Fuego a Bordo
La historia se transmitió en la familia. Y como cualquier historia que se cuenta y se vuelve a contar, puede ser verdad. Y la verdad puede ser adorno o un deseo disfrazado. Por sus bordes difusos, la verdad también puede estar a medio cocinar, o puede ser una mentira. Pero en el momento en que se narra, se convierte en verdad. Sobre todo si quien escucha es una niña de ocho años. Esta fue la historia que me contaron mis padres. La que guardé en mi memoria, algo tan frágil como la verdad. Porque ahora o no reconozco sus límites o no quiero reconocerlos.