Río Herido (Libros del Perro Negro, 2014) es un tremendo título −Manrique y sus Coplas a la muerte de su padre son, sin duda, referencia obligada− y, en este caso, el río está adjetivado, entonces lo que está herido en el río, en la vida adquiere la forma de trauma, de dolor y de la presencia de una mirada trágica. El mismo título impone sus desafíos. En alguna medida, el epígrafe de Juana Molina soluciona la sospecha: “Mi corazón roto ha venido, / me habla y dice que / no le ha quedado nada, / que él está vacío / me dice que todo / se ha marchitado y yo / no tengo más que un río” (5). El que va a dar a la mar, que es el morir.