Todas las lunas por Gisela Kozak (Equinoccio, 2011; Sudaquia, 2013) es ejemplo de una obra experimental en el estilo y temática. La historia de 8 amigos que por circuntancias del destino quedan huérfanos y que vivir como hermanos, nos lleva a entender un mundo lleno de espacios fantásticos y aventuras existenciales. Buscando hacer un libro donde no exista el patriarcado, todo se desarrolla en ciudades inventadas porque, en palabras de la escritora, no existen en la realidad ciudades no patriarcales. Las relaciones poliamorosas que se dan entre los personajes son una de las marcas para romper paradigmas de deseo, género, y estereotipos, esto permite a las mujeres y los hombres ser motor de sus deseos y de sus sueños. Algunas escenas hablan de persecuciones, de encuentros, de música como por ejemplo donde Verónica es la inventora de los conciertos de piano. La obra es un reto y es una delicia para leer llena de humor y de conexiones culturales.