-¿Acaso usted pensó que si moría, tendría una segunda oportunidad para volver a vivir? -No…Obviamente no -respondí. -Entonces, ¿valió la pena? Estas dos preguntas subyacen el recorrido serpenteante que es ANDOR, un recorrido que no termina con la muerte sino que nace de ella. El joven Edgar, luego de un intento fallido de suicidio, se encuentra en un limbo tanto inquietante como seductor: el hotel Andor, donde debe quedarse hasta decidir si realmente quiere morir, volver a la vida, o permanecer ahí para siempre. ANDOR, entonces, se pregunta –y nos pregunta– cómo sabemos si valió la pena. Pero lo hace en medio de borracheras y resacas, charlas y aburrimientos, enamoramientos repentinos y arranques de celos, así explorando también lo más lúdico, lo más visceral, y lo más sencillo de la frágil y contradictoria vida humana. ¿A qué estamos condenados al vivirla? ¿A qué cosas siempre querremos aferrarnos, cueste lo que cueste? Ágilmente y con gran humor puntiagudo, Abend nos pasea por un territorio movedizo, lleno de asombros y amenazas, tanto fantástico como familiar, donde –así como en lo que le llamamos la vida real– todo puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos. —Robin Myers—