El sonido de las hojas no se queda en los confines de ningún género sabido o por saberse: contiene minificciones (o microrrelatos, como usted prefiera llamarlos) y también aforismos, observaciones, fragmentos de sueños y pequeñas metáforas explosivas o insidiosas. Lo importante es que, en todos los casos, lo cotidiano se transforma y se vuelve monstruoso o bello; las pasiones humanas se manifiestan como sucesos tremendos; las certidumbres se ponen a prueba (y muchas veces se revelan falsas)…, y siempre podemos escuchar, con la mirada, la misma voz que lo cuenta todo: que va a dar un paseo alrededor de su vida –como suele decirse– y probablemente experimenta lo que todos, en este mundo que venera el tedio y el conformismo, pero lo transfigura: lo hace nuevo, totalmente distinto, asombroso como sólo puede serlo la existencia cuando pasa a través de la literatura. —Alberto Chimal