Un discurso desenfadado y oscilante que se adapta a todas las intenciones: las buenas, las malas y las inconfesables. Son historias cercanas, vistas desde la óptica del conjuro y del amor; no obstante, lo que humedece es el lenguaje. Con oficio, desliza sus historias. Un libro para placeres finos y perversos. Para advertir que las astillas del día son parte de nosotros.—Élmer Mendoza