Hace unas semanas tuve el gusto de entrevistar a la directora de la Revista de la Universidad de México, la escritora Guadalupe Nettel, y a la encargada de su versión digital, la también escritora Yael Weiss. Y además de tener el gusto de escucharlas y saber más de su trabajo, lo es también la oportunidad de hablar de la revista cultural mas longeva de Latinoamérica publicada sin interrupciones desde 1930, fundada bajo la dirección de Julio Jiménez Rueda, dentro de una de las casas de estudio más importantes del continente: la Universidad Nacional Autónoma de México. Fue América Sánchez quien logró estos encuentros, junto con la posibilidad de que Shop Escritoras —nuestra tienda en línea— la distribuya en los Estados Unidos.
La publicación me hace pensar en otras de su género que aparecen hace ya varias décadas y que siguen en circulación, como el caso de World Literature Today, una icónica revista cultural periódica en la unión americana que aparece por primera vez en 1927, publicada por otra casa de estudios: la Universidad de Oklahoma.
Con más de 800 ediciones y más de 160,000 lectores en la web, la Revista de la Universidad es mes a mes un espacio de reflexión y diálogo, para entender y escuchar otras miradas del mundo, como lo dice en su descripción. En tantas décadas de existencia muchos escritores y críticos la han dirigido, cada uno poniendo su visión y sello en ella. Nombres como Luis Villoro, Leopoldo Zea, Federico Reyes Heroles, e Ignacio Solares son algunos. Julieta Campos y ahora Guadalupe Nettel son las dos únicas mujeres que se ven en esa lista. En el caso de Nettle, su filosofía ha sido actualizarla con una visión afín a nuestro tiempo tanto en una edición monotemática, que permita profundizar a la vez que ampliar los temas, como en su programa de radio, coordinado por Elvira Liceaga, y en televisión, que lleva Weiss en TV UNAM, en donde, como Weiss lo dice la idea “es continuar esta conversación acompañando el dossier con invitados que expandan los temas con otras voces”. Me parece relevante el equipo que se ha formado atrás de esta casa de estudio y al frente del Fondo de cultura y publicaciones con nombres como Socorro Venegas y Rosa Beltrán, que funciona de manera colaborativa.
Desde estos modos de decir, se establecen diálogos a nivel nacional e internacional para compartir visiones sobre temas que definen a una época, así como al pensamiento intelectual que proviene de Latinoamérica. Es, como dice Horacio Tarcus, en el libro Revistas culturales latinoamericanas 1960-2008, que las revistas culturales hoy han pasado “a ser reconocidas y revalorizadas como actores colectivos con un rol relevante en la construcción de las tramas culturales latinoamericana” .
Partamos todos de la base de que ser editor de una revista no es tarea fácil, por su inmediatez y actualidad, así que hacerlo proviene generalmente de una pasión por el género mismo, como lo dice Nettel en el podcast que grabamos con ella y en donde confiesa que “hace mucho tiempo ya había desarrollado la afición por las revistas” y desde muy joven había participado en la edición. Otro aspecto al que hace mención es la importancia de los recursos y el apoyo de los lectores que sostienen una publicación así y que le permiten consolidar un equipo, así como usar otros medios para difundirla. Todos conocemos otras publicaciones tanto impresa como digitales en donde los editores hablan de los retos a los que se enfrentan y si quieren escuchar más los invitamos a escuchar a Mariza Bafile con Viceversa, Rose Mary Salum con Literal Magazine, Ulises González con Los Bárbaros, Pedro Medina y Gastón Virkel con Suburbano u Omar Villaseñor de Nagari, entre otros que tenemos en nuestra página web.
Y, tal vez hoy sea impensable para muchos jóvenes que han crecido dentro de las posibilidades de la digitalización, que muchos de nostoros coleccionábamos revistas en su formato impreso —y algunos seguimos haciéndolo— y nos hacíamos de nuestras colecciones, mismas que viajaban con nosotros de un lugar a otro, con todos los riesgos que esto implicaba. Recuerdo con tristeza que en una de las muchas mudanzas de mi vida, se perdieron unas cajas entre las que estaban todos mis ejemplares de la bellísima revista Paréntesis que dirigía Aurelio Asiain, quien fuera secretario de redacción y editor de otra revista icónica Vuelta, dirigida por Octavio Paz. De esa pérdida lamento de manera muy especial el número en donde una querida amiga, Ana Bazdresch, escribió una entrevista con Manuel Bravo, uno de mis fotógrafos favoritos de todos los tiempos.
Muchos estaremos de acuerdo que una de las delicias para un lector de revistas es hojearla y disfrutarla en su formato impreso, pero debo reconocer que las posibilidades de la era digital y además con acceso gratuito nos abre muchas otras opciones de consulta. Así sucede con la Revista de la Universidad de México, donde gracias a la generosidad del equipo de la UNAM, Fondo UNAM y de la Revista misma, tenemos desde 2013 acceso a ella en ese formato. El periódico el Excelsior publica en ese año el anuncio a ese gran paso que pondría a la disponibilidad de todos las más de 43 mil 700 páginas que conforman su acervo. El artículo nos recuerda también que entre los colaboradores que ésta ha tenido se encuentran escritores como Gabriel García Márquez, quien escribió en ella críticas de cine, y Carlos Fuentes quien, curiosamente, hizo para la publicación algunas caricaturas.
Estos privilegios de acceso digital y gratuito no quitan la fascinación de tener en las manos los volúmenes de una bellísima calidad y poder regresar a sus páginas no solo con la mirada sino con el tacto, pues además el apoyo que se da cuando se compra una revista así es prueba de un compromiso por preservar estos espacios críticos y de reflexión, a la vez que tener una historia con ellas. He contado ya en las redes lo que sucedió con mi ejemplar de Feminismos (no. 854. Nov. 2019), uno de mis favoritos y atesorados y que compré en la FIL Guadalajara el día del evento en donde Guadalupe Nettel junto con otras colaboradoras presentaron el volumen. Cuento que un día, estando leyéndola en la terraza de mi casa, la dejé afuera por un rato cuando un aguacero la empapó. El rescate fue dramático pues tuve que separar página por página sus hojas, pero hoy está en mi librero junto con las otras sujetada por una liga e “intervenida climáticamente” como Nettel lo dice en nuestra conversación en el podcast.
Algo que me encanta de esta nueva generación al frente de la Revista es el diálogo que desde la literatura se está creando hacia las ciencias, y que permite en la interdisciplinariedad hacer una difusión más holística del conocimiento y despertar otros intereses. Es, como lo dice Weiss, "difundir la ciencia a partir de la literatura".
Y para una probadita de los magníficos títulos que nos invitan a leer y quedar enganchados a explorar aún más, tenemos:
Feminismos, Emergencia climática, Utopías y distopías, Identidad, Género, Tabús, Vidas al margen, Familia, Magia, Dolor, Fascismo, Infancia, Cultura y tantas más.
Desde mi perspectiva, la Revista de la Universidad de México junto con otras que hay en el mundo hispanohablante deben estar en todas las bibliotecas de los Estados Unidos pues, aunque entiendo el problema del espacio que estas instituciones tienen, también creo que como catedrales del conocimiento las revistas culturales del mundo merecen ese espacio en lugares en donde el texto impreso aún es importante. También deben estar en nuestros libreros como una recurso de consulta, aprendizaje y entretenimiento. También merecen su lugar en las tiendas de libros, porque son verdaderos volúmenes con una edición impecable y creativa.
Acariciemos las revistas o consultémoslas en línea. Disfrutemos del privilegio de tenerlas y de tener a un equipo y colaboradores tan fascinantes atrás de ellas.
Buen provecho.