Palestina e Israel. El conflicto que no cesa. El trauma que se convierte en combustible de más trauma. Los que parten y no vuelven, los que no pueden partir, los que quieren partir y no pueden, los que vuelven aunque ni quisieran hacerlo. Tantas permutaciones para dos comunidades complejísimas cada una de por sí; eso sin contar la convivencia, las fricciones, las lealtades que se multiplican sin fin y hacen todavía más difícil una posible comunicación y ni qué decir de la empatía.
Lo que escribí fue el resultado de escuchar el episodio publicado en el 2017 “Tribes and Traitors: What Happens When You Empathize with the Enemy” del reconocido y muy recomendado podcast Hidden Brain. El anfitrión, Shankar Vedantam, entrevista a Avner Gvaryahu, un ex soldado del ejército israelí que participa en las actividades de Breaking the Silence. Esta es una organización que promueve que ex soldados israelitas asignados en los territorios ¿palestino? hablen de sus experiencias personales en diferentes espacios públicos y se establezcan discusiones sobre cómo las fuerzas de defensa israelitas (IDF) ejercen poder sobre la población palestina en los territorios. Luego, Vedantam entrevista al profesor palestino Mohammed Dajani Daoudi, quien en el 2014 llevó a 27 estudiantes palestinos de la Jerusalem Al Quds University a Auschwitz. Su intención era confrontarlos con el Holocausto, un tema que no se enseña en las escuelas palestinas. Tanto para el ex soldado israelita Gvaryahu como para el profesor palestino Dajani los intentos para acercarse al Otro tienen un sabor agridulce. En el caso de Dajani, amargo; pues tuvo que exiliarse de Palestina al regresar del viaje. Ambos han vivido en carne propia el ser llamados traidores por su propia gente.
Ante semejante resultado, ¿cómo esperar un cambio? En el mismo episodio, Vedantam cita un artículo académico en el que estudian la percepción de partidarios israelitas y árabes ante una misma selección de la cobertura mediática de la masacre de Beirut. Sonará a perogrullada, pero ambos grupos de participantes no solo evaluaron la objetividad de la cobertura de diferente manera, sino que reportaron diferentes percepciones y recolección de esa misma cobertura. Ese hallazgo da pie para que Vedantam señale el poder del trauma en esta situación particular y, en general también, pues nos hace “turn inward”.
Unos días después vi las fotos de las activistas y amigas Ghada Karmi, palestina, y Ellen Siegel, judía americana. Se han tomado la misma foto en 1973, 1992 y 2011. El rótulo de Karmi dice “I am a Palestinian Arab. I was born in Jerusalem. Palestine is my homeland but I still cannot return there”. El rótulo de Siegel dice “I am an American Jew. I was born in USA. Israel is not my homeland but I can ‘return’ there”. Las fotos resumen la situación, pero evidentemente no dan el contexto y a lo que voy con esto es a que Karmi y Siegel han dedicado muchísimo esfuerzo a la causa, mucho más que el sentarse una tarde soleada con un marcador, una cartulina y un teléfono para que quede el rastro en redes sociales.
Dudo mucho que escribir estas líneas signifique algo para una persona realmente afectada por la constante amenaza y el zumbido del peligro. Sin embargo, si me atrevo desde mi pequeñez a publicarlo es porque lo que hice después tal vez le sirva a otra persona igualmente frustrada por el circo mediático y la continuación del dolor.
Releer Volverse Palestina de la chilena Lina Meruane fue la gotita de bálsamo que necesitaba para no permanecer en un estado de indignación suspendida, para conectar cognitivamente eso que parece tan lejano en las noticias con experiencias, reflexiones y más textos sobre migración y búsqueda de identidad que sí me interpelan como latinoamericana que soy, y sobre todo para que esa ola de sentimientos encontrados atravesara el cuerpo entero, afectos incluidos.