poética efectiva, intensamente desarrollada desde esa intimidad esencial que es creadora de nuevas escrituras. No representa casualidad que una imagen perteneciente al ámbito del tejido sea figura marcadora de la creación femenina (desde la tela de Penélope hasta la intensa y reflexiva práctica artística de Cecilia Vicuña), ya que la pregunta por la poesía hecha por la mujer es una de las inquietudes nutrientes del libro de Julieta. Desde el nítido malestar de saberse parte de un territorio cultural otro, eternamente amenazado por la inscripción meramente marginal, pero con un destino claramente colectivo (como toda expresión del ser de la poesía, en que el ser termina siendo ser con otros, y haciéndose ser bajo la experiencia del encuentro y la imbricación con el otro), la poética de urdimbre es capaz de plantearse desafíos amplísimos en el plano de la deconstrucción y reconstrucción de una historia colectiva, pero desde la estricta deconstrucción y reconstrucción de sí mismo como proyecto: en esto radica una de las claves del título.